Relato xxx repitiendo el pasado lésbico con mi amiga Mónica

Mi nombre es Marcela y les quiero contar un poco de mi vida, tengo treinta y seis años, me casé y me divorcié, producto de esa relación tengo una niña, tiempo después, luego de varios encuentros inestables y sin futuro, formé pareja con un muchacho de barrio, con quien tuve un niño, pero la relación no duraría mucho tiempo.

Hoy en día vivo sola, con mis pequeños, por ahora no quiero saber mas nada de hombres ya que son todos iguales, en fin. Con Arturo, el que fuera mi esposo tengo una buena relación, se preocupa por nuestra niña, me ayuda en la crianza y tenemos visitas pactadas, me pasa algo de dinero y creo que en el fondo el piensa que aun lo nuestro puede funcionar. Mario en cambio, el padre de nuestro niño se lavó las manos y desapareció del mapa, se fue a vivir a otra provincia y formó su nueva familia, como sea, no me interesa.

Me gano la vida como docente, soy profesora de inglés y a veces trabajo doble turno, mis padres son mi bastón, quienes me dan una mano con los pequeños y también cuento con María, una anciana que por unos pesos me ayuda en la casa, con el tema de limpieza, lavados y todo lo que eso implica.

Me gusta pintar, cuando estoy con ganas, luego que los pequeños se duermes, me quedo hasta altas hora de la madrugada con mis cuadros al óleo, también me gusta ir al cine, o pasear en los paseos de moda.

Asumo que tengo un carácter complicado, soy celosa y posesiva y tampoco me gusta que me digan como hacer las cosas, me gusta ser independiente y creo que mucho de mi forma de ser influyó en mis fracasos de pareja.

Como notarán, hasta acá no cuento mas que una vida mas o menos normal, nada fuera de lo común, una mujer trabajadora de clase media, pero hay una parte de mi vida, una parte secreta que no es tan normal, y aquí va la historia…

Yo era muy jovencita cuando empezó todo, era virgen, no había tenido ningún chico aun, ni siquiera me había besado con nadie y mi cabeza aun estaba lejos de pensar en sexualidad, ese año, mi compañera de banco del colegio sería Mónica, una chica nueva que venía de otro colegio, con fama de rebelde quien ya había repetido un par de años.

Recuerdo que era muy bonita y que estaba bastante desarrollada para su edad, y a su lado me veía como un chiquilla, tenía un lindo cabello castaño que corría por su espalda y unos ojos oscuros muy pragmáticos. Mónica era una líder natural y pronto estuve por decirlo de alguna manera bajo su ala, yo me dejé llevar y me sentí muy a gusto con ella, nos hicimos amigas íntimas y congeniamos, hoy en día, visto en retrospectiva puedo decir que mi carácter es reflejo de lo que ella era.

Recuerdo a que a mis padres no le hacía mucha gracia mi amistad con ella, era la repetidora del curso, quien había sido expulsada de otros colegios, quien contestaba a los profesores de igual a igual, con poco y nada de respeto, quien solía visitar la dirección más de lo aconsejable.

Pero creo que yo podía ver mas allá de todos y podía entenderla, Mónica vivía con su abuela, su madre había muerto en el parto y su padre era un desconocido, su mundo estaba falto de amor, de afecto, y la pobre abuela hacía lo que podía para sacar la situación adelante.

Y fue como que nuestros mundos se mezclaron, entre su rebeldía y mi inocencia, solía ir a su casa después de hora a realizar trabajos prácticos, su abuela siempre me recibía con una chocolatada y una galletas que ella misma preparaba para después irnos a la habitación de mi amiga.
Y en esa habitación, empezarían mis historias…

Cuando teníamos privacidad, entre trabajo y trabajo Mónica empezó a moldearme a su medida, ella me preguntaba si me gustaban los chicos, si había besado a alguien, si me gustaba alguien, si me masturbaba y muchas cosas relacionadas con una sexualidad que estaba floreciendo.
También notaba como ella me observaba, como me miraba, como me hacía parar para que caminara para ella y me sentía en situaciones que no sabía como abordar.

