Relato porno relegando la pena y convirtiendome en toda una zorra

La señora Amalia Marta, después de su doloroso quiebre matrimonial, había sobrellevado su pena de una manera digna y reservada, enfocada solo en la atención de sus  hijos; fue un golpe terrible el haberse percatado de que su marido Andrés Marcelo, le era infiel desde hace años.

El  modo en que descubrió tal engaño fue devastador para ella;  un día sin saber cómo, vio una página de mensajería abierta en el notebook de su cónyuge, en ella alguien de iniciales N. S.  le escribía …

“ Podríamos repetirlo, fue exquisito” … Con  posterioridad habiendo adivinado la clave de ingreso de dicha página, lo que resultó simple ya que la contraseña era la fecha de su cumpleaños, pudo observar innumerables fotografías de corte pornográfico, en las que aparecía su marido desnudo efectuando sexo de diversas maneras con una mujer desinhibida hasta la exageración; particularmente le llamó la  atención una foto en la que ella miraba hacia arriba ejecutando sexo oral a su cónyuge … Sí era a su cónyuge.

Amalia Marta conocía en detalle las formas de su marido;  todas las fotos venían con textos escritos por la mujer y también con expresiones de Andrés Marcelo, tales como “¿Te  das cuenta que eres mío, te queda alguna duda? …”Yo soy tu  premio mayor, nadie te lo hace mejor que yo” … “Amor estar en ti es estar en el cielo. Eres la mujer de mis sueños. ¡Tú sí que eres una hembra! “ …

Todo eso ya pertenecía al pasado, Andrés Marcelo ya hace dos años que había abandonado el hogar y desde luego por los  hijos mantenían cierta cordialidad en el trato, cuando este cada quince días visitaba y dejaba dinero correspondiente para la manutención de la familia; Amalia Marta no lo odiaba, pero prefería guardar distancia con él y solo intercambiar las palabras indispensables

Lo entregado por su marido alcanzaba para pagar las cuentas y comprar los alimentos que se requerían, pero nada más, ella llevaba años vistiendo de manera sobria con ropajes amplios de colores oscuros, ocultando su cuerpo incluso hasta de su mirada, por considerar vergonzoso el auto exhibirse; no obstante su rostro  sin maquillaje no podía ocultarlo y en la feria de chacareros ya varias veces la habían llamado “bella señora”, “reina de ojos  lindos” o atrevidamente decirle “ añoraba ver esos labios de  cereza”.

Le era imperioso conseguir algún empleo con  urgencia y para ello una amiga le había prometido obtener  alguna posibilidad en la Casa de la Cultura del Municipio, por  cuanto aquella tenía una amistad con la directora de ese  departamento municipal.

La separación y su tristeza ya no existían en el espíritu ni en  los pensamientos de Amalia Marta, sin embargo le era inevitable soslayar el hecho de haber vivido varios años con su  ex, existían noches en las cuales se descubría abrazando con  esmero la almohada en posición fetal.

Sí, habían días en que  recordaba ser un objeto sexual para su marido, es cierto que  en esa época eso le parecía reprochable y de cierta indignidad,  ella hubiera preferido un sexo más amoroso e impregnado de  ternura y no aquella actividad mecánica de su marido; no  obstante en su situación actual, resignada, deseaba volver a  ser “ocupada” de esa manera, en realidad de cualquier manera  por su marido.

Mientras acostada, cruzaba las piernas apretándolas en la oscuridad, caía en la cuenta que no era  precisamente a su marido lo que necesitaba en esos  instantes… ella necesitaba un hombre que la hiciera sentir;  eso, hacerla sentir y que aplacara esos síntomas febriles nocturnos que se estaban convirtiendo en algo de continua ocurrencia.

Sabía que una necesidad en forma paulatina se  estaba apoderando de su persona, una necesidad que ya no  era fácil de controlar racionalmente y que la inducía y  compelía a efectuar acciones inadecuadas. Una noche su hijo menor de once años le pidió que le lavara el cabello en el  lavatorio del baño.

_ Es muy incómodo hijo, mejor te lo lavo en la tina _ _ Pero ahí tendré que lavarme entero _

_ ¿Y si te metes en la tina y yo te lavo?

_ Bueno, también me pasas el jabón por la espalda _ _ Seguro, sácate la ropa y te metes en la tina. _

Amalia Marta, cariñosamente empezó a pasar la esponja a su hijo que estaba de espaldas; esparció abundante jabón en los hombros, espalda, glúteos y piernas del niño, que sentía con agrado esas caricias; el shampoo provocó una gran espuma  en su cabello.

_ Date vuelta, para jabonearte adelante_

_ Mamá, no puedo abrir los ojos por la espuma_ _ No los abras, es solo un rato _

Amalia Marta, pasó el jabón por el pecho y el abdomen del  niño y esparció espuma en sus genitales.

_ Mamá, me da cosquillas. _

_ Parece que no te lavas nunca por aquí, te dejaré muy  limpio_

Instintivamente, manoseó los testículos y el prepucio al  jabonear; el hijo tuvo una erección. La madre, con mucha  suavidad, inició una lenta masturbación a esa erección.

_ Mamá, me da cosquillas._

_ ¿No te gusta? Vas a quedar muy limpio cariño. _ La erección se extendió.

_ Vas a quedar limpiecito_ Le dijo mientras le besaba su  rostro y su pecho.

_ ¿Quién es el bebé de mamá?_

_Yo mamita _

_ Ahora a enjuagarse bien, secarse y a dormir _ le decía sin  soltar el miembro del niño, que erecto en su totalidad, no era tan pequeño.

_ Ahora, bien sequito, para que duerma toda la noche mi niñito, a ponerse el pijama _ Al pasarle el pantalón del  pijama, continuó besándolo, esta vez la panza y el pene en  forma rápida; al ver el glande rosado del niño, no pudo sustraerse de volver a besarlo, pero esta vez succionando y  pasando su lengua de manera fugaz.

_ Ahora, hacer tuto y soñar con los angelitos_

Lo cubrió y salió de la habitación.

_ ¡Dios mío qué hice, me he vuelto loca, en qué tengo la cabeza! _ Pensó para sí. Con el corazón agitado aun, se  consoló diciéndose “ No es para tanto, es mi niño precioso y lo beso todo lo que yo quiera” Sin embargo, en su fuero interno percibió una contradicción … “ su pene erecto estaba lindo y más grande de lo que suponía, eso me impulsó a besarlo, me  excité sin pensar en lo que hacía; esto no puede ser y no se repetirá, aunque me pida que lo bañe “ … “No hijo, usted ya está grandecito y debe bañarse solo “ …

Amalia Marta, tenía la convicción de ser una mujer seria y reservada, aquel impulso irrefrenado que realizó la  descolocaba, sentía como si hubiera infringido una norma  moral intrínseca a su ser, un comportamiento ajeno a ella.

