Relato erótico parte 2 de «La China», placer o pecado

El cuatro de septiembre se festeja en mi país el día de la secretaria, y obviamente yo esperaba un presente de mi jefe, una tontera, acá se acostumbra.

Esta es la segunda parte… la primera parte de este relato puede leerse pinchando aquí.

Bien, el me llamó a su oficina a media mañana y me pidió que cerrara la puerta y me sentara frente a frente, me deseó que tuviera un bonito día, abrió uno de los cajones de su escritorio y sacó dos pequeños paquetes, uno en papel plateado, otro dorado, los acomodó convenientemente, equidistantes, y me dijo mirándome a los ojos.

– Chinita, chinita… mirá, te puedes llevar uno de los dos, ambos son sorpresa, solo que este, – dijo señalando el plateado – representa el placer, y este – señalando ahora el dorado – representa el pecado… piensa bien… solo uno…

Simulé meditar para no ser obvia, pero estiré mi mano hacia el dorado, el pecado, él me retuvo poniendo su mano sobre la mía y mirándome fijamente a los ojos dijo

– Segura? se que te encantan los bombones con licor, los dejaras pasar? yo se que no puedes…

Pero no respondí, solo apreté el paquete dorado con fuerza y lo traje a mi lado, Claudio riendo me pidió que lo abriera a mi regreso, en mi casa
Salí de su oficina y fui a la mía, dejé el paquete sobre el escritorio y traté de concentrarme en mi trabajo, pero soy mujer, y no podía pedirme que no lo abriera, la intriga me mataba y el envoltorio se veía demasiado llamativo…

Tomé el paquete y fui al baño, me encerré, lo abrí con sumo cuidado por si tuviera que volver a armarlo, la caja contenía un exquisito conjunto de ropa interior, en blanco, un sostén armado y una tanga pequeña, muy rica, una nota impresa decía

‘Pecado, mañana me muestras como queda en tu cuerpo’

La sola idea hizo que me mojara toda, la trampa se cerraba…

Al despedirnos ese día, mi jefe me dijo

– Chinita, creo que mañana será un gran día, por cierto, espero que el conjunto sea talla, porque por cierto, seguro ya averiguaste lo que era…

Voltee los ojos y menee la cabeza de lado a lado, el siempre estaba un paso por delante…

Esa noche quise hacerle el amor a Jorge, es que quería estar segura de la decisión que tomaría, mi esposo solo hizo que le chupara la pija un rato, y ya, eso fue todo…

Al día siguiente preparé todo con apuro en mi bolso de mano, la nueva ropa interior y también un conjunto de pollera y camisa negro con medias de nylon, esas que ajustan en los muslos y tanto excitan a los hombres, también zapatos con finos tacos, me vestí normal como cada día, despedí a mi marido que ya salía para su trabajo y terminaba de armar el rompecabezas.

Llegué como de costumbre, los muchachos ya empezaban a preparar sus cosas y me sentí raramente observada, como si adivinaran lo que pasaría, pero sabía que todo estaba en mi cabeza, en mis propios pecados, reparé en un par de esas fotos que putas de la pared, esas que ignoraba cada día, pero por alguna razón me sentí identificada, hoy luciría como una de ellas…

Subí excitada las escaleras, miré la hora, aun faltaba para que llegara Claudio, fui al baño, me desnudé presurosa y torpemente, mezcla de excitación y rapidez, me recorté un poco los bellos de mi conchita, me puse el sostén, el había adivinado mi talle, luego la tanga, la deslicé por mis piernas y la sentí enterrarse entre mis nalgas, una amiga decía que había que meterse una tanga entre las nalgas para sentirse mujer, y bueno, me estaba sintiendo mujer, me ajusté la camisa, me subí la corta pollera, luego con cuidado de no engancharlas mis medias y por últimos mis zapatos taco altos, tomé toda la ropa y la metí a la fuerza en el bolso de mano.

Me miré al espejo, preferí recogerme el cabello, me puse perfume y volví a la oficina, Claudio aun no llegaba…

relato secretaria muy putitaEntonces mientras encendía la pc, fui a su oficina, solté los botones de mi camisa de modo que se notara el sostén, luego me subí la pollera, de modo que también se vira la tanga, acomodé el celular y posé como las putas de los gráficos de los muchachos del taller, tome unas veinte fotos simulando ser una secretaria inocente, elegí las cuatro que mas me gustaron, incluso una que me causaba gracia, sacando la lengua y haciendo con mi mano el gesto del fuck you con el dedo mayor erguido.

