Relato erótico de los secretos eternos con mi hermana Carolina

Mi historia comienza en los días que empecé a tener conciencia, mis primeros recuerdos de existencia. Familia típica, papá, mamá, Carolina, mi hermana mayor y yo, Benjamín, el peque de la familia.

Vivíamos en un pueblo bastante chico y pobre, a orillas de un infinito bosque, bordeado por un retorcido río. En general, salvo el sacerdote, el médico, el banquero y la maestra, todos vivían de la tala y procesar las maderas, papá solía desaparecer por varios meses, se iba al monte en eternas jornadas de trabajo, para traer a casa lo justo y necesario, mi padre era un buen hombre.

La relación con mi madre no era buena, no se llevaban para nada bien, un matrimonio que estaba mucho tiempo distanciado no era un buen matrimonio. Mamá hacía todo en casa, y en ausencia de mi padre ella solía cumplir ambos roles y todo eso se hacía un peso demasiado grande para ambos.

Así que cuando papá estaba en casa era pelear y pelear, por cualquier cosa, recriminaciones, que el dinero no alcanzaba, que él nunca estaba, que ella hacía todo, que los chicos no sabían quien era su padre y que esto y que lo otro. El, como un boxeador acorralado contra las cuerdas solo respondía como podía, esperando solamente que llegara el momento para partir al monte y librarse de los constantes planteos a que era sometido.

Carolina me lleva tres años, y siempre vivimos contaminados por esa relación enferma, y a pesar que yo era pequeño para entender muchas cosas, sabía que mi madre no era una buena mujer y siempre, en silencio, tomaba partido por mi papá, y siempre me quedaba llorando en silencio cuando el partía, es que solo tenía terror a que alguna vez él ya no volviese.

Mamá era una mujer muy guapa, alta, delgada, de silueta exquisita, de ascendencia germana, largos cabellos rubios llegaban a su cola, de ojos celestes, en esos día mi mamá era la mas bonita, todos tenemos a la mamá mas bonita, pero hoy como hombre adulto comprendo que ella era un bocado exquisito para cualquier hombre, y mas para una mujer que pasaba demasiado tiempo sola.

Era raro en ese entonces, cada tanto venía a cenar el tío Tomas, un tío que no conocíamos demasiado y ella nos pedía que no dijéramos nada a nadie, y se quedaba hasta altas horas, incluso ellos se quedaban charlando en la cocina cuando Caro y yo nos íbamos a nuestros cuartos a dormir.
Pero a pesar de todo, de nuestra ingenua niñez, no éramos tontos, sabíamos que había algo más en esta historia y más de una vez, en el silencio de mi habitación, a altas horas de la noche, podía sentir algunos gemidos y hasta el repiquetear constaste de la cama que venía del cuarto principal.

Y nunca dijimos nada, a nadie, ni le hicimos comentarios a mamá, menos a papá, solo lo charlábamos a escondidas Caro y yo, era nuestro secreto, era nuestro dolor.

Todo cambió una mañana de primavera, mamá hacía tiempo que estaba un tanto rara, contaba los días como nunca esperando que llegara papá, tachando en el almanaque día a día, como un preso marca sus días esperando la libertad. El día anterior nuestra madre estuvo excesivamente cariñosa con nosotros, y por la noche nos hizo un manjar para cenar. Ella se quedó con nosotros y nos acompañó hasta quedarnos dormidos, cada uno en su cuarto.

Esa noche, sería la última vez que veríamos a nuestra madre, la mañana siguiente nos sorprendió en soledad, solo mi hermana, solo yo, hasta que por la tarde llegó papá, solo lo esperaba en su cuarto una carta de despedida.

Caro tenía trece, yo diez, y nuestro pobre padre nunca podo soportar la situación, el realmente la amaba a pesar de todo, y se volvió mas introvertido, hablaba poco y nada y nosotros debimos ser adultos de repente. En sus largas ausencias Caro tomó el rol ausente de mamá y yo el de papá, y solo nos teníamos el uno al otro, de día, de noche.

Y las noches se hacían terrible, insoportables, yo solía tener miedo a la oscuridad, veía monstruos en mi cuarto, así que más de una vez terminaba en la cama de mi hermana, y ella me abrazaba hasta que yo me quedaba dormido.

Y los años pasaron, fuimos creciendo, algunas cosas no cambiaron, como ser que solo nos teníamos el uno al otro, pero otras si, ella se hizo mujer, y había heredado la belleza de mamá, yo me hacía hombre, ya la había pasado en estatura, fue todo muy rápido, casi no nos dimos cuenta, y a pesar de todo cada tanto, seguíamos compartiendo la cama.

Una noche, al azar, fui a su cuarto, plena madrugada, pero algo me paralizó antes de entrar, los gemidos contenidos de Carolina, los mismos gemidos que alguna vez había escuchado de mamá, y eso me hizo comprender demasiadas cosas, éramos adultos y no quise que eso sucediera, no, mi mundo era perfecto a mi manera, pero no podía evitar que cambiara, y esa noche lloré aferrado a mi almohada .

