Relato erotico lésbico de las dos caras de la moneda de mi vida

Atrás en el tiempo habían quedado mis días de modelo, había empezado de chica más por darle el gusto a mamá que otra cosa. Mi carrera en la pasarela fue corta, efímera, y lo peor, fue un desencanto.

Yo solo quería ser una chica famosa, talentosa, reconocida en el mundo, tapa de revista, pero mis sueños pronto se darían de narices contra la realidad.

Al menos yo no tuve suerte, sin imaginarlo estaba metida en un nido de víboras donde todas querían pisarte la cabeza para sobresalir, los hombres no eran menos, mitad gays, mitad tratantes de prostitutas.

No era para mí, era joven, bonita, rubia, de ricas curvas, justo lo que un varón adinerado necesitaba para ser feliz por un par de horas, pero se habían equivocado conmigo

Tenía veinticuatro cuando hice mi último desfile, y no lo extraño, solo saco la parte buena de la historia, un puñado de amigos y amigas, porque también había buenas personas, desparramadas por el mundo, como haber conocido a mi esposo, quien era editor de una prestigiosa revista de modas y así, el destino nos había cruzado en un desfile por el viejo mundo.

El me daría lo más bonito que tengo, nuestra amada hija, hoy toda una adolescente que como dice Antonio, mi esposo, heredó los genes de la madre.

También me dio mi profesión, ya estaba en el mundo de la moda y de ahí nació mi empresa personal, represento chicas lejos de la prostitución, para que no vivan lo que yo viví, armo desfiles, promociono distintas marcas, y soy feliz con lo que hago.

Estaba llegando a los cuarenta años, toda una mujer, familia, negocios, una hija ya independiente. Viajábamos mucho, en general, yo lo hacía por los países de sudamérica, de un evento a otro, Antonio, mi esposo, en cambio andaba de provincia en provincia en mi querida Argentina, él había dejado de lado el tema de la moda por el que nos habíamos conocido, ahora estaba muy metido en notas políticas de actualidad.

Una mañana me contactó Cyrine, ella era una amiga de toda la vida, de nuestros días de modelos, nos habíamos cruzado en un desfile en Módena, y nos hicimos muy amigas. Recuerdo que en esos días ella era muy humilde y muy inocente, y estaba por caer en garras de la prostitución vip, y yo la convencí de que ese no era el camino. La salvé y hasta el día de hoy me lo agradece. Compartimos muchas cosas de chicas en los tiempos de convivencia, y siempre nos seguimos escribiendo a la distancia. Cyrine es de nacionalidad francesa, vivió muchos años en España, por lo que habla un castellano muy francés, muy dulce, es muy bonita, muy llamativa, más por ser de ascendencia afro y lucir una piel morena muy especial.

Su llamado en esta ocasión era por una propuesta de trabajo, una importante empresa de vestimentas para mujeres que tenía negocios en ambas partes del mundo quería hacer una mega promoción, pasarela, fotos, publicidad y demás cosas con un mix de chicas europeas y americanas, y cuando le dijeron que necesitaban chicas latinas, de inmediato recordó mi nombre.

La propuesta era tentadora, mucho dinero y la posibilidad de presentar mi agencia en el viejo continente, con todos los gastos pagos, un negocio redondo, solo era ganar y ganar.

La idea original era que mi marido me acompañara, pero estábamos en vísperas de elecciones presidenciales y el país se mostraba bastante efervescente, por lo que lógicamente su viaje no pudo ser.

Y ahí fui, con media docena de mis mejores modelos, todas veinteañeras, parecía la madre de un clan de doncellas.

Cyrine estaba hermosa, ahora era toda una mujer empoderada, con un corte de cabellos demasiado cortito, había dejado de lado esa melena endemoniada que le llegaba a la cintura, pero ella era toda una dama francesa, sabía vestirse y no tardamos en tener una cena íntima en un prestigioso restaurante francés con la torre Eiffel de fondo.

Hablamos de tantas cosas! si bien siempre nos escribíamos, esto era diferente, cara a cara, le conté sobre mi familia, en especial mi hija que en cualquier momento me haría abuela, sobre mi país, sobre mi trabajo, ella por su lado insistía que jamás encontraría el amor de su vida, también pasamos por el momento triste, recordar la muerte de su padre y cuanto lo extrañaba.

Bebimos demasiado, reímos, y cuando un par de caballeros se acercaron a nuestra mesa, comprendimos que ya era hora de regresar al hotel. Pedimos un coche, y me dejó primero y ella siguió camino a su casa.

