La señora Amalia Marta, después de su doloroso quiebre matrimonial, había sobrellevado su pena de una manera digna y reservada, enfocada solo en la atención de sus hijos; fue un golpe terrible el haberse percatado de que su marido Andrés Marcelo, le era infiel desde hace años.
El modo en que descubrió tal engaño fue devastador para ella; un día sin saber cómo, vio una página de mensajería abierta en el notebook de su cónyuge, en ella alguien de iniciales N. S. le escribía …
“ Podríamos repetirlo, fue exquisito” … Con posterioridad habiendo adivinado la clave de ingreso de dicha página, lo que resultó simple ya que la contraseña era la fecha de su cumpleaños, pudo observar innumerables fotografías de corte pornográfico, en las que aparecía su marido desnudo efectuando sexo de diversas maneras con una mujer desinhibida hasta la exageración; particularmente le llamó la atención una foto en la que ella miraba hacia arriba ejecutando sexo oral a su cónyuge … Sí era a su cónyuge.
Amalia Marta conocía en detalle las formas de su marido; todas las fotos venían con textos escritos por la mujer y también con expresiones de Andrés Marcelo, tales como “¿Te das cuenta que eres mío, te queda alguna duda? …”Yo soy tu premio mayor, nadie te lo hace mejor que yo” … “Amor estar en ti es estar en el cielo. Eres la mujer de mis sueños. ¡Tú sí que eres una hembra! “ …
Todo eso ya pertenecía al pasado, Andrés Marcelo ya hace dos años que había abandonado el hogar y desde luego por los hijos mantenían cierta cordialidad en el trato, cuando este cada quince días visitaba y dejaba dinero correspondiente para la manutención de la familia; Amalia Marta no lo odiaba, pero prefería guardar distancia con él y solo intercambiar las palabras indispensables
Lo entregado por su marido alcanzaba para pagar las cuentas y comprar los alimentos que se requerían, pero nada más, ella llevaba años vistiendo de manera sobria con ropajes amplios de colores oscuros, ocultando su cuerpo incluso hasta de su mirada, por considerar vergonzoso el auto exhibirse; no obstante su rostro sin maquillaje no podía ocultarlo y en la feria de chacareros ya varias veces la habían llamado “bella señora”, “reina de ojos lindos” o atrevidamente decirle “ añoraba ver esos labios de cereza”.
Le era imperioso conseguir algún empleo con urgencia y para ello una amiga le había prometido obtener alguna posibilidad en la Casa de la Cultura del Municipio, por cuanto aquella tenía una amistad con la directora de ese departamento municipal.
La separación y su tristeza ya no existían en el espíritu ni en los pensamientos de Amalia Marta, sin embargo le era inevitable soslayar el hecho de haber vivido varios años con su ex, existían noches en las cuales se descubría abrazando con esmero la almohada en posición fetal.
Sí, habían días en que recordaba ser un objeto sexual para su marido, es cierto que en esa época eso le parecía reprochable y de cierta indignidad, ella hubiera preferido un sexo más amoroso e impregnado de ternura y no aquella actividad mecánica de su marido; no obstante en su situación actual, resignada, deseaba volver a ser “ocupada” de esa manera, en realidad de cualquier manera por su marido.
Mientras acostada, cruzaba las piernas apretándolas en la oscuridad, caía en la cuenta que no era precisamente a su marido lo que necesitaba en esos instantes… ella necesitaba un hombre que la hiciera sentir; eso, hacerla sentir y que aplacara esos síntomas febriles nocturnos que se estaban convirtiendo en algo de continua ocurrencia.
Sabía que una necesidad en forma paulatina se estaba apoderando de su persona, una necesidad que ya no era fácil de controlar racionalmente y que la inducía y compelía a efectuar acciones inadecuadas. Una noche su hijo menor de once años le pidió que le lavara el cabello en el lavatorio del baño.
_ Es muy incómodo hijo, mejor te lo lavo en la tina _ _ Pero ahí tendré que lavarme entero _
_ ¿Y si te metes en la tina y yo te lavo?
_ Bueno, también me pasas el jabón por la espalda _ _ Seguro, sácate la ropa y te metes en la tina. _
Amalia Marta, cariñosamente empezó a pasar la esponja a su hijo que estaba de espaldas; esparció abundante jabón en los hombros, espalda, glúteos y piernas del niño, que sentía con agrado esas caricias; el shampoo provocó una gran espuma en su cabello.
_ Date vuelta, para jabonearte adelante_
_ Mamá, no puedo abrir los ojos por la espuma_ _ No los abras, es solo un rato _
Amalia Marta, pasó el jabón por el pecho y el abdomen del niño y esparció espuma en sus genitales.
_ Mamá, me da cosquillas. _
_ Parece que no te lavas nunca por aquí, te dejaré muy limpio_
Instintivamente, manoseó los testículos y el prepucio al jabonear; el hijo tuvo una erección. La madre, con mucha suavidad, inició una lenta masturbación a esa erección.
_ Mamá, me da cosquillas._
_ ¿No te gusta? Vas a quedar muy limpio cariño. _ La erección se extendió.
_ Vas a quedar limpiecito_ Le dijo mientras le besaba su rostro y su pecho.
_ ¿Quién es el bebé de mamá?_
_Yo mamita _
_ Ahora a enjuagarse bien, secarse y a dormir _ le decía sin soltar el miembro del niño, que erecto en su totalidad, no era tan pequeño.
_ Ahora, bien sequito, para que duerma toda la noche mi niñito, a ponerse el pijama _ Al pasarle el pantalón del pijama, continuó besándolo, esta vez la panza y el pene en forma rápida; al ver el glande rosado del niño, no pudo sustraerse de volver a besarlo, pero esta vez succionando y pasando su lengua de manera fugaz.
_ Ahora, hacer tuto y soñar con los angelitos_
Lo cubrió y salió de la habitación.
_ ¡Dios mío qué hice, me he vuelto loca, en qué tengo la cabeza! _ Pensó para sí. Con el corazón agitado aun, se consoló diciéndose “ No es para tanto, es mi niño precioso y lo beso todo lo que yo quiera” Sin embargo, en su fuero interno percibió una contradicción … “ su pene erecto estaba lindo y más grande de lo que suponía, eso me impulsó a besarlo, me excité sin pensar en lo que hacía; esto no puede ser y no se repetirá, aunque me pida que lo bañe “ … “No hijo, usted ya está grandecito y debe bañarse solo “ …
Amalia Marta, tenía la convicción de ser una mujer seria y reservada, aquel impulso irrefrenado que realizó la descolocaba, sentía como si hubiera infringido una norma moral intrínseca a su ser, un comportamiento ajeno a ella.