A  los pocos días se percató que su traspié no había tenido consecuencias, el trato con su hijo siguió dentro de la normalidad acostumbrada y tampoco notó que a él le hubiera  afectado de alguna manera… “De seguro, como ocurrió tan rápido, no alcanzó a tomar conciencia de lo que su madre  hizo, debió pensar que fue una jugarreta inocente entre madre  e hijo… ¿Fue dentro de un juego inocente? Sí, lo fue de su  parte… pero lo que yo hice fue un impulso por una fugaz  excitación, una acción pecaminosa de mi parte, no fue un acto  involuntario, recuerdo que desee hacerlo”.

Dejó de pensar en  aquello que dio por superado; no obstante se resignó a  aceptar que habitaba en su interior una latencia, que no  acertaba a definirla ¿Era una perturbación? ¿Un deseo  reprimido? ¿Una habitualidad sexual impuesta y adquirida  que reaparecía con inusitado brío?

En efecto, ella había  amado a ese marido lujurioso que la despreció y abandonó; el  la había acostumbrado a realizar ciertas prácticas sexuales  que eran parte de lo que consideraba la normalidad conyugal,  por ejemplo, en ocasiones, ella debía efectuarle un sexo oral  interminable, “por algo era su mujer”; dicha práctica durante  años, estaba internizada en su psiquis y era parte de su propia  erotización para “solicitar” que él la penetrara; la continuidad  de aquella práctica siguiendo las directrices del marido, la  convirtieron en una experta en sexo oral, sabía exactamente las maniobras, la velocidad y puntos en los cuales centrarse  para provocar la mayor excitación en su cónyuge y sentir  orgasmos continuos succionando ese biberón de carne palpitante; muchas veces no necesitaba de la penetración para  conseguir sus propios orgasmos superlativos … ella amaba lo  que su lengua provocaba; así y todo era uno de los rituales  consensuados que ella realizaba para que el “accediera” a  penetrarla, como si se tratara de una dádiva que él le concedía  en pago a que ella había ejecutado bien su tarea.

Todo eso,  indica un sometimiento sexual, que en realidad hubo, sin  embargo ella estuvo acostumbrada a aquello y le agradaba, porque esa sumisión le producía orgasmos deleitosos; en  otras palabras ella había sido inducida, educada y  domesticada a aceptar como verdadero ese comportamiento  sexual, que ya estaba entronizado en ella.

Ya habían transcurrido dos años… dos años de abstinencia,  ni una caricia, ni un beso; algunas veces deseó pedirle a su  marido, que por último, “por gimnasia” le realizara el acto  sexual, porque no era “hacer el amor”, era solo para aliviar el  deseo sexual abstracto que en su cuerpo se atormentaba; pero  la indiferencia que también era resentimiento pudo más, no  deseaba nada de ese hombre, incluso le molestaba escucharlo  hablar.

El “incidente” que ocurrió con su hijo no fue el único que  Amalia Marta sufrió de manera inconsciente, podríamos  agregar que también con cierta “voluntariedad” de su parte;  descubrió que viajar a las horas peak en el metro de la ciudad era inevitable ir en un carro atiborrado de personas apretadas entre sí, decir que estuvieran de pie seis personas en un metro cuadrado era bastante factible y común a esas horas, que eran  las de entrada y de salida laborales; en dicha situación, muy corriente por lo demás, se producían escenas anónimas muy curiosas.

En una ocasión quedó apretada al medio entre cinco hombres y de una mujer en un costado, ella terminó tras la  espalda de tres de ellos, sus pechos quedaron adheridos en la espalda de uno; con el vaivén del tren sus pechos quedaron duros de excitación lo que produjo mucho acaloramiento en ella cuándo bajó en la estación de destino.

En otro viaje sintió tangiblemente que una mano apretaba sus glúteos, no realizó ninguna acción, con los ojos cerrados aceptó ese “toqueteo” y  hasta le agradó, nunca supo cuál fue el “manilargo” aquel.  También sucedió que de ir tan apretujada en un vagón, con la mano izquierda afirmada de uno de los sujetadores, la mano derecha le quedó oprimida entre varios cuerpos, sin poder moverla de un lado a otro, sintió que esa mano estaba pegada al miembro viril de un hombre al cuál no le podía ver el rostro y sin poder determinar si era el que ella creía o era del que se  encontraba junto a él, al cual tampoco le veía el rostro; ese  miembro endurecido se apegó a su mano y en uno de los  movimientos del tren sus dedos lo apretaron y lo mantuvieron  apretando un buen rato, no pudiendo evitar acariciar ese  “paquete”; nunca supo quién era el dueño de aquel  instrumento, y afortunadamente menos se pudo saber de quién fue la mano…

Esas experiencias eróticas de metro, hacían que se bajara con el corazón totalmente exaltado por  obtener una felicidad furtiva; experiencias como esas se  sucedían con asiduidad, ella se complacía de que sucedían en  el absoluto anonimato de su persona, a ella la toqueteaban,  apretaban eventualmente sus pechos y glúteos, la  “punteaban” sin que ella pudiera atinar a efectuar algún  rechazo, puesto que sus movimientos no eran posibles;  tampoco podía averiguar quién o quienes la agredían; en  contraposición, también ella acomodaba rozar sus pechos en  algún pecho, brazo o espalda de un tipo incognito; más de una vez su mano se aferró “sin querer” a partes masculinas de un  desconocido compañero de trayecto.

En las noches, al dormir, en sus sueños se reflejaba el estado  de confusión, delirio y apetencias que su persona de manera  inconsciente se encontraba; en ellos de una manera difusa  aparecía desnuda en un vagón de tren repleto de hombres que  la tocaban y pasaban su cuerpo de unas manos a otras y ella  con los ojos cerrados dejándose llevar, luego esa imagen  desaparecía y era reemplazada por otra en la que aparecía  masturbando a un hombre que a veces tenía el rostro de su  hijo; despertaba asustada y conmovida con el corazón  sobresaltado, iba al baño silenciosa para pasar por su cuerpo  una esponja húmeda que le calmaba la sobreexcitación; por  un largo tiempo sus sueños habían reflejado tristeza y  desolación, eso cambió, ahora todas las noches se hacía carne  en su cuerpo el deseo.

Un día de mañana, hallándose sola en casa, recién  levantada, vestida con una bata y calzando pantuflas, cuando  se disponía a desayunar, escuchó el timbre de su hogar, por la  puerta entreabierta preguntó quién era y que deseaba.

_ Señora, vengo de la compañía de su operador de televisión  de cable, a cambiar el decodificador _

_ Nosotros no hemos solicitado ningún cambio_

_ Esto corre por cuenta de la compañía que está renovando  los equipos para optimizar la señal. En realidad, es un servicio  gratuito que presta la empresa a sus afiliados_

_ ¿Va a demorar mucho?_

_ No, es solo cambiar un aparato por otro_

_ Está bien, pase_

Ella con los brazos cruzados permitió que el tipo entrara, se  trataba de un hombre de mediana edad, moreno, de  contextura gruesa, tosco, de rasgos rudos…

_ En ese dormitorio está el aparato_

_ Perfecto. Y… ¿Usted está sola en casa?