Llegaron las noches de los desfiles programados, las campañas publicitarias, las fotos, la adrenalina y el glamour de la noche, todo iba de maravillas y todo marchaba según el plan, pero algo inesperado cambiaría el curso de la historia

Cyrine llegó esa mañana, teníamos una reunión fuera de agenda, sin dudas había un problema, ella dijo:

Marcela, a los empresarios que pagan la campaña, cambiaron de idea, no le convencieron las fotos de las chicas…

Como qué no? que sucede – respondí de inmediato –

Dicen que están muy bonitas, preciosas y hay un evidente esfuerzo, pero no es lo que necesitan para promocionar la marca

No entiendo… – dije meneando la cabeza –

Mira, fueron claros, ellos ahora tienen otra idea en la cabeza, dicen que chicas hay muchas, pero mujeres muy pocas, y quieren vender la imagen de mujeres independientes, empoderadas, que pisen fuerte sobre la tierra

Sigo sin entender dónde vamos…

Es simple, nos vieron juntas, pisamos los cuarenta, europea y americana, morena y rubia

Medité mirando por la ventana

No, no, Cyrine, mis días de modelo terminaron, no estoy en el juego, lo sabes bien, además, mi cuerpo no es el de una veinteañera, ya no soy la misma…

Ella me tomó por el antebrazo aferrándome con su mano, como para captar su atención, y mirándome a los ojos disparó

Es eso o nada, además hay más plata por el trabajo, y que tiene de malo? pensalo, es un trabajo serio…

Luego agregó

No me vas a negar que no sentís mariposas en el estómago, nuestras fotos en catálogos, como en los viejos tiempos, éramos princesas, ahora somos reinas!

Le dije que me dejara pensarlo, solo un día. Llamé a mi marido, incluso a mi hija, necesitaba su opinión antes de dar el paso…

relato lésbico de las dos carasLo dudé mucho, pero al fin me encontré nuevamente en un set fotográfico, entre luces y flashes, en fotos tan profesionales como sensuales, compartí con Cyrine cosas que ya creí archivadas en el pasado, y las tomas combinadas entre prendas formales y lencería sensual se hicieron muy excitantes.

Después de una jornada agotadora, la gente que ponía el dinero se quedó impresionada con las imágenes previas del borrador que teníamos entre manos, mucha piel, mucho glamour y en verdad solo podían verse dos mujeres muy bien puestas para la edad que aparentaban, nada de niñas tontas, esto era trabajo de especialistas.

Nos invitaron a cenar, a un lugar de etiqueta, lo mejor de lo mejor, solo una formalidad en agradecimiento a nuestro profesionalismo.

Recuerdo que me puse un vestido ajustado al cuerpo, mucha piel, de esos que marcan las curvas de una forma muy llamativa, con un discreto escote y un tajo a media pierna, en color negro, color que siempre luce bien. Me sentí un tanto provocativa y dudé si fuera la elección correcta, por mis prejuicios, una mujer casada, con su esposo al otro lado del mundo, lucía espectacular y las cosas podrían confundirse.

Para mi fortuna, esa noche, Cyrine me opacaría, ella no había dudado en un vestido rojo fuego, con un más que llamativo y profundo escote que resaltaba en forma pecaminosa las formas de sus pechos, amenazando con mostrar en un descuido más de lo deseado, además, la parte inferior era tan ajustada que solo le dibujaba un trasero espectacular. Y un detalle no menor, el color de su piel, una morena siempre llama la atención.

Cenamos entre risas y cumplidos, el tema de negocios se fue mezclando con las palabras, y las cosas parecieron confundirse, un par de los tipos imaginaron que tarde o temprano terminaríamos en la cama, error, ya sabíamos de estos juegos, como empezaban y como terminaban.

Cerca de las tres de la mañana volvíamos al hotel, le dijimos que al día siguiente partía mi vuelo de regreso a Argentina y los hombres, tan previsibles cayeron en el cuento. Cyrine se quedó conmigo, una forma sutil de escaparse de las garras de esos caballeros.

Fuimos a la barra del hotel, dos mujeres solas en un sitio ameno y tranquilo, con música de fondo regalando intimidad.

Empezamos a beber, un trago, otro, cambiamos palabras, historias, anécdotas, risas, y fuimos socias de una vida de recuerdos.

Eran cerca de las cinco de la mañana cuando el muchacho que atendía nos indicó que debía cerrar, pronto empezarían a preparar los desayunos para los huéspedes, como cada día. Me incorporé y fui hacía unos de los lados, era solo para indicarle que cargara todo a mi cuenta, fueron unos segundos en lo que me desentendería de mi amiga.

Ella me sorprendió, no la noté venir por mí retaguardia, solo sentí su dulce voz susurrando en mi oído diciendo

Es demasiado tarde, mejor pediré un taxi

Fue extraño, estaba tan cerca, tan pegada a mí que sentí un inusual escalofrío recorrer mi espinazo, al punto de erizarme los vellos de mi piel, su aliento sabía a alcohol, fue repentino, por instinto, giré, la tomé por la mano y le imploré

Mejor, vamos a mi cuarto, no es conveniente que una chica tan bonita ande dando vueltas por Paris a estas horas…

No hubo palabras, solo nos miramos y en nuestras miradas encontramos todas las respuestas, tan solo una mueca cómplice se marcó en sus labios. Fuimos a mi habitación y raro entre nosotras, en el camino por el ascensor no hubo palabras, solo silencio. Llegamos, fue cuando ella notó que había una sola cama, pero era lo suficientemente ancha para ambas. Pasé por el baño, la calefacción estaba en su punto justo así que la ropa interior era más que suficiente, luego me metí en la cama y fue el turno de Cyrine de pasar al toilette.