A los pocos días se percató que su traspié no había tenido consecuencias, el trato con su hijo siguió dentro de la normalidad acostumbrada y tampoco notó que a él le hubiera afectado de alguna manera… “De seguro, como ocurrió tan rápido, no alcanzó a tomar conciencia de lo que su madre hizo, debió pensar que fue una jugarreta inocente entre madre e hijo… ¿Fue dentro de un juego inocente? Sí, lo fue de su parte… pero lo que yo hice fue un impulso por una fugaz excitación, una acción pecaminosa de mi parte, no fue un acto involuntario, recuerdo que desee hacerlo”.
Dejó de pensar en aquello que dio por superado; no obstante se resignó a aceptar que habitaba en su interior una latencia, que no acertaba a definirla ¿Era una perturbación? ¿Un deseo reprimido? ¿Una habitualidad sexual impuesta y adquirida que reaparecía con inusitado brío?
En efecto, ella había amado a ese marido lujurioso que la despreció y abandonó; el la había acostumbrado a realizar ciertas prácticas sexuales que eran parte de lo que consideraba la normalidad conyugal, por ejemplo, en ocasiones, ella debía efectuarle un sexo oral interminable, “por algo era su mujer”; dicha práctica durante años, estaba internizada en su psiquis y era parte de su propia erotización para “solicitar” que él la penetrara; la continuidad de aquella práctica siguiendo las directrices del marido, la convirtieron en una experta en sexo oral, sabía exactamente las maniobras, la velocidad y puntos en los cuales centrarse para provocar la mayor excitación en su cónyuge y sentir orgasmos continuos succionando ese biberón de carne palpitante; muchas veces no necesitaba de la penetración para conseguir sus propios orgasmos superlativos … ella amaba lo que su lengua provocaba; así y todo era uno de los rituales consensuados que ella realizaba para que el “accediera” a penetrarla, como si se tratara de una dádiva que él le concedía en pago a que ella había ejecutado bien su tarea.
Todo eso, indica un sometimiento sexual, que en realidad hubo, sin embargo ella estuvo acostumbrada a aquello y le agradaba, porque esa sumisión le producía orgasmos deleitosos; en otras palabras ella había sido inducida, educada y domesticada a aceptar como verdadero ese comportamiento sexual, que ya estaba entronizado en ella.
Ya habían transcurrido dos años… dos años de abstinencia, ni una caricia, ni un beso; algunas veces deseó pedirle a su marido, que por último, “por gimnasia” le realizara el acto sexual, porque no era “hacer el amor”, era solo para aliviar el deseo sexual abstracto que en su cuerpo se atormentaba; pero la indiferencia que también era resentimiento pudo más, no deseaba nada de ese hombre, incluso le molestaba escucharlo hablar.
El “incidente” que ocurrió con su hijo no fue el único que Amalia Marta sufrió de manera inconsciente, podríamos agregar que también con cierta “voluntariedad” de su parte; descubrió que viajar a las horas peak en el metro de la ciudad era inevitable ir en un carro atiborrado de personas apretadas entre sí, decir que estuvieran de pie seis personas en un metro cuadrado era bastante factible y común a esas horas, que eran las de entrada y de salida laborales; en dicha situación, muy corriente por lo demás, se producían escenas anónimas muy curiosas.
En una ocasión quedó apretada al medio entre cinco hombres y de una mujer en un costado, ella terminó tras la espalda de tres de ellos, sus pechos quedaron adheridos en la espalda de uno; con el vaivén del tren sus pechos quedaron duros de excitación lo que produjo mucho acaloramiento en ella cuándo bajó en la estación de destino.
En otro viaje sintió tangiblemente que una mano apretaba sus glúteos, no realizó ninguna acción, con los ojos cerrados aceptó ese “toqueteo” y hasta le agradó, nunca supo cuál fue el “manilargo” aquel. También sucedió que de ir tan apretujada en un vagón, con la mano izquierda afirmada de uno de los sujetadores, la mano derecha le quedó oprimida entre varios cuerpos, sin poder moverla de un lado a otro, sintió que esa mano estaba pegada al miembro viril de un hombre al cuál no le podía ver el rostro y sin poder determinar si era el que ella creía o era del que se encontraba junto a él, al cual tampoco le veía el rostro; ese miembro endurecido se apegó a su mano y en uno de los movimientos del tren sus dedos lo apretaron y lo mantuvieron apretando un buen rato, no pudiendo evitar acariciar ese “paquete”; nunca supo quién era el dueño de aquel instrumento, y afortunadamente menos se pudo saber de quién fue la mano…
Esas experiencias eróticas de metro, hacían que se bajara con el corazón totalmente exaltado por obtener una felicidad furtiva; experiencias como esas se sucedían con asiduidad, ella se complacía de que sucedían en el absoluto anonimato de su persona, a ella la toqueteaban, apretaban eventualmente sus pechos y glúteos, la “punteaban” sin que ella pudiera atinar a efectuar algún rechazo, puesto que sus movimientos no eran posibles; tampoco podía averiguar quién o quienes la agredían; en contraposición, también ella acomodaba rozar sus pechos en algún pecho, brazo o espalda de un tipo incognito; más de una vez su mano se aferró “sin querer” a partes masculinas de un desconocido compañero de trayecto.
En las noches, al dormir, en sus sueños se reflejaba el estado de confusión, delirio y apetencias que su persona de manera inconsciente se encontraba; en ellos de una manera difusa aparecía desnuda en un vagón de tren repleto de hombres que la tocaban y pasaban su cuerpo de unas manos a otras y ella con los ojos cerrados dejándose llevar, luego esa imagen desaparecía y era reemplazada por otra en la que aparecía masturbando a un hombre que a veces tenía el rostro de su hijo; despertaba asustada y conmovida con el corazón sobresaltado, iba al baño silenciosa para pasar por su cuerpo una esponja húmeda que le calmaba la sobreexcitación; por un largo tiempo sus sueños habían reflejado tristeza y desolación, eso cambió, ahora todas las noches se hacía carne en su cuerpo el deseo.
Un día de mañana, hallándose sola en casa, recién levantada, vestida con una bata y calzando pantuflas, cuando se disponía a desayunar, escuchó el timbre de su hogar, por la puerta entreabierta preguntó quién era y que deseaba.
_ Señora, vengo de la compañía de su operador de televisión de cable, a cambiar el decodificador _
_ Nosotros no hemos solicitado ningún cambio_
_ Esto corre por cuenta de la compañía que está renovando los equipos para optimizar la señal. En realidad, es un servicio gratuito que presta la empresa a sus afiliados_
_ ¿Va a demorar mucho?_
_ No, es solo cambiar un aparato por otro_
_ Está bien, pase_
Ella con los brazos cruzados permitió que el tipo entrara, se trataba de un hombre de mediana edad, moreno, de contextura gruesa, tosco, de rasgos rudos…
_ En ese dormitorio está el aparato_
_ Perfecto. Y… ¿Usted está sola en casa?
