Relato de incesto de una orgía familiar entre cuñados y cuñadas

Era un frío sábado de diciembre que no daba ganas de pasear por las calles de Madrid. Mi mujer Beatriz celebraba su santo, que no cumpleaños, pues según ella ya no quería cumplir más años y así se quedaba tan contenta.

En fin. Había invitado a su familia a tomar una merienda-cena alrededor de las 7 de la tarde. Mi mujer y su familia eran muy conservadora en costumbres morales y consecuentemente en política y eso se había reflejado en nuestra vida matrimonial y sobre todo en cuestiones sexuales, muy diferente de mis gustos ya que estaba abierto a las muchas variaciones que permiten una sana y activa vida sexual.

Aunque con el tiempo y poco a poco pude disfrutar con ella del sexo oral, la masturbación mutua, incluido intentamos el sexo anal aunque desafortunadamente no prosperó por el dolor que le producía, aunque yo creo que era los prejuicios que le cerraban… la mente.

Los invitados familiares que venían esa tarde se los veía también muy en la línea de mi mujer, aunque la verdad desconocía su vida íntima, pero por las conversaciones mantenidas durante tantos años me daban la pauta de que estaban muy limitados en el imaginario sexual, y supongo que a la edad que ya teníamos la mayoría, dado que pasábamos de la cincuenta todos, era muy improbable que eso pudiera cambiar.

La hermana Zara estaba casada con Juan Carlos y ella era una mujer religiosa convencida, por lo que estaba casi garantizado que su vida íntima estaría sujeta a un montón de limitaciones y perjuicios. También vendría su hermano Juan casado con Elena, que si bien eran muy simpáticos no manteníamos un contacto social continuado más allá de cumpleaños y celebraciones de fin de año y alguna que otra comida familiar.

Sin embargo, eran muy agradables en el trato y se pasaba un momento agradable en su compañía. Finalmente también vendrían su hermano mayor Pedro y su hermana Flora, ambos solteros por razones diversas, que vivían en la casa paterna, aunque estos ya habían fallecido. Flora que era la mayor de las hermanas mujeres, fue perdiendo las pocas oportunidades que fue teniendo en su vida, por lo que terminó siendo una solterona un poco amargada, aunque compensado por el cariño que le tenían todos los hermanos.

Durante bastante tiempo venía pensando que el entorno social, que había evolucionado hacia actitudes y libertades de todo tipo, no había sido capaz de modificar la moralidad y la manera de pensar de una parte de la población como lo era la familia de mi mujer.

Esto siempre nos llevó a grandes discusiones con ella, ya que ella justificaba la solidez moral de su familia y en su educación y el ejemplo de sus padres. Estas discusiones fueron agrietando nuestra relación hasta llevarla a un punto de no retorno, que me fue alejando de ella más y más.

Éramos ya el típico matrimonio en que convivía juntos pero sin un proyecto de vida estimulante y positivo. Esto por supuesto tuvo su reflejo en nuestra vida íntima, donde los contactos carnales se fueron espaciando hasta un momento en que casi desaparecieron, aunque en algún verano tuvimos un intento de acercamiento pero la pasión y el deseo ya no estaban ahí y sólo sirvió para aumentar la frustración mía, y creo también la de ella.

En la búsqueda de alguna solución a estas frustraciones, hace ya unos meses coincidí con un compañero de trabajo charlando sobre las disfunciones matrimoniales, la opción de la separación, comenzar una nueva vida, y otras más variopintas, me comentó que un primo suyo había utilizado un afrodisíaco que se extraía de un árbol de la selva amazónica en su matrimonio y había funcionado muy bien, sobre todo en su mujer, que había tenido un renacimiento sexual como en los mejores tiempos de su juventud, y que el también lo había probado y había notado una mejoría significativa, aunque había utilizado una dosis menor de la que le había comentado su primo. La verdad es que le manifesté mi incredulidad ya que si esto fuera así, ese producto se hubiera comercializado en todo el mundo y habría convertido en multimillonarios a esos laboratorios.

