Siempre tuve la fantasía de ver a mi mujer teniendo relaciones sexuales, tanto lo había maquinado que ya no estaba satisfecho con imaginarla en relaciones como cualquier cornudo voyeur, no, lo mío era en serio, algo más duro, distinto, nada habitual ni normal, quería algo único e irrepetible y pensé en que la oportunidad perfecta sería con el pretexto de una celebración especial e intima para festejar su cumple de cuarenta años, su mejor edad.
Les describo a mi mujercita: es muy hermosa y de estatura media, muy bien formada en su cintura y trasero que está muy bien; tiene una carita con rasgos lindos, atractivos y sensuales, los labios de su boca son rojos, apetecibles, carnosos, perfectamente bien formados, trabajan como una ventosa al besar, los ojos intensos, negros y brillosos; nariz respingada como las muñecas y su cabello es una melena de color negro azabache largo hasta sus hombros y con rizos.
El plan lo armé y tuve que engañar a mi esposa para llevarla a un hotel, me costó mucho convencerla de que colabore conmigo, que se arregle como yo la había imaginado, el asunto era celebrarla pero de una manera especial e inolvidable, al fin la convencí.