Mi primera fiesta swinger – Relato porno real

Hola, comienzo presentándome, soy Mónica, actualmente tengo 45 años, casada y madre de dos hijos. Vivo en la ciudad de Santa Fe – Argentina, aunque viví largamente en Buenos Aires. Con mi marido convivimos largamente y luego del fuego inicial, que durara largos años, el sexo se convirtió en una rutina. Poco a poco se fue desgajando como un árbol en otoño, hasta que fuimos encontrando la senda de la fantasía, que hacía reverdecer nuestros deseos. Ello acompañado de buenas dosis de pelis pornos, nos fue levantando el ánimo y disfrutamos plenamente del sexo. Las fantasías nos desbordaban, nos veíamos encamados con otras parejas, que efectuabamos trios HMH o MHM, a mi me encantaba soñar con un Gang Bang con apuestos machos que me penetraban por todos mis agujeros, que se corrían dentro de mi boca y yo tragaba semen a raudales, todas las posiciones y sexo imaginable. Mi marido siempre se entusiasmaba con la posibilidad de verme penetrada por otro u otros hombres. En la cama y cachonda como estaba le decía que sí, que quería probar, si en ese momento había otro hombre, seguro que me lo devoraba, hoy no me queda ninguna duda que así hubiera sucedido, pero luego del sexo, renegaba de esos pensamientos y me negaba absolutamente a cumplirlos, cosa que a mi marido le disgustaba enormemente.

Un día, para un cumpleaños de mi conyuje, quedamos en salir a un boliche, para mi sorpresa mi marido me llevó a un boliche swinger, indicándome, para que no rehusara entrar, que era para ver el ambiente de una fiesta swinger. Ingresamos, pedimos una bebida, bailamos. Hasta ahí todo normal. Vimos el show de una pareja que hacía sexo en vivo e invitaron a una chica de la concurrencia a participar, la pareja de esta le alentó a integrarse al show y aplaudía a rabiar cuando entre la mujer y el hombre le acariciaban y besaban sus pechos que habían descubiero y tocaban e introducian dedos en su vagina. Luego de algunos bailecitos y toqueteos (debo decir que el show me había puesto muy cachonda) mi marido me invitó a ir a ver el «privado», por curiosidad, algo de bebida y un poco de calentura, accedí.

Allí en un lugar semi oscuro había una cantidad de parejas teniendo sexo, algunos/as mamaban, otras tenían sexo vaginal o anal. Luego de unos instantes mi marido comenzó a tocarme y por primera vez delante de todos, me hizo recostar en una punta de un camastro que estaba atisborrado de parejas que nos rozaban intensamente y tuve sexo vaginal. Estando en medio del introito se acercó un masculino, muy agradable él, ofreciendo integrarse, ante mi desconcierto y calentura, mi marido le dijo que no. Creí que lo iba a aceptar y en mi estado febril hubiera aceptado de muy buena gana que participara.

Cuando regresamos a nuestro domicilio, tuvimos sexo del bueno. Ya estando tranquilo en la cama, comentamos lo sucedido en el boliche y le confesé que me hubiera encantado que hubiéramos permitido ingresar a nuestro sexo al desconocido. Mi marido se lamentó no haberlo aceptado, pero me aclaró que lo hizo sabiendo de mi negativa anterior a intregar sexualmente a alguién más, que había considerado un gran logro el que me hubiera atrevido a tener sexo en público, aunque los demás poca atención nos habían dado ocupados en sus menesteres.

