Relato porno de un control policial con mi vecina madurita

Tenía alrededor de siete años cuando nos mudamos, hasta ese momento compartía habitación con mis dos hermanas mayores y mis padres había decidido que varones y mujeres no debían compartir dormitorio, y el pequeño departamento parecía mas pequeño al necesitar más espacio.

Vivíamos en una típica familia patriarcal, donde papá trabajaba y traía el dinero y mamá hacía las veces de ama de casa, por medio de su empleo consiguió un crédito hipotecario y fue así como desembarcamos donde estamos, una casa un poco mas amplia, con tres dormitorios, lo que se ajustaba a nuestras necesidades.

Mis padres tomaron uno de los dormitorios, mis dos hermanas el siguiente, y a mí, como varoncito menor y único chico me tocó en suerte el mas pequeño, en el que apena cabía mi camita.

En la terraza había un cuarto extra, un ambiente pequeño sin muchas pretensiones que generalmente se usaba para guardar todas esas porquerías que uno no sabe donde meter, para juntar mugre, pero en este caso, mi padre, sabiendo lo que sucedería tomó ese lugar como su lugar, acomodó herramientas, sus pertenencias personales, y solo el tenía la llave, solía pasarse horas y horas haciendo artesanías en solitario, escuchando música pasada de moda.

Fiorela y Julián eran los vecinos contiguos, en esos años tendrían unos treinta años, algunos más, ambos eran policías y a diario los veía deambular con sus impecables ropas en azul oscuro, con sus armas, lentes oscuros, largos garrotes y esposas plateadas que brillaban al sol, eran mi inspiración de niño, yo quería ser como ellos y en mi mente se habían transformado en algo así como mis héroes, solía jugar en mi cuarto a solas, a ladrones y policías, yo siempre atrapaba a lo malos, como imaginaba que Fiorela y Julián lo hacían…

Pasaron los años, llegó mi adolescencia, y vinieron algunos cambios, mi hermana menor, la del medio, se casó y dejó la casa para formar su familia, año después la mayor siguió sus pasos, y de pronto la casa nos quedó grande, papá, mamá y yo.

Mi padre ya pisaba los sesenta años, hacía tiempo que estaba excedido en peso y las rodillas le estaban pasando factura, subir las escaleras para ir a la planta alta se le hacía casi imposible, debíamos cambiar algunas cosas…

Me trasladé al dormitorio que mis hermanas habían dejado vacío, todas las herramientas de papá fueron a parar al que había sido mi cuarto y papá me cedió lo que había sido su bunker, para que dispusiera de el como yo quisiera, para estudiar, llevar amigo, o lo que fuera.

Las cosas cambiaron, las personas cambian, mi vida en ese lugar fue diferente, le tomé cariño a la privacidad que me daba ese cuarto en la terraza, era mi mundo, donde yo dictaba las leyes y nadie interfería. Una vieja ventana herrumbrada era la única ventilación además de la puerta, casualmente esa ventana indiscreta daba al patio de fondo de los vecinos…

Mis vecinos ya promediaban los cuarenta, por esas cosas de la vida no tenían hijos, ambos seguían con sus trabajos, pero era notorio que ya no eran el matrimonio perfecto que habían sido, Julián había perdido la línea, había aumentado no menos de treinta kilos, obeso, y se comentaba que su carrera no era todo lo decente que debía ser, complicidad con mafias, ladrones, había sido transferido y los habían dejado haciendo papeleos tras un escritorio, por su lado Fiorela parecía no envejecer, ella mantenía los ideales de juventud y solía usar a mi madre de confesora de sus problemas, mientras ella se dedicaba a hacer fitness, defensa personal, y box para mantenerse en forma, su esposo solo se encargaba de comer hamburguesas, asados y cerdos…

Las cosas ya no funcionaban, había empezado a perder el apetito por el…

Hace poco más de un año cumplí los veinte, fue cuando la situación de mis vecinos tocó fondo y sucumbió la pareja, Julián abandonó el hogar y Fiorela se quedó sola, y a partir de ese momento comenzó una nueva historia…

Fiorela es una mujer de baja estatura, pequeña, bien formada, de tez morena y largos cabellos castaños que tiñe a pelirrojo, tal vez para hacer notar sus grandes ojos verdes, muy coqueta, coquetería que resaltaría con su nuevo estado, con su regreso a la soltería.

