Relato xxx de una tarde incorrecta con la sobrina de mi jefe

Es increíble como una persona puede luchar para tomar una decisión, que muchas veces termina siendo incorrecta, ver como los sentimientos pelean con las razones y notar que ambos no se llevan de la mano, cuan incompatibles son… ver cuánto influye nuestro entorno y asumir cuan influenciables somos las personas, nuestros conocidos, amigos, cuento asusta el ‘qué dirán’…

Cuanto nos duele una determinada situación, cuánto pesa la crianza, los conceptos estructurados,  la sociedad, el miedo a sentarse en el banquillo, solo para ver como muchos te acusan, solo para ver como otros tantos se burlan, y todo, todo eso se hace una bola tan grande, tan imparable, tan agobiante, tan asfixiante que… hasta te pueden hacer perder un amor, aunque luego llores a escondidas, aunque el dolor te haga arrastrar por los rincones, aunque te arrepientas por toda la eternidad…

Mi nombre es Roberto, aunque todos me llaman Robert, estoy llegando a los cuarenta, divorciado, dos niñas.

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PARTE 1

Hace tiempo trabajo en un negocio de venta al público de telas, en lo del turco Samuel, en un negocio céntrico que ya es tradicional en mi ciudad.

El viejo Samuel pisa los setenta, y su negocio es su vida, un tipo sucio y avaro, vigilante de cada centavo, él siempre dice que no tiene empleados, que todos somos una gran familia y que nos quiere como hijos, pero lo cierto es que eso es solo marketing barato, ya que nos paga lo mínimo e indispensable que indica la ley.

Y esa gran familia, como él dice, aparte de mí, la integraban José, Mariano, Carlos y Fátima, todos los empleados que llevamos el negocio adelante.

José es el más veterano, pisa los cincuenta, el tipo de la experiencia, el que sabe todo de memoria, donde está cada cosa, y que hay en cada lugar, es el único con familia formada actualmente, lleva muchos años de matrimonio, en esos amores eternos de películas que hoy en día ya están en extinción, un poco él es mi consejero, tiene siempre una visión a largo plazo, un tipo que se hace el recio, pero en el fondo es un tierno, de piel oscura, cabellos prematuramente encanecidos y gruesos bigotes, de mirada inquietante, de voz ronca y respirar cansino, fumador empedernido, de dientes amarillentos percudidos por años de tabaco.

Mariano, recién pasado los treinta, el otro divorciado, según cuenta estaban juntos por conveniencia y al separarse sintió sacarse un peso de encima, había vuelto a las aventuras como suele decir.

Un hombre espigado, alto, de cuidarse en gimnasios, bastante presumido y atento con su cuerpo, de esos que siempre se afeitan, que se ven pulcros, siempre luciendo sus cabellos mojados como si hubiera salido de una ducha, elegante por naturaleza, formal para vestir.

El estudiaba leyes por la noche, en la facultad, algo que había dejado cuando había formado pareja y que había retomado luego del divorcio.

Carlos, o Charly, tipo raro, el más joven, veintisiete, él decía que moriría soltero, un muchacho que la naturaleza no le había regalado nada, gordito, cabezón y calvo, si… no llegaba a los treinta y casi no tenía pelos, pero el ganaba con palabras lo que le faltaba en belleza.

Era un tipo triunfador, de los que te envuelve con palabras y curiosamente si algo le sobraban eran mujeres, de esos personajes que de haber tenido la oportunidad se hubieran cogido hasta la propia madre.

El hacía dos años que estaba en el local, y en ese tiempo él había puesto todo patas para arriba, hablando de sexo en cada oportunidad, de coger, de conchas, de mujeres, de pijas, de amigas, de putas, y un poco en broma y un poco en serio nos había arrastrado a todos a ese juego, hablando de amantes casuales, pasando información de amigas, y nos había hecho cómplices de esa forma de vivir teniendo el sexo a flor de piel en cada instante, a todos, incluso a Fátima…

Fátima era una de las sobrinas del viejo Samuel, la persona de confianza, por lo tanto, la única que manejaba el dinero, la que tenía acceso a la caja.

Treinta y dos años, soltera, en un amor condenado al fracaso, ella esperaba infructuosamente que su novio le propusiera casamiento, pero por lo que contaba ese tipo lo que menos intención tenía era proponerle casamiento, solo jugaba con ella y ella era la única que no quería verlo.

