Relato sexual: Carlos el secreto mejor guardado de mi esposo

Freddy ya no era el mismo, poco a poco había cambiado nuestra relación, él estaba más frío, más distante, ya no hacíamos el amor como antes y cuando lo hacíamos era más por obligación que por otra cosa, yo podía notar que él estaba ausente en nuestros encuentros y ante mis preguntas solo obtenía la misma respuesta, ‘no pasa nada’.

Soy consciente que las cosas cambian a través de los años, la rutina, los hijos, la costumbre, los problemas, el día a día, incluso yo había cambiado, yo tampoco era la misma, ya no tenía las curvas de princesa de años atrás, pero a pesar de todo amaba a mi esposo con todas mis fuerzas.

Pero mi sexto sentido de mujer me decía que había algo más, algo amenazaba a mi amor, algo se interponía entre nosotros, y empecé a creer que otra mujer acaparaba su atención, la imaginé joven, bonita, rubia y de grandes pechos, como a él le gustaban, una perra en la cama mezcla de inocencia y de prostituta.

Agudicé mis sentidos, empecé a prestar atención a detalles que antes pasaba por alto, pero mi marido solo era perfecto, no encontraba una mancha oscura en la luz que irradiaba, no había perfumes, ni rouge en sus ropas, ni llamadas extrañas en su celular, ni llegadas fuera de horario, ni excusas, ni mentiras, todo encajaba como en un maldito rompecabezas, y siempre la frase ‘no pasa nada’ florecía en sus labios.

Pensé que me volvería loca, el fantasma de una mujer inexistente me acosaba y tenía celos de la nada, y tan solo me quedaba algo por revisar, su notebook, tal vez lo único que el celaba en demasía y ahí fui a ver que encontraba.

No fue fácil, Freddy la tenía bien protegida con password y tuve que ingeniármelas para descubrirlo, así que una y otra vez, esperé a que el la ingresara y a la distancia, mientras simulaba estar ajena a todo, solo jugando con mi móvil, en verdad solo filmaba el teclado, para luego reproducirlo en cámara lenta hasta poder armar la frase que sus dedos tipeaban una y otra vez, la llave de acceso a sus secretos.

Y no era demasiado el tiempo que él se separaba de su equipo, así que solo aprovechaba esos pequeños espacios, por ejemplo, cuando se duchaba para meterme en su mundo secreto, solo para buscar al azar fragmentos de algo que pudiera darme una señal, solo copiaba información a mi pendrive para luego verla tranquila en mi pc.

Y así fue como casi sin quererlo tropecé con la verdad…

Entre tantos documentos sin valor para lo que yo buscaba, tropecé con unos textos de Word que se titulaban solamente como CARLOS, esto llamó mi atención, y más aún, al verificar que su acceso también estaba protegido con contraseña, para mi suerte, mi esposo es un hombre simple, así que probé con la misma de ingreso que tenía al encender la notebook y ante mis ojos se abrió la caja de pandora, y comprendí de que se trataba todo esto…

Cuando ingresó Carlos a la empresa, todos notamos que él era diferente a nosotros, a una cuadra se notaba que era gay, sus gestos, la forma de mover los brazos y las manos, su caminar, su forma de hablar, su forma de sentarse, él podría tener toda la capacidad para ocupar el puesto, pero siempre cargaría con la cruz en el entorno de trabajo.

En ronda de varones Carlos era motivo de bromas, era el puto del grupo y el solía estar apartado de nosotros, obviamente notaba lo que pasaba y si bien por compromiso lo trataban como a uno más, a sus espaldas, todos se reían de él.

Y para mí era molesta esta situación, él no le hacía daño a nadie con su condición, el no molestaba a nadie ni se metía con nadie, todos tenían defectos, Arturo era un fumador empedernido, Marcelo un cornudo completo, Alfio un solterón incurable que tenía miedo a las mujeres, y Anselmo, un dominado total, incluso había rumores que su esposa lo golpeaba, pero claro, todo se perdonaba entre hombres, todo menos ser puto.

