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Relato erótico de mis vivencias sexuales de emigrante en Curazao

Como empezar una historia erótica que no se sabe como fue el inicio. Si hablo de ella, les diría que es una mujer grandiosa, no solo por los atributos físicos, si no también por su forma de ser.

Como es ella pues simple, describa la mujer de sueños, la mujer de sus pajas y así será para ustedes; para mi es una morena hermosa, de culo prominente, una vagina bien apretadita, un clítoris que provoca, unos senos un poco caídos producto de un embarazo, pero que no lo resta imponencia a ella como mujer y una boca con unos labios delgados pero firmes, así es ella, una hembra en todo el sentido de la palabra, una mujer como pocas.

Corría el año 2003, dos emigrantes que por cosas de la vida se conocen en una isla del Caribe llamada Curazao, dos emigrantes que por azares del destino estaban solos, ella tenía 32 y yo 22…

Una tarde después de un día largo de trabajar coincidimos en la parada de bus, el saludo típico cargado de humor y bromas pesadas del trabajo, nos fuimos caminando, tratando de demorar el destino, al llegar frente a su casa me invito a pasar para seguir una charla trivial. Entre charla y broma cocinamos algo sencillo y para acompañar la comida cerveza fría, Amstel Bright.

Paulatinamente la ingesta de cerveza fue en aumento hasta llegar a ese punto de alegría y relax. Era poco mas de las 9 de la noche y en el fondo sonaba una bachata, ese ritmo sensual y candente propio de Republica Dominicana, no sabíamos de que rincón o hueco de mala muerte venia, pero era pegajoso e invitaba a bailar.

No se si fue producto de la cerveza o el ambiente propicio de soledad que con una mirada cómplice nos levantamos de la mesa y nuestros cuerpos se buscaron en la penumbra que había en la sala de su casa, mas que bailar tratamos de llevar el ritmo, ese 1… 2…3…y difícil para que todo aquel que no lleve el esa cultura en la sangre.

El aroma de sudor mesclado con algún perfume catalogo invadía mis sentidos, mis manos a la altura de sus caderas se deleitaban con ese vaivén de caderas endemoniado, y las de ella rodeaban mi cuello, Bailar, Puf, más bien hacíamos el ridículos en la penumbra.

Lo cierto es que ese día ella bestia una falda color crema, le quedaba un poco más arriba de la rodilla, y una blusa color rosa, no se porque pero se me hacia Hermosa, sus movimientos los sentía en mi pelvis de una manera peculiar y creo que ella también sentía la dureza de mi pene que iba en aumento, ya que cada vez era mas notoria la forma de buscar contacto entre nuestros cuerpos.

La música y la penumbra del ambiente crearon una carga erótica en esa pequeña casa del Caribe todo esto ayudado por el calor típico de la isla, ese calor que nos hace sudar como tapa de sancocho.

Porqué o como, no se, pero se me dio por darle un beso en el cuello y recoger con mi lengua una gota de sudor que descendía por su cuello del lado derecho, el amargo del perfume con el salado del sudor se mesclaron en mi paladar.

Pero en ella ocasionó que su cuerpo se estremeciera y su cuerpo se pegara a mi, sintiendo mi erección producto del continuo roce entre los dos.

Se separó un poco, me mira a los ojos y una sonrisa sensual broto de sus labios, además con esa mirada penetrante me dijo todo, poco a poco nos acercamos y iniciamos un beso suave, tierno y sin afán ni premuras, nuestros labios se amoldaban a la perfección, jugaban entre ellos, poco a poco su labial fue compartido con mis labios, nuestras lenguas se buscaban, pequeños gemidos brotaban de nuestros labios, para este punto nuestros cuerpos habían dejado de lado la música, dando lugar a los gemidos.

Mi mano derecha descendía mientras la izquierda ascendía, fue algo épico sentir en mis dedos la punta de su pezón atreves de la tela del brasier y la blusa, un gemido fuerte se escapo de su boca y al tiempo que mi mano se aferraba a su nalga izquierda.

Todo esto sucedía a la vez que ella me agarraba con fuerza, como para evitar que la abandone, mi mano derecha se empezó a meterse por el borde de su falda llegando hasta el inicio de cola, tocando con la yema de mis dedos el inicio de su panty tipo tanga.

Un golpe en la puerta y un «Bon nochi» nos trajo a la realidad, fue como ir a 100 KM/H y frenar en seco, así se sintió, ella jadeante salió a su cuarto buscando la compostura, yo corrí al baño para buscar algo de calma y hacer maromas para evitar que se notara mi erección.