Él estaba siempre de viajes, con sus amigos, y ella solo parecía ser un repuesto para él.

Muchos viernes ella se iba contenta, porque estaría el fin de semana con su novio, y muchos lunes volvía decepcionada, ni siquiera la cogía y ella nos decía que necesitaba verga, literal, y aclaro que esto era mérito de Charly, porque ese hijo de puta le sacaba todos los detalles, hasta los que una mujer no quisiera contarle a un hombre…

Y yo era un tonto que empecé a mirar a Fátima con ojos de hombre, me gustaba su sonrisa, y sufría por la forma en que la engañaba ese famoso novio que la tenía a mal traer, y por lo tonta que era al permitir esos engaños.

De estatura mediana, a mis ojos se hacía muy bonita, y me atraía más de lo normal, cabellos castaños oscuros que aclaraba en líneas de rubios de peluquería, a media espalda, ojos entre miel y marrones, según la luz, y de contextura justa, ni delgada ni gorda, como que cada parte de su cuerpo era armónica con el resto, y me gustaba su forma de ser, de hablar, de tratar, palpaba en ella una mujer sincera, honesta, de buen corazón.

Fátima estaba en ese punto de equilibrio justo que creo que tiene toda mujer, en esa edad que se es suficientemente madura para una sexualidad plena, y que aún se es joven para tener toda la vitalidad, en ese punto en que la belleza llega a su máximo esplendor, y en ese punto donde la soltería empieza a doler y siente que necesita formar una familia, y empieza a ver en cada hombre la última oportunidad, el último tren…

Y sentí un amor oculto hacia ella, un amor que no era correspondido, puesto que ella esperaba pacientemente a que su novio le propusiera algo más, y tal vez se notara en mis gestos, en mi trato, pero mi timidez nata me impedía avanzar sobre ella, seguramente por miedo al fracaso, porque íntimamente tenía terror a un ‘no’ de su parte.

Y teníamos una confidencia no muy común en un ambiente de trabajo, Charly nos había arrastrado sin querer a eso, sexo, sexo y más sexo, y que Fátima nos contara abiertamente cuanto hacía que no cogía, o cuando estaba con la regla, o que lencería usaba, al menos para mí no dejaba de ser curioso y excitante a la vez, si hasta José, el único formal y el más veterano del grupo se prendía en la jarana y era uno más de nosotros, si bien no le gustaba hablar de su mujer, cada tanto le hacíamos morder el anzuelo…

Y toda esa camaradería, toda esa complicidad, se desmadró hace meses…

Recuerdo que Fátima estaba muy contenta, cumplía siete años de largo noviazgo y todo hacía prever que le propondrían matrimonio, algo que ella daba por descontado y que, si bien a mí no me hacía mucha gracia, pues yo me alegraba por ella, y Charly como siempre, bromeaba con que al fin se comería una buena verga, me sonrío al recordar que le decía que llevara cremita para el culito…

Pasó el lunes, martes, miércoles y jueves con una sonrisa de oreja a oreja, dando por descontada la propuesta que recibiría por la noche.

Pero el viernes, ella era otra chica, su cara estaba demacrada y sus ojos hinchados de tanto llorar, habían discutido, su novio no tenía ninguna propuesta, nada en mente, ni siquiera recordaba que cumplían años, y por si fuera poco le había dicho que se iba con sus amigos un mes a las playas de México…

No hay que agregar mucho más, ni entrar en detalles, Fátima estaba al borde de un colapso nervioso, incluso hasta parecía dopada por ansiolíticos que había ingerido, todo había terminado en un abrir y cerrar de ojos.

Creo que por primera vez la atmósfera estaba tensa, no había lugar para bromas, y fue Charly quien dijo

  • Chicos, miren, para el domingo anuncian buen tiempo, que les parece si le pido la lancha a mi viejo y nos vamos al río a pasar el día?

Acá comento que en mi ciudad está bordeada por un hermoso río, con islas al frente, y es un lugar obligado para los fines de semana, un sitio con arena, sol y agua, donde se amontona la gente para salir del cálido cemento.

Nos pareció una buena idea, Mariano y yo nos sumamos de inmediato, y empujamos a un ‘si’ un tanto obligado por parte de Fátima, consiente que todo esto era solo por ella. Solo José, en forma previsible nos agradeció, pero el hacía vida de familia y estaba alejado de nuestras rutinas de personas libres, como el solía llamarnos.