Pasó el tiempo y eso quedó ahí olvidado en mi memoria, hasta que hace unos dos meses leyendo en internet una página de una revista médica inglesa una noticia sobre distintos métodos de como curar disfunciones sexuales mencionaron la sustancia que había comentado mi compañero de trabajo, la araulitus.

En fin, que volví a contactar con él a la vista de esta información donde también aseveraban su eficacia, y le pregunte donde la había conseguido ya que la había buscado en cientos de páginas de internet y no la había encontrado.

Me explicó que se la había traído un amigo desde Brasil, en una bolsita ya hacía algunos años, y que no había tenido problemas en el aeropuerto porque probablemente en esa época los controles eran menores. Me dijo que buscaría los datos de contacto y me los pasaría, aunque no sabía donde lo tenía.

Un poco cabizbajo ante la posibilidad de haber llegado al final del camino, le dije que se lo agradecía mucho y quedamos en que me llamaría en cuanto los tuviera. Pasaron unas semanas y un buen día recibo en el móvil una llamada suya y me confirma que había encontrado su correo electrónico y ya le había dicho que yo me pondría en contacto con él.

Me contestó que ya se lo había comentado mi amigo, pero que ahora no tenía previsto viajar por lo que estaba pensando en enviar este producto por mensajería internacional, con la esperanza que no lo pararan en aduanas, y que me avisaría cuando lo hiciera.

Una vez que me pasó sus datos para transferirle el dinero, quede a la espera de su aviso de envío, que se produjo a la semana siguiente, indicándome que había puesto las instrucciones de uso en el mismo paquete.

Así que dos días antes de la celebración del santo de mi mujer me llegó sano y salvo el paquete, con un contenido de un poco más de medio kilo y las instrucciones de cómo preparar la infusión. Entonces fue cuando se me ocurrió probarlo con los invitados que vendrían ese sábado, para ver si este elixir vigorizante podía abatir las murallas conservadoras de mi familia.

Según las instrucciones puse a calentar con dos dedos de agua una parte del contenido del paquete, aunque luego añadí un poco más para no quedarme corto, aunque ya había puesto lo indicado en las instrucciones, y lo deje media hora a fuego lento para que se concentrara.

Luego con una jeringa recogí la solución que había quedado y la tarde de la celebración la introduje en dos de las botellas de refresco que habían comprado para la merienda-cena. Esa tarde me aseguré de poner las dos botellas en la mesa junto con las viandas preparadas para la ocasión, y quede a la espera de que llegaran los invitados que a los pocos minutos comenzaron a aparecer.

Después de los saludos y comentarios habituales de bienvenida, lo bien que se les veía, de entregar los abrigos y los regalos para mi mujer, poco a poco fuimos entrando en el salón y nos sentamos en el tresillo, un sofá de dos plazas a juego, un tercer sofá individual y las sillas que luego más tarde arrimamos a la mesa a l hora de comer.

A mí me parecía que los minutos se alargaban de manera interminable tratando de participar en las conversaciones, pero lleno de ansiedad por movernos a la mesa y comenzar a comer y sobre todo a beber. Como en un sueño oí a mi mujer decir que nos sentáramos a la mesa, sin saber todos nosotros que en ese momento comenzaba un cambio en nuestras vidas que un segundo atrás ni lo podíamos imaginar.

Con felicitaciones a las que había preparado los platos de entrantes, canapés, empanadas de todo tipo, fiambres, pescados ahumados, en fin se hacía agua a la boca, y todos empezamos a saborear y disfrutar de la comida servida. Y a beber. Yo me encargaba de rellenar las copas de todos asegurándome que bebieran hasta así acabar las dos botellas de refrescos, para luego traer otras más inocentes.

En un momento me levanté de la mesa y me fui al dormitorio donde cogí una pastilla de Cialis que había comprado con la esperanza de reanudar las actividades sexuales con mi mujer, y que utilicé una vez pero mi mujer no estuvo por la labor. Pensé que si la sustancia era efectiva, sería mejor estar preparado.