Ella empezó a tomarse todo el tiempo para ella, para verse mejor, para lucir mejor…

Una tarde estaba en la terraza, estudiando filosofía, con la ventana a medio abrir, una tarde más, como cualquiera…

De pronto, ella apareció en el patio, la vi sin querer tras los viejos cortinados, lucía un short de jean gastado, y una remera desteñida por el tiempo, muy de entre casa, con chancletas, un bolso de mujer colgado en el hombro, escuchaba música por auriculares, como despreocupada del mundo, no pude evitar ser fisgón…

Sacó del bolso una lonita playera, la acomodó sobre la gramilla y se sentó sobre ella, entonces se sacó la remera quedando con un top de baño, empezó a untarse bronceador, con paciencia.

Ya había dejado de hacer lo que estaba haciendo, solo espiaba por la ventana, Fiorela entonces se sacó el short y se siguió poniendo crema, yo estaba con una erección incontenible en ese punto, para finalizar se acostó boca abajo para broncearse al sol…

Como describirlo, tenía tanga casi hilo dental, con un culito duro, macizo y parado, seguramente sería la envidia de las chicas de mi edad, nunca la había visto de esa manera, con ese cuerpo espectacular, con ese trasero que sin dudas era de lo mejor que había visto…

Ella parecía desconectada del mundo y mis ojos se clavaban en su figura, que desde mi lugar de observación parecía estar desnuda…

No pude evitarlo, busqué un trapo viejo y me masturbé ricamente con el cuerpo de mi vecina…

Y entré en ese juego, subía a diario al cuartito de la terraza, y ella aparecía a diario a broncearse, casi desnuda, en un cuerpo de sirena, y yo agazapado tras las cortinas, en silencio, solo mirando la nueva personalidad de mi vecina que parecía haberse liberado de la noche a la mañana…

Y se me hizo una adicción, cada día, cada noche, porque en la noche me volvía a masturbar, discutí con mi novia, si, tenía novia, porque parecía ausente cuando ella estaba conmigo, que decirle… que era una mocosa como yo? Que me masturbaba con una terrible mujer?

Hace un mes pasó lo que tenía que pasar…

Regresaba de mis clases de filosofía, como cada día, el destino me cruzó con Fiorela, volvía del mercado cargada con unos bolsos con comida, repletos, y era notorio que no podía con tanto peso, así que gentilmente me ofrecí a ayudarla, charlamos un poco en el camino, cosas normales, llegamos, pasamos a su casa y dejé los bolsos a un costado, donde ella me indicó, tras mis pasos, ella cerró la puerta, y directamente preguntó lo que nunca imaginé que iba a preguntar…

Jony… voy a ser directa contigo…
Si? – dije en forma ingenua
Vas a pasar mucho tiempo más escondido como un pendejo haciéndote la paja cada vez que tomo sol?
Yo… yo… es que… – no sabía que diablos decir, no estaba preparado para eso…
Vamos… no soy tonta, hace rato que lo se y dejo que veas… que un mocoso como tú se fije en una vieja como yo…
Es que… vos no sos vieja… y sos muy bonita… – dije mirando al suelo con una tonta timidez, como cuando sorprenden al niño robando un dulce del frasco.