El domingo pasada media mañana nos encontramos los cuatro en el embarcadero, como habíamos quedado, Fátima fue la última en llegar con un refrigerador de mano a cuesta, ella era la encargada de los emparedados y nosotros de las bebidas, estaba hermosa, con una blusa negra y un holgado short en color crema, sandalias taconas, lentes de sol que cubrían la mitad de su rostro y una capellina para proteger su cabeza de las altas temperaturas. Terminamos de subir las cosas, la lancha ya estaba lista y disponible, así que con rapidez emprendimos el cruce del río.

Y en la lancha abrimos unas latas de cerveza, como para empezar el día, hacía calor, la panza de la lancha rebotaba en el agua una y otra vez a medida que avanzábamos hacia las islas del frente.

Charly parecía un viejo lobo de mar, y en lugar de parar en los típicos balnearios que se veían agolpados de gente, se introdujo lentamente entre los islotes, en pequeños remansos que parecían formar un complejo laberinto.

Pronto nos vimos aislados del mundo, perdidos en la nada, entre agua, arena, árboles y sol, un paraje más propio de una película de náufragos que de una ciudad en fin de semana.

Bajamos las cosas, nos acomodamos, a medio sol, a media sombra, y llegó el momento que estaba esperando, en verdad no solo yo, Charly y Mariano también, hora de tomar sol…

sexo con la sobrina del jefeFátima saco una esterilla para ponerse cómoda, la acomodó, dejó la capelina de lado, y solo se quedó en traje de baño, un sostén armado en color y una pequeña tanga a rayas que dejaba sus glúteos casi desnudos, era preciosa, y sabía que mis amigos la miraban con ojos de lobos, pero yo solo tenía mirada de cordero…

Pasaron las horas, entre cervezas y charlas de sexo, mas cerveza, mas sexo y la atmósfera poco a poco se tornó caliente, más caliente que el mismo sol que nos alumbraba…

Empezaba a atardecer, el sol ya no quemaba tanto, Charly y Mariano decidieron ir a refrescarse al agua del río, una vez más, ella y yo quedamos solos, en una intimidad no buscada.

Fátima estaba recostada mirando el agua, tomando sol boca abajo, yo estaba sentado tras ella, solo mirando su figura, su piel transpirada, su culito que se mostraba insinuante, y sus piernas que se movían al compás de una canción que tarareaba en voz baja, yo solo la miraba…

De pronto ella giró su rostro para donde yo estaba, me sorprendió mirando su culo, creo que las mujeres tienen un sexto sentido para adivinar cuando las estamos mirando, no pude decir palabra, ella se rió de mí, sabía que estaba en problemas…

Fátima entonces sacó su bronceador y me pidió que untara su espalda, y fui sobre ella, tonta e inocentemente, puse crema sobre su piel, por su espalda, empezando por los hombros, bajando lentamente, hasta llegar a la línea de cintura, donde paré y le devolví el envase, pero ella dijo

  • Robert… no me pondrías en la colita también? estoy muy cómoda….

PARTE 2

Mierda… eso fue tan sexi, la forma en que me lo dijo, tragué saliva y me puse manos a la obra antes que cambiara de idea, unté mis manos y las llené con sus nalgas, se las acaricie en círculos, hermosas, preciosas, y obviamente fui víctima de una terrible erección, mi vista estaba perdida en el culo de esa mujer, fue cuando me sorprendió nuevamente, una de sus manos apretó mi sexo y me dijo mientras empezaba a sobarme

  • Ahhh!!! pero que rica verga… si el estúpido de mi novio no quiere cogerme, bueno… seguro habrá otros interesados…

Me quedé paralizado, sin saber que hacer, que decir, solo ella vino por mí, lo tenía todo calculado, actuaba por despecho, ella solo empezó a chuparme la verga, parecía querer arrancármela, con un visible desespero, lo hacía tan rico, con la respiración entrecortada, me la chupó un buen rato, luego soltó el sostén para desnudar sus pechos, vino a mi lado y casi colgándose de mi cuello me besó profundamente, en una forma que me demostraba cuan necesitada de amor estaba, sus tetas estaban pegadas a mi pecho y ella misma llevó mis manos a sus glúteos para que se los apretara fuertemente, empecé a refregar mi pija sobre el frente de su traje de baño, ella gemía, y buscaba solo acariciar con sus afilados pezones, todo el frente de mi pecho, yendo de lado a lado una y otra vez…