_ A qué viene esa pregunta ¿Usted es un asaltante? _

_ Por supuesto que no… pero podría serlo, hay mucha  delincuencia en estos días ¿No cree usted?_

_ Eso dicen_

_ Y usted tan solita en la casa ¿No le da miedo?_

_ Sí. Es para tener miedo eso de ser asaltada y que a una le  roben todo ¿Es para asustarse no? _

_ Ya está. Eso era todo. Vio que fue rápido_

_ ¿Y quedó bien? _

_De lo mejor_

… El hombre se acercó a veinte centímetros de ella…

_Quizás no le roben nada y solo quieran algo de usted, una  señora tan linda…_

A ella le fue imposible evitar que un rubor intenso cubriera sus mejillas, denotando con claridad que  esas palabras sí habían provocado un efecto; el hombre muy  próximo a ella se dio cuenta de inmediato de aquello y actuó en consecuencia; le abrió sin dificultad la bata y apretó sus  pechos por encima de su delgada camisa de dormir; Amalia Marta quedó paralizada, en shock, sin atinar a decir nada ni a efectuar ningún movimiento.

_”Por ejemplo, coger este  cuerpo tan delicioso” …Y sin despegarle la vista, apretó con  fuerza por algunos segundos los pezones, frotándolos con el  pulgar

_”Así quietecita, como una perrita con el trasero levantado”

El hombre bajó su brazo derecho e introdujo su  mano bajo el calzón y con sus dedos acarició la vagina de Amalia Marta, eso tuvo la duración de un instante…

Sonó el  timbre y el hombre en una rápida acción cerró la bata, agarró su maletín de herramientas y se acercó a la puerta de salida, la abrió y gritó

_¡No es necesario que regrese, la instalación  quedó perfecta!_

Quien tocaba el timbre era un vendedor de plumeros que ofrecía sus productos y asomaba su cabeza

_…  ¿No le interesaría dama? _ Amalia Marta le hizo un gesto  negativo; el vendedor se retiró, cerrando el mismo la puerta.  Ella aun paralizada, tomando aire y reaccionando, sintió  como surgía de su cuerpo un baño de adrenalina o sudor con  efecto retroactivo.

_ ¡Dios mío! ¡No puedo creer lo que  sucedió! Pensó en lo ocurrido. _”

He sido asaltada. No me han  robado nada, no he sido golpeada, no he sido violada; he sido  agredida sexualmente por unas manos fuertes de hombre y no atiné a nada, pudo haberme violado y obligado a satisfacerlo  de cualquier modo, incluso de una manera degradante… ¿Y  yo? …Yo habría accedido a todo, habría obedecido a todo sin  oposición alguna; algo tengo que me insta a acatar lo que se  me impone.

¡Qué mala suerte!… ¡¡Qué mala suerte que haya  aparecido ese vendedor de plumeros!! Se dijo a sí misma,  sintiendo un gustito en su interior… “Así están las cosas  Amalia Marta… ¿Y tú pensabas que eras difícil? ¿Qué a los  hombres les iba a resultar complicado el poder  conquistarte? La verdad es esta, eres fácil y reconócelo  ¡Quieres ser fácil!… Ok. Será fácil…seré fácil, pero no  regalada, no me entregaré, seré fácil para el que llegue y me  tome, más el único orgullo que tendré es que de ninguna  manera me ofreceré; el que quiera tomarme…me tomará” _

*

_Amalia Marta_ dijo su amiga _Ya concerté la entrevista  con la directora, se trata de postular a un cargo de  recepcionista, secretaria, asistente, estafeta, etc. O sea estarás  bajo el mando de la directora para el tipo de labor que a ella se  le ocurra; puedes llegar a ser su persona de confianza y creo  que tu cumples con todas esas condiciones, eres educada,  tienes buen carácter, tienes buena presencia… ¡Eso! Eso es lo  que hay que corregir.

_ ¿Qué hay que corregir?_

_ ¡Mejorar tu presentación! No puedes presentarte con la  apariencia de una dueña de casa que acaba de limpiar el  dormitorio o que finalizó de planchar… Tienes que arreglarte  ese pelo, llegar con una ropa más adecuada y desde luego  maquillarte, eres hermosa pero demacrada ¡Eso no puede ser!;  tenemos unos días para preocuparnos de eso, quiero que  llegues presentable a esa entrevista.

Llegó aquel día, con ropa, zapatos y cartera prestada; el  cabello peinado y el maquillaje adecuado dejó su rostro  irreconocible, lucía hermosa; le costó reconocerse en el espejo,  parecía de diez años menos. La entrevista fue breve, causó una  buena impresión a la directora, que mostró conformidad al  verla simpática, tan solícita y dispuesta al trabajo. _Espero no  equivocarme contigo, pienso que tienes harto que aprender,  pero terminaras siendo un aporte en esta casa cultural,  prepárate, esfuérzate y progresa en esta labor de gestión.  Empiezas el lunes próximo_.

Al poco tiempo Amalia Marta, no solo se adaptaba a su  trabajo, sino que también aprendía todo lo relacionado con  sus funciones; la directora estaba muy conforme con ella, ya  que Amalia Marta llegaba muy temprano, era hacendosa y  atenta a cualquiera necesidad que se requiriera; se retiraba más tarde de la hora de salida, puesto que dejaba todo  preparado para las labores del día siguiente.

Para su progreso la directora la enviaba a algunos cursos de capacitación y  también a encuestar a grupos artísticos que necesitaban el  auspicio de la Casa de cultura; se trataba de grupos musicales,  teatrales y de otras índoles que postulaban a acceder a las  instalaciones de esa institución cultural.

Amalia Marta por lo demás, era la encargada de las llaves de las salas de ensayo y  del auditórium, por lo tanto en breve tiempo llegó a conocer e  iniciar amistad con una variada gama de personas con las  cuales socializaba diariamente, y en ocasiones era invitada a  compartir un vino o a una ingesta de cervezas.

Sin duda su  vida estaba cambiando, disfrutaba su diario vivir, le encantaba  su trabajo, incluso lo que para muchos constituía un fastidio, la vuelta a casa en el metro … para ella era un agrado, ya  dominaba el “cómo comportarse” en ese trayecto atiborrado,  sabía que al no poder estar afirmada en algún barrote, algo  que ya buscaba voluntariamente, ella con los ojos cerrados ,  iba a ser balanceada y conducida entre varios cuerpos,  mayoritariamente masculinos, la apretarían, la tocarían;  impávida disimulaba no darse cuenta, cuando jóvenes  estudiantes disponían sus penes en sus glúteos o algunos  hombres fingiendo mirar en dirección contraria rozaban sus  pechos; no faltaban aquellos que al verla con los ojos cerrados  y sin reacción, descaradamente apretaban sus pechos una y  otra vez.