_ A qué viene esa pregunta ¿Usted es un asaltante? _
_ Por supuesto que no… pero podría serlo, hay mucha delincuencia en estos días ¿No cree usted?_
_ Eso dicen_
_ Y usted tan solita en la casa ¿No le da miedo?_
_ Sí. Es para tener miedo eso de ser asaltada y que a una le roben todo ¿Es para asustarse no? _
_ Ya está. Eso era todo. Vio que fue rápido_
_ ¿Y quedó bien? _
_De lo mejor_
… El hombre se acercó a veinte centímetros de ella…
_Quizás no le roben nada y solo quieran algo de usted, una señora tan linda…_
A ella le fue imposible evitar que un rubor intenso cubriera sus mejillas, denotando con claridad que esas palabras sí habían provocado un efecto; el hombre muy próximo a ella se dio cuenta de inmediato de aquello y actuó en consecuencia; le abrió sin dificultad la bata y apretó sus pechos por encima de su delgada camisa de dormir; Amalia Marta quedó paralizada, en shock, sin atinar a decir nada ni a efectuar ningún movimiento.
_”Por ejemplo, coger este cuerpo tan delicioso” …Y sin despegarle la vista, apretó con fuerza por algunos segundos los pezones, frotándolos con el pulgar
_”Así quietecita, como una perrita con el trasero levantado”
El hombre bajó su brazo derecho e introdujo su mano bajo el calzón y con sus dedos acarició la vagina de Amalia Marta, eso tuvo la duración de un instante…
Sonó el timbre y el hombre en una rápida acción cerró la bata, agarró su maletín de herramientas y se acercó a la puerta de salida, la abrió y gritó
_¡No es necesario que regrese, la instalación quedó perfecta!_
Quien tocaba el timbre era un vendedor de plumeros que ofrecía sus productos y asomaba su cabeza
_… ¿No le interesaría dama? _ Amalia Marta le hizo un gesto negativo; el vendedor se retiró, cerrando el mismo la puerta. Ella aun paralizada, tomando aire y reaccionando, sintió como surgía de su cuerpo un baño de adrenalina o sudor con efecto retroactivo.
_ ¡Dios mío! ¡No puedo creer lo que sucedió! Pensó en lo ocurrido. _”
He sido asaltada. No me han robado nada, no he sido golpeada, no he sido violada; he sido agredida sexualmente por unas manos fuertes de hombre y no atiné a nada, pudo haberme violado y obligado a satisfacerlo de cualquier modo, incluso de una manera degradante… ¿Y yo? …Yo habría accedido a todo, habría obedecido a todo sin oposición alguna; algo tengo que me insta a acatar lo que se me impone.
¡Qué mala suerte!… ¡¡Qué mala suerte que haya aparecido ese vendedor de plumeros!! Se dijo a sí misma, sintiendo un gustito en su interior… “Así están las cosas Amalia Marta… ¿Y tú pensabas que eras difícil? ¿Qué a los hombres les iba a resultar complicado el poder conquistarte? La verdad es esta, eres fácil y reconócelo ¡Quieres ser fácil!… Ok. Será fácil…seré fácil, pero no regalada, no me entregaré, seré fácil para el que llegue y me tome, más el único orgullo que tendré es que de ninguna manera me ofreceré; el que quiera tomarme…me tomará” _
*
_Amalia Marta_ dijo su amiga _Ya concerté la entrevista con la directora, se trata de postular a un cargo de recepcionista, secretaria, asistente, estafeta, etc. O sea estarás bajo el mando de la directora para el tipo de labor que a ella se le ocurra; puedes llegar a ser su persona de confianza y creo que tu cumples con todas esas condiciones, eres educada, tienes buen carácter, tienes buena presencia… ¡Eso! Eso es lo que hay que corregir.
_ ¿Qué hay que corregir?_
_ ¡Mejorar tu presentación! No puedes presentarte con la apariencia de una dueña de casa que acaba de limpiar el dormitorio o que finalizó de planchar… Tienes que arreglarte ese pelo, llegar con una ropa más adecuada y desde luego maquillarte, eres hermosa pero demacrada ¡Eso no puede ser!; tenemos unos días para preocuparnos de eso, quiero que llegues presentable a esa entrevista.
Llegó aquel día, con ropa, zapatos y cartera prestada; el cabello peinado y el maquillaje adecuado dejó su rostro irreconocible, lucía hermosa; le costó reconocerse en el espejo, parecía de diez años menos. La entrevista fue breve, causó una buena impresión a la directora, que mostró conformidad al verla simpática, tan solícita y dispuesta al trabajo. _Espero no equivocarme contigo, pienso que tienes harto que aprender, pero terminaras siendo un aporte en esta casa cultural, prepárate, esfuérzate y progresa en esta labor de gestión. Empiezas el lunes próximo_.
Al poco tiempo Amalia Marta, no solo se adaptaba a su trabajo, sino que también aprendía todo lo relacionado con sus funciones; la directora estaba muy conforme con ella, ya que Amalia Marta llegaba muy temprano, era hacendosa y atenta a cualquiera necesidad que se requiriera; se retiraba más tarde de la hora de salida, puesto que dejaba todo preparado para las labores del día siguiente.
Para su progreso la directora la enviaba a algunos cursos de capacitación y también a encuestar a grupos artísticos que necesitaban el auspicio de la Casa de cultura; se trataba de grupos musicales, teatrales y de otras índoles que postulaban a acceder a las instalaciones de esa institución cultural.
Amalia Marta por lo demás, era la encargada de las llaves de las salas de ensayo y del auditórium, por lo tanto en breve tiempo llegó a conocer e iniciar amistad con una variada gama de personas con las cuales socializaba diariamente, y en ocasiones era invitada a compartir un vino o a una ingesta de cervezas.
Sin duda su vida estaba cambiando, disfrutaba su diario vivir, le encantaba su trabajo, incluso lo que para muchos constituía un fastidio, la vuelta a casa en el metro … para ella era un agrado, ya dominaba el “cómo comportarse” en ese trayecto atiborrado, sabía que al no poder estar afirmada en algún barrote, algo que ya buscaba voluntariamente, ella con los ojos cerrados , iba a ser balanceada y conducida entre varios cuerpos, mayoritariamente masculinos, la apretarían, la tocarían; impávida disimulaba no darse cuenta, cuando jóvenes estudiantes disponían sus penes en sus glúteos o algunos hombres fingiendo mirar en dirección contraria rozaban sus pechos; no faltaban aquellos que al verla con los ojos cerrados y sin reacción, descaradamente apretaban sus pechos una y otra vez.