Estaba en lo mejor de la situación cuando fuimos interrumpidos por Charly y Mariano, quienes volvíeron con rapidez del agua al observar lo que estaba pasando entre nosotros, los maldije por dentro, estaban interrumpiendo algo que secretamente siempre había deseado, pero para mi pesar comprobaría que Fátima tenía otras ideas, solo me dejó y fue de rodillas sobre ellos, quienes prontamente se desnudaron, y ante mis ojos incrédulos, ella, como una puta paga empezó a mamarle a ambos al mismo tiempo, derecha, izquierda, uno, el otro.

Charly tomó la iniciativa, fue por detrás, y empezó a sacarle la parte inferior de su traje de baño, ella lo permitió, pero sin dejar de perder la concentración en su objetivo de ese momento, la verga de Mariano…

Y yo solo miraba, como se engolosinaba chupándosela a uno, y como el otro por detrás empezaba a cogerla, dándome una imagen muy rica, pero al mismo tiempo me dejaba saber que yo no era algo especial para ella, que no me había elegido, que solo tuvo la oportunidad y la había tomado, ella actuaba por despecho y solo quería vengarse de su novio…

Fátima advirtió que yo estaba fuera de juego, por lo que me sumó nuevamente, y otra vez se acercó a chuparme la pija, ahora lo compartía con Charly, mientras era el turno de Mariano de cogerla, y ella gemía como perra cuando le entraba la verga en la concha, pero no dejaba de mamarnos a ambos al mismo tiempo…

Llegó mi turno de cogerla, fui por detrás, mis ojos se llenaron con su vagina depilada, con sus generosos glúteos, con su escueta cintura, con sus excitantes cuervas de mujer, al fin me deslicé en su interior, por completo en su conchita, hasta el fondo, empecé a moverme…

Era una rara sensación, era algo que secretamente siempre había soñado, pero ahora que lo estaba haciendo no sentía placer, no de esa forma, no compartida como puta…

Dejé caer saliva en su esfínter, apoyé los cuatro dedos en su nalga y solo con el pulgar presioné en su culito, en círculos, una y otra vez hasta que se abrió paso…

Quería castigarla, de alguna manera, sacarme de encima la bronca que estaba acumulando, no sé porque, pero tenía la necesidad de hacerle el culo como una buena puta… porque así se estaba portando…

Solo la saqué y apunté en el otro hueco, ella mostró un poco de resistencia, pero mis amigos se encargaron de tenerla chupando, al fin se la metí…

Fátima corcoveó un poco como yegua salvaje, pero conforme su esfínter se amoldó a mi miembro no tuvo mas remedio que entregarse mansita…

Y se la di fuerte, entrando y saliendo, con un poco de furia para ser honesto, estrangulando su cinturita entre mis manos, haciendo que resaltara su culo bronceado en una forma muy sugerente, no pude retenerlo demasiado, saque mi verga de su trasero y acabé con fuerza sobre su espalda, varios chorros de semen caliente que regaron su piel, yendo desde su sexo hasta su nuca, no podía más…

Su esfínter había quedado abierto ante mis ojos mientras yo trataba de recuperar el ritmo de mi respiración, pero ella seguía chupándola a Mariano y a Charly como si nada…

Solo me senté en la arena a observar, la giraron dejando su espalda en la arena, uno fue a cogerla, y el otro por la boca, Fátima gemía a cuatro vientos, entregada…

Creo que probaron cuanta posición pudieron probar, incluso en un momento cuando cabalgaba a Mariano, Charly, como de costumbre, fue por detrás y se la metió por el culo, haciendo una doble penetración…

Fátima trató de negarse, que no quería, que doble penetración no, que era demasiado, pero que podía hacer una mujer sola con tres hombres? acaso alguno la escuchaba? Si se portaba como puta, lógicamente la iban a tratar como puta…

Mariano se vino sobre su abdomen, como yo lo había hecho sobre su espalda, llenando ahora por el frente de su cuerpo, desde su vagina hasta el cuello, pasando por vientre y senos.