Las mandé a la impresora y pronto me vi a mi misma como una hermosa puta, había olvidado que hermoso culo y que bellas piernas tenía, cuan sexi podía ser, mi rostro mostraba picardía y comprendí que es lo que el veía cuando me decía la china.
Las acomodé sobre su escritorio, convenientemente, me sentía toda mojada por la excitación y hasta el roce de la tanga en mi clítoris me tenía al borde de un orgasmo…

Claudio llegó poco más tarde, subió las escaleras y el verme se mostró sorprendido, no lo esperaba, vino a mi lado a saludarme como cada mañana, solo que esta ves apretó con ganas uno de mis glúteos y me susurró al oído

– Te ves espectacular…

Siguió camino a su oficina, solo esperé, no tardó en llamarme…

Estaba sentado en su silla, como cada día, me miró detalladamente y me dijo

– Cerra la puerta con llave…

Le hice caso y volvió a disparar

– Ahora corré los cortinados del ventanal que da al galón…

También lo hice, adivinando que a mis espaldas el solo miraba mi generoso trasero, giré volví a su lado, miraba exhaustivamente las fotos que estaban sobre el escritorio, con esa forma tan tonta que tienen los hombres al hacerlo

– Te gustan? Son para vos…

El me miró en forma desafiante y me advirtió

– Te aviso que no soy un tipo convencional, tengo gustos sofisticados, diferentes…

Yo no sabía a que es lo que quería decir exactamente, pero había llegado al borde del abismo, y estaba dispuesta a saltar…

– Probame…

Solo respondí redoblando la apuesta…

Claudio me hizo ir a su lado, se recostó en su sillón y fue aflojando su pantalón, yo sabía mi camino, me arrodillé entre sus piernas, sentí la rugosidad de su pantalón en mis manos, esperé con ansias, pronto emergió su pija dura, caliente, era algo estándar, nada del otro mundo, pero yo esperaba calidad, no cantidad.

Me arrime lentamente lucía deseable, hermosa, inclinada hacia un lado, un prepucio corto que había hecho desnudar naturalmente el glande, un curioso lunar la decoraba a un lado, pasé la lengua por mis labios, para humedecerlos, por la excitación tenía demasiado seca la boca, y demasiado mojada la concha.

Me acerqué casi hasta tocarlo, aspiré profundo, sentí su aroma a hombre, exhalé con fuerza, saqué la punta de la lengua y lo pasé lentamente, desde la base hasta la punta, una vez, dos, tres, lo tomé con una mano y empecé a masturbarlo, lentamente, tirando su cuero bien abajo, dejando la rosada cabeza solo para mi lengua y mis labios, para jugar, para comerla toda y sentirla en mi boca, tan rica, tan apetecible, me sentía sometida por mi jefe y me encantaba, intenté masturbarlo mas fuerte, dejando de lamerla, solo me gustaba mirar su rostro, me calentaba ver sus facciones llenas de placer, pero Claudio por el contrario, sacó mi mano de su verga y tomándome de los cabellos me llevó nuevamente a ella, para que solo se la chupara.

El trabajo fue tan sexi como complicado, es que sin mis manos me costaba mantenerla en la boca, cada tanto se escapaba como resorte y me divertía tratando de cazarla nuevamente…

Tenía mis manos apoyadas en el pecho de mi jeje, lo sentía respirar, incluso hasta sentía el latido de sus venas, noté que el se soltaba un poco el nudo de su corbata negra en seda, lo suficiente para que saliera por su cabeza y desatarlo, luego empezó a pasarla por la mía y terminó en mi cuello, Claudio empezó a ajustar, un poco, otro poco, empezó a ser demasiado, tiró hacia arriba y me obligó a pararme, sentí que empezaba a asfixiarme, me costaba tragar, me costaba respirar, me llevó convenientemente sobre el escritorio, con mi pecho apoyado en el , quede parada en mis tacos, con mi culo expuesto a su lado, yo solo pensaba chuparle la verga, pero él tenía otras intenciones…