Al rato de sentarme y de estar comiendo y charlando, mi cuñado Juan me preguntó si tenía una pastilla de Omeprazol porque había comido mucho y entonces me levanté, fui al dormitorio y nuevamente cogí otra pastilla de Cialis y se la di a mi cuñado diciéndole que era lo que me había pedido y se la tomó sin percatarse del cambio.

Todavía me quedaba otra pastilla y quería darse a mi concuñado Juan Carlos pero no sabía cómo hacerlo. La solución vino al rato cuando me pidió una cerveza y aproveché para coger la última pastilla, que triture en la cocina en un muy fino polvo y después de abrir la lata de la cerveza lo eché removiéndolo con un palillo esperando que se disolviera o por lo menos que no flotara.

Estaría muy sediento porque se la tomó de un tirón y ya era demasiado tarde si noto algo en particular. Ya no había una pastilla más para mi cuñado Pedro por lo que mi esperanza era que fuera suficiente el afrodisíaco que había agregado a los refrescos.

Después de un rato en que ya casi se habían acabado los platos de comida y se estaba hablando de la situación política, me puse a pensar en si realmente esto funcionaría imaginándome situaciones excitantes de todos los comensales, cuando empecé a notar una erección que tuve que arrimarme más a la mesa para ocultarla.

El sonido del timbrede un móvil me sacudió de mis ensoñaciones y vi que mi concuñado Juan Carlos se levantaba para coger la llamada, diciendo que era de su hija, y se fue al tresillo a hablar para no molestar a los demás.

Eso animó a su mujer Zara a levantarse también que quejándose del calor que hacía en el salón y quitándose la rebeca se sentó al lado de su marido para ver que decía su hija en la llamada.

También se empezaron a levantar de la mesa el resto y yo mismo, para sentarnos más cómodamente en los sillones. Mi mujer se sentó al lado de Juan Carlos para enterarse también de si había pasado algo con su sobrina, y quejándose de que hacía mucho calor, me pidió que abriera un poco la ventana lateral del salón, desprendiéndose de los botones superiores de su blusa y abanicándose con una revista la cara y el canalillo de sus tetas.

Yo me senté a su lado haciendo un poco de hueco para que cupiéramos los cuatro. Mi cuñado Pedro se sentó en el sofá individual y mi cuñada Flora, mi cuñado Juan y su mujer Elena se hicieron hueco en el sofá.

Ya por entonces todas las mujeres mostraban un estado de excitación que no era habitual en ellas, se reían y hacían comentarios un pocos subidos de tono por el calor.

Entonces Juan Carlos le dijo a mi mujer mirándole los pechos, que todavía tenía unas buenas tetas a lo que Beatriz contestó cogiéndose las dos tetas que sí, que estaban muy bien y se desabrochó el sujetador por la parte delantera dejando a la vista sus grandes pero todavía sólido pechos.

Juan Carlos se tapó con una mano la bragueta de su pantalón tratando de ocultar su erección, pero entonces su mujer Zara le quito la mano y le cogió la polla mirándolo a los ojos y diciendo – ¡cómo te has puesto Juan Carlos! Y entonces mi mujer le bajo la cremallera y sacó la polla de Juan Carlos como pudo ya que tenía una gran erección y comenzó a chupársela.

Yo que estaba sentado al lado de ella comencé a alucinar con lo que estaba pasando. Entonces mi mujer y su hermana Zara empezaron a lamer juntas la polla tocándose los labios y intercambiando lenguas y lametones a la polla. Se notaba que cada vez estaban más excitadas porque Zara se subió la falda y se empezó a acariciar su coño mientras seguía chupando la polla de su marido.

Entonces dirigí mi mirada al sofá y vi como Juan y su mujer Elena empezaban a acariciarse y besarse y la hermana Flora contagiada de lo que estaba viendo se metió mano en su pantalón y empezaba a acariciarse frenéticamente.

En el sofá individual Pedro había sacado su polla y también se masturbaba. Pensé que el hermano y la hermana sentados casi frente a frente, que vivían juntos hacia años, no se habrían tocado ni los habrían tocado desde hacía mucho, por lo que se estaban resarciendo de ello.

En ese momento vi como Juan Carlos expulsaba su semen en la cara de mi mujer y de su mujer que no paraban de besarse y pasar sus lenguas por sus caras.