Mi vecina echó llave a la puerta y dejó caer el manojo entre sus pechos, en una forma muy sugerente dijo

Dame cinco minutos, vamos a jugar un poco…

Fiorela se escabulló en su cuarto y yo me quedé duro como una estatua, sin saber que hacer, que decir, ni siquiera que esperar…

Ella apareció y para mi sorpresa había cambiado, se había metido en su uniforme, como yo la conocía, como yo la veía cada día, con su camisa, con su pantalón, con sus borceguíes, con su cabello recogido bajo la impecable gorra, con sus gafas oscuras, con su garrote en la cintura, junto a las esposas y hasta su arma reglamentaria, entendí que íbamos a jugar un juego erótico, solo se acercó a mi lado, insinuante, pasó su lengua por mi mejilla como si fuera una perra lamiéndome, hasta llegar a mi oído y pronunciar en voz baja

Me parece que usted está fuera de la ley…

Entonces me sorprendió, en rápidos movimiento me golpeó mi pierna con la suya, haciéndome perder el equilibrio, me dobló el brazo hacia atrás y en un abrir y cerrar de ojos me encontré sentado en una silla, con mis manos por detrás, esposado…

No salía de mi asombro, a pesar de ser físicamente mucho mas alto y fornido me había doblegado sin que ni siquiera pudiera darme cuenta…

Jugamos? te gusta jugar? queres que te interrogue?

Seguía sin entender, sin captar cuanto había de juego, cuento de morbo, ella continuó hablando, mientras rodeaba la silla donde me mantenía esposado

Te gusta verme? te gusta masturbarte mirándome? Si? apuesto a que tenes una rica verga ahí abajo…

Fiorela empezaba a excitarme con sus palabras, y noté una erección incipiente, más cuando sacó su arma reglamentaria y empezó a pasar la lengua por el caño, en una forma lenta, muy fálica, contorneaba sus caderas, el deseo me colmaba…

Dejó el arma de lado, y vino a mi lado, se arrodilló y casi a la fuerza me desnudó de la cintura para abajo, me miró y dijo

Pero… esto es un asco… no se puede tener relación con el detenido en estas condiciones…

Entonces fue hasta el baño, volvió con una toalla, afeitadora y crema, yo no podía hacer nada, salvo mirar, así que pacientemente enjabonó mi pubis y mis bolas para luego rasurarme por completo, me lavó bien y cuando estuve completamente depilado pareció darse por satisfecha.

Ahora si… – dijo – esto es otra cosa…

relato vecina madurita policiaSe acurrucó a mi lado, tomó mi pija entre sus dedos y empezó a chuparla, aun con sus lentes oscuros, aun con su gorra reglamentaria, mierda… como me la chupaba, con unas ganas terrible, cada tanto la tomaba entre sus dedos se la pasaba por las mejillas, bajaba a lamerme las bolas y subía hasta la punta, luego se la metía profundo y cada tanto levantaba su rostro y venía hacia mi a besaba profundamente en la boca, haciéndome sentir el sabor de mi propio sexo…

Me tenía demasiado caliente, combinaba ese juego se seducción policial con hembra desesperada, estaba con mi pija en la boca cuando me dijo

Lo siento, tengo que palparlo… tengo que estar segura que no oculta nada… – siguiendo obviamente son su juego policial

No entendí que quiso decir, pero una de sus manos, la que me estaba acariciando las bolas, bajó un poco, y otro poco y empezó a acariciarme el esfínter, me contraje por instinto y traté de evitarlo, pero ella tenía todo calculado, apreté con fuerzas mi culito pero ella insistió con su dedo mojado y me lo metió hasta el fondo, y empezó a jugar en mi culo sin dejar de masturbarme….

Pasaron unos segundos, y al dedo índice le agregó el mayor, jugaba en mi esfínter metiendo y sacando, acariciando mi próstata, buscando que acabara…

Y me sentí venir, entonces solo dejó de masturbarme, manteniendo mi glande desnudo, con el cuero bien tirado hacia abajo, con mi verga a punto de estallar, solo me acariciaba por dentro de mi ano, y no pude retenerlo mucho más, me arrancó gemidos mientras mi leche brotaba como una fuente de parque…

Cuando ya no quedó gota por salir, mi sexo había quedado todo manchado, mi remera, pero también su mano, su camisa, su mejilla, su lente y hasta su gorra…

Se sentó sobre mis faldas, con sus piernas abiertas, frente a frente, muy sexi, pasó sus brazos por detrás y liberó las esposas, mientras intentaba meter su lengua en mi oído, algo que honestamente me molestaba y a ella solo parecía provocarle risas, me quedé observándola mientras me refregaba las muñecas adoloridas, ella dejó los lentes y la gorra sobre la mesa, se soltó el cabello pelirrojo, y al fin pude ver la claridad de sus ojos de perra…

