Última parte del relato de «La China» una secretaria muy putita

Días después, Claudio empezó un nuevo juego, endulzarme los oídos con la figura de Valeria, con sus curvas, con lo linda que era, con el culo que tenía, con las tangas que usaba, en como le chupaba la verga, en como la cogía y como le hacía la cola.

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Cada día, cada mañana el sacaba el tema, y me hacía fantasear con tríos que nunca sucederían, porque ella no me soportaba.

Y una vez mas me metí en sus juegos y en sus locuras, el empezó a pasarme fotos íntimas de su esposa, esas fotos que suelen tomarse en confianza muchas parejas, solo que él, una y otra vez hacía que me excitara con las curvas de Valeria, yo no se como él lo lograba, pero yo terminaba toda mojada y mordiéndome los labios para contener los calores que me subían por todo el cuerpo.

secretaria muy putita y guarraPoco a poco Valeria se transformó en mi oculto deseo, cada vez que llegaba a la oficina y pasaba a mi lado sacudiendo sus caderas yo solo recordaba esas fotos, ese trasero de curvas y proporciones perfectas, esa piel bronceada, esas tangas minúsculas que usaba, sus labios completamente depilados y su culito dilatado de tanto comerse la verga de mi jefe.

Él poco a poco fue avanzando en el jugo, una mañana me llamó a su oficina, me dijo que íbamos a jugar, y yo quería jugar, solo era esperar que sorpresa él tendría preparada para mí. Nos sentamos frente a frente, el giró su notebook de manera que ambos pudiéramos ver la pantalla, estaba reproduciendo un video de una pareja haciendo el amor, claro, el hombre era él, la mujer era su esposa, Valeria, ella le chupaba la pija, al mismo tiempo que él le lamía la concha, luego mi jefe la cogía y le comía las tetas a besos,

Valeria gemía y sus gemidos endulzaban mis oídos, le rogaba a Claudio que ya no hiciera eso, que me sentía mal por masturbarme una y otra vez imaginando un trío con él y su mujer, pero mi jefe solo reía, se le marcaban los labios de esa forma tan sugestiva, tan propia de el que indicaba que las cosas iban sobre rieles.

– Mirá lo que te traje… – dijo el metiendo la mano en uno de los cajones del escritorio –

En un puño tenía una tanga blanca, pequeña, una rica colalees, me la entregó, la sentí húmeda y despedía un olor profundo, me dijo

– Es de anoche, tiene mezcla de los jugos de Vale y mios… cuando la cogía pensaba en vos…

Vino a mi lado, esta vez el eligió ir al piso, se coló entre mis piernas haciendo que las separara, y las levantara como una puta de cabaré, enganchó sutilmente los elásticos de mi ropa interior y permití que la deslizara lentamente, hasta dejar mi intimidad desnuda, nuevamente estaba bajo el dominio de ese hombre, mi amante, mi jefe, mi todo.

Claudio se aferró a mis muslos, los acarició mientras me miraba fijamente, clavándome esos ojos verdes que herían como puñales, un embriagante aroma llegaba a mis fosas nasales, mezcla excitante de la loción que el usaba con el flujos calientes de mi sexo, empezó a lograr que me perdiera, diciéndome que imaginara como Valeria y yo le chupábamos la verga al mismo tiempo, como eyaculaba en nuestras bocas y como nosotras nos fundíamos en un interminable beso de semen, el maldito sabía que yo tenía muy marcada esa fantasía y la ponía sobre la mesa cada vez que podía…

Claudio me tenían en el centro de mira, yo ya había cedido a sus deseos, una vez más, su lengua afilada pasó lentamente por mi clítoris arrancándome un escalofrío, y otro, y otro más, me comió la conchita con esmero, estaba con mis ojos cerrados disfrutando lo que sentía entre mis piernas, imaginando que junto a su esposa le mamábamos la pija en una forma muy sexi, cuando sentí algo en mi boca, Claudio estaba metiéndome la tanga sucia y hedionda de su esposa, para que la chupara, sentí sus gustos, mezcla de sus genitales, la disfruté, empecé a retorcerme, el me mantuvo con fuerzas, no pude evitar gemir mientras me venía en su boca, de una manera muy loca y caliente, maldito hombre…