Yo pensé en que nunca había podido acabar en la cara de mi mujer. Entonces me fui a donde estaba mi cuñada Zara y le quité la falda y la braga, la hice ponerse de rodillas en el sillón mostrándome su coño y su culo y quise penetrarla aunque note que no estaba lo suficientemente húmeda y pensé que los años no perdonan en cosas como la lubricación del coño de las mujeres, por lo que fui a buscar al baño una crema hidratante.

Cuando volví se encontraba aún de rodillas pero su marido le había quitado el sujetador y le estaba chupando las tetas: mi mujer se había levantado y se había puesto a comerle el coño a su hermana y se veía que estaba muy excitada ya que se acariciaba el clítoris con frenesí, entonces escuche como acababa con un orgasmo interminable.

relato incesto orgia familiar
Relato de incesto de una orgía familiar…

Con cariño la aparté y como mi cuñada tenía el coño ya muy húmedo por las lametadas de mi mujer, le inserté mi polla hasta el fondo lo que le produjo contracciones en su coño y noté como me apretaba la polla, entonces empecé a moverme rítmicamente y veía y oía como disfrutaba de una buena follada. Pensaba yo en lo conservadora y religiosa que era mi cuñada que ahora disfrutaba del sexo con toda su alma.

De pronto sentí que su marido estaba acariciando su clítoris, pero que también me tocaba el borde de la polla cuando estaba bien metida en el coño de su mujer.

Supuse que quería ver hasta donde le estaba entrando en cada embestida. En unmomento se corrió y de derrumbó en el sillón. Entonces me di la vuelta y como vi que mi cuñada Flora había terminado de masturbarse, la levante del sillón y la llevé frente a su hermano Pedro, al que no le había podido dar la pastilla y que le estaba costando mantener su polla erecta para acabar.

Hice que Flora se arrodillada y se pusiera la polla de su hermano en la boca y como si lo hubiera hecho toda su vida empezó a subir y bajar su boca lo que hizo que P se recostara sobre el respaldo del sillón extendiera un poco las piernas y empezara a emitir pequeños quejidos de placer que a su vez incitaba a su hermana a mover su boca más rápido y más profundamente.

Entonces me di la vuelta y vi que Juan Carlos estaba besándose con mi mujer y le acariciaba las tetas, entonces me dirigí hacia el hermano Juan lo levante del sillón donde estaba su mujer ya en pelotas y fui hasta dónde está mi mujer, la hice poner de rodillas sobre el sillón y entonces su hermano le metió la polla con mucha suavidad y disfrutando con lo que estaba haciendo.

Cuando los deje follando me dirigí hacia mi concuñada Elena y también la puse de rodillas sobre el sillón y empecé a metérsela y sacarla rítmicamente hasta que empecé a oír sus suspiros de placer cada vez más fuertes hasta alcanzar un orgasmo monumental que hizo que se marido girara la cabeza para ver que estaba pasando.

Como yo no había acabado todavía y tenía la polla muy dura, cogí el bote de crema hidratante y empecé a untarle el culo lo que hizo que girara la cabeza para ver que estaba haciendo y justo me vio cuando empecé a metérsela por el culo.

Al principio se agitó un poco como diciendo que no pero entonces conseguí meterla hasta la mitad y cuando gimió de placer yo seguí hasta metérsela del todo. Mientras me la follaba por el culo miré a mi alredor cuando vi que Juan eyaculaba dentro del coño de mi mujer y ella también emitía un gemido de intenso placer.

Luego volví la cabeza y vi como Flora estaba llevando a Pedro al orgasmo que terminó en su boca hasta la última gota.

Estoy convencido de que ambos se habrán quedado pasmados ante lo que acababan de pasar. Cuando Elena acabó con su orgasmo anal yo aún no había eyaculado por lo que tenía la polla como una piedra, entonces me fui a donde estaba mi mujer y también le puse la crema por todo su culo y sin darle tiempo a reaccionar se la metí hasta el fondo y emitió un profundo quejido, pero como en seguida empezó a moverse para atrás y adelante entonces la acompañe y así mientras Zara que estaba sobre la polla de Juan Carlos le empezó tocarle las tetas a mi mujer lo que agudizo aún más su placer y el mío al ver como su hermana la esta metiéndole mano que nos hizo acabar juntos como no lo habíamos hecho desde hacía años.