Charly fue el último, solo la tomó de la fuerza por los cabellos y se masturbó sobre su rostro, era un bastardo, ella decía que así no, pero el parecía disfrutar cada segundo, y como en la mejor película pornográfica se encargó de llenar de lecha caliente cada rincón del rostro de la joven que permanecía indefensa en la arena, hasta la última gota, frente, pómulos, cabellos, labios, ojos, nariz, todo lo que se encontraba a su paso…

Cuando todo pareció terminar, Fátima era un despojo de mujer, sentada en el piso, desnuda, con las últimas luces del día recortando la silueta de su cuerpo, su frente, su espalda, sus piernas, eran una mezcla hedionda de crema bronceadora con semen caliente, donde todo se pegoteaba con granos y mas granos de fina arena, para colmo de males, la leche de Charly aun permanecía en su rostro y ella trataba infructuosamente de limpiarse los ojos, puesto que estaba cegada por las ocurrencias nuestro amigo…

Charly como siempre, en esa locura sexual que lo envolvía, la tomó entre sus brazos, la alzó en el aire y fue corriendo hasta zambullirse en el agua del río, los vi desaparecer de la superficie, entre risas macabras le dijo que se limpiara un poco, que estaba hecha un desastre, luego nos animó a nosotros a que nos uniéramos a la fiesta, Mariano lo hizo, pero yo solo prefería quedarme sentado al borde, observando, las siluetas a media luz ya que el sol caía por el horizonte…

Jugaron como niños, riendo como tontos, se tiraban agua, se sumergían, salían, quemaron energías, y parecía todo muy loco, pero las cosas cambiaron rápidamente, en esos juegos improvisados de repente ella quedó al medio de ambos hombres, y cesaron las risas, y cambiaron los juegos, volvieron a los besos, al fuego pareció encenderse en medio del agua.

Y esta ves ya sentí pena por Fátima, yo solo me quedé como un tonto observador, porque ella se portaba como puta, pero no lo era, yo sabía que no lo era…

Solo permaneció al medio de los dos, y parados como estaban solo la levantaron, y semi sumergidos volvieron a hacer una nueva doble penetración…

Era tarde, demasiado tarde, así que decidí dejar que ellos hicieran sus juegos y cogieran todo lo que quisieran coger, yo me aparté de todo y comencé a preparar las cosas para nuestro regreso.

Cruzamos el río, en un silencio absoluto, solo el ruido del motor de la embarcación avanzando raudamente a la orilla opuesta, el cielo estaba encapotado, se venía tormenta, el viento había rotado y el río empezaba a encabritarse…

Mientras guardábamos la lancha en el embarcadero, empezaron a caer unos gruesos y aislados gotones, y comenzó nuestra prisa por el inminente aguacero que caería en poco tiempo.

Charly y Mariano se desentendieron de Fátima, un gesto muy poco caballero según mi parecer era como ‘ya te usamos, ya no te necesitamos’ y solo se preocuparon por si mismos, pero yo era diferente, así que me ofrecí a llevarla hasta su casa.

Al llegar estábamos empapados, parecía el diluvio del final de la humanidad, ella estaba toda mojada, y la blusa negra y el short en color crema con el que había llegado por la mañana, estaban mojados y pegados a su piel, el agua caís de sus cabellos como regadera, caminaba resbalándose peligrosamente sobre las sandalias taconas y más de una vez fui su apoyo para que no terminara desparramada en el suelo.

Al llegar me invitó a pasar, a secarme un poco, a esperar a que pasara la tormenta, era lo menos que podía hacer por mi…

Era tarde, demasiado tarde, ella improvisó una cena y compartimos unas horas muy bonitas, recordando anécdotas de trabajo, cosas que fueron risueñas por algún motivo, hablamos de su vida, hablamos de la mía, hablamos de todo, hablamos del amor…

Y jugué mis cartas, estábamos solos, había química intenté hacerle el amor… porque eso quería, lo mío no era cogerla como en la playa, yo quería hacerle al amor…

Pero ella me rechazó con suma discreción, que era tarde, que debía ducharse, que debíamos levantarnos temprano y que su cabeza no estaba en orden, me dijo que ella no era la chica de la tarde, ella no era una puta, y yo lo sabía…

La lluvia había parado, tormenta de verano, acaricié su mejilla y me despedí de ella…