Así llegó mi primer beso, casi robado, de casualidad estábamos muy cerca y ella me tiró un picotazo, me vi sorprendida y elle se moría de risas, entonces, decidida vino sobre mi y me besó profundamente, puso sus labios sobre los míos y metió su lengua hasta mi garganta, recuerdo que me mojé toda con algo tan nuevo como exquisito, no pude apartarle y respondí en consecuencia.

Poco a poco me fui entregando, los besos me parecieron normales y me sonaron exquisitos, su manos empezaron a invadirme, a veces por sorpresa colaba una bajo mi pollera y yo solo le retaba como acto reflejo, no porque estuviera mal, sino por miedo a que me gustara hasta que ya no pude resistirme.

Esa tarde habíamos dejado nuestros estudios de lado y Mónica me había dado un libro avejentado de historias sexuales, me había tirado sobre su cama y ella estaba a mi lado, leíamos jutas, no sabía de donde lo había sacado pero era todo muy caliente, recuerdo que me mojaba y me mojaba al leer, mi amiga notó lo que sucedía y no dejaría pasar el momento, discretamente fue bajando, colo las manos bajo la pollera, enlazó sus dedos en mi ropa interior y solamente me desnudó por debajo.

No dije nada, solo seguí concentrada en la lectura, Mónica no se detendría, abrí mis piernas y sentí su lengua en mi afiebrada vagina, solo empezó a lamer y lamer, yo solo quería leer pero poco a poco perdí la concentración en los escritos, no podía, solo no podía y me entregué al placer, solo se detuvo luego de arrancarme un orgasmo. Recuerdo que me puse a llorar, no se porqué, pero estaba muy emocionada.

Luego de tres años todo había cambiado, ella me había transformado y estaba a su altura, o era peor, nos matábamos en ese cuarto, y en cuanto lugar fuera posible, teníamos sexo en cualquier parte, era erótico, habíamos comprado varios consoladores de juguete y nos cogíamos entre nosotras, había dejado mis bombachas con ositos de otros años y ahora usaba ajustadísimas colaless, nos hacíamos las putitas, y nos encantaba como éramos.

Papá preguntaba siempre cuando traería un novio, estaba llegando los veinte y los hombres no estaban en mi mundo, solo Mónica, solo ella. Yo reía siempre y le decía que no molestara, el no hubiera entendido que me había enamorado de otra mujer.

Fue cuando el diablo metió la cola, una mañana ella vino a mi llorando, su abuela había fallecido y se quedaba sola en el universo, a pesar de tenerme a mi, ella estaba realmente sola. Su idea estaba mas que clara, que me fuera a vivir con ella, en la casa que ahora era demasiado grande, mujer con mujer, adultas, formar un hogar.

Fui cobarde, no estaba preparada para afrontar esa situación ante el mundo y hacerla pública, solo no podía, no podía decirle a mi padre ‘oye, te presento a mi novia, Mónica, me voy a vivir con ella’, le rompí el corazón.

Nuestros caminos se separaron, sin su abuela, sin mi, mi amor roto buscó cambiar de aire, vendió la vieja casona, tomó un avión sin boleto de regreso y partió a buscar su fortuna al viejo continente.

Pasaron los años, como conté al principio hice mi vida dejando ese lado lésbico muy escondido en el cofre de los secretos.

Mónica y yo dejamos esa historia en pausa y si bien ese amor que teníamos se fracturó, lo cierto es que solo nos habíamos distanciado, no habíamos roto la relación y las redes sociales volvieron a juntarnos.

Nos escribíamos como amigas, como amigas de toda la vida, era raro porque ninguna de las dos menciona jamás las situaciones del pasado, era como si ambas hubiéramos borrado esos años, como si no hubieran existido.