Pasado el tiempo, mi esposo me invitó una noche a salir a bailar, pese a que no me señaló que clase de boliche visitaríamos, estaba convencida en un 99,99%, que terminaríamos en un boliche SW. No pregunté, prefería que fuera una sorpresa. Fuimos a una fiesta swinger. Ya dentro pidió las bebidas, nos acomodamos en unas poltronas, bailamos tranquilamente, yo estaba mucho más calma que la primera vez. En un momento el se ausentó para ir al baño, tardó un poco más de lo acostumbrado, varios hombres se me acercaron para invitarme a bailar, Me negué muy amablemente, departiendo con alguno de ellos una mínima conversación con trivialidades que no me comprometían. Al acercarse mi marido, estaba charlando con uno de ellos que se había sentado a mi lado, se saludaron, cruzaron algunas palabras y el «amigo» se retiró. Como ocurre en estos casos bailamos muy apretados con mi pareja hasta que llegó el momento del show, allí nos quedamos en primer línea. El chico era un rubio muy bien parecido de unos 25 años, con muy buen físico. Ella una trigueña exhuberante. Comenzaron su actuación ante aplausos, todo era muy lindo y yo, en ese instante imaginaba que era la protagonista, estaba ensimismada en esos retorcidos pensamientos, cuando sentí que mi marido, casi en andas me llevaba hasta los brazos del actor porno. Allí me dí cuenta que me había elegido entre el público para actuar con ellos.

Yo llevaba puesta una pollerita cortona y una blusa adecuada a la situación, ya que esperaba que mi marido me poseyera en el boliche y debía hacerle facil el llegar a realizar el acto. Por lo cual parada al lado del rubio, que debía medir cerca de 1,80, fui presa facil para que me hiciera lo que quisiera. En un instante, confundida yo, me puso de cara a la striper, esta hizo que me inclinara, momento en que el rubito aprovechó para bajarme la cola less, subiendome la pollera dejó a la vista de todo el público mis intimidades. La chica me sostenía y yo en mi desconcierto dejaba hacer. De costado miré hacia el público y advertí que el que más festejaba la situación era mi marido, que alentaba al chico a avanzar.

De repente sentí invadida mi vagina, primero por dos dedos, luego tres, luego un falo reemplazó a los dedos, en un instante relampago imaginé que mi marido se había acoplado al trio y me estaba penetrando, miré nuevamente de reojo, apenas por que mi posición no me permitía más y ví nuevamente a mi marido festejando la penetración que me estaba prodigando el rubio. Debo reconocer a través del tiempo transcurrido, que mi sensación fue de goce, ya que el pene que me penetraba era superior en tamaño de largo y ancho que el de mi marido. llegado a esa instancia, pensé rapidamente y me dije «Mony a gozar». Llegué a tener entre cinco y seis orgasmos (soy multiorgásmica) y logré que el striper acabara dentro de mí, con el respectivo profiláctico, el cual me regaló repleto de semen y llevé a mi casa, donde lo guarde de recuerdo de mi primera vez desde mi casamiento, en un frasquito que aún conservo. Antes de conocer a mi marido conviví con varios hombres. No me casé virgen, pero hasta esta vez que cuento, no había tenido relaciones sexuales con otro que no fuera mi marido.

Tuvimos en casa esa madrugada un sexo duro muy apasionado. Mi marido inquirió si me había gustado la velada. Le respondí, que no, que no me había gustado, la cara de él se ensonbreció, yo continué que lo que me había era «encantado – fascinado». Que quería que hubiera otras oportunidades donde pudiera dar rienda libre a mi sexualidad y verlo a él extasiado de verme penetrada por otro hombre, lo que me hacía ser en ese momento mucho más «calentona» satisfaciendo integralmente al hombre que en ese momento me poseyera y teniendo yo un record de orgasmos. Y que luego me retruyera sexualmente mi conyuje al regreso a casa.

Allí el muy hijo de perra, me confesó que había sobornado a la pareja, en el momento que dijo ir al baño, tardando un buen rato, para que me elijieran a mi como parteneire. El rubio preguntó hasta donde debía avanzar, respondiéndole mi marido hasta donde yo permitiera. El rubio insistió preguntando, si podía hacer penetración y mi marido respondió que todo era permitido.

Luego estamos usando todo nuestros cuerpos para otras aventuras, pero eso es materia de otros relatos. Saludos de Mony!

 

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