Ella impasible fingiendo una somnolencia, gustaba  que le aliviaran el ardor en sus pezones, no le desagradaba que  en ocasiones su cara quedara pegada en el pecho de algún  hombre al ser empujada; comprobó que estaba adorando  sentir el fuerte olor a sudor de los machos, un olor que era una  combinación de desaseo y testosterona; estaba convencida que un hombre debía ser hediondo a olor a hombre, no le  agradaban los hombres perfumados; en efecto, para ella no era problema el hedor de una axila varonil, le producía una  especial excitación.

_ “Parece que soy muy hembra en  realidad, con solo sentir el olor a macho me humedezco  entera”_ decía para sí y recordaba con molestia, cuando  sumergida en sus pensamientos, recordaba al vendedor de  plumeros que había estropeado el inicio de algo excitante.  “¡Pobre mi suerte! ¡Lo asustó!… era el perfecto animal que yo  necesitaba, un morenazo que me comiera entera…

Sucedió que al cumplirse un horario, concurrió a una sala de  ensayo para avisar que la sesión concluía; y era tarde, al abrir  la puerta apareció ante sus ojos una escena en el estrado que  la sorprendió; tres actores desnudos se desplazaban en él,  efectuando una especie de movimientos coreográficos.

_Perdón. El horario ya ha finalizado y tengo que cerrar_

_Disculpe, se nos pasó el tiempo, sin percatarnos…ya  terminamos_ Los tres en el escenario con sus cuerpos  totalmente desnudos, la miraban como disculpándose; ella  hace años que no miraba una verga y ahora estaba mirando  tres.

_Danos solo cinco minutos y nos retiramos…espero que no te  ofendas por los cuerpos desnudos, esta es una obra de teatro  de vanguardia que trata sobre el desnudo humano_

_No se preocupen. No es primera vez que veo un hombre  desnudo, terminen y ya vuelvo…_

_ ¡Espera! ¿Puedes ayudarnos? Son solo cinco minutos_ _ ¿En qué podría ayudarlos?_

_Faltó nuestra compañera que hacía esta parte y tú la podrías  reemplazar_

_No. Yo no soy actriz_

_No tienes que actuar, solo estar en su lugar mientras los  personajes te piden que “aumentes tu desnudez”_

_Eso menos, no me desnudaría por nada_

_No te desnudarás, solo subirás un poco tu falda hasta las  rodillas cuando el personaje te lo pida_

_Ok. Solo eso y nada más_

_Es eso nada más_

_…“Es acaso que te cubres para no mostrar la verdad de tu ser, lo que cubre tu alma. ¡Levanta tu falda!”_ Amalia Marta,  en un costado del escenario, siguió las instrucciones que con gestos otro actor le señalaba desde un rincón; levantó su falda  sobre sus rodillas, al tiempo que sonaba una música de fondo.

_”Eso es poco si quieres ser verdadera ¡Súbela más!”_

Miró al actor que instruía con la expresión de que no la  levantaría más. El actor con gestos rápidos y bruscos le señaló que sí la subiera para que no se cortara la tensión dramática…subió su falda hasta dejar a la vista por completo  su ropa interior. El actor que declamaba se arrojó ante ella  tomándole los muslos y gritó _ ¡Ves, la iniciación te abre al  mundo! …Los otros dos actores desnudos aplaudieron, dando  por satisfecha la finalización de ese acto.

_ ¡Gracias! Has sido de gran ayuda_

En ese momento se vio felicitada y rodeada de tres miembros viriles; luego el mayor de ellos, que al parecer era el director le dijo, mientras los otros iban al camerin

_La  desnudez está llena de prejuicios y lo cierto es que llegamos  desnudos a este mundo…Hay que quitarle el morbo a eso_

_ ¡Tienes lindas piernas! ¿A ver, muéstramelas?_

Amalia Marta, iba a decir de inmediato,… ¡Qué cómo se le  ocurría pedirle eso! Pero antes de emitir palabra él insistió

_ ¡Pero, si ya las mostraste, sube la falda!_ Y lo dijo en tono imperativo. Ella, instintivamente no realizaba nada cuando se lo pedían, pero sí cuando se lo ordenaban. Subió la falda.

_Date vuelta. Eso así. Ahora en punta de pies levanta el trasero. Eso está bastante bien, muy bien. Baja la falda. Tú nos podrías servir…_

_Pero yo no soy actriz_

_Eso no importa. Otro día te explico_

Y ese director se retiró con su desnudez, como si nada.

Amalia Marta pensó “¿Están todos locos o la loca soy yo?”  Descubrió que la vergüenza de su cuerpo no era tal; había  participado de una exhibición inaudita para ella, incluso le habían hecho girar para inspeccionar su trasero y ella acató como si fuera parte de ese elenco teatral, además con una  naturalidad que no dejaba de sorprenderle; pensar que ella  vivía tapándose cualquier parte de su cuerpo… “No deja de ser  halagador que un hombre más joven encuentre que mi trasero  está de lo más bien, y estaba desnudo con cosa en ristre. Todo  esto es muy surrealista y dentro de una normalidad ¿En qué  mundo he vivido yo hasta ahora?

*

_Amalia, le presento al doctor Schultze, eminente psiquiatra,  presidente del directorio de nuestra corporación. Traiga dos  cafés por servicio_ Ricardo Schultze era un elegante  septuagenario hombre de cabellos blancos y ojos celestes de  mirada pícara, alto, de muy buena presencia, al cual la edad no le había hecho mella, representaba bastante menos;  Schultze, para decirlo en pocas palabras, era la persona más  importante de aquella entidad de carácter cultural.

_ Ricardo, Amalia lleva algún tiempo con nosotros y ya está  muy adaptada a nuestras labores, es muy servicial y aprende  rápido, es actualmente mi asistente y colaboradora_

_Que bien, Una buena adquisición _ dijo Schultze, mientras  miraba a Amalia Marta fijamente.

_Permiso. Traigo el café_ Dijo ella y retirándose. Mientras la  directora explicaba ante una pizarra, Amalia depositó delante  del doctor las tazas de café con unas galletitas; al agacharse,  sintió una mano a través de su vestido apretando su trasero,  impávida se irguió lentamente. …”Si los auspicios lo permiten  podremos expandirnos…” Hablaba la directora observando la  pizarra y volviéndose hacia el doctor, este ya había sacado la  mano del vestido de Amalia, que se retiró con las mejillas  encendidas.

_Sí, sí, está todo muy claro _dijo el doctor._ Eso es lo que  haremos_ En ese instante sonó el teléfono y la directora lo  atendió. _ Sí diga… ¿Cómo?… ¡Ya llegaron! Muy bien iré  enseguida. Ricardo. Llegó la colección de cuadros, tengo que  recepcionarla_

_Si vaya de inmediato, no demore. Ah., antes dígale a la niña  que me traiga otro café antes de retirarme._

Al rato, apareció Amalia con el café.

