Relato erótico de una historia de cuernos e infidelidades consentidas

Ana Laura y yo llevábamos una vida normal de matrimonio, ella aun hoy en día tiene una boutique en la zona céntrica de la ciudad y yo soy corredor inmobiliario, nos habíamos conocido por casualidad, en esos tiempos yo estaba de novio, y solo estábamos de paseo mirando vidrieras.

El destino quiso que mi chica viera una falda exhibición y entrara a preguntar por ella, fue la primera vez que vi a la que luego sería la mujer de mi vida, si bien ella no reparó en mi  puesto que estaba muy ocupada atendiendo a la clientela, yo sentí un flechazo en mi corazón como jamás había sentido, solo me quedé parado a un lado, en silencio entre el parloteo incesante de las mujeres, ella iba de un lado a otro, llevando prendas de acá para allá, y mientras mi novia estaba en los probadores yo me deleitaba con las curvas de la chica de mis sueños.

Ella me lleva un par de años, aunque parece ser mucho más joven que yo, recuerdo que esa tarde en su negocio me llené la vista con sus curvas, una chica de busto grande y amplias caderas, piernas largas y torneadas, un culo saltón y una figura digna de admiración, pero lo que en verdad me fascinó fue su rostro.

Ana Laura tenía cara de puta, esas caras que esconden pecados que no se pueden ocultar, de pómulos saltones, ojos grandes, redondos y negros, labios marcados, rostro oval y un sexi corte carré, con raya al medio, llegando a sus hombros, castaños por nacimiento, rubios en esos días, pelirrojos en la actualidad.

Mi novia de esos días se probó un montón de prendas, pero al final no compró nada. Días después volví al local, dí algunos rodeos antes de entrar, pero al fin me decidí con la excusa de comprar la misma falda por la que habíamos entrado en la primera ocasión, y entre sonseras del momento logré empezar una conversación, y una cosa llevó a otra y, en fin, pasaron ya diez años y soy feliz a su lado.

Ella es una mujer de fuerte carácter, decidida, incluso puedo decir que es quien lleva el timón de nuestra relación, de común acuerdo decidimos postergar para un futuro sin fecha la posibilidad de ser padres, y hasta acá no estoy contando más que la forma en que nos conocimos.

Bien, no puedo precisar cómo empezó todo, solo recuerdo que con los años, Ana Laura se ponía más y más bonita, y no solo eso, al tener una boutique céntrica ella sabía cómo vestirse y tenía ropa de sobra, cuando estábamos juntos me excitaba de solo mirarla, y también notaba como otros hombres la miraban, y eso era adrenalina pura.

Por su parte, mi esposa es de esas mujeres que llevan la seducción a flor de piel, que se sabe bonita, deseada, y que se excita en consecuencia, le gusta ser y sentirse centro del universo y empezamos jugar juegos peligrosos, a imaginar situaciones en que ella podría estar con otro y yo disfrutar de la sensación de compartirla.

Poco a poco empezó a vestirse más provocativa, empezó a mirar a otros en mis narices, a hacerse la puta, y en la intimidad solo me llamaba cornudo. La verdad es que yo me enloquecía con la posibilidad y la empujaba a más, quería sentir el placer de que ella me metiera los cuernos, compré algunas revistas que trataban del tema y las leímos juntos, ella empezó a tomar la iniciativa, a veces salía sin ropa interior solo para hacerme hervir la sangre, otras veces, cuando se cruzaba con algún tipo guapo me susurraba al oído, ‘ya vengo cornudo’ y se adelantaba para ir a seducirlo, se hacía la puta y le regalaba sonrisas y yo me moría de placer.

Llegó la primera vez, su primera infidelidad se daría naturalmente, consecuencia de su hermosura y de que yo la empujara a ello, no supe quién fue el tipo, solo solía contarme que como yo la había conocido, de la misma forma había alguien rondando el nido, y si bien era excitante imaginarlo, más resultó hacerlo realidad.