Y esa situación de odio sin merecimientos me llevó a acercarme poco a poco a Carlos, a conocerlo, a ver la persona sin juzgar su sexualidad y el recibió mi ofrecimiento, tal vez la única oportunidad de tener un amigo varón dentro de un mundo homofóbico.

Y encontré en el un ser tierno, desprovisto de maldad y por supuesto, con un resentimiento muy bien guardado contra toda la humanidad.

Por mucho su inteligencia y capacidad laboral superaba a sus pares, inteligente, rápido, sus ojos sagaces siempre se movían nerviosos tras los lentes de aumento de marcos negros que acomodaba una y otra vez sobre el ceño de su nariz, con un tic un tanto cómico.

Y pude notar como al ir acercándome a él, el resto de mis compañeros empezaban a hacerme a un lado, y en mi presencia, poco a poco dejaron de hablar de Carlos el puto.

Carlos estaba al tanto de mi heterosexualidad, de mi familia, mi esposa y mis hijas, yo también estaba al tanto que vivía solo, pero nada de eso nos impedía ser buenos amigos.

Una mañana pasó lo que tenía que pasar, fui a orinar y en el baño casualmente estaba el haciendo lo mismo, me puse a su lado, en el mingitorio contiguo, todo normal, hasta ahí, yo miraba de reojo a Carlos que estaba a mi derecha, y Carlos miraba de reojo mi verga, tratando de llegar demasiado lejos con su mirada indiscreta, y no me pregunten el motivo pero no me molesto, por el contrario, sentí un cosquilleo interno que me hizo apartar un poco, para que el pudiera ver mi miembro.

No existieron palabras, una de sus manos tanteo mi cuerpo y pronto aprisiono mi pija, solo lo dejé, empezó a masturbarme lentamente, solo lo dejé, y empezó a provocar una erección, y solo lo dejé, Carlos se dirigió entonces a uno de los cubicles y solo lo seguí, nos encerramos en uno para obtener un poco más de privacidad, él se sentó sobre el inodoro y yo quedé parado frente a él, tomó mi verga nuevamente, se acercó y empezó a chupármela.

Carlos me miraba a través de sus lentes de aumento, yo veía sus ojos, y también veía como mi glande se perdía una y otra vez en su boca, sentía su lengua acariciar una y otra vez mis puntos sensibles al tiempo que me masturbaba suavemente, realmente lo hacía bien, demasiado bien, Marta mi esposa me había chupado muchas veces la pija, y otras mujeres también, pero nadie me lo había hecho tan bien como Carlos.

Me sentí venir, él lo notó, estaba agitado y no pude mantenerle la mirada, el no paraba, no pensaba parar, me vine en su boca, sentí mi semen caliente salir despedido de mi glande, me contraje involuntariamente, una y otra vez…

Al recobrar la cordura pude volver mirar a Carlos, mi verga empezaba a perder erección y él tenía una gran sonrisa pintada en los labios, aun saboreando los jugos que terminaba de tragar, sería nuestro secreto, nuestro primer secreto.

Recuerdo que esa noche Marta quiso hacer el amor, y para mí fue un sacrificio, era loco, pero solo tenía un nombre en mi cabeza, Carlos, y con eso revivía una y otra vez la chupada que me había pegado.

Hice un alto antes de seguir leyendo, estaba incrédula ante lo que leía, yo hubiera imaginado cualquier cosa, menos esto, fui por un trago, necesitaba algo fuerte para seguir adelante.

Después de ese día las cosas fueron diferentes con mi amigo Carlos, como que avanzamos en confianza, avanzamos en secretos y sin que nadie lo notara fuimos cómplices por chat, o por WhatsApp o como fuera, no volvimos a intimar en el baño, pero nos escribíamos muy sugerentemente, Carlos prefería que lo tratara como si fuera mujer, así que le decía ‘preciosa’, ‘hermosa’ y cosas por el estilo, el empezó a pasarme fotos íntimas que se tomaba en su domicilio, gustaba usar lencería de mujer, medias de encaje rojas, negras, ligas, colaless, se depilaba por completo y en verdad tenía una cola más redondita y formada que la de mi propia mujer.