_ Dime niña ¿Estás conforme aquí?_

_Sí doctor, me gusta mi trabajo_

_ Parece que tu presencia ahora adorna este lugar, creo que  vendré más seguido. ¿Eres soltera?_

_Estoy separada doctor_

_ ¿Hace mucho?_

_Dos años_

_ ¿Él se fue o tú te fuiste?_

_Él se fue_

_ ¿Mucha tristeza?_

_Si claro, un largo tiempo, pero ya estoy mucho mejor y  trabajando que es lo que yo quería; como se sabe, más que  sufrir una, el problema es que comprendan los hijos, tengo  tres_

_Vaya, vaya, ve mañana a mi consulta, te haré un test clínico,  sin costo desde luego, mejorarás_ Tomando su rostro con las  dos manos Schultze le dio un beso en la boca y luego una  palmadita en el trasero. Te espero mañana a las once a.m._

Al volver la directora le dijo _ Ricardo me dijo que te citó a  su consulta ¡Qué privilegio! Él te ayudará una enormidad, es  una eminencia, ¡Un sabio! Cuéntale todos los problemas que  has tenido; es muy difícil conseguir una hora de atención con

él, ¡Hay que esperar meses! No pierdas la hora_

La consulta era espaciosa y elegante, de muy buen gusto, una  secretaria rubia, la hizo pasar y la instaló en un diván _Luego  el doctor estará con usted_

_ ¿Cuéntame desde el inicio de la ruptura?_ Le preguntó Schultze. Amalia exigida, relató con lujo de detalles todo como  había sido su matrimonio y como fueron los sucesos que  determinaron su término; Amalia respondió con toda  confianza.

_ ¿Sientes que existe un vacío por la falta de sexo con tu  marido?_

_ Hay un vacío_

_ ¿En las noches extrañas a tu marido?_

_No sé cómo decirlo, pero sí extraño el sexo_

_Sigue mis palabras_ Schultze, hablando lentamente, la  indujo a una especie de hipnosis, sin embargo, ella consciente  respondía y se percató que hablaba sin tapujos y sin ocultar  nada; se sentía confiada. _…” Antes temía sufrir alguna  agresión sexual de parte de un desconocido, ahora tengo  fantasías en las que deseo ser abusada por desconocidos”

_ ¿Desconocidos? ¿Varios?_

_No tengo temor a esa experiencia, pero nunca buscaría eso_ _Entonces nunca ocurrirá_

_Ocurrirá… si estoy vulnerable y me toman, en realidad soy  vulnerable, ya me di cuenta de eso._

_ ¿Accederías?_

_Creo que sí_ Amalia soltó compulsivamente unas lágrimas. _Tus lágrimas no son de vergüenza, son de impotencia_ _Sí_

Luego de varias confesiones íntimas de ese tipo, Schultze al  verla tan vulnerable recostada en el diván, le abrió la blusa y  frotó sus pechos que reaccionaron endureciendo los pezones.

_Tan solo eres una gatita en constante celo, es comprensible,  estuviste acostumbrada a ser partícipe de una habitualidad  sexual durante años, que de golpe se termina, es lógico que  extrañes… es como si siempre a las ocho te hubieran dado un postre y de repente ya no te lo entregan más, hay una  carencia; tu no extrañas a quien te entregaba el postre…

¡Tu  extrañas el postre!; por eso si te dan “postre” tú lo tomas, no  importa quién te lo de. Mira yo podría tomarte ahora, pero a  mi edad me basta con acariciarte como a una gatita regalona;  mi consejo es que sigas tu vida y que hagas lo que tienes que  hacer, sin culpa ninguna. Ok. No te gusta seducir ni que  accedan a ti con acartonamientos, deseas algo directo; puede  ser peligroso más no eres tonta, de alguna forma debes  provocar que lleguen a ti; tienes que ser lo que eres… ¡Una  mujer! Y que en tu caso posee bellos ojos, hermosos labios y  un cuerpo atrayente. No necesitas más ¿Se entiende? ¿Debo  ser más explícito?_

_No doctor, ha sido muy claro_

_Y con estos pechitos deliciosos… está claro que tienes mucho  para dar. ¡Te lo darán todo!

*

_” ¿Qué hace una gata en celo? No, no se abalanza encima de  un gato, ni tampoco le pide al gato que la tome…se insinúa y  no al gato ¡A los gatos! Y uno de ellos, el más fuerte y  aguerrido, es el que se apodera de ella…”_

Amalia Marta, por estar en las noches con sus hijos, no  aceptaba invitaciones a fiestas nocturnas, habituales en los  grupos de teatro o del ámbito de los músicos. Decidió que las  aceptaría. Su vestuario había cambiado bastante, ahora vestía  como una oficinista correcta, concluyó que a ello debía  agregarle un toque de insinuidad; la falda se acortaría algo y  más ajustada en la parte de los glúteos, la blusa desabotonaría los primeros botones, para que se notara parte del busto,  quizás sin sostenes y aumentaría el carmín de sus labios.

No sabe cómo terminó en una fiesta de “teatreros” populares,  que se divertían en una vieja casona con muy poca luz y  música indescifrable, en un ambiente humeante de marihuana  y tabaco, en donde las copas de tragos se multiplicaban  ofreciéndolas. Sintió que la tomaban de la mano y la  conducían a un espacio donde en penumbras varias parejas  bailaban; era un hombre joven de ojos brillantes

_Toma_ le dijo, pasándole un gran vaso de licor combinado  con gaseosa. _Bebe, bebe, está delicioso_ Amalia, quizás por  el calor, casi acabó por completo con esa bebida; un cigarro de  marihuana que circulaba entre las parejas llegó a las manos de  su acompañante. _ Ya linda, las damas primero_

Ella lo aspiró  como si fuera un cigarrillo de tabaco, que la hizo toser un  tanto. _Despacio, despacio_ decía el tipo. El hombre, sin decir  nada, introdujo sus manos bajo su remera, subió el sostén y le  acarició los pechos apretándolos con suavidad con unas  manos duras… Amalia se dejaba llevar en un baile  interminable, como interminable era el manoseo del cual era  objeto en la oscuridad; ella no decía nada, solo humedecía de  calor mientras su frente transpiraba; sin dejar de bailar, fue  llevada a un espacio oscuro bajo una escalera de caracol.

_¡Baja la mano!_ le dijo el hombre, de manera imperativa,  como indicando cual era la continuación obvia; ella obedeció y  tomó el miembro viril de aquel extraño; solo sus manos veían  y actuaban con claridad y experticia, lo que sus ojos no podían  ver en la oscuridad, su memoria emotiva no se equivocó un  ápice para dejar ese garrote endurecido en su grado máximo;  el hombre jadeaba, jadeo que se convirtió en un quejido  gutural cuando Amalia comenzó a efectuar un sexo oral de un  grado superior.

relato porno confesiones sexualesAmalia sabía lo que quería, lo que buscaba y eso era solo el comienzo del placer; en su mente se cruzaron  imágenes de situaciones parecidas a las que había vivido con  su marido y consideró que las diferencias no existían … daba lo mismo el hombre que fuera, esa acción de chupar y  succionar la transportaba a un estado de trance orgásmico;  gustaba de esa carne viva.