Todos estábamos recuperándonos del frenesí carnal que habíamos vivido. Yo pensaba que una vez que pasara el efecto de los excitantes, se produciría una situación de incertidumbre y tensión entre todos los participantes.

El silencio reinó durante un rato en el salón. Entonces vi como Zara abrazaba a su hermana Beatriz, mi mujer, y le daba un beso en la boca. Se las veía transmitir un montón de sensaciones y emociones ya que movían sus lenguas muy lentamente mordisqueándose los labios. También Flora y su hermano Pedro empezaron a besarse a pesar de que aun Flora tenía un poco de su semen en la boca.

Yo que me había sentado al lado de Elena empecé a besarla y a acaríciele suavemente las tetas. Juan y Juan Carlos se sentaron en el extremo del tresillo y vi como Juan Carlos comenzaba a acariciarle la polla a Juan que dio un pequeño brinco, pero como todos estábamos comunicándonos nuestra alegría por lo que había pasado dejó que Juan Carlos siguiera acariciándole su polla.

Luego vi que con la otra mano cogía el bote de crema hidratante de la mesa y de la untaba por su culo, entonces se levanto y se sentó sobre la polla de Juan hasta que consiguió meterla y empezó a subir y bajar con una cara mezcla de placer y sorpresa.

Su mujer Zara dejó de besarse con mi mujer y miró lo que estaba pasando, entonces se levantó y se dirigió hasta su esposo, le cogió la cabeza con las dos manos subiendo y bajando según lo él, luego cogió la polla de Juan Carlos y la empezó a acariciar lo que le produjo una gran excitación, mientras lo seguía besando.

Entonces, empezó a sacudirse muy rápidamente hasta que eyaculó y a continuación se escucho el gemido intenso de Juan que se corrió en el culo de Juan Carlos. Zara se recogía el semen de su marido en su mano y le pasó la lengua para notar su sabor. Era la primera vez que lo hacía según nos dijo.

Por alguna razón, esta follada entre cuñado y concuñado levantó excitación de todos ante mi sorpresa que pensaba que ya nos habíamos llenado de sexo, pasión y ardor, y que habíamos derrumbado todas las murallas de prejuicios y limitaciones autoimpuestas, pero estaba claro que todos querían más. Habían disfrutado y querían más.

Así mi mujer se sentó al lado de Elena y empezaron a acariciarse los clítoris. A ambas se las notaba que tenían el culo muy sensible por mi follada y que ahora solo querían un placer más femenino.

Las hermanas Flora y Zara también se sentaron juntas y empezaron a besarse ya que no lo habían hecho. Zara se había quedado muy caliente con la follada a su marido y la paja que le había hecho, entonces me hizo señas de que fuera a su lado y me susurró al oído que me follara a Flora que aún no había follado.

En cuanto me lo dijo miré a Flora y me dijo que sí con su mirada y entonces note el comienzo de una erección que hizo que tanto Flora como Zara me la empezaran a chupar. Al rato puse a Flora en cuatro patas y comencé a comerle el coño, que reaccionó como si nunca se lo hubieran hecho cogiéndose fuerte del brazo de Zara que estaba a su lado.

En unos minutos se corrió asombrada de lo que había pasado y entonces se la metí muy suavemente. Era la mayor de las hermanas y se notaba en su cuerpo que los años no perdonan y ya habían afectado la firmeza de sus músculos, pero como era tanto el placer que me transmitía me dedique a asegurarme que no se olvidaría de esta follado.

Y por cómo se corrió estoy seguro de ello. Entonces Zara al ver que yo no había eyaculado se puso de rodillas y cogió mi polla y me dijo que cogiera la crema. Entonces mientras le unto la crema me dice que quiere sentir lo mismo que acababa de sentir su marido.

