Relato erótico del diario íntimo de una adolescente pervertida

Hola a todos, mi nombre es María Ramos y actualmente soy la redactora de erotismosexual.com,  donde escribo sobre todo lo relacionado con el sexo. Pero lo que vengo a contar aquí es cómo evolucioné sexualmente desde joven, ya que que desde entonces escribo mi diario íntimo de una adolescente pervertida.

Mis inicios sexuales

Tengo que decir que yo no era un chica que ligara con facilidad. Al principio era bastante tímida. Me daba cosa declararme al chico que me gustaba por miedo al rechazo y al qué dirán. Además tuve un par de malas experiencias con novios de instituto. Era un auténtico desastre en el amor y, durante un tiempo ni siquiera me quedaban fuerzas para seguir intentándolo. Hasta que… escuché hablar a mis amigas del chat…

Entonces no tenía Internet en casa, y visitaba un ciber, el centro social o la biblioteca para conectarme una hora. Durante ese tiempo entraba al chat hispano de IRC, desde la página web de Terra. Enseguida me hablaban un montón de chicos que querían quedar conmigo. Me sentía muy feliz porque por fin estaba consiguiendo toda la atención que quería.

Sin embargo al principio me daba un poco de miedo, ya que no los conocía. Me armé de valor y empecé a tener conversaciones picantonas, dejando volar mi imaginación y fantaseando con esos encuentros. Hasta que finalmente me decidí a quedar.

Los primeros chicos con los que quedaba eran feos y mayores. Yo nunca he sido exigente con los chicos, ya que nunca me he considerado una chica no muy linda, aunque posteriormente he podido descubrir que gusto y bastante. Pero claro, en aquellos momentos tenía mucha inseguridad. Cuando quedé los primeros días, normalmente lo hacía supuestamente con chicos de mi edad con los que hablaba en el chat, sin pasarnos fotos. Confiaba en ellos… ingenua de mí.

Y una vez estaba en la cita, me intentaban besar y meter mano, a lo que me resistía. Sin embargo al poco tomé la decisión de dejarme manosear, ya que quería experimentar sexualmente y pensaba que engañar por internet era de lo más normal.

Mis primeros encuentros sexuales fueron un desastre. Recuerdo a un hombre de 40 años que casi me suplicaba por follar. Todavía era virgen y, como quería dejarlo satisfecho, le hice una mamada. Por cierto, me dio mucho asco porque tiraba muchos fluidos y me llenaba la boca. Además no quería tragar, me daba cosa. Pero al mismo tiempo sentía una extraña sensación, de excitación: no podía parar.

Pronto descubrí que los jóvenes, con los que prefería las citas, en realidad eran peor. Normalmente eran chicos sin experiencia, sin casa ni coche. Teníamos que montárnoslo en cualquier callejón, de mala forma. En cambio los maduros solían tener casa y coche. Me venían de fuera a recoger y pasaba el día con ellos. A veces haciendo una visita a la playa o haciendo algo. Y luego el sexo no era mucho peor, porque también descubrí que me gustaba tanto hacer ciertas cosas, que incluso con hombres que no me terminaran de gustar disfrutaba.

Descubriendo mi sexualidad

Cada vez quedaba más y más. Tenía mi método: hablaba por el chat durante horas y horas, nos excitábamos contando nuestras experiencias sexuales y rematábamos quedando en persona. La mayoría eran de fuera, para evitar que pudieran conocerme o tener contacto con personas de mi entorno. Quedar con ese punto de excitación todavía hacía que me gustara más

Ya en el coche, de camino a sus casas, nos metíamos mano casi como desesperados. Normal en ellos, ya que son maduros que cumplen el sueño de su vida quedando con una joven, pero yo sentía un morbo especial que no debía sentir. Estaba como cegada.

Con algunos de mis maduritos cogí tanta confianza, que dejé que me lo hicieran. Uno de ellos tenía fascinación por mi culo, y se las ingenió para provocarme. Él me hacia buen sexo oral, y jugueteando por esa zona bajó un poco más y me tocó en unos puntos sensibles que me volvieron loca. Acabé suplicándole que me diera por detrás, cuando era algo que jamás pensé que iba a hacer.