Ese día llegó más tarde de lo habitual, yo empecé a contarles cosas del día a día, como acostumbrábamos a hacer, pero ella me tomó del brazo, me miro con gesto adusto y con la seriedad del caso me dijo

  • Lo hice, te metí los cuernos, tengo la concha llena de leche

La miré un tanto incrédulo, no sabía si solo estaba jugando, pero ella llevó mi mano entre sus piernas, bajo el pantalón, para que comprobara que hablaba en serio mientras me quemaba con la mirada observándome fijamente. Qué les digo, mi excitación no tenía límites y la arrastré a la cama a coger como animales y tuve el mejor sexo de mi puta vida, y cuando ella me susurraba al oído ‘cornudo’ me hacía morir en placer.

historia de cuernosEn adelante, solo tendríamos un objetivo común de pareja, ser el hombre con los mejores cuernos del planeta, Ana Laura se transformó poco a poco en una puta y le tomó el gusto a portarse como tal, a provocar, a coger con cualquiera, con o sin mi consentimiento, y eso me encantaba de ella, pero la semana pasada, avanzó un casillero más en nuestro perverso secreto.

Miércoles, mitad de semana, como cada mañana desayunamos juntos, para comenzar el día, hacía calor así que mi esposa lucía una blusa color verde fuerte, abotonada por el frente, un tanto holgada, pero no lo suficiente como para marcar la generosidad de sus pechos y hacer notar esos sostenes armados que solo le daban mayor voluptuosidad.

Tenía una falda negra a medio muslo, que alcanzaba justo a tapar las ligas que sostenían sus medias de nailon, si, era parte de nuestro morbo que usara porta ligas como puta de cabaré y siempre daba resultados, como de costumbre, zapatos de finos tacos altos que le regalaban generosos centímetros para estilizar aún más sus preciosas piernas.

Como cada mañana, la dejé en la puerta de la boutique y seguí camino a mi trabajo.

Cerca del medio día pasé nuevamente por ella, como hacía todos los días, para compartir el almuerzo. Fuimos a un fast food de los alrededores, el lugar estaba lleno de gente y no había mesas disponibles, por lo que fuimos a la barra y nos acomodamos sobre un par de taburetes, pedimos un menú de comida chatarra y solo nos aprestamos a almorzar.

Algo curioso pasó entonces, no pudimos evitar notar que a un par de mesas de donde estábamos dos jóvenes que se mostraban interesantes no dejaban de mirarnos, trataban de disimular sin éxito, incluso susurraban por lo bajo y se reían en complicidad.

Miré de reojo a mi mujer, el pequeño asiento del taburete hacía que su generoso trasero sobrara sexualmente por todos lados, además, naturalmente su pollera se había subido, desnudando sus muslos hasta descubrir el nacimiento de sus ligueros, era un plato imposible de evitar, cualquier hombre se hubiera llenado los ojos con su figura.

Seguimos jugando en pareja el juego de la seducción, y a los muchachos se les hizo cada vez más difícil poder disimular.

Al terminar, el dolor de mi vejiga me obligó a ir baño de caballeros, por lo que dejé a Ana Laura sola y en forma socarrona le recomendé que se portara bien.

A mi regreso, noté la mesa de los jóvenes ya vacía, sin embargo, mi esposa me mostró una tarjeta personal, uno de los muchachos se había acercado a la barra a pagar y con esa tonta excusa había entablado una breve charla, y el resultado estaba a la vista.

La dejé nuevamente en la boutique, como cada tarde, y solo me fui a realizar la segunda parte de mi jornada. Cerca de las ocho de la noche Ana Laura me llamó al celular, me pidió que no la pasara a buscar como hacía cada tarde, y además que no fuera a casa, que había arreglado con los chicos del almuerzo y que habían quedado en coger, así que necesitaba la casa libre.

Me quedé con cara de ‘que diablos pasa acá?’, acaso iba a tener sexo con dos tipos al mismo tiempo? en segundos tenía una terrible erección entre las piernas, más cuando antes de cortar la comunicación mi mujer me dijo que después me contaría todo con lujo de detalles.

Tomé al coche y fui a un moderno bar de la zona, me senté en una mesa frente a un enorme led donde se veía un partido de fútbol de la liga inglesa, pedí un emparedado caliente y una cerveza.