Al llegar los estertores que avisaban  la pronta eyaculación, el hombre efectuó un leve ademán de  retirar su miembro, ella no lo permitió, se aferró con mayor  fuerza y con su lengua y labios presionó hasta recibir el último  chorro que el hombre expulsó en sus sacudidas finales; Amalia  solo lo soltó cuando terminó de salir la gota final de ese  líquido espeso; el tipo aquel quedó exhausto. Amalia se sentó  en un peldaño de la escala de caracol, aun con su cuerpo  vibrando de emoción.

_ Espérame un momento_ dijo el desconocido; demoró solo  un breve tiempo, para volver con un vaso grande de licor  combinado con hielo.

_Esto es para ti… pero debo retirarme_ El hombre  desapareció de la oscuridad de la casa y salió a la luz de la  calle, según pudo ella ver a distancia. Amalia desconcertada,  no supo que pensar _ “… ¿Qué fue lo que pasó? _ No sabía si  asustarse o solazarse; atónita, se limitó a vaciar el vaso que  sostenía en sus manos.

La fiesta era todo un jolgorio en  penumbras, la iluminación estaba circunscrita solo a  pequeños espacios, donde se retiraban los tragos y la puerta  de un baño a lo lejos; todo en un ambiente de hombres y  mujeres bajo los efectos de la ingesta de alcohol y sin duda el  consumo de drogas diversas; la música, la risa, los gritos  inundaban el lugar, no existía una situación orgiástica, pero sí  los hombres tocaban los traseros de las mujeres que  pasaban…ellas reían, en realidad todo reían; el último sorbo  no la había embriagado pero si relajado y desinhibido…ella también cruzó despacio, donde los hombres toqueteaban en la  penumbra y percibió una decena de manos juguetonas que le  manosearon el trasero y los pechos.

Ya no tenía temor ni aprehensión de ninguna especie, vivía  un rejuvenecimiento, una consideración a su femineidad, era  una alegría, un gozo, una nueva forma de enfrentar la vida.

Miércoles y sábados en la noche, eran los días en que se  dedicaba al esparcimiento, al relajo y a la flexibilidad con sus  nuevas convicciones morales, ya transformadas a su nuevo  modus vivendi; sus amistades habían aumentado en aquellos  circuitos de bohemia pseudo artística que frecuentaba; ella se  enfrascaba en entusiasmados comentarios sobre tópicos de  artistas drogos, que ellos asumían como “profundos”, para que  al cabo de un rato, cuando los tragos y el humo hacían su  trabajo, se iniciaba el espontáneo “todos contra todas” que era  algo así como un acercamiento sexual con quién estuviera más  cerca en ese momento de la noche, desde luego eso no era  norma, pero era lo que usualmente ocurría en aquellas  veladas; la consecuencia de aquello, era que luego de algunas  semanas todos ya se conocían con bastante intimidad.

Amalia era una de las mujeres mayores, pero también una de las más  bellas, por lo tanto muy requerida; ella se decía a menudo “Me  fascina el atrevimiento, nada de preámbulos acartonados,  directo al grano”, ella era fiel a su premisa inicial “Me tomará  el más osado, no importa que sea el más bruto, tosco o feo, soy  una hembra que gusta de los animal”.

En una ocasión ya muy  entrada la noche, el mareamiento y el cansancio habían hecho  mella en ella y decidió que debía regresar a su hogar, fue en  ese instante que un productor teatral le dijo _ ¡Hey, ven aquí!

La levantó en brazos y la llevó a un cuarto donde la depositó  en una colchoneta y sin decir nada la abrió de piernas y bajó  sus calzones y ante ella descubrió una polla endurecida que acercó hasta ponerla frente a su rostro, no dijo nada … Amalia  empezó a mamar inconscientemente, palpitando la  “recompensa final” que tiempo atrás su marido le había  inculcado con perversión, en el adiestramiento sexual del cual era una devota; al igual que una perra, que en lo más alto de  su leva, acepta a todos los que accedan a tomarla; Amalia  pensaba, que su adicción al sexo oral, ella la había elevado a  alturas artísticas, estaba segura de ser una experta de muy alto  nivel en esa actividad; el productor la tuvo fácil, la penetró  hasta saciar su puntual deseo sexual y …se despidió.

Amalia,  no del todo satisfecha, sintió que solo había pasado “el rato”  con aquel tipo … ella podía haber seguido, aquello no había  bastado; tenía claro que mientras más frenético y animal era el  sexo más lo iba a disfrutar … “ algún día, si bajo el amparo de  cierta privacidad fuera posible, podré comportarme como la  perra que en realidad soy y terminando con uno seguir con  otro, o con más de uno al mismo tiempo, como una perra que  busca el desahogo completo para no quedar con ninguna de  las ganas insatisfechas” … Esa era su fantasía que le  atemorizaba y excitaba a la vez, quedar con la sensación de  que ya no falta nada más, poder decir que ya no existe  apetencia sexual que no haya experimentado.

Las citas con Schultze continuaban y ella le contaba todo al  comprensivo doctor.

_ ¿Doctor es esto normal? ¿No será un comportamiento  errático el mío?_

¿Qué es lo normal? …¡Lo que la mayoría acostumbra a  realizar? ¿Todas las personas son iguales? ¿Has perjudicado a  alguien? ¿A quién has hecho daño? Si respondieras a esas  preguntas, concluirías que tu persona y tu vida es algo solo  tuyo, que transcurre sin hacer el mal y eso ya es algo positivo;

tu buscas una gratificación, una satisfacción y si eso te agrada,  te entretiene …¡Qué importa el resto?; no tienes culpa de la  cual hacerte cargo…¿Has matado a alguien? ¿O sí? Schultze  adoraba la personalidad de Amalia Marta, gozaba con el haber  desentrañado un mundo erótico en una mujer convencional.

Entre las personas que visitaban aquella entidad cultural,  estaba M.A.C., ingeniero de mediana edad, amigo de la  directora, un hombre caballeroso, de buenos modales, con  fama de ser un buen partido entre las mujeres de aquel  círculo.

_ Es un galán _ le dijo la directora, un verdadero gentleman,  muy codiciado y no solo por ser un hombre de sólida situación  económica, además por lo guapo que es. _”Guapo sin duda”  pensó Amalia, quién muy servicial lo atendía cada vez que se  apersonaba a la oficina de la directora.

A M.A.C. no solo le  causó una grata impresión la imagen de Amalia, sino que  también apreció que en aquella mujercita, se visualizaba una  presa fácil de conquistar…lindos ojos, cinturita, sus pechitos,  buen trasero _”No está nada, nada de mal” _fue el  pensamiento básico del maduro galán. Y sucedió lo predecible,  privadamente invitó a Amalia, ella aceptó invitaciones a cenar  a restaurantes, viajes a la costa por el día, flores varias…en fin,  tratada como una reina.