Y seguimos adelante, ella estaba el tanto de mi vida y yo de la suya, había parado unos años en España, luego Portugal para asentarse definitivamente en Francia, para trabajar en una multinacional de renombre.

Seguía soltera, porque como dejaba notar cada vez que salía el tema, ella solo se había enamorado de una persona, fuimos cambiando nuestros cuerpos ya no eran de adolescentes, Mónica se había operado los pechos y ciertamente le quedaba muy bien, también, al igual que yo, había adoptado el rubio para los cabellos, dejando de lado nuestros colores oscuros de nacimiento, Solo que yo me lo cortaba a los hombros mientra que ella los mantenía tan largos como los usaba en nuestros tiempos.

Y mágicamente, como nos habíamos separado, volveríamos a juntarnos…

Mi amiga había hecho buena plata en el viejo continente, así que planificó unas vacaciones en Argentina, para recordar un poco de su querido país, fue muy grato enterarme que volveríamos a vernos, me dijo que había alquilado desde Francia un piso exclusivo en el corazón de la ciudad para pasar su estadía, nada de hoteles, nada de atarse a horarios.

Hubiera querido recibirla en el aeropuerto, pero mis ocupaciones, los chicos, mis horarios, fue imposible.

Sin embargo estábamos comunicadas siempre, videollamada, por whatsapp, como fuera.

Dos días después volveríamos a encontrarnos, era sábado y los peques irían por la tarde a casa de los abuelos, papá adivinó que andaba en alguna relación clandestina nuevamente e intentó sacar de mentiras verdades, solo me hacía reir, jamás le dije que Mónica estaba de regreso.

Fui a la dirección que me había dado, era la zona mas cara y deseada de la ciudad, el custodio de la entrada pidió ver mi documento y me indicó donde estaban los ascensores. Subí y sentí que el corazón me explotaba, golpee la puerta y ella no tardó en recibirme, que alegría! nos fundimos en un abrazo interminable, cuantos recuerdos!

Me hizo pasar, el lugar era espectacular, los ventanales daban al lago rodeado por montañas, una brisa fresca entraba haciendo danzar los cortinados, unos amplios sillones en combinaciones de grises armaban el living en derredor de una lujosa alfombra de altos pelos, a un lado, un enorme led decoraba la pared junto a un moderno equipo de audio, al fondo se observaba la cocina en tonos de blancos y negros. En el otro extremo una escalera caracol de marmol conducía a la planta alta y desde mi posición, podía observar las paredes de vidrio que me daban primer plano al lateral de una cama confortable.

Te gusta? – preguntó ella notando como yo miraba todo el entorno – sentate, tenemos tanto de que hablar…

Parecía raro, éramos mujeres adultas, tan lejos de esos años de adolescencia, y sin embargo sentía los mismos nervios que ese día del libro.

Mónica fue a preparar el té, mientras hablábamos de nuestras cosas noté cuan bonita estaba, con sus cabellos dorados, con sus pechos operados, con un discreto vestido celeste que se le adhería a su trasero dejándome adivinar los elásticos de su ropa interior, no podía abstraerme de esa situación.

Ella se sentó a mi frente, dejando las infusiones con algunas galletas en una mesa ratona que nos separaba, solo hablamos, y hablamos, cosas que ambas sabíamos, mi familia, mi vida, su vida en Europa, su empleo, y terminamos recordando las locuras de esos tiempos del colegio, nuestros besos, nuestro sexo, nuestra intimidad de esos días, y la atmósfera se tornó densa, el aire del lugar caliente y sentí sofocos, sentí un escozor en mis pezones y humedecerse mi intimidad, poco a poco buscaba desviar la conversación y me costaba mirarla fijamente a los ojos, sola me había metido en la boca del lobo y la pregunta a responder era cuan a disgusto estaba de haberlo hecho.

De repente el ringtone de su celular cortó la charla, me dijo entonces:

Dame cinco Marce, es del trabajo, estos franceses no saben que hacer si no estoy yo dando directivas.