Estaba un tanto falto de aire, en medio del orgasmo, con esa tanga inmunda en mi boca, trataba de recobrarme, y el sacaba su verga para cogerme, vino a mi lado, y empezó a hacerlo, pero por mi boca, me mantuvo con firmeza de mis cabellos y solo metió y sacó su rica verga de mi boca, tanga de por medio, empezó a insultarme, a decirme que rica puta que era, que como me gustaba la pija, y yo solo lo dejaba hacer, tratando que su penetración no sea demasiado profunda, tratando de no ahogarme, tratando de respirar…

Mi boca era una mezcla de sucias perversiones, solo faltaba su leche caliente y era lo que esperaba, lo que deseaba, pero en eso, unos golpes insistentes se escucharon en la puerta de la oficina

– Claudio! Claudio!… mi amor… está todo bien? por qué está cerrada la puerta?

Mierda, maldición, Valeria había llegado de repente, mi jefe contestó tartamudeando, él también se vio sorprendido, y había sido enredado en su propia tela araña. Para el fue fácil, solo meter la verga en su bragueta y forzarla para que perdiera erección, pero yo estaba toda desarreglada, tuvimos que improvisar, su esposa insistía cada vez con mas fuerza, mi jefe sacó un comodín de la manga, me dijo que tosiera con fuerzas, lo mas que pudiera para que Valeria escuchara al otro lado.

Cuando el abrió la puerta, ella se encontró con la imagen de una secretaria ahogada, con lágrimas en los ojos y a su esposo con un vaso de agua en la mano, yo seguí tosiendo mientras el le resumía una historia de excusas que honestamente, creo que ella no creyó. Cuando las cosas se calmaron, me levanté y fui para mi oficina, en el camino nos cruzamos, y nos saludamos falsamente con besos en las mejillas.

Ese beso me supo erótico y perverso, en mi boca aun tenía el sabor de la verga de Claudio, y cruzarme con su mujer y rozar con mis labios su piel, mi boca llena de pecado, de pecado de infidelidad y ella, tontamente ajena a todo…

Y las cosas fueron cambiando, poco a poco, miré atrás en el tiempo, si yo era una esposa sin muchas pretensiones, en una vida aburrida con un hombre aburrido, y ahora… ahora era una puta cualquiera que hacía cualquier cosa que le pidiera su jefe, que le daba lo mismo una verga que una concha, que se la cogían cada tanto, extraños, tipos desconocidos, era una perra que vivía caliente, que mi única ambición era que se la cogieran, cuanto más, mejor.

Lo hablé con Claudio, le di mis motivos, pero él estaba negado, el negaba todo y me decía que lo nuestro era perfecto, ‘lo nuestro’, que era ‘lo nuestro’? ser la puta de turno para cuando el quisiera satisfacer todas sus depravados instintos?

Empecé a enviar curriculum, actualicé mi Likedin y empecé a tocar viejos contactos, incluso, por mi parte, a espaldas de mi jefe comencé a buscar quien podría ser mi reemplazo.

Recuerdo que esa mañana Claudio llegó temprano, algo que llamó mi atención, me dijo que tendría una reunión, que conectaría la cámara de vigilancia interna directo a mi notebook, y que necesitaba que estuviera atenta a lo que sucedía dentro, empecé a sospechar, el estaba nervioso, y nunca lo estaba, además yo llevaba su agenda y sabía que no tenía ninguna reunión pactada.

A media mañana llegó ella, Valeria, enfundada en un impactante trajecito color bronce, muy llamativo, con una pollera ajustada a las rodillas que le dibujaban un culo perfecto, el bastardo de mi jefe me había llenado tanto la cabeza con el culo de su mujer que yo lo veía con deseo, deseaba que ese trasero fuera mío, me siento ten puta al escribir esto, pero esa era la realidad. Tenía unos zapatos del mismo tono, taco aguja que marcaban el paso al caminar, me saludó cortante como de costumbre, poniendo distancias entre ambas y me indicó que le avisara a su esposo que ya había llegado, en un acto que solo intentaba hacerme recordar que yo era una simple secretaria, no era necesario que yo avisara nada, ella podía pasar con total libertad.

Valeria y su esposo quedaron aislados en la oficina principal, yo intenté concentrarme en mi trabajo, pero mis pensamientos estaban al otro lado de la puerta, más cuando Claudio me mandó un WhatsApp solicitándome que me conectara, que el quería que yo viera.