Esas últimas líneas me resultaron chocantes y humillantes, odié a mi esposo por unos segundos, así que Carlos tenía mejor culo que yo, y Carlos la chupaba mejor que yo, solo seguí adelante…

Carlos tenía su esfínter estirado, se me hacía sexi, se me paraba la verga al ver sus fotos y deseaba probarlo, se lo hice saber, por chat, y solo respondía con ‘ji ji ji’ como una sonrisa pecaminosa, y más fotos me enviaba más irresistible se me hacía, incluso no pude evitar preguntar por su verga… y menuda sorpresa, Carlos ostentaba una rica verga colgando…

el secreto de mi esposoDe pronto mi amigo se había transformado en una maldita y secreta obsesión, mi excitación pasaba a diario por sus fotos, por sus palabras, por sus provocaciones, él ya me había dado una rica mamada, pero yo quería más…

Era toda una locura, en eso momento lo normal hubiera sido que me sintiera molesta, o apesadumbrada, pero jamás hubiera esperado sentirme raramente excitada, tenía los pezones duros y me latía la conchita con fuerza, y por cierto, estaba bien mojadita

Carlos tomó una semana de licencia, y los primeros días se me hicieron interminables, así que arreglamos para el jueves, mi mujer supondría que yo estaría trabajando como cada día, pero en verdad pedí esa jornada con permiso, inventé una tonta excusa.

Fui a su casa, el me esperaba ansioso, o ansiosa, lucía un portaligas con medias rojas fuego, tanga del mismo color y una remerita ajustada, honestamente no sabía qué hacer, como proceder, era mi primera vez con alguien de mí mismo sexo, tenía mucha excitación, pero la incertidumbre me ganaba.

El me tomó por la mano y me dijo que me tranquilizara, que todo se daría muy naturalmente, tenía los ojos pintados de celeste, los labios en rojo sangre, el cabello engominado y un maquillaje delicado, se veía bastante femenina, llevó mi mano a su cintura, se acercó lentamente hasta apoyar sus labios sobre los míos, empezamos a besarnos, al principio me costó pero solo dejé caer los muros de mis prejuicios, como hacía con Marta, llevé una mano a su entrepierna, pero en en lugar de una conchita me esperaba una sabrosa verga que seguía aprisionada bajo la tanga.

  • Quiero chupártela – me dijo Carlos con voz desesperada

Solo sonreí, me desnudé con premura, mi pija estaba dura, volví a besarlo en la boca, el me acarició la verga y la refregó contra la suya que aún estaba bajo la tanga, nos revolcamos en el aire y terminamos sobre la cama, caí rendido y mi compañero de trabajo empezó a chupármela, como ese día en el baño, tan rico, tan irresistible, yo estaba un tanto recostado acariciándole las piernas, mientras mi mirada se iba a su sexo, no podía evitarlo.

En ese momento, estaba tan concentrada en la lectura que una de mis manos se había colado bajo el sostén y me estaba acariciando un pecho sin darme cuenta. acaso estaba loca? me estaba masturbando con una historia de sexo entre dos hombres, pero claro, uno era mi esposo.

Me dejé caer de lado, lo sorprendí al acariciar su pija, Carlos no lo esperaba, o tal vez sí, vaya que era hermosa, más grande que la mía, cabezona, brillaba a trasluz, empecé a masturbarlo, lentamente, no pude evitarlo, la llevé a mi boca y empecé a chupársela, estaba rica, empecé a perderme en la locura, incluso Carlos me indicó que fuera más suave, que le estaba haciendo doler con los dientes, pero es que solo quería comérmela toda, empecé a empujar más y más abajo, era grande, la sentí en mi garganta, y seguí empujando hasta acostumbrarme, siempre había querido que Marta hiciera lo mismo conmigo, pero ella decía que no podía que le daban arcadas, hubiera querido mostrarle que si se podía, que si podía hacerse.