Respondí con una sonrisa y la vi alejarse por la escalera caracol a la planta alta sin poder abstraerme de su belleza, era un imán para mi, un maldito imán. La sentí hablar en francés y no pude evitar tentarme de risa, no entendía una palabra pero era muy cómico, y luego el silencio…

El silencio que precede a la tormenta…

Ella empezó a bajar con cadencia, vi sus zapatos tacos altos, brillosos, sus pantorrillas, luego sus rodillas, sus muslos desnudos, y luego… sus caderas portando un arnés con una enorme verga de juguete colgando, siguió bajando, su vientre, sus pechos cubiertos por un sostén negro, su rostro, su rostro perverso…

No Mónica! que haces? Mónica! por favor!

Vamos Marce, sabías que esto pasaría, sabías que era inevitable

Basta Mónica! no arruineos las cosas! ya somos grandes

Marcela, Marcela, Marcela… es obvio como me mirabas, puedo sentirlo, pasa el tiempo pero aun puedo sentir tus ocultos y perversos deseos

Mónica no dejaba de acercarse donde yo estaba y como siempre, parecía tener todo bajo control

Dale… me mostras como se la chupabas a tus hombres? sabes que me gusta eso…

Pero no Mónica, basta! no me….

No pude negarme mas, ella estaba a mi lado y había metido la verga de juguete en mi boca acallando las palabras, una vez mas, como siempre me rendía a sus juegos…

Relato xxx repitiendo el pasado lésbico con mi amiga MónicaMe dejé llevar, empecé a chupar esa pija como si de vedad estaría con un hombre, aunque no era lo mismo, pero a ella la excitaba que lo hiciera, y sentí que empezaba a repetir mi pasado.

Ella me hizo incorporar, me miró a los ojos en una forma tan profunda que sentí derretirme en ellos, nuevamente sus labios llegaron a los míos y me estremecí en escalofríos, uno a uno soltó los botones de mi camisa para dejarla caer al suelo, sin dejar de mirarme fijamente a los ojos.

Mónica pasó las manos por detrás de mi espalda, soltó los broches de mi sostén para desnudar mis pechos, sentí la suavidad de sus dedos acariciando mis pezones, sin dejar de mirarme a los ojos.

Llegó el turno de mi pollera, con esfuerzo la hizo bajar ya que parecía adherida a mis caderas, acarició entonces mis nalgas desnudas, tomó la pequeña tanga que tenía y la tiró con fuerza moderada haciendo que se enterrara a un mas entre mis cachetes, sin dejar de mirarme fijamente a los ojos.

Estaba casi desnuda, solo me quedaba mi tanga toda mojada, acomodó la prótesis entre mis piernas y solo se movió, atrás adelante, una y otra vez, rozando mi clítoris que aun estaba bajo la seda de mi empapada ropa de seda interior, sin dejar de mirarme fijamente a los ojos

Yo no pude mas, me rendí me dejé caer hacia atrás en el sillón, abrí mis piernas puse mis manos en mis pechos, cerré los ojos y dejé que las cosas sucedieran. Igual que ese día del libro erótico, de la misma manera, sentí la lengua de Mónica comerse mi conchita, era lo mejor de la vida, nada se comparaba a los hombres que habían pasado por mi cama, Mónica, mi amada Mónica…

Ella me llenaba con sus recoridas, comiéndome el clítoris, besándome los labios, acariciando mi esfínter con su pulgar, metiendo los dedos en mi cueva de néctar. Yo me acariciaba los pezones llevando la electricidad erótica por todo mi cuerpo, me sentí venir, exploté en un contenido orgasmo.

Cuando abrí mis ojos me sentí avergonzada, aun con la respiración entrecortada vislumbré que yo tenía mas de trienta, tenía dos hijos y ya no era una chiquilina en medio de juegos lésbicos, ella me miró con una sonrisa fraternal y me dijo:

Tranquila mi amor, todo está bien, no te preocupes, no sabes cuanto deseaba este momento, cuanto deseaba comprobar que lo nuestro estaba vivo.