Cuando ella salió para venir a mi lado, tenía su vestido colgando en el antebrazo y los zapatos de altos tacos entre sus dedos, apenas lucía una minúscula tanga rojo fuego, sus pechos estaban desnudos y por primera vez la observé de una manera diferente, era raro, habíamos compartido muchos sets de fotografías y la conocía desnuda, pero nunca había sentido lo que estaba sintiendo, tomó prestada una remera mía para cubrir sus pechos, vino a mi lado y apagó la luz.

Estaba inquieta, confundida, extraña, no podía cerrar los ojos y solo veía la oscuridad del cuarto, di vuelta hacia un lado, hacia el otro, solo sentía la respiración inquieta de mi compañera de cama

Giré nuevamente, como casual apoyé una mano sobre su vientre, a la altura de su ombligo, ella no pareció inmutarse, subí un poco, un poco más, por debajo de la remera, llegué a sus pechos, estaban suaves, esponjosos, se los acaricié con ganas y noté sus pezones endurecerse entre mis dedos, pero ella seguía petrificada, sin decir nada.

Repetí el juego con mis labios, fui por su ombligo para subir lentamente, levanté la remera a la altura de sus hombros, Cyrine exhaló el aire de sus pulmones con fuerza y solo me puse a lamerle los senos, muy rico, con todas las ganas y el deseo contenido, era mi primer encuentro con una mujer, loco, insano, impensado.

El juego en los pechos, a mi amiga pronto le supo a poco, me tomó y me arrastró a su lado, entonces me beso en la boca, sentí la presión de sus enormes labios morenos fundirse con los míos y su lengua invadir mi espacio, fue riquísimo!

Giramos, quedé abajo, ella arriba, desnudé mis tetas, entonces ella empezó a acariciarlas con las suyas, fue muy erótico, se sentía fabuloso, y no dejaba de besarme, sentía su respiración, sus gemidos, me sentí mojarme toda y asumí que si yo me mojaba ella estaría en similar situación.

Volví a ponerla de espaldas, volví a besar su ombligo, pero esta vez no subiría, esta vez bajaría, me dejé ir hacia abajo, y ella fue permitiendo mi avance, llegué a los elásticos de su ropa interior y le hice lo que a mí me gustaba que me hicieran, pasé la lengua por los bordes de su prenda humedeciendo su piel, ella se contorneaba en deseo y me tomé una eternidad para bajar su tanga y desnudar su sexo, besé sus labios, su intimidad, su clítoris, moví mi lengua y mis labios con cadencia, me ahogué en su mar de placer, probé sus jugos y la sentí pronunciar frases en francés que no alcancé a comprender pero me supieron muy dulces y llenas de erotismo.

Entonces yo también terminé de desnudarme y fui por mi recompensa, me puse sobre ella, invertida, si Cyrine disfrutaba de mi boca en su conchita, pues yo quería sentir la suya en la mía.
Fue muy erótico, sentí sus manos acariciar mis nalgas, parecía comer mi sexo, metía los dedos en mi hueco y presionaba muy rico con su pulgar en mi esfínter.

Nos perdimos entre gemidos y en mi cabeza se mezclaban los sentimientos entre el placer que daba y el placer que recibía.

Cyrine nuevamente retomó el control del juego, rodamos de lado a lado, y fue su turno de estar sobre mí, ella sujetó con fuerzas mis muñecas contra el colchón en una sensual posición de dominación, abrió mis piernas con las suyas, intercaladas, se abrió paso, entonces sentí apoyar su sexo contra el mío, y empezó a moverse muy rico, constante, conchita contra conchita, pegaditas, juntitas, sus jugos, los míos, se hizo una espiral ascendente de placer, sentí sus gemidos, se potenciaron los míos, sentí llegar su orgasmo y eso me enloqueció, le dije que me esperara y solo no pudimos, morimos en placer, mientras ella acababa gritando, yo tuve un orgasmo que ningún hombre me había podido arrancar jamás, ni mejor, ni peor, solo diferente.

Los primeros rayos del sol ya se colaban entre los gruesos cortinados del ventanal y pude notar en penumbras la silueta de la mujer que me estaba enloqueciendo, solo nos seguimos amando hasta que el cansancio nos venció.

Poco tiempo después, partía mi vuelo de regreso a mi país, donde mi esposo y mi hija me estarían esperando, para volver a ser la esposa y la madre que ellos conocían, pero con el juramento de volver a vernos pronto, firmado con un último beso de labios contra labios.

Pasaron algunos años ya, Cyrine solo confirmó lo que siempre había sospechado, a ella solo le gustaban las mujeres y se transformó en mi amante al otro lado del mundo.

Fuimos socias de trabajo a la distancia y una excusa para vernos cada tanto. Hoy vivo una vida loca, a un lado del mundo llevo la vida heterosexual que todos conocen, al otro en secreto, disfruto de mi amor por Cyrine, una mujer especial.

Si te gustó esta historia puedes escribirme con título LAS DOS CARAS DE LA MONEDA a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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