Pero no le hice caso, ya no quería nuevos juegos, nuevamente traté de volver a lo mío, pero cada tanto levantaba la vista para observar el reloj de pared, como un tic, no podía evitarlo, y poco a poco sentía que era débil, que la curiosidad me estaba matando, me mordí los labios tratando de no ir por la manzana prohibida, pero al final de cuentas todo se desmoronó.

Conecté mi notebook como Claudio me había indicado, asegurándome que nadie del taller molestaría, la pantalla me devolvió lo que imaginaba encontrar…

Mi jefe y su esposa estaban haciendo el amor, o mejor dicho, él parecía dominar el juego, ambos estaban semi desnudos, con prendas desparramadas por doquier, como muchas veces lo había hecho conmigo, la corbata de seda se ceñía fuertemente alrededor del cuello de Valeria, ella parecía entregada mientras el fregaba en forma excitante su verga entre las tetas de su mujer.

En segundos me olvidé del entorno, solo me concentré en la pantalla y él era suficientemente hábil para jugar con ella y conmigo al mismo tiempo, su mujer ignoraba que estaba siendo grabada y él se las arreglaba para darme los mejores planos, y para mi era como ver una película condicionada, solo que los actores estaban a metros de mi lugar, apenas separados por una pared de concreto.

Ella envolvía con enero el pene de su esposo entre sus hermosos pechos, apenas se asomaba el glande desnudo para hacerla desear, y cada vez que Valeria quería alcanzarlo con sus labios el tiraba fuertemente del lazo, haciendo abortar una y otra vez cada intento que ella lanzaba.

Sin darme cuenta, mis manos habían soltado un par de botones de mi camisa y se habían deslizado bajo el sostén, me estaba acariciando los pezones, los sentía afiebrados, los músculos de mis piernas se habían relajado, tenía una necesidad incontenible de abrirlas, y sentía mi conchita humedecerse, una catarata incontenible de calientes flujos.

Mis cachetes se ruborizaron, mi corazón palpitaba cada vez más fuerte y parecía querer saltar de mi pecho, mis manos estaban transpiradas y brotaron de mis entrañas unos pequeños gemidos.

Claudio llevó a su mujer en cuatro patas, como a una mascota, fuertemente asida por el cuello, entonces ató la corbata a la pata del escritorio, su enorme culo quedó en plano directo a la cámara, todo lo tenía calculado, lentamente subió la pollera, dejándome ver un bronceado excitante, una tanga blanca casi hilo dental y la base de un dildo que estaba incrustado en su culo, mi excitación en ese momento era incontenible, y ya todos mis sentidos estaban pegados a esa pantalla, él solo le habría esas envidiables nalgas solo para que yo observara, ella, ajena a todo disfrutaba del juego y yo, yo maldecía al bastardo.

Mi jefe le sacó ese juguete del culo, su esfínter lucía todo abierto, y se encargaba de que yo lo notara, la bajó la tanga, pasó sus piernas por sobre ella, bajó lentamente y le metió la verga por atrás, empezó a dársela con ritmo, tuve que bajar el volumen del audio, puesto que los gemidos de su mujer llegaban nítidamente, por cierto ambos se depilaban por completo así que era todo muy sexi, mi mano derecha ya se había perdido entre mis piernas, y masajeaba con furia mi clítoris, metiendo cada tanto los dedos en mi inundada conchita, mi mano izquierda refregaba mis tetas, mis piernas laxas y desparramadas me hacían ver como una puta y el seguía y seguía, hasta que la sacó de golpe y empezó a acabar todo en la puerta de su sexo, todo se fue bañando de ese blanco espeso, su esfínter, sus nalgas, los labios de su vagina, incluso chorreando por sus piernas.

Al mismo tiempo exploté en un orgasmo mezcla de placer y deseo porque realmente hubiera deseado hacer un trío con ellos, algo que Claudio me había metido en la cabeza, pero algo que seguramente Valeria no haría…

Mi jefe seguía manteniendo el control, la limpió prolijamente con su pañuelo, volvió a meterle el juguete en el culo y acomodó su ropa interior y su pollera, dejando para lo último la corbata que la unía al escritorio.