_Quiero decirte que tú me gustas_ fue lo que le dijo. Para  Amalia, esa sola frase le obstaculizó de inmediato toda la  excitación sexual que en su fuero interno esperaba; lo que de  verdad ella exigía era silencio, prisa y brutalidad.

En todo  caso, fueron tantas las atenciones y los regalos que no hubo  problema para ella ir a la cama con él y fiel a su pavloviano  adiestramiento procedió a tratar de excitarse ella y  consecuencialmente excitarlo a él; esa parte del sexo oral era para ella una especie de meditación erótica que la retrotraía a  disfrutar de lo que tenía aprendido; M.A.C. enloqueció de  felicidad al ver a esa bella mujer aferrada a esa parte de su  cuerpo y luego desarrollar una faena de sexo completo, en  especie de ritual mecanizado donde no se descuidaba ni el más  mínimo detalle de eroticidad en lo que a proveer placer se  refiere.

Dadas las atenciones recibidas y a las continuas  solicitudes de su compañía por parte de M.A.C., ella accedió  complacer un par de veces más a ese hombre tan admirado y  anhelado por muchas mujeres y que para Amalia Marta no; y  en especial cuando M.A.C. le hablaba con voz de enamorado,  eso le provocaba una reacción desalentadora… no era lo que  buscaba, ella necesitaba un placer más cercano a lo salvaje,  algo muy lejano al comportamiento acartonado, galante y  siútico de M.A.C. No volvió a aceptar ninguna nueva  invitación, pese a que los llamados y mensajes de él no  cesaron y ya sin excusas le señaló que no insistiera que su  negativa era permanente. Deseaba estar sola con sus hijos.

Amalia Marta nunca desatendió asistir dos veces a la semana  a las reuniones con sus distendidas y bohemias amistades que  ya abarcaban un círculo muy amplio, tanto así, dada la  rotación de grupos que accedían al Centro cultural, que a  muchas personas las volvía a encontrar después de un largo  tiempo, siempre se allanaba a conocer nuevos amigos; fue así  que en una de esas noches, en la que el consumo de alcohol y drogas abundaba, ya frisando las últimas horas de la  madrugada, solo en el lugar quedaron ella, una amiga llamada  Marión y cuatro hombres que aprovechaban hasta lo último  que quedara de esa velada. Uno de ellos preguntó a Marión

_Marión. Tú que eres tan aguerrida ¿Has participado de un  trio sexual?_

_ ¿Y por qué esa pregunta?_

_…Es una pregunta de adultos ¿Si es que puedes  responderla?_

_Sí, claro_

_ ¡Sí has participado!_

_Sí. Nada tan extraordinario_

_ ¿Quedaste muy agotada?_

_Los agotados fueron ellos_ Respondió Marión soltando una  trasnochada carcajada.

_ ¿Lo harías de nuevo?_

_Depende de la oferta_

_ ¿Y si la oferta fuera bastante “grande”?_

_La aceptaría. Me gustan las ofertas grandes_

Al mismo tiempo, otro de ellos preguntó a Amalia.

_ ¿Y tú has participado en un trio con hombres?_

_No.Nunca ni nada que se le parezca_

_ ¿Y lo harías?_

_…Tendría que estar en esa situación. Eso no depende de mí_ _ ¿Y si no depende de ti, de quien si no?

_De los machos valientes_ Amalia se arrepintió de inmediato  de lo que dijo en un principio, pero al ver que quién  preguntaba era un hombre joven, grueso, de espadas anchas y  labios brutales; accedió a pensar que su respuesta fue atinada.

_ ¡Aquí hay machos valientes!_

_ ¿Y?_

_ ¿Y qué?_

_ ¿Dónde está la valentía?_

El hombre se abalanzó sobre ella,  que estaba recostada en un sillón; con su mano izquierda tomó las mejillas de Amalia, entreabriendo su boca, en la cual  introdujo una amarga lengua para iniciar un beso con desatado deseo; ella cerrando los ojos respondió con vehemencia a ese grosero ósculo, demostrando que en esos  ámbitos, la que de verdad dominaba era ella; fue un  prolongado y sostenido beso violento y grotesco, sin abrir los  ojos sintió como soltaban su sostén y levantando su falda  bajaban su braga, al instante que manos apretaban sus pechos  y dedos pellizcaban con intermitencia sus pezones; otras  manos apretaban sus glúteos y sobajeaban su vagina  provocándole un ardor incontenido; no quería abrir los ojos…

La estaban tomando como quisieran y como ella lo deseaba, no  podía sustraerse al estremecimiento que abarcaba su cuerpo  en un vértigo de bocas que succionaban sus pechos y lenguas  que lamian su vagina; tiritaba entera de placer, mientras sus  manos se afirmaban en hombros, su boca besaba un velludo  tórax deslizándose hasta alcanzar un enhiesto pene al que  aferró su boca chupando con frenesí; voluntariamente y a  ciegas, sin saber cómo, se percató que la tenían en cuatro con  el trasero levantado y toscas manos abrían sus nalgas  hurgando bruscamente como penetrarla y luego conseguirlo;  estaba atravesada por su boca y vagina, mientras su mano  masturbaba a un tercero…

En un ritmo vertiginoso los hombres  se turnaban, de un momento a otro apretaba con sus labios  otra verga y era otro el que la penetraba por debajo, al instante  que un tercero llenaba su trasero con saliva; mojada  completamente su cabello despedía chispas de sudor en un  movimiento sin interrupción ; de repente en el tráfago que su  cuerpo era sometido, fue una penetración anal que forzó que su boca abierta emitiera un grito de placer que provenía del  fondo de sus entrañas, lo que su pudor mental nunca se había  permitido, era ahora su cuerpo el que se rendía sin límites a  esa sensación de envilecimiento que buscaba en sus fantasías  más oscuras y que en este momento se estaba concretando,  un placer en la inconsecuencia total; ser “tomada”, avasallada,  usada, sin preguntas ni delicadezas de ningún tipo; los  hombres en su engolosinamiento en consideración a la  facilidad otorgada , se aprovecharon de ese cuerpo con  brutalidad hasta saciar el último ímpetu orgásmico que  poseyeran …

Ya amanecía. Ellos dejaron la ropa de ella en un  costado y la cubrieron con un cubre sofá; Amalia exhausta y  aún con notorios estertores involuntarios de su cuerpo, cayó  en un trance de alivio insuperable, un clímax sensorial  insospechado, que solo fue levemente interrumpido por las  palabras de Marión.