En un momento dado yo también sentí deseos de lamerle el ano, y ese mezcla de asco y morbo acabó por calentarme a tope. Fue una sensación única, que jamás volví a repetir. Pero espero hacerlo algún día, con la higiene correcta.

diario de una adolescente pervertida
Diario de una adolescente pervertida

Poco a poco fui descubriendo mi sexualidad. Con este mismo de la fijación anal, visité un club de swingers. Dijo que yo era su novia y todo el mundo se quedó fascinado de que tuviera una pareja tan joven. Descubrí otros placeres distintos. Me dejé llevar y me pasó algo muy excitante. Resulta que había una sala donde habían películas porno. Era como un cuarto oscuro.

Allí empecé a mamársela a mi amante y, de un momento a otro, me vi rodeada de pollas de desconocidos. Como estaba en un momento de excitación, continué. Cogí la verga de uno de ellos, y empecé a mamársela también a él, alternando su polla con la de mi compañero. Pero entonces quiso follarme, y yo me sentí incómoda, porque empezó a hablar en rumano, y como que no soy muy de extranjeros. Total que salí por piernas de allí. Pero dentro de mí se quedó una cosilla, de querer repetir algún día.

Mi pareja swinger

A todo esto, seguía quedando con chicos del chat. Normalmente sólo era para un rollo de una noche, pero con uno de ellos tuve más feeling y acabé saliendo. Era de mi edad, muy abierto sexualmente, y hacíamos de todo: sexo en público, fotos, vídeos, cibersexo…

Hasta que me propuso si podíamos ser una pareja liberal. Le dije que sí. Hicimos un montón de tríos con otros hombres, muchos de ellos maduros. A él le daba morbo verme con otros hombres, y al igual que me pasaba a mí, si eran maduros mejor. No quedaba con ellos a solas, sólo con mi pareja. Me sentía así más segura, y podía ser más lanzada. Además, prefería tener 2 pollas para mí, que sólo una.

También hicimos intercambios de pareja y otras practicas liberales. Disfrutábamos mucho. Pero tengo que decir que no era sólo el morbo del sexo, de las relaciones liberales, también teníamos una complicidad fascinante. Podíamos decir todo lo que pensábamos sin reproches, ni celos. Cosa que nunca me había pasado con otras parejas. Me sentí por primera vez en armonía con otra persona, ya que me complementaba.

Pero tan bueno que era, no pudo durar. Tuvimos un hijo, y a partir de ese momento no tenía yo tantas ganas de sexo. Mi pareja me presionaba para que lo tuviera, pero yo me negaba. Acabó aceptándolo. Pero algo se había roto entre nosotros. Era como que todo lo bien que habíamos estado juntos se debía a ese nivel superior de conexión, que ahora no teníamos. Además el sexo entre nosotros se volvió monótono y decidimos dejarlo. Yo le guardo un gran cariño, siento que es el hombre de mi vida, pero llegó un punto en el que yo no era la misma.

Etapa madura

Ya con un hijo conmigo tenía que elegir bien con quién quedaba, y no podía quedar tanto. Cuando tenía encuentros, eran mucho más intensos, ya que se prolongaban mas en el tiempo. Y es que sexualmente nunca he dejado de ser activa. Siempre he disfrutado yo sola, masturbándome, teniendo pareja y sin pareja.

También he escrito todas mis experiencias sexuales, a modo de Diario íntimo de una adolescente pervertida, al que titulé Secretos íntimos, que podéis leer descubriendo mucho mis experiencias sexuales. De hecho lo que os he contado aquí es sólo un breve resumen de todas las aventuras de mi vida.

He hecho cosas increíbles. Todavía tengo alguna fantasía que no soy capaz de cumplir, pero la mayoría de las cosas que he deseado las he hecho. Evidentemente ahora llevaré más cuidado, pero siento que todo el camino vivido me ha hecho ser la persona que soy.

Tanto he vivido y he experimentado en el sexo, que me he convertido en toda una experta, o al menos eso creo. Ahora estoy mas tranquila, me dedico mas a escribir en la web, pero de vez en cuando desato la fiera que llevo dentro…

 

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