Me reí en ese momento, era verdad, esa situación que parecía reprocharme era cierta, aproveché el himpase para aflojar mis prendas y ponerme cómoda, decididamente me estaba masturbando, abrí mis piernas y colé mis dedos en mi conchita que emanaba jugos como una fuente, estaba tan excitada que podría haberme acabado en ese instante, pero contuve mis deseos y me concentré en lo que me quedaba por leer

Mis labios habían llegado a la base de su pene, la tenía toda dentro y me desentendí de lo que Carlos hacía entre mis piernas, a pesar de sentirse exquisito, solo quería mamársela, fui por más, y le colé con suma facilidad dos dedos en el culo, el dejó de chupármela entonces, no podía con todo, de pronto sentí su melaza en mi garganta, en lo profundo, sus músculos se contrajeron en espasmos y fue riquísimo! ni el gusto pude sentir de tan profunda que tenía clavada su pija, pero Carlos se deshizo en ese momento.

Entonces me suplicó que la hiciera suya, que deseaba que la cogiera, siempre hablándome en femenino.

Se acomodó sobre el colchón en cuatro patas, dándome su culo, que se mostraba abierto y caliente, con un sexi porta ligas atravesando sus nalgas, me acomodé y se la metí toda hasta el fondo, Carlos largó un gemido de placer contenido, su culito me apretaba el tronco y solo empecé a darle, y en cada movimiento le arrancaba un grito, lo aferré por la cintura y lo venir, saqué el miembro de su trasero y acabé sobre su trasero, mi semen caliente pegó por todas partes, y poco apoco se fue blanqueando su esfínter, sus nalgas, sus bolas, fue perfecto…

Dejé caer la notebook a un lado, estaba desparramada sobre el sillón, agitada, aturdida, terminaba de experimentar uno de los mejores orgasmos de mi vida, la pana del asiento estaba increíblemente manchada por mis jugos, me oriné encima casi sin darme cuenta.

Me relajé y me dispuse a terminar de leer las líneas que restaban, había descubierto el secreto mejor guardado de mi esposo.

Lo que siguió fue un tanto confuso para ambos, nunca pude sentarme frente a frente para hablar del tema, solo prefería jugar a no saber nada, pero él jamás dijo nada. Freddy tampoco habló nunca del tema, además estaban nuestros hijos de por medio y por un tiempo preferimos vivir en un castillo de fantasías.

Conocía al famoso Carlos casi por casualidad, habíamos ido a comprar unas prendas en un local céntrico y él estaba por ahí, fue quien vino a nuestro encuentro y Freddy no tuvo mas remedio que presentarnos.

Como había leído en los escritos de mi esposo, su homosexualidad se notaba a la distancia y tenía esa manía de acomodar el marco de sus lentes por sobre su nariz una y otra vez.

Tal vez mi marido sospechara algo, porque había cambiado la contraseña de su notebook y la celaba más que antes, jamás pude volver a meterme a chusmear en ella, y solo por comentarios me enteré en algún momento que Carlos había sido despedido y ya no trabajaba más en la empresa, pero nunca supe si seguían viéndose a escondidas.

Ese punto tampoco tuvo mucha relevancia, lo cierto es que Freddy tiempo después me pidió el divorcio, ya no me amaba, esas fueron sus palabras y solo lo dejé partir, no podía obligarlo a que lo hiciera…

Hoy nos cruzamos cada tanto como ex, como personas adultas, hablamos de nuestras vidas, nuestras cosas, nuestros hijos, él sigue siendo un buen padre, un buen hombre, sé que vive solo en un departamento céntrico, no se que fue de Carlos, tal vez se visiten, tal vez no, no lo sé, solo me importa que sea lo que sea, solo deseo que Freddy sea una persona feliz.

Si te gusta esta historia puedes escribirme con título ‘SIMPLEMENTE CARLOS’ a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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