Después de unos minutos comprobé que mi cabeza estaba en otro lado, no podía concentrarme en el partido, ni en disfrutar el sabor de lo que ingería, solo pensaba en mi esposa y en lo que estaría haciendo, miré el reloj, no había pasado mucho tiempo así que decidí llamarla, honestamente, yo no sabía en verdad que clase de personas eran esos tipos y tal vez necesitaba saber que todo estaba bien

Ana Laura atendió con prontitud, pregunté como andaba todo, me dijo que todo bien, que estaban tomando unas copas y que aún no habían llegado a la mejor parte, le plantee mis preocupaciones, entonces me dijo que para que yo estuviera tranquilo no cortara la comunicación, así yo podría estar al tanto de todo lo que estaba sucediendo.

Claro, por una parte, era seguridad, pero había un doble juego, que yo pudiera oír como dos tipos se cogían a la perra de mi mujer.

Me puse los auriculares y empecé a escuchar lo que sucedía en mi casa, dinamita pura, pueden imaginarlo? la sensación de sentirse ciego, rodeado de gente en un bar, con tus oídos transportados a otro sitio? escuchar los gemidos y los gritos de la mujer de tu vida? escuchar a extraños tratándola de puta, o pedirle que le chupe la pija, o decirle que le harían el culo? imaginan a su propia mujer pedir por más verga, diciendo que hermosa que la tienen, o rogando a viva voz para que no paren de cogerla?.

Estaba con una erección tan profunda bajo la mesa que disimuladamente tuve que escaparme a los sanitarios para poder masturbarme y liberar tanta presión contenida.

Dejé que todo terminara, sentí a los extraños despedirse, no sin antes agradecerle por lo puta que era y advirtiéndole que ya habría oportunidad de volver a coger, fue cuando escuché a Ana Laura decir

  • Amor? estás ahí? veni a casita, mami quiere contarte lo putita que fuí…

En un abrir y cerrar de ojos había llegado en mi domicilio, la imagen de mi mujer quedará por siempre grabada en mis retinas, estaba en el comedor principal, sentada al lado derecho de un gran sillón que tenemos, su blusa estaba toda abierta por el frente, su sostén estaba bajo sus pechos, pero estos estaban completamente desnudos, con los pezones duros, sus brazos estaban atados por detrás de su espalda con cuerdas que usábamos en los cortinados, sentada de lado, apoyada sobre su pierna derecha, con la falda en la cintura, luciendo la perfecta curvatura de sus piernas, aun con los sensuales porta ligas y sus finos tacos, con más ataduras en los muslos y en los tobillos, podía ver con nitidez su sexo desnudo, aun chorreando leche, y lo mejor de todo, su rostro, con esa sonrisa de puta satisfecha que me enloquecía.

  • Ayudame por favor, desatame, esas bestias me hicieron de todo…

Ella pareció implorar con la falsedad de una mujer hastiada de verga, fui a su lado, pero medité mis pasos, cambié de opinión, me saqué los zapatos, las medias, el pantalón y la ropa interior, tenía la pija dura, me senté a su lado y le dije

  • No, no te voy a desatar hasta que me cuentes todos los detalles de lo que hicieron

Ella solo se rió con esa sonrisa tan particular y respondió

  • De acuerdo mi cornudo, pero quiero ver cómo te haces la paja y llenas todo de leche

Ana Laura respiró profundo y mientras yo me tocaba la verga empezó a narrar

Bien, que te digo, que me llenaron todos los agujeros?

Estábamos tomando unas copas cuando me llamaste, le contaba a estos tipos sobre nuestra relación, de lo cornudo que eras y como me encantaba ponerte los cuernos, le decía acerca de lo puta que me habías convertido y como me gustaba la verga, quisieron pasar al dormitorio, pero les dije que mejor acá, sobre este sillón, me pareció más erótico.

Empecé a besar a uno, a otro, a acariciar sus cuerpos, sabes que nunca había estado con dos hombres al mismo tiempo y esta situación me tenía muy caliente, dispuesta a hacer cualquier cosa, empezaron a manosearme, que rico, cuatro manos por mis tetas, por mi concha, por mi culo, por mis piernas, imaginas eso?