Entonces con una erección que parecía que mi polla iba a explotar empecé a rondar los bordes de su culo hasta que poco a poco se la fui metiendo. Entonces nos empezamos a mover conjuntadamente y vi que su excitación subía y subía y entonces llamó a su marido y le susurro que estaba sintiendo lo mismo que había sentido él y que estaba a punto de correrse.

Luego Juan Carlos empezó a masturbarse y al rato el matrimonio Zara y Juan Carlos eyaculaban al mismo tiempo, una por el culo y el otro por un paja.

Mientras el hermano mayor, al que no le había podido dar una pastilla miraba a todos y sonreía con una media sonrisa mientras se hacía una paja, pero como note que le costaba, y aunque era difícil que tuviera otra eyaculación y como mi mujer y Elena ya habían terminado de masturbarse mutuamente las llame y les dije que se la chuparan a Pedro.

Mi mujer se metió la polla de su hermano en la boca y empezó a lamerla lo que hizo que se le endureciera un poco más, entonces Elena también se puso de rodillas y entre ambas consiguieron que se corriera de nuevo, que ante mi sorpresa, inundó las caras de mi mujer y de Elena de semen. Ambas terminaron besándose y limpiando el semen de sus caras.

Entonces me acerqué a ambas que seguían arrodilladas a los pies de Pedro, me arrodillé también y se la metí a Elena mientras mi mujer le acariciaba las tetas, el clítoris y la besaba, hasta que se corrió, entonces me cambié al coño de mi mujer y mientras Elena le hacía lo mismo, tocandole sus tetas y su clítoris y besando su oreja y su cuello hasta que las contracciones de su coño me indicó que estaba a punto de acabar con lo que yo también liberé mi semen en un orgasmo simultaneo mayúsculo.

Por supuesto que después de lo acontecido, los lazos afectivos que nos unían eran tan fuertes que siguen presentes hasta el día de hoy. Nos hemos vuelto a reunir y al final siempre hemos terminado follando por todo lo alto, a veces nos reuníamos unos pocos en otros todos, en fin lo que siempre estaba presente era que además de ir al cine, cenar, o viajar al final queríamos repetir la experiencia sexual que habíamos vivido.

También lo hacíamos cuando estábamos fuera y casi en cualquier lado Recuerdo una vez que Zara, Juan Carlos y mi mujer fuimos al cine un domingo y que casi no había nadie en la sala, entonces mi mujer saco mi polla y empezó a hacerme una paja; su hermana Zara que estaba a su lado nos miraba hasta que yo acabé.

A la salida de la sala mi mujer dijo que iba al aseo y su hermana Zara dijo que la acompañaba. Al rato de esperar le dije a Juan Carlos que fuéramos al aseo a ver qué pasaba.

En unos de los baños oíamos voces que reconocimos como las de ellas, abrimos la puerta y estaban las dos acariciándose y besándose, Zara me miró y me dijo que se había quedado muy caliente de la paja que me había hecho Beatriz.

Juan Carlos se bajó los pantalones y se la metió a mi mujer y yo hice lo mismo con Zara. Luego Zara me dijo que follara a Juan Carlos por el culo y así lo hice mientras ellas le chipaban la polla hasta que acabmos.

También nos han dicho que los hermanos mayores es decir Pedro y Flora ahora se hacían el amor muy seguido como tratando de recuperar el tiempo perdido. Juan Carlos y Zara venían a menudo a casa porque a las dos hermanas les gustaba mucho follarse y que las folláramos.

También Zara quería que yo me follara a su marido ya que a él le gustaba mucho pero que también la excitaba mucho a ella.

Recuerdo una vez que Zara y mi mujer estaban haciendo un 69 con Zara arriba, entonces Juan Carlos se tumbo sobre ella y se la metió por el culo porque sabía que yo se la metería por el culo a él y eso los excitaba terriblemente, bueno en realidad nos excitaba a todos.

Fue un sándwich de cuatro. Lo hemos repetido en muchas ocasiones aunque a veces las mujeres se cambiaban y Juan Carlos culeaba a mi mujer y yo a él.


Imagen ilustrativa nada mas para este relato de incesto de una orgía familiar…

 

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