Al día siguiente empezaría otra parte de la historia, todo cambiaría…

Al llegar, mis compañeros ya estaban en el negocio, Charly como de costumbre, contaba las andanzas, no podía mantener la boca cerrada, José escuchaba atónito con los ojos fuera de órbita, acariciándose el bigote y Mariano, solo asentía con la cabeza, era todo macabro y perverso, y comprendí que las cosas ya no serían como antes…

El viejo Samuel llegó y puso fin a la charla, ya sabíamos que a el no le gustaba que estuviéramos perdiendo el tiempo ante sus ojos, y mejor, no darle motivos…

Fátima llegó tipo diez de la mañana, era raro que ella llegara tarde, siempre era muy puntual, y la noté triste, y también noté que estaba avergonzada por lo que había sucedido…

Hable con ella en un descanso, le dije que estuviera tranquila, que todo estaba bien, que no se preocupara, pero no era cierto… el día anterior en la playa, se habían pasado ciertos límites, se habían roto varias reglas, y cada cual debería cargar con la cruz de sus actos…

Y me las arreglé para poco a poco conquistarla, empezamos a salir a escondidas, y me enamoré profundamente de ella e imaginé una vida junto a ella, aunque nunca tuve certeza si ella realmente me amaba o solo era un buen compañero para ella, nunca supe si había dejado de amar a ese novio que jamás la había merecido. Pero todo se contraponía con lo que empezamos a vivir día a día.

Fátima no se había respetado a si misma, y ahora nadie la respetaba, para mis compañeros hablar de ella era hablar de lo puta que era, de cómo la había chupado, o como le hicieron el culo, era lo mas normal, y no pasaba ocasión en que le recordaran esa tarde, incluso Charly se mostraba pesado e insistente, solicitando un nuevo encuentro entre amigos, la miraban como puta, le hablaban como puta, la hacían sentir puta…

Y yo solo molestaba con todo esto, parecía a ser el único dispuesto a defenderla, a darle una oportunidad, y terminaba siendo objeto de las risas de mis amigos, se dieron cuenta que me había enamorado y yo también me transformé en payaso del circo…

Fátima rodó cuesta abajo, cada vez más encerrada en si misma, su vida se pintó de gris, y la vergüenza le comía el alma, empezó a faltar, a estar enferma y había bajado de peso, todo por esa situación de mierda.

Yo era su único confidente, ni siquiera el viejo Samuel entendía que pasaba y una y otra vez nos preguntaba a nosotros, y una y otra vez nos hacíamos los desentendidos…

Pero había algo peor, pero a todo esto, y era yo mismo…

Una tarde, como cualquiera, Charly estaba demasiado molesto, y al pasar cerca de Fátima le tocó el culo, y le dijo que era lo que le gustaba, y ella no supo que hacer…

Salí en su defensa, y si no era por los muchachos nos tomábamos a golpes de puños, la vida en las horas de trabajo se había transformado en un infierno…

Pero comprendí algo, Charly, en verdad era como mi otro yo, un espejo en el que no quería verme reflejado, porque  a pesar de todo, en la intimidad, cuando le hacía el amor a Fátima, cuando ella me gemía al oído, cuando le besaba los pechos, cuando acariciaba sus cabellos, cuando me daba sexo oral, cuando le llenaba la vagina de semen, cuando me suplicaba que le hiciera la cola… a pesar de todo… en mi cabeza una y otra vez volvían esas imágenes de la playa, de lo puta que había sido, de su rostro lleno de semen, de las dobles penetraciones que había realizado…

Si el motivo por el que los demás la humillaban era el mismo que internamente me mortificaba, si ni siquiera yo, con todo el amor que sentía podía dejar de verla como una puta…

Ahhh!!!! que cruel es la vida…

Fátima cambió de vida, nos despidió de un día para el otro, jamás había dicho nada, ni siquiera mí, nunca superaría lo vivido en esa playa, viajó a España a buscar un futuro diferente, en un sitio donde nadie la conociera y nadie la juzgara… solo la dejé partir…

La extraño, sueño con ella, y mis amigos siguen recordando a la puta de Fátima, no sé qué será de ella, ni siquiera se si alguna vez me amó…

No hay mucho más que contar, como dije al principio… muchas veces la razón domina al corazón…

Si eres mayor de edad puedes escribirme a con título ’UNA TARDE INCORRECTA’ a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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