Soltó la camisa en un improvisado striptease sin música, la dejó caer al piso, luego el sostén, sus pequeños pechos blancos resaltaban con el bronceado de su piel, ella me miraba, yo la miraba…

Con esfuerzo dejó de lado los zapatos, ahora fue mi turno de reírme ante los toscos movimientos, para nada sensuales, meneó las caderas de lado a lado, soló su pantalón y lo dejó caer, quedando prácticamente desnuda ante mis ojos de no ser por su ropa interior, tipo short deportivo en fucsia eléctrico, me indicó con su dedo índice que me acercara a ella, y que se lo quitara…

Tomé la riendas, era mucho mas petisa que yo y la levanté en el aire tomándola por esos generosos muslos que tanto había observado por la ventana, ella empezó a besarme en una forma muy desesperada, muy loca, al punto de hacerme de hacerme doler los labios, con sus manos aferradas a mis cabellos.

La levanté aun mas y empecé a lamerle los diminutos pechos, sus pezones se pararon receptivos, y sus jadeos se hicieron audibles, respirando con cedencia, ella parecía un torbellino y me arrastraba en él, la dejé caer un poco, y un poco más, hasta que naturalmente mi pija penetró su argolla, la llevé contra la pared y la recosté en ella, empecé a moverme en su interior, y Fiorela me regalaba su rostro de placer, con sus ojos entrecerrados, con su boca sedienta, estaba viviendo lo que tantas veces había imaginado…

La llevé entonces sobre la mesa, y la apoye de espaldas, y me senté en una silla entre sus piernas que estaban todas abiertas para mí, sus sexo blanco, gordo y depilado se me hizo un plato demasiado tentador como para dejarlo pasar, sus flujos calientes habían impregnado toda la zona, apenas pasé la punta de mi lengua recogiendo en el camino toda su miel, apenas rozando su clítoris, lo suficiente para hacerla contraer y gemir, y volví a lamer, sus labios exquisitos.

La entrada a su útero que no paraba de emanar jugos de placer, su hermoso esfínter que parecía no oponer resistencia al avance certero de mi lengua, la sentí venir, como culminando lo que estaba resistiendo, se contrajo en mi boca, su rostro se ladeó desencajado mientras jugaba con sus dedos en sus pechos, apretando su pezones, los gemidos se hicieron gritos contenidos, fue hermoso…

Después de ese orgasmo que pareció partir la tierra, Fiorela retomó el control, como cuando habíamos empezado, solo me empujo y me hizo acostar en el piso, vino sobre mi como una hembra en celo, me montó y comenzó a cabalgarme, moviendo sus caderas en una forma loca y sexi, la penetraba bien profundo, ella tomó su garrote y empezó a lamerlo como si fuera una verga, muy fálico, provocando mi visual, algo que un hombre no puede resistir, y ella lo sabía….

Y por si fuera poco lo llevó a su trasero y lencamente se lo fue enterrando en el culo… mierda, ella me miraba profundamente, sabiendo que lo que hacía me volvía loco…

Sentía en ese objeto entrando y saliendo de su trasero, rozando una y otra vez contra mi verga que movía en el canal de adelante, me sentí venir y ella lo notó, apuró los movimientos de sus caderas, y de su penetración anal, volvieron los gemidos, y al final llené su cueva de leche….

Seguimos jugando un buen rato a ladrón y policía, sin pensarlo me terminé cogiendo a mi vecina, a una mujer hermosa, con toda la experiencia, que tenía casi la edad de mi madre…

Como dije, esto pasó hace un mes, ahora las cosas están confusas para mí, porque Fiorela toma estos encuentros como un juego sexual, pero yo tontamente me estoy enamorando de ella, y honestamente no se que hacer, ella me lleva demasiados años, que decirle a mis padres? que decirle a mi novia? que decirle a ella?

Si eres mayor de edad puedes escribirme a con título ’CONTROL POLICIAL’ a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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