Ella impasible fingiendo una somnolencia, gustaba que le aliviaran el ardor en sus pezones, no le desagradaba que en ocasiones su cara quedara pegada en el pecho de algún hombre al ser empujada; comprobó que estaba adorando sentir el fuerte olor a sudor de los machos, un olor que era una combinación de desaseo y testosterona; estaba convencida que un hombre debía ser hediondo a olor a hombre, no le agradaban los hombres perfumados; en efecto, para ella no era problema el hedor de una axila varonil, le producía una especial excitación.
_ “Parece que soy muy hembra en realidad, con solo sentir el olor a macho me humedezco entera”_ decía para sí y recordaba con molestia, cuando sumergida en sus pensamientos, recordaba al vendedor de plumeros que había estropeado el inicio de algo excitante. “¡Pobre mi suerte! ¡Lo asustó!… era el perfecto animal que yo necesitaba, un morenazo que me comiera entera…
Sucedió que al cumplirse un horario, concurrió a una sala de ensayo para avisar que la sesión concluía; y era tarde, al abrir la puerta apareció ante sus ojos una escena en el estrado que la sorprendió; tres actores desnudos se desplazaban en él, efectuando una especie de movimientos coreográficos.
_Perdón. El horario ya ha finalizado y tengo que cerrar_
_Disculpe, se nos pasó el tiempo, sin percatarnos…ya terminamos_ Los tres en el escenario con sus cuerpos totalmente desnudos, la miraban como disculpándose; ella hace años que no miraba una verga y ahora estaba mirando tres.
_Danos solo cinco minutos y nos retiramos…espero que no te ofendas por los cuerpos desnudos, esta es una obra de teatro de vanguardia que trata sobre el desnudo humano_
_No se preocupen. No es primera vez que veo un hombre desnudo, terminen y ya vuelvo…_
_ ¡Espera! ¿Puedes ayudarnos? Son solo cinco minutos_ _ ¿En qué podría ayudarlos?_
_Faltó nuestra compañera que hacía esta parte y tú la podrías reemplazar_
_No. Yo no soy actriz_
_No tienes que actuar, solo estar en su lugar mientras los personajes te piden que “aumentes tu desnudez”_
_Eso menos, no me desnudaría por nada_
_No te desnudarás, solo subirás un poco tu falda hasta las rodillas cuando el personaje te lo pida_
_Ok. Solo eso y nada más_
_Es eso nada más_
_…“Es acaso que te cubres para no mostrar la verdad de tu ser, lo que cubre tu alma. ¡Levanta tu falda!”_ Amalia Marta, en un costado del escenario, siguió las instrucciones que con gestos otro actor le señalaba desde un rincón; levantó su falda sobre sus rodillas, al tiempo que sonaba una música de fondo.
_”Eso es poco si quieres ser verdadera ¡Súbela más!”_
Miró al actor que instruía con la expresión de que no la levantaría más. El actor con gestos rápidos y bruscos le señaló que sí la subiera para que no se cortara la tensión dramática…subió su falda hasta dejar a la vista por completo su ropa interior. El actor que declamaba se arrojó ante ella tomándole los muslos y gritó _ ¡Ves, la iniciación te abre al mundo! …Los otros dos actores desnudos aplaudieron, dando por satisfecha la finalización de ese acto.
_ ¡Gracias! Has sido de gran ayuda_
En ese momento se vio felicitada y rodeada de tres miembros viriles; luego el mayor de ellos, que al parecer era el director le dijo, mientras los otros iban al camerin
_La desnudez está llena de prejuicios y lo cierto es que llegamos desnudos a este mundo…Hay que quitarle el morbo a eso_
_ ¡Tienes lindas piernas! ¿A ver, muéstramelas?_
Amalia Marta, iba a decir de inmediato,… ¡Qué cómo se le ocurría pedirle eso! Pero antes de emitir palabra él insistió
_ ¡Pero, si ya las mostraste, sube la falda!_ Y lo dijo en tono imperativo. Ella, instintivamente no realizaba nada cuando se lo pedían, pero sí cuando se lo ordenaban. Subió la falda.
_Date vuelta. Eso así. Ahora en punta de pies levanta el trasero. Eso está bastante bien, muy bien. Baja la falda. Tú nos podrías servir…_
_Pero yo no soy actriz_
_Eso no importa. Otro día te explico_
Y ese director se retiró con su desnudez, como si nada.
Amalia Marta pensó “¿Están todos locos o la loca soy yo?” Descubrió que la vergüenza de su cuerpo no era tal; había participado de una exhibición inaudita para ella, incluso le habían hecho girar para inspeccionar su trasero y ella acató como si fuera parte de ese elenco teatral, además con una naturalidad que no dejaba de sorprenderle; pensar que ella vivía tapándose cualquier parte de su cuerpo… “No deja de ser halagador que un hombre más joven encuentre que mi trasero está de lo más bien, y estaba desnudo con cosa en ristre. Todo esto es muy surrealista y dentro de una normalidad ¿En qué mundo he vivido yo hasta ahora?
*
_Amalia, le presento al doctor Schultze, eminente psiquiatra, presidente del directorio de nuestra corporación. Traiga dos cafés por servicio_ Ricardo Schultze era un elegante septuagenario hombre de cabellos blancos y ojos celestes de mirada pícara, alto, de muy buena presencia, al cual la edad no le había hecho mella, representaba bastante menos; Schultze, para decirlo en pocas palabras, era la persona más importante de aquella entidad de carácter cultural.
_ Ricardo, Amalia lleva algún tiempo con nosotros y ya está muy adaptada a nuestras labores, es muy servicial y aprende rápido, es actualmente mi asistente y colaboradora_
_Que bien, Una buena adquisición _ dijo Schultze, mientras miraba a Amalia Marta fijamente.
_Permiso. Traigo el café_ Dijo ella y retirándose. Mientras la directora explicaba ante una pizarra, Amalia depositó delante del doctor las tazas de café con unas galletitas; al agacharse, sintió una mano a través de su vestido apretando su trasero, impávida se irguió lentamente. …”Si los auspicios lo permiten podremos expandirnos…” Hablaba la directora observando la pizarra y volviéndose hacia el doctor, este ya había sacado la mano del vestido de Amalia, que se retiró con las mejillas encendidas.
_Sí, sí, está todo muy claro _dijo el doctor._ Eso es lo que haremos_ En ese instante sonó el teléfono y la directora lo atendió. _ Sí diga… ¿Cómo?… ¡Ya llegaron! Muy bien iré enseguida. Ricardo. Llegó la colección de cuadros, tengo que recepcionarla_
_Si vaya de inmediato, no demore. Ah., antes dígale a la niña que me traiga otro café antes de retirarme._
Al rato, apareció Amalia con el café.