Yo iba a entrar en un diálogo sentimentaloide pero ella rápidamente volvió a la excitación sexual…

Mirá, – me dijo al tiempo que colocaba una cámara cerca de donde estábamos – esto no existía en nuestros días, te imaginás las cosas que hubiéramos hecho cierto?

Yo solo sonreí, estaba conectada con el led y admito que fue muy sexi vernos a las dos en el, ella tenía estas sorpresas y me encantaban sus locuras, me hizo poner en cuatro patas, mirando directamente a la cámara, vino por detrás y empezó a cogerme muy rico, tomándome por las nalgas y por la cintura, me metía el juguete muy profundo y me daba unas ricas nalgadas.

Veía en primer plano su rostro lleno de placer, me excitaba verla y me calentaba ser suya, me llenaba de pequeños orgasmos y solo no pude seguir mirando, nuevamente me podía toda la situación, cerré los ojos, me entregué y terminé poniendo mi pecho contra el sillón, sacando culo para ella, solo para ella.

Mónica disfrutaba poseerme, como en los viejos tiempos, solo no pude mas…

Yo estaba entregada y sabía que tarde o temprano Mónica regresaría a Francia, me desentendí de las filmaciones y fotos que ella proponía en ese juego sexual, eran excitante pero yo busqué ir por el lado del corazón, eso me gustaba mas.

Retiré su arnés, también su sostén, ahora estábamos complemente desnudas, las dos, tomé la iniciativa, frente a frente, empecé a besarla, en los labios, en el cuello, en los hombros, a acariciar su cintura, luego sus pechos, estaban duros pero perfectos, raros al tacto, lamí sus pezones con cadencia, uno, el otro, suaves, deliciosos, subí a su oído para susurrarle en voz baja mientras acariciaba sus pechos con los míos

Te gusta mi amor?

Creo que a palabra ‘amor’ sonó muy fuerte, ella aspiró con fuerza y pareció desmoronarse, seguí con el juego, tomé su mano con la mía para llevarla a su entrepierna, para que se masturbara, para hacerlo juntas, me excitaba ver como ella misma se perdía en el juego, volví a lamer sus pezones, y otra vez a sus labios para ahogar gemidos contenidos, Mónica poco a poco se ponía al límite del abismo, y yo seguía con mi mano presionando la suya para jugar el juego que ambas sabíamos jugar.

Mi mujer retomó el control del juego sacándome de posición rodamos al piso, sobre la mullida alfombra, levantó una de mis piernas para cruzar una de las suyas, sentí entonces el calor de su vagina contra la mía, nuestros jugos mezclarse, nuestros botoncitos de placer fundirse en uno, único, tan único como nuestros sentimientos.

Ella fregó y fregó una contra la otra, se retorció, explotó en placer, confieso que se me cayeron un par de lágrimas de la emoción, me había enloquecido saber que mi conchita le había arrancado un orgasmo.

Seguimos jugando por un tiempo mas, hasta caer agotadas, rendidas, satisfechas.

Estaba de lado, aun sobre la alfombra y Mónica permanecía a mis espaldas, sentía la dureza de sus pechos pegados a mi, sus cabellos y sus ricos besos en mi nuca y en mis hombros, sus palabras sonaron nostálgicas, cual sería nuestro futuro?

Hoy tengo que tomar una decisión, tengo en mi mano pasajes abiertos con destino a Francia, para mi, para los chicos, pero no puedo solo pensar en mi, ellos están en mi vida, también mi ex, mi profesión y hasta mis padres, no puedo tirar todo por la borda y empezar nuevamente, o tal vez si, solo se que una vez dejé escapar a esa mujer y no quisiera volver a equivocarme…

Si te gustó esta historia puedes escribirme con título REPETIR EL PASADO a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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