Yo solo escuchaba con mucha atención masturbándome muy lentamente, imaginando en mi mente cada palabra que ella pronunciaba

Intentaron desnudarme, pero también me opuse, quería jugar un juego de violación y les pedí que actuaran en consecuencia, quería ser la víctima, uno entonces sacó su verga, y me la metió de golpe en la boca, agarrándome de los pelos y forzándome a hacerlo, por suerte no era muy grande, pero me arrancaba arcadas de lo profundo de la garganta, que rico! quieres un beso? aun tengo sabor a él.

Qué puta, le gustaba jugar con las palabras y sabía cómo hacerlo.

Ante mi sugerencia de jugar a una violación, el otro tipo notó los lazos que adornaban las cortinas de los ventanales y fue por ellos, vino a mi lado y lo rechacé con todas mis fuerzas pero me dio una cachetada que me hizo desparramar sobre el sillón, hubieras visto la escena, fue tan sexual, estaba tan mojada mi amor, pensé en el espectáculo que te estabas perdiendo, me tomaron ambos a la fuerza, y me ataron así como me ves ahora, trataba de resistirme, decía que no una y otra vez, pero qué diablos, eran tan fuertes, tan viriles.

El otro sacó entonces su verga, y este sí que tenía linda verga, fue su turno para que se la chupara, me las pasó golosamente una y otra vez por las tetas, jugando con mis pezones, el que quedó libre fue por debajo y me arrancó la tanga, enterró la cabeza entre mis piernas para chuparme la concha, pero fu un fiasco, al tener las piernas atadas no podía abrirlas, por lo tanto no podía hacer bien su trabajo

Yo prestaba atención a sus palabras sin interrumpir, con mi rostro lleno de placer

Entonces solo se acomodó y empezó a cogerme, hay que rica pija! me la metía toda y me decía obscenidades que seguro escuchabas, esto me encendía, quería gemir como perra pero tenía una enorme verga que me llenaba la boca, estaba cumpliendo una fantasía, dos machos para mi sola y mi cornudo esposo escuchando todo al otro lado del celular.

Estaba en lo mejor cuando me acordé de vos, y tus malditas perversiones, lo miré a los ojos al que me la metía en la boca, al de verga grande, y le rogué que me la diera por el culo, no esperó a que lo repitiera, como un salvaje tomó el lugar de su amigo, me acomodó acá donde me encontraste, en este mismo sitio, solo usó un poco de saliva y empezó a forzar mi culito, era gorda y me hacía doler.

En ese momento mi orgasmo interrumpió el diálogo, mi verga empezó a escupir cataratas de semen, y Ana Laura empezó a reírse a carcajadas, como una tonta, es que mierda, como podía uno aguantar tanta presión, y a pesar de todo, a pesar del baño del restaurante, de lo que acababa de suceder, quería más, aun quería más…

Ella siguió hablando, no sin antes decirme cuanto la calentaba todo lo que estaba sucediendo

Cuando mi culito se acostumbró, pues solo empezó a darme una rica culeada, ya sabes, fenomenal, pero lo mejor del caso fue que el otro tipo, tomó su móvil y empezó a filmarme, claro, sin comprometer a su amigo, pero no pude evitar que se llevaran un bonito recuerdo mío mientras me rompían en culo y gemía como puta, acaso que podía hacer, estaba atada…

Te confieso? fue sexi… no se en que parte de la web terminará esto, seguro pasará de WhatsApp en WhatsApp en cuanto grupo de hombres exista, pero no importa, solo te crecerán los cuernos mi amor…

En resumen, me cogieron duro y rico por todos lados, lo que imagines mi amor, me dejaron toda dolorida, por eso estoy ladeada, ja ja!, lo mejor es cuando me acabaron, me preguntaron donde quería y yo recordé lo vos queres, todo en la puerta de mi conchita, como me ves, estaba tan calentita…

Y sabes que? como estoy atada me dejaron muy caliente, no pude tocarme, no es justo, por favor amor, me desatas?

No voy a extenderme demasiado, solo la desaté e imaginen como terminó la historia, una historia de cuernos…

Solo decir que me siento feliz, podemos jactarnos de hacer realidad las fantasías, esas fantasías que pocos se animan a vivir…

Si te gustó la historia y eres mayor de edad, puedes escribirme con título ‘HISTORIAS DE CORNUDOS’ a dulces.placeres@live.com

 

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