_ Dime niña ¿Estás conforme aquí?_
_Sí doctor, me gusta mi trabajo_
_ Parece que tu presencia ahora adorna este lugar, creo que vendré más seguido. ¿Eres soltera?_
_Estoy separada doctor_
_ ¿Hace mucho?_
_Dos años_
_ ¿Él se fue o tú te fuiste?_
_Él se fue_
_ ¿Mucha tristeza?_
_Si claro, un largo tiempo, pero ya estoy mucho mejor y trabajando que es lo que yo quería; como se sabe, más que sufrir una, el problema es que comprendan los hijos, tengo tres_
_Vaya, vaya, ve mañana a mi consulta, te haré un test clínico, sin costo desde luego, mejorarás_ Tomando su rostro con las dos manos Schultze le dio un beso en la boca y luego una palmadita en el trasero. Te espero mañana a las once a.m._
Al volver la directora le dijo _ Ricardo me dijo que te citó a su consulta ¡Qué privilegio! Él te ayudará una enormidad, es una eminencia, ¡Un sabio! Cuéntale todos los problemas que has tenido; es muy difícil conseguir una hora de atención con
él, ¡Hay que esperar meses! No pierdas la hora_
La consulta era espaciosa y elegante, de muy buen gusto, una secretaria rubia, la hizo pasar y la instaló en un diván _Luego el doctor estará con usted_
_ ¿Cuéntame desde el inicio de la ruptura?_ Le preguntó Schultze. Amalia exigida, relató con lujo de detalles todo como había sido su matrimonio y como fueron los sucesos que determinaron su término; Amalia respondió con toda confianza.
_ ¿Sientes que existe un vacío por la falta de sexo con tu marido?_
_ Hay un vacío_
_ ¿En las noches extrañas a tu marido?_
_No sé cómo decirlo, pero sí extraño el sexo_
_Sigue mis palabras_ Schultze, hablando lentamente, la indujo a una especie de hipnosis, sin embargo, ella consciente respondía y se percató que hablaba sin tapujos y sin ocultar nada; se sentía confiada. _…” Antes temía sufrir alguna agresión sexual de parte de un desconocido, ahora tengo fantasías en las que deseo ser abusada por desconocidos”
_ ¿Desconocidos? ¿Varios?_
_No tengo temor a esa experiencia, pero nunca buscaría eso_ _Entonces nunca ocurrirá_
_Ocurrirá… si estoy vulnerable y me toman, en realidad soy vulnerable, ya me di cuenta de eso._
_ ¿Accederías?_
_Creo que sí_ Amalia soltó compulsivamente unas lágrimas. _Tus lágrimas no son de vergüenza, son de impotencia_ _Sí_
Luego de varias confesiones íntimas de ese tipo, Schultze al verla tan vulnerable recostada en el diván, le abrió la blusa y frotó sus pechos que reaccionaron endureciendo los pezones.
_Tan solo eres una gatita en constante celo, es comprensible, estuviste acostumbrada a ser partícipe de una habitualidad sexual durante años, que de golpe se termina, es lógico que extrañes… es como si siempre a las ocho te hubieran dado un postre y de repente ya no te lo entregan más, hay una carencia; tu no extrañas a quien te entregaba el postre…
¡Tu extrañas el postre!; por eso si te dan “postre” tú lo tomas, no importa quién te lo de. Mira yo podría tomarte ahora, pero a mi edad me basta con acariciarte como a una gatita regalona; mi consejo es que sigas tu vida y que hagas lo que tienes que hacer, sin culpa ninguna. Ok. No te gusta seducir ni que accedan a ti con acartonamientos, deseas algo directo; puede ser peligroso más no eres tonta, de alguna forma debes provocar que lleguen a ti; tienes que ser lo que eres… ¡Una mujer! Y que en tu caso posee bellos ojos, hermosos labios y un cuerpo atrayente. No necesitas más ¿Se entiende? ¿Debo ser más explícito?_
_No doctor, ha sido muy claro_
_Y con estos pechitos deliciosos… está claro que tienes mucho para dar. ¡Te lo darán todo!
*
_” ¿Qué hace una gata en celo? No, no se abalanza encima de un gato, ni tampoco le pide al gato que la tome…se insinúa y no al gato ¡A los gatos! Y uno de ellos, el más fuerte y aguerrido, es el que se apodera de ella…”_
Amalia Marta, por estar en las noches con sus hijos, no aceptaba invitaciones a fiestas nocturnas, habituales en los grupos de teatro o del ámbito de los músicos. Decidió que las aceptaría. Su vestuario había cambiado bastante, ahora vestía como una oficinista correcta, concluyó que a ello debía agregarle un toque de insinuidad; la falda se acortaría algo y más ajustada en la parte de los glúteos, la blusa desabotonaría los primeros botones, para que se notara parte del busto, quizás sin sostenes y aumentaría el carmín de sus labios.
No sabe cómo terminó en una fiesta de “teatreros” populares, que se divertían en una vieja casona con muy poca luz y música indescifrable, en un ambiente humeante de marihuana y tabaco, en donde las copas de tragos se multiplicaban ofreciéndolas. Sintió que la tomaban de la mano y la conducían a un espacio donde en penumbras varias parejas bailaban; era un hombre joven de ojos brillantes
_Toma_ le dijo, pasándole un gran vaso de licor combinado con gaseosa. _Bebe, bebe, está delicioso_ Amalia, quizás por el calor, casi acabó por completo con esa bebida; un cigarro de marihuana que circulaba entre las parejas llegó a las manos de su acompañante. _ Ya linda, las damas primero_
Ella lo aspiró como si fuera un cigarrillo de tabaco, que la hizo toser un tanto. _Despacio, despacio_ decía el tipo. El hombre, sin decir nada, introdujo sus manos bajo su remera, subió el sostén y le acarició los pechos apretándolos con suavidad con unas manos duras… Amalia se dejaba llevar en un baile interminable, como interminable era el manoseo del cual era objeto en la oscuridad; ella no decía nada, solo humedecía de calor mientras su frente transpiraba; sin dejar de bailar, fue llevada a un espacio oscuro bajo una escalera de caracol.
_¡Baja la mano!_ le dijo el hombre, de manera imperativa, como indicando cual era la continuación obvia; ella obedeció y tomó el miembro viril de aquel extraño; solo sus manos veían y actuaban con claridad y experticia, lo que sus ojos no podían ver en la oscuridad, su memoria emotiva no se equivocó un ápice para dejar ese garrote endurecido en su grado máximo; el hombre jadeaba, jadeo que se convirtió en un quejido gutural cuando Amalia comenzó a efectuar un sexo oral de un grado superior.