Estaba tan concentrada que no sentí que Carlos el encargado había llegado a mi oficina, quería hablar con Claudio por un problemita, y yo no supe como disimular, cerré de golpe la notebook, algo que para él no pasó desapercibido, y yo estaba toda desencajada, aun saliendo del torbellino de mi orgasmo.

Como pude le dije que debía esperar, que estaba en reunión con su esposa, y que tenía orden de no molestarlo.
Carlos, tan inoportuno como de costumbre, empezó a contarme sus viejas historias de treinta años atrás, historias que no me interesaban en absoluto y que por cierto me había contado miles de veces.

Al fin Valeria salió de la oficina contigua, cruzó unas palabras amables con el encargado pero nuestras miradas se cruzaron en forma desafiante, yo intuía que de alguna manera ella sabía todo lo que pasaba, o al menos algo sospechaba, yo en su lugar lo hubiera hecho, recordé es esos segundos, que ella tenía incrustado el dildo en el culo, y todo parecía tan natural que hasta sentí envidia, ella parecía tan o más puta que yo.

Las cosas siguieron su curso, ella se fue y Carlos tan pronto como pudo se metió en la oficina de Claudio, y yo seguí con mis quehaceres diarios.

Esos días eran el principio del final, muchas cosas no encajaban, mi vida en ese sitio era como una copa de cristal que se había roto, y trataba en vano de unir nuevamente los pedazos.

Por un lado, Claudio empezó a poner distancia conmigo, pensé que ya no tenía nuevos juegos y se había aburrido de mí, pero no, hablamos muchas veces, comprendí que Valeria sospechaba demasiado y estaba muy cerca de la verdad, y ese día que vi como la cogía vi en ella un espejo de mi persona, el nunca me contó como se habían conocido, así que una vez mas fui por Carlos, él no sabía cerrar la boca, me dijo que años atrás ella había estado en mis zapatos, Valeria empezó como su secretaria y me cerraron muchas cosas, me sentí una tonta, claro… seguramente ella se daba cuenta que su marido jugaba conmigo el mismo juego que alguna vez había jugado con ella.

Por otro, fue muy vergonzante para mi enterarme que me llamaban la puta del jefe, claro, Carlos me vino con los cuentos por lo bajo, cada mañana cuando llegaba y pasaba por el taller rumbo a la oficina empecé a notar como me miraban, como murmuraban a mis espaldas, incluso mas de uno se animaba a lanzar chistes con sarcasmos, haciendo alusión a mi cuerpo, a mi vestimenta, a mis horarios, a mi dinero, todo, absolutamente todo lo que hacia era motivo de sospechas, a veces justificadas, a veces no.

Y lo mas pesado por lo que pasé fue llegar una mañana y encontrar entre los viejos almanaques de putas desnudas que decoraban la pared, esas cuatro fotos que alguna vez le había regalado a Claudio, no se como las consiguieron, como salieron de mi celular, pero estaban impresas en papel fotográfico, lucía espectacular, bueno, muy puta, cierto, y como si fueran autografiadas decían ‘la china’.

Claudio al enterarse se puso furioso, aunque me di cuenta lamentablemente que no era por la humillación que yo sentía, no, era por su miedo que Valeria se enterara y tuviera una punta que tirar para desarmar todo el ovillo.

Anahí se llamaba mi reemplazante, una joven bonita, rubia, culona y bien formada, como le agradaban a Claudio, yo misma se la había seleccionado, era parte de mi trabajo, en un mes la puse al tanto de los pormenores, incluso le dije que se cuidara de su nuevo jefe, que era un buen tipo, pero que lo mantuviera a raya, ella me miró con una sonrisa, no entendió si hablaba en serio en era solo una broma, y yo rara vez bromeo.

Me despedí de todos, y a todos les regalé una sonrisa, sin importar los dolores que me habían provocado, en general eran buena gente y yo pagué el precio de mis actos, la china, la puta…

Empecé a trabajar en una empresa embotelladora de bebidas, poco tiempo después conocí al que hoy en día es mi marido y cerré esa historia de mi pasado con varios candados.

Cada tanto Claudio y yo nos escribimos, a escondidas, solo somos buenos amigos que recordamos nuestras travesuras.

FIN

Si te gustó la historia y eres mayor de edad puedes escribirme con título ‘LA CHINA’ a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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