Cuando salí, ella atendía a una visita inesperada, me despedí de ella dándole un beso en la mejilla y deseándole unas buenas noche y jalándola por la cintura hacia mi, para que sintiera como había quedado.

Con el pasar de los días, cada vez esa tensión iba en aumento, miradas iban y venían, coincidíamos en la estación de bus, en casa de algunos amigos en común, hablábamos poco, pero con la mirada era suficiente.

El siguiente encuentro a solas fue una ida al cine, recuerdo que la película a ver, era la masacre de Texas; no recuerdo en que parte de la película, ella se acostó sobre mis piernas.

Al estar ella de esta manera aproveche para posar mi brazo derecho sobre ella y sutilmente empezar a acariciar su abdomen, hasta lograr meter mi mano debajo de su blusa, esta vez bestia una blusa un poco ancha lo cual permitía meter mi mano sin mayor esfuerzo.

Relato erótico de mis vivencias sexuales de emigrante en CurazaoLa sensación fue muy placentera, ir subiendo hasta llegar a los contornos de sus senos al mismo tiempo que ella me acariciaba la pierna y subía muy lentamente hasta llegar a mi verga, de esta forma empezó a acariciarme la verga por encima del pantalón, mientras yo jugaba con sus pezones, los gemidos de ambos eran aplacados por la motosierra del asesino.

En un hábil movimiento me eche un poco mas hacia adelante en la butaca quedando así mas reclinado, de esta forma aprovechó ella para abrir mi pantalón y sacar mi verga, que para ese momento ya estaba a reventar.

Empezó una chupada maestra, suave, deliciosa, se la metía en la boca hasta donde podía, se la metía hasta donde la cordura nos permitía, recuerdo los movimientos de su lengua en mi glande, lo chupaba como si tratase de un helado, ganas de llenarle la boca de leche me sobraban, pero no quería, la noche prometía y quería alargarla hasta mas no poder.

Nos trajo a la realidad el final de la peli, ella se compuso la blusa y yo mi pantalón, salimos agarrados de la mano cual pareja de enamorados rumbo a la estación de bus, por suerte era el mismo que teníamos que tomar.

Cual amantes buscamos el anonimato que brinda la oscuridad, lo conseguimos al final del convoy. Ahí los besos, caricias y gemidos seguían en aumento, nuestras manos disputaban el poco espacio que nuestros cuerpos dejaban libre, el estornudo de alguien y el hecho que ya era nuestra parada nos hizo regresar a la tierra.

Con el abrazo de la noche fuimos caminando las pocas cuadras que nos separaban de su casa, cada rincón, cada tramos de oscuridad era aprovechado para dar rienda suelta al deseo reprimido. pocos minutos nos separaban de su casa, pocos minutos que eran aprovechados para besarnos, para disfrutar de nuestros cuerpos.

A las puertas de una iglesia y ocultos de todo seguimos con el magreo que teníamos, ella quedo contra la puerta dándome la espalda mientras sacaba a mas no poder su culo para sentir mi verga que se encajaba en la raja de sus nalgas, mis manos se aferraban a sus pezones y mis labios besaban su cuello, mientras ella pasaba una de sus manos sobre mi cabeza para atraerme mas a ella, como si esto fuera posible.

-Hazme tuya! me ordeno entre suspiro. Has de mi tu mujer, has de mi tu amante hoy quiero ser tu puta me dijo mientras giraba su cuerpo y se agachaba para sacar mi verga de su cárcel.

La miró con hambre, con lujuria, se la sobo por la cara, por los labios, mientras sus ojos buscaban mi aprobación para lo que iba a hacer, mi testículo derecho termino en su boca y su mano izquierda me pajeaba, después de un beso en la punta de mi verga, se la dejo ir toda dentro de la boca y la fue sacando lentamente con sus labios pegados al tronco de mi verga, como tratando de sentir en su boca, cada vena, cada tramo de piel.

Rompió el silencio con otra orden que me dejo sin argumentos “quiero que me culees, quiero que me des verga, tienes todos mis orificios disponibles para Ti, de aquí en adelante esta verga será mía cuando, donde y como yo quiera, todo eso mientras con algo de esfuerzo y negativa de mi parte metía mi verga en mi pantalón.

A semejante mandato no tuve más remedio que aceptar. Se levantó restregando sus senos a mi cuerpo y al oído me susurro «a cambio seré tu putica, tu hembra, tu perra para que me montes como quieras y por donde quieras» un beso morboso sello nuestro pacto un pacto de amor y sexo todo eso bajo la mirada complaciente de la virgen de Fátima y un roció que nos hizo apresurar el paso a rumbo a su casa, que partir de esa noche seria también la mía.

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 Imagen de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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