Amalia sabía lo que quería, lo que buscaba y eso era solo el comienzo del placer; en su mente se cruzaron imágenes de situaciones parecidas a las que había vivido con su marido y consideró que las diferencias no existían … daba lo mismo el hombre que fuera, esa acción de chupar y succionar la transportaba a un estado de trance orgásmico; gustaba de esa carne viva.
Al llegar los estertores que avisaban la pronta eyaculación, el hombre efectuó un leve ademán de retirar su miembro, ella no lo permitió, se aferró con mayor fuerza y con su lengua y labios presionó hasta recibir el último chorro que el hombre expulsó en sus sacudidas finales; Amalia solo lo soltó cuando terminó de salir la gota final de ese líquido espeso; el tipo aquel quedó exhausto. Amalia se sentó en un peldaño de la escala de caracol, aun con su cuerpo vibrando de emoción.
_ Espérame un momento_ dijo el desconocido; demoró solo un breve tiempo, para volver con un vaso grande de licor combinado con hielo.
_Esto es para ti… pero debo retirarme_ El hombre desapareció de la oscuridad de la casa y salió a la luz de la calle, según pudo ella ver a distancia. Amalia desconcertada, no supo que pensar _ “… ¿Qué fue lo que pasó? _ No sabía si asustarse o solazarse; atónita, se limitó a vaciar el vaso que sostenía en sus manos.
La fiesta era todo un jolgorio en penumbras, la iluminación estaba circunscrita solo a pequeños espacios, donde se retiraban los tragos y la puerta de un baño a lo lejos; todo en un ambiente de hombres y mujeres bajo los efectos de la ingesta de alcohol y sin duda el consumo de drogas diversas; la música, la risa, los gritos inundaban el lugar, no existía una situación orgiástica, pero sí los hombres tocaban los traseros de las mujeres que pasaban…ellas reían, en realidad todo reían; el último sorbo no la había embriagado pero si relajado y desinhibido…ella también cruzó despacio, donde los hombres toqueteaban en la penumbra y percibió una decena de manos juguetonas que le manosearon el trasero y los pechos.
Ya no tenía temor ni aprehensión de ninguna especie, vivía un rejuvenecimiento, una consideración a su femineidad, era una alegría, un gozo, una nueva forma de enfrentar la vida.
Miércoles y sábados en la noche, eran los días en que se dedicaba al esparcimiento, al relajo y a la flexibilidad con sus nuevas convicciones morales, ya transformadas a su nuevo modus vivendi; sus amistades habían aumentado en aquellos circuitos de bohemia pseudo artística que frecuentaba; ella se enfrascaba en entusiasmados comentarios sobre tópicos de artistas drogos, que ellos asumían como “profundos”, para que al cabo de un rato, cuando los tragos y el humo hacían su trabajo, se iniciaba el espontáneo “todos contra todas” que era algo así como un acercamiento sexual con quién estuviera más cerca en ese momento de la noche, desde luego eso no era norma, pero era lo que usualmente ocurría en aquellas veladas; la consecuencia de aquello, era que luego de algunas semanas todos ya se conocían con bastante intimidad.
Amalia era una de las mujeres mayores, pero también una de las más bellas, por lo tanto muy requerida; ella se decía a menudo “Me fascina el atrevimiento, nada de preámbulos acartonados, directo al grano”, ella era fiel a su premisa inicial “Me tomará el más osado, no importa que sea el más bruto, tosco o feo, soy una hembra que gusta de los animal”.
En una ocasión ya muy entrada la noche, el mareamiento y el cansancio habían hecho mella en ella y decidió que debía regresar a su hogar, fue en ese instante que un productor teatral le dijo _ ¡Hey, ven aquí!
La levantó en brazos y la llevó a un cuarto donde la depositó en una colchoneta y sin decir nada la abrió de piernas y bajó sus calzones y ante ella descubrió una polla endurecida que acercó hasta ponerla frente a su rostro, no dijo nada … Amalia empezó a mamar inconscientemente, palpitando la “recompensa final” que tiempo atrás su marido le había inculcado con perversión, en el adiestramiento sexual del cual era una devota; al igual que una perra, que en lo más alto de su leva, acepta a todos los que accedan a tomarla; Amalia pensaba, que su adicción al sexo oral, ella la había elevado a alturas artísticas, estaba segura de ser una experta de muy alto nivel en esa actividad; el productor la tuvo fácil, la penetró hasta saciar su puntual deseo sexual y …se despidió.
Amalia, no del todo satisfecha, sintió que solo había pasado “el rato” con aquel tipo … ella podía haber seguido, aquello no había bastado; tenía claro que mientras más frenético y animal era el sexo más lo iba a disfrutar … “ algún día, si bajo el amparo de cierta privacidad fuera posible, podré comportarme como la perra que en realidad soy y terminando con uno seguir con otro, o con más de uno al mismo tiempo, como una perra que busca el desahogo completo para no quedar con ninguna de las ganas insatisfechas” … Esa era su fantasía que le atemorizaba y excitaba a la vez, quedar con la sensación de que ya no falta nada más, poder decir que ya no existe apetencia sexual que no haya experimentado.
Las citas con Schultze continuaban y ella le contaba todo al comprensivo doctor.
_ ¿Doctor es esto normal? ¿No será un comportamiento errático el mío?_
¿Qué es lo normal? …¡Lo que la mayoría acostumbra a realizar? ¿Todas las personas son iguales? ¿Has perjudicado a alguien? ¿A quién has hecho daño? Si respondieras a esas preguntas, concluirías que tu persona y tu vida es algo solo tuyo, que transcurre sin hacer el mal y eso ya es algo positivo;
tu buscas una gratificación, una satisfacción y si eso te agrada, te entretiene …¡Qué importa el resto?; no tienes culpa de la cual hacerte cargo…¿Has matado a alguien? ¿O sí? Schultze adoraba la personalidad de Amalia Marta, gozaba con el haber desentrañado un mundo erótico en una mujer convencional.
Entre las personas que visitaban aquella entidad cultural, estaba M.A.C., ingeniero de mediana edad, amigo de la directora, un hombre caballeroso, de buenos modales, con fama de ser un buen partido entre las mujeres de aquel círculo.
_ Es un galán _ le dijo la directora, un verdadero gentleman, muy codiciado y no solo por ser un hombre de sólida situación económica, además por lo guapo que es. _”Guapo sin duda” pensó Amalia, quién muy servicial lo atendía cada vez que se apersonaba a la oficina de la directora.
A M.A.C. no solo le causó una grata impresión la imagen de Amalia, sino que también apreció que en aquella mujercita, se visualizaba una presa fácil de conquistar…lindos ojos, cinturita, sus pechitos, buen trasero _”No está nada, nada de mal” _fue el pensamiento básico del maduro galán. Y sucedió lo predecible, privadamente invitó a Amalia, ella aceptó invitaciones a cenar a restaurantes, viajes a la costa por el día, flores varias…en fin, tratada como una reina.