_ ¡Qué noche! No puedo negar que lo disfruté a concho. ¿Y  Tú? Algo vi. Te comían como una jauría hambrienta ¿Te  maltrataron?_

_ ¡Sí, me maltrataron como nunca! Ojalá me maltraten así  todas las noches_

_ja jajá ¡Qué pícara eres! Eres una compañera grandiosa. Hay  que repetirlo ¿No crees? … se dieron un festín con nosotras;  claro que con otros, mejor variar ¿Te parece?_

_ Claro con otros…con los mismos, con los que sean ¡Con  todos! El festín fue nuestro._

_ Jajá ¡Qué divertida eres amiga! Tú sí que eres una amiga con  la que puedo contar_

Después de aquel acontecimiento perpetrado lejos de su  ámbito habitual y con partícipes solo de paso en la ciudad, hombres a los cuales Amalia Marta no conocía ni tampoco  había visto antes; pensó que fue parte de un sueño o de algo  imaginado, sintió que fue ideal que haya ocurrió con tipos que  quizá nunca más volvería a ver, aunque lo disfrutó de tal  manera, que sin duda lo repetiría con aquellos; Marión  tampoco los conocía, según dijo eran invitados de una  compañía teatral itinerante.

*

Amalia percibía con certeza que había traspasado barreras,  algo inimaginable para ella poco tiempo atrás ¿Qué fue lo que  ocurrió?

Trató de explicarse racionalizando como se fueron  concatenando las situaciones y llegó a la convicción que  primero sucedió la separación de su marido, el abandono,  separación que ella nunca quiso, los días, semanas, meses de  tristeza y de … abstinencia; su marido la tenía pavlovianamente acostumbrada a una continua experiencia  sexual determinada, cuyo objetivo primario era la satisfacción sexual de él…

Pero dicha práctica y costumbre se convirtió  también en su modo de desahogo sexual habitual; eso  drásticamente se terminó de golpe, en un principio ella no notó esa carencia, más con el paso del tiempo su cuerpo le  indicó una necesidad; sus ensoñaciones se coparon de enervantes fantasías sexuales, paulatinamente sus sensaciones se sexualizaron y se volvió vulnerable, accesible a cualquier  hombre que tuviere un mínimo de perspicacia al respecto, sin  embargo mantenía una timidez mal entendida y falta de  arrojo…

Se convirtió en una mujer deseosa de sexo, pero  imposibilitada de expresarlo; ella jamás daría un primer paso,  no obstante el que la tomara, la tendría. Así de simple.

Por tanto, se transformó en la fiel compañera de aventuras de Marión, que sí buscaba y conseguía ocasiones de satisfacción  carnal; en otras palabras, Amalia Marta no buscaba hombres,  Marión se los ponía por delante, segura de que ella no le  fallaba como puntual partner para las situaciones que se  presentaran; y como es comprensible para mujeres maduras  que descubren el sabor de las aventuras nocturnas, no  desperdician oportunidades, ya que consciente o  inconscientemente saben que no están para perder el tiempo,  ni tampoco para quedarse con las ganas de algún deseo  insatisfecho de reactivación continua.

Algo sucedió que llegó a trastocar en parte esta nueva vida  de Amalia Marta; su hija mayor le comunicó que su padre  regresaba a su hogar, más correcto señalar que volvía a su  casa. Todo esto a raíz de estar sufriendo graves problemas  económicos, que le dificultaban pagar los gastos de dos casas,  con el agravante de haber terminado su relación de pareja, de  una manera conflictiva, con la mujer que convivía.

A los pocos días llegó el marido con un par de maletas, sus  hijas le habilitaron una habitación, a la cual tenía todo derecho, pues todo cuánto había en esa casa fue comprado por  él. Le señaló a Amalia Marta que no se preocupara, que no interferiría para nada en su vida personal y que esperaba que existiera una sana convivencia entre ambos.

Amalia a su vez le  indicó que respetaría su forma de vida y le rogaba que no le  preguntara nada sobre sus actividades ni relaciones de  amistad, por cuanto ahora ella tenía muy ampliado su círculo  de amistades y que eso ni por nada lo cambiaría, ya que le  hacía muy bien para su sanidad mental y espiritual. El  accedió.

El paso del tiempo en aquel hogar transcurría con total armonía, cada cual en sus particulares quehaceres. Desde luego, los fines de semana por lo general, Amalia trasnochaba  y disfrutaba las distracciones que la noche le deparaba.  Sucedió una noche en la que los hijos no estaban, Amalia en la cocina realizando algunas labores de hogar, se volvió de  repente y vio a su marido en la puerta.

_ ¡Me asustaste! ¿Deseas algo?_

_Sí. Deseo conversar contigo, en buenos términos claro, en  ningún caso para discutir por algo_

_ ¿De qué quieres conversar?_

_Durante la separación nuestra ¿Has tenido relaciones  sexuales?_ El rostro de Amalia se ruborizó y nerviosa solo atinó a preguntar _ ¿Y por qué esa pregunta?_

_Es solo un sinceramiento, yo muchas veces y no solo con mi  ahora ex pareja, conozco mujeres y pienso que en más de dos años, algo habrás tenido, es lo más lógico, es algo natural.  ¿Tienes algún novio?_

_ No, no tengo novio_

_ ¿Pero alguna aventura habrás tenido?_

_Sí, alguna_

_ ¿Alguna o algunas?_

_ Digamos que algunas_

_ ¿Y has disfrutado?_

_Me han tratado bien, cuándo ha ocurrido, prefiero no hablar  de eso_

_ ¿Con algún novio circunstancial?_

_Te dije que no tengo ni he tenido novio_

_ ¿Y sin emparejarte con nadie, entonces cómo? _

_Encuentros_

_ ¿Encuentros con alguien o con varios?_

_Te dije que no me gusta hablar de eso_

_ ¿Cuéntame, nos estamos sincerando no?.. Qué más da, si ya  estamos separados sentimentalmente hace años…_

_ Con varios… Ha pasado mucho tiempo en realidad._ _ ¿Se puede saber con cuántos?_

_No sé ¿Y qué te importa cuántos hayan sido?_ _De seguro, ahora disfrutas más del sexo que antes_ _Antes también disfrutaba del sexo_

_ ¿Y ahora más?_

_Sí claro ¡Mucho más!_

_ ¿Y cómo elegís a tus galanes?_

_…Yo no ando buscando galanes_

_ ¿Entonces cómo?_

_No soy tan exigente_

_ ¿Pero estarás con quien te guste?_

_Estará conmigo quien guste de mí_

_Y… si me gustaras ¿Qué tengo que hacer?_

_ ¿Se te olvidó?_

_Cuándo eras mía, yo te tomaba cuando quería, pero ahora no eres mía_

_No soy de nadie… pero igual me toman_

_Eres… ¡Una zorrita!_

_Recuerda que a ti te gustaban las zorras…_

_Me siguen gustando y mejor si es una en casa_

_ Puede ser, pero no exijas exclusividad, eso ya no puede ser en ninguna circunstancia._

_Estoy de acuerdo. No nos exijamos exclusividad.

Amalia Marta volvió a ser el objeto sexual de su marido. Lo diferente, es que también lo era de otros sin ningún obstáculo que lo impidiera… la paz en su espíritu era plena, la dicha en su cuerpo resplandecía.


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

En vivo ahora

Deja un comentario

esposasymaridos