Solo me quedé expectante, abrió uno de los cajones del escritorio, tomó un preservativo y se lo puso, le dije que no, que no quería que me cogiera, tal vez sí, pero no de esa manera, soló tiró mas de la corbata ajustando el nudo a mi cuello, levantó la pollera, mis glúteos quedaron desnudos, recibí una fuerte nalgada, y otra más fuerte que me arrancaron un sordo reclamo, pero en cada reclamo el solo ajustaba más y más, era un placer diferente, me tenía sometida, me manejaba como una yegua salvaje que no se deja montar, peteó mis piernas para que me abriera, lo sentí apartar la tanga y ya no hubo vuelta atrás, entró completa, empezó a deslizarse en mi interior, estaba empapada en jugos, calculo diez segundos, si no es mucho, ese es el tiempo que tardé en tener el orgasmo más hermoso y maravilloso de mi vida, caí rendida…

Claudio seguía cogiendo como toro, empujando y empujando, más y más, sus manos acariciaban mi cuerpo y sin que yo lo viera venir clavó su pulgar en mi culo, volví a protestar y su respuesta no se hizo esperar, otro apretón en mi cuello…

El siguiente paso fue querer meter su pija en mi culo, nunca en poco mas de treinta años lo había hecho por la cola, traté de levantarme, de protestar, de impedirlo, un par de nuevas nalgadas y otro tirón de corbata fue suficiente para amansarme, probó un par de veces y me la metió por completo, ahhh!!!! mi pobre culito…

Empezó a darme y darme, y honestamente yo estaba más preocupada por lo que sucedía en mi cuello por lo que sucedía a mis espaldas, solo me sentía al borde de la asfixia y trataba de interponer infructuosamente mis dedos entre la seda y mi piel…

Casi no podía gritar, la falta de aire se fue combinando con el sexo anal y empecé a tener orgasmos desconocidos, con una fuerza inusual, embriagantes, enloquecedores…

Estaba en lo mejor cuando lo sentí llegar, apretó mis carnes con fuerza y se vino todo en mi culo, lo sentí abatido, caer como una mole sobre mi espalda, aun jadeante, con su aliento en mi oído…

Claudio había perdido concentración, sentía como su verga aun en mi culo empezaba a perder erección, y también como por primera vez soltaba la corbata, metí mis dedos y la aflojé a los tirones, pude tomar una gran bocanada de aire al tiempo que mi jefe se tiraba hacia atrás y se sentaba nuevamente en su sillón.

Me incorporé, me acomodé la tanga y bajé mi pollera, abroché los botones de mi camisa y empecé a acomodarme el cabello, el rodete se me había soltado y mi imagen era lamentable, Claudio aun tenía el preservativo en su pene, lleno de semen, se lo quitó con sumo cuidado, se paró y me invitó a sentarme en su lugar, mientras el tomó el mío, apoyando sus nalgas en el borde del escritorio, me miró usando el condón lleno de semen como un péndulo y sentenció

– Ahora quiero ver como lo bebes…

Yo lo miré con cara de no haber entendido lo que dijo, pero el lo extendió y me reafirmó

– Vamos, hasta la última gota…

Obedecí en silencio, tomé el plástico y lo miré fijo a los ojos, en tono desafiante, lo incliné lentamente sintiendo como el líquido viscoso pasaba entre mis dedos, como un bodoque espeso, como brea, una gran cantidad cayó en mi boca, aun estaba tibio, lo pasé de lado a lado asegurándome que el viera con detalles, lo disfruté, y lo tragué de una vez, pasé la lengua por mis labios, un tono blancuzco me delataba, me sentía pegajosa, el redobló la apuesta y dijo

– Vamos, todo… hasta la última gota…

Repetí el juego, solo que ahora escurriendo bien el preservativo hasta que ya no quedara nada…

Sonreí, el vino sobre mi y me besó profundamente, en un beso mortal, hermoso, perfecto, era hora de volver al trabajo…

Las cosas a futuro cambiarían rápidamente, si bien ese día, después de esa jornada de sexo, cambié mis ropas y toda esa mujer sexi y puta quedó en recuerdos, una llama se había encendido en mi sexualidad, me sentí viva, apenas cuatro fotos impresas en papel, como las putas de la pared, hacía recordar esa mujer oculta en mí, esa mujer que Claudio empezaba a modelar con su mente perversa, era solo el principio…

Continuará…

Si eres mayor de edad puedes escribirme con título ‘LA CHINA’ a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

 

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