_Quiero decirte que tú me gustas_ fue lo que le dijo. Para Amalia, esa sola frase le obstaculizó de inmediato toda la excitación sexual que en su fuero interno esperaba; lo que de verdad ella exigía era silencio, prisa y brutalidad.
En todo caso, fueron tantas las atenciones y los regalos que no hubo problema para ella ir a la cama con él y fiel a su pavloviano adiestramiento procedió a tratar de excitarse ella y consecuencialmente excitarlo a él; esa parte del sexo oral era para ella una especie de meditación erótica que la retrotraía a disfrutar de lo que tenía aprendido; M.A.C. enloqueció de felicidad al ver a esa bella mujer aferrada a esa parte de su cuerpo y luego desarrollar una faena de sexo completo, en especie de ritual mecanizado donde no se descuidaba ni el más mínimo detalle de eroticidad en lo que a proveer placer se refiere.
Dadas las atenciones recibidas y a las continuas solicitudes de su compañía por parte de M.A.C., ella accedió complacer un par de veces más a ese hombre tan admirado y anhelado por muchas mujeres y que para Amalia Marta no; y en especial cuando M.A.C. le hablaba con voz de enamorado, eso le provocaba una reacción desalentadora… no era lo que buscaba, ella necesitaba un placer más cercano a lo salvaje, algo muy lejano al comportamiento acartonado, galante y siútico de M.A.C. No volvió a aceptar ninguna nueva invitación, pese a que los llamados y mensajes de él no cesaron y ya sin excusas le señaló que no insistiera que su negativa era permanente. Deseaba estar sola con sus hijos.
Amalia Marta nunca desatendió asistir dos veces a la semana a las reuniones con sus distendidas y bohemias amistades que ya abarcaban un círculo muy amplio, tanto así, dada la rotación de grupos que accedían al Centro cultural, que a muchas personas las volvía a encontrar después de un largo tiempo, siempre se allanaba a conocer nuevos amigos; fue así que en una de esas noches, en la que el consumo de alcohol y drogas abundaba, ya frisando las últimas horas de la madrugada, solo en el lugar quedaron ella, una amiga llamada Marión y cuatro hombres que aprovechaban hasta lo último que quedara de esa velada. Uno de ellos preguntó a Marión
_Marión. Tú que eres tan aguerrida ¿Has participado de un trio sexual?_
_ ¿Y por qué esa pregunta?_
_…Es una pregunta de adultos ¿Si es que puedes responderla?_
_Sí, claro_
_ ¡Sí has participado!_
_Sí. Nada tan extraordinario_
_ ¿Quedaste muy agotada?_
_Los agotados fueron ellos_ Respondió Marión soltando una trasnochada carcajada.
_ ¿Lo harías de nuevo?_
_Depende de la oferta_
_ ¿Y si la oferta fuera bastante “grande”?_
_La aceptaría. Me gustan las ofertas grandes_
Al mismo tiempo, otro de ellos preguntó a Amalia.
_ ¿Y tú has participado en un trio con hombres?_
_No.Nunca ni nada que se le parezca_
_ ¿Y lo harías?_
_…Tendría que estar en esa situación. Eso no depende de mí_ _ ¿Y si no depende de ti, de quien si no?
_De los machos valientes_ Amalia se arrepintió de inmediato de lo que dijo en un principio, pero al ver que quién preguntaba era un hombre joven, grueso, de espadas anchas y labios brutales; accedió a pensar que su respuesta fue atinada.
_ ¡Aquí hay machos valientes!_
_ ¿Y?_
_ ¿Y qué?_
_ ¿Dónde está la valentía?_
El hombre se abalanzó sobre ella, que estaba recostada en un sillón; con su mano izquierda tomó las mejillas de Amalia, entreabriendo su boca, en la cual introdujo una amarga lengua para iniciar un beso con desatado deseo; ella cerrando los ojos respondió con vehemencia a ese grosero ósculo, demostrando que en esos ámbitos, la que de verdad dominaba era ella; fue un prolongado y sostenido beso violento y grotesco, sin abrir los ojos sintió como soltaban su sostén y levantando su falda bajaban su braga, al instante que manos apretaban sus pechos y dedos pellizcaban con intermitencia sus pezones; otras manos apretaban sus glúteos y sobajeaban su vagina provocándole un ardor incontenido; no quería abrir los ojos…
La estaban tomando como quisieran y como ella lo deseaba, no podía sustraerse al estremecimiento que abarcaba su cuerpo en un vértigo de bocas que succionaban sus pechos y lenguas que lamian su vagina; tiritaba entera de placer, mientras sus manos se afirmaban en hombros, su boca besaba un velludo tórax deslizándose hasta alcanzar un enhiesto pene al que aferró su boca chupando con frenesí; voluntariamente y a ciegas, sin saber cómo, se percató que la tenían en cuatro con el trasero levantado y toscas manos abrían sus nalgas hurgando bruscamente como penetrarla y luego conseguirlo; estaba atravesada por su boca y vagina, mientras su mano masturbaba a un tercero…
En un ritmo vertiginoso los hombres se turnaban, de un momento a otro apretaba con sus labios otra verga y era otro el que la penetraba por debajo, al instante que un tercero llenaba su trasero con saliva; mojada completamente su cabello despedía chispas de sudor en un movimiento sin interrupción ; de repente en el tráfago que su cuerpo era sometido, fue una penetración anal que forzó que su boca abierta emitiera un grito de placer que provenía del fondo de sus entrañas, lo que su pudor mental nunca se había permitido, era ahora su cuerpo el que se rendía sin límites a esa sensación de envilecimiento que buscaba en sus fantasías más oscuras y que en este momento se estaba concretando, un placer en la inconsecuencia total; ser “tomada”, avasallada, usada, sin preguntas ni delicadezas de ningún tipo; los hombres en su engolosinamiento en consideración a la facilidad otorgada , se aprovecharon de ese cuerpo con brutalidad hasta saciar el último ímpetu orgásmico que poseyeran …
Ya amanecía. Ellos dejaron la ropa de ella en un costado y la cubrieron con un cubre sofá; Amalia exhausta y aún con notorios estertores involuntarios de su cuerpo, cayó en un trance de alivio insuperable, un clímax sensorial insospechado, que solo fue levemente interrumpido por las palabras de Marión.
_ ¡Qué noche! No puedo negar que lo disfruté a concho. ¿Y Tú? Algo vi. Te comían como una jauría hambrienta ¿Te maltrataron?_
_ ¡Sí, me maltrataron como nunca! Ojalá me maltraten así todas las noches_
_ja jajá ¡Qué pícara eres! Eres una compañera grandiosa. Hay que repetirlo ¿No crees? … se dieron un festín con nosotras; claro que con otros, mejor variar ¿Te parece?_
_ Claro con otros…con los mismos, con los que sean ¡Con todos! El festín fue nuestro._
_ Jajá ¡Qué divertida eres amiga! Tú sí que eres una amiga con la que puedo contar_
Después de aquel acontecimiento perpetrado lejos de su ámbito habitual y con partícipes solo de paso en la ciudad, hombres a los cuales Amalia Marta no conocía ni tampoco había visto antes; pensó que fue parte de un sueño o de algo imaginado, sintió que fue ideal que haya ocurrió con tipos que quizá nunca más volvería a ver, aunque lo disfrutó de tal manera, que sin duda lo repetiría con aquellos; Marión tampoco los conocía, según dijo eran invitados de una compañía teatral itinerante.
*
Amalia percibía con certeza que había traspasado barreras, algo inimaginable para ella poco tiempo atrás ¿Qué fue lo que ocurrió?
Trató de explicarse racionalizando como se fueron concatenando las situaciones y llegó a la convicción que primero sucedió la separación de su marido, el abandono, separación que ella nunca quiso, los días, semanas, meses de tristeza y de … abstinencia; su marido la tenía pavlovianamente acostumbrada a una continua experiencia sexual determinada, cuyo objetivo primario era la satisfacción sexual de él…
Pero dicha práctica y costumbre se convirtió también en su modo de desahogo sexual habitual; eso drásticamente se terminó de golpe, en un principio ella no notó esa carencia, más con el paso del tiempo su cuerpo le indicó una necesidad; sus ensoñaciones se coparon de enervantes fantasías sexuales, paulatinamente sus sensaciones se sexualizaron y se volvió vulnerable, accesible a cualquier hombre que tuviere un mínimo de perspicacia al respecto, sin embargo mantenía una timidez mal entendida y falta de arrojo…
Se convirtió en una mujer deseosa de sexo, pero imposibilitada de expresarlo; ella jamás daría un primer paso, no obstante el que la tomara, la tendría. Así de simple.
Por tanto, se transformó en la fiel compañera de aventuras de Marión, que sí buscaba y conseguía ocasiones de satisfacción carnal; en otras palabras, Amalia Marta no buscaba hombres, Marión se los ponía por delante, segura de que ella no le fallaba como puntual partner para las situaciones que se presentaran; y como es comprensible para mujeres maduras que descubren el sabor de las aventuras nocturnas, no desperdician oportunidades, ya que consciente o inconscientemente saben que no están para perder el tiempo, ni tampoco para quedarse con las ganas de algún deseo insatisfecho de reactivación continua.
Algo sucedió que llegó a trastocar en parte esta nueva vida de Amalia Marta; su hija mayor le comunicó que su padre regresaba a su hogar, más correcto señalar que volvía a su casa. Todo esto a raíz de estar sufriendo graves problemas económicos, que le dificultaban pagar los gastos de dos casas, con el agravante de haber terminado su relación de pareja, de una manera conflictiva, con la mujer que convivía.
A los pocos días llegó el marido con un par de maletas, sus hijas le habilitaron una habitación, a la cual tenía todo derecho, pues todo cuánto había en esa casa fue comprado por él. Le señaló a Amalia Marta que no se preocupara, que no interferiría para nada en su vida personal y que esperaba que existiera una sana convivencia entre ambos.
Amalia a su vez le indicó que respetaría su forma de vida y le rogaba que no le preguntara nada sobre sus actividades ni relaciones de amistad, por cuanto ahora ella tenía muy ampliado su círculo de amistades y que eso ni por nada lo cambiaría, ya que le hacía muy bien para su sanidad mental y espiritual. El accedió.
El paso del tiempo en aquel hogar transcurría con total armonía, cada cual en sus particulares quehaceres. Desde luego, los fines de semana por lo general, Amalia trasnochaba y disfrutaba las distracciones que la noche le deparaba. Sucedió una noche en la que los hijos no estaban, Amalia en la cocina realizando algunas labores de hogar, se volvió de repente y vio a su marido en la puerta.
_ ¡Me asustaste! ¿Deseas algo?_
_Sí. Deseo conversar contigo, en buenos términos claro, en ningún caso para discutir por algo_
_ ¿De qué quieres conversar?_
_Durante la separación nuestra ¿Has tenido relaciones sexuales?_ El rostro de Amalia se ruborizó y nerviosa solo atinó a preguntar _ ¿Y por qué esa pregunta?_
_Es solo un sinceramiento, yo muchas veces y no solo con mi ahora ex pareja, conozco mujeres y pienso que en más de dos años, algo habrás tenido, es lo más lógico, es algo natural. ¿Tienes algún novio?_
_ No, no tengo novio_
_ ¿Pero alguna aventura habrás tenido?_
_Sí, alguna_
_ ¿Alguna o algunas?_
_ Digamos que algunas_
_ ¿Y has disfrutado?_
_Me han tratado bien, cuándo ha ocurrido, prefiero no hablar de eso_
_ ¿Con algún novio circunstancial?_
_Te dije que no tengo ni he tenido novio_
_ ¿Y sin emparejarte con nadie, entonces cómo? _
_Encuentros_
_ ¿Encuentros con alguien o con varios?_
_Te dije que no me gusta hablar de eso_
_ ¿Cuéntame, nos estamos sincerando no?.. Qué más da, si ya estamos separados sentimentalmente hace años…_
_ Con varios… Ha pasado mucho tiempo en realidad._ _ ¿Se puede saber con cuántos?_
_No sé ¿Y qué te importa cuántos hayan sido?_ _De seguro, ahora disfrutas más del sexo que antes_ _Antes también disfrutaba del sexo_
_ ¿Y ahora más?_
_Sí claro ¡Mucho más!_
_ ¿Y cómo elegís a tus galanes?_
_…Yo no ando buscando galanes_
_ ¿Entonces cómo?_
_No soy tan exigente_
_ ¿Pero estarás con quien te guste?_
_Estará conmigo quien guste de mí_
_Y… si me gustaras ¿Qué tengo que hacer?_
_ ¿Se te olvidó?_
_Cuándo eras mía, yo te tomaba cuando quería, pero ahora no eres mía_
_No soy de nadie… pero igual me toman_
_Eres… ¡Una zorrita!_
_Recuerda que a ti te gustaban las zorras…_
_Me siguen gustando y mejor si es una en casa_
_ Puede ser, pero no exijas exclusividad, eso ya no puede ser en ninguna circunstancia._
_Estoy de acuerdo. No nos exijamos exclusividad.
Amalia Marta volvió a ser el objeto sexual de su marido. Lo diferente, es que también lo era de otros sin ningún obstáculo que lo impidiera… la paz en su espíritu era plena, la dicha en su cuerpo resplandecía.
Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…
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