Los días siguieron pasando inexorablemente, Carolina y yo compartíamos todo en esa casa, era nuestro mundo, y yo solo tenía ojos para ella, sabía que era mi hermana, pero la tentación era más fuerte, así que mas de una vez, ante sus descuidos, yo la espiaba en secreto, y pude ver sus hermosos pechos desnudos, ya también esa rica cola, y noté con el tiempo, que cuanto mas amplias y hermosas se formaban sus caderas, mas pequeñas y sexis se volvían sus tangas, muchas noches de masturbarme con su imagen entre ceja y ceja.

Y Carolina se puso de novia, su primer amor, un chico del colegio, yo lo conocía apenas de vista, y ella empezó a ausentarse de casa, me decía que saldría con Claudio y yo me quedaba solo en casa, en horas interminables, solo esperando a que volviera. Y ella tenía el camino libre, papá nunca estaba, no había mas nadie, y yo era su único confidente.

Todo empezó una noche, Caro había salido, me dijo que volvería tarde, así que llegada medianoche, luego de cenar y lavar las cosas me fui a la cama a leer un viejo libro que nunca terminaba de leer. En algún momento de la lectura me venció el sueño y me hubiera despertado al día siguiente de no ser por mi hermana.

Ella siempre era muy cuidadosa al llegar a altas horas de no hacer ruido, pero esa noche algo había pasado, un azote de la puerta me despertó de repente y sentí correr una de las sillas del comedor, luego los zapatos repiqueteando a gran velocidad en los escalones de la escalera que da a la planta alta y un último portazo en el cuarto de mi hermana.

Con sigila fui a ver que pasaba, y la escuché al otro lado, esta vez no eran esos gemidos que tanto me excitaban, no, eran sollozos, intuí que había problemas con Enrique, pero solo volví a mi habitación, no debía entrometerme en esos temas de pareja.

Así que solo me recosté nuevamente, con los ojos abiertos, mirando la nada en la oscuridad absoluta del cuarto, tratando de conciliar el sueño que nunca llegaría.

Minutos mas tarde, percibí a mi hermana parada en el umbral de la puerta, murmuró apenas

Benja… Benja… estás dormido?
No… no, te sentí llegar, está todo bien? – pregunté tratando de no ser entrometido –

Ella se aproximó a mi cama, se sentó, y luego se recostó a mi lado y dijo

Recuerdas cuando eras pequeño y venías a mi cama porque tenías miedo y te dormías a mi lado? bueno… ahora soy yo quien necesita un abrazo…

Yo estaba de lado, y ella hizo lo propio, puso toda su espalda pegada a mi frente, noté que tenía una corta remera que le cubría los pechos y una tanga diminuta que dajaba su hermoso culo casi desnudo.

Tomó uno de mis brazos e hizo que la abrazara por la cintura, el perfume de sus cabellos llenaba mis fosas nasales y noté que pasaba lo que no debía pasar, empecé a sufrir una erección, así que discretamente aparté mis caderas de las suyas para disimular, me daba mucha vergüenza, pero Caro insistía en estar pegados, así que conforme yo retrocedí ella hizo lo mismo, volviendo a pegar su culo a mi sexo, me quise morir…

Creo que nunca había transpirado tanto en mi vida, pero Carolina entonces fue por mas, sentí una de sus manos empezar a acariciar mi slip, recurrentemente, lentamente, con constancia, ya no pude resistirme, fue muy excitante sentir su mano, y luego fue directo bajo mi ropa interior, tomó mi pija y con un tanto de torpeza empezó a hacerlo.

secretos eternos con mi hermanaCarolina, al ver que yo me había rendido, me hizo recostar boca arriba, fue hacia a bajo, bajó mi ropa interior hasta las rodillas, se acomodó y sentí la humedad de sus labios en mi sexo, era tan rico, empezó a chuparme la verga, jugando con ella, era todo muy rico, demasiado rico, ella parecía poseída y sentí que iba arrancarme la pija, y si la dejaba hacer pronto me acabaría en su boca, así que abusando de mi fuerza masculina la arranqué de donde estaba y la traje a mi lado, entonces le dije en voz baja

-Basta Caro, esto está mal, somos hermanos…
-Shhhh…. no digas nada, solo disfrutemos este momento, ambos sabíamos que esto pasaría algún día

Mi hermana casi susurraba muy pegada a mi rostro, dejando su aliento en mi nariz, dejándome un increíble olor a verga, fue tan rico, excitante, y luego, sin mediar palabra me dio un hermoso, enorme e interminable beso de lengua, tan profundo, tan rico, era mi primer beso, era mi primera vez…

Y tomé sus tetas entre mis manos, su cintura, sus caderas, su tanga, sus piernas, tenía tanto por explorar que me sentí abrumado, actué torpemente porque quería experimentar todo al mismo tiempo, yo no sabía de mujeres, de sus tiempos, yo solo era un toro enceguecido, así que ella tomando el control dijo

-Despacio… despacio… mira… empieza por acá…

Ella desnudó sus pechos y los puso en mi boca, eran suaves, muy suaves, y me enseño a tratarlos con cariño, yo me moría por las ganas de comérselos pero ella solo me dejaba apenas lamerlos…

Volvió a cambiar, estaba claro que ella sabía mas que yo, es mas, yo no sabía nada así que estaba claro que ella llevaría la iniciativa, solo vino sobre mi rostro, corrió su tanga y se sentó sobre mi boca, y fue ahhh!!!! como decirlo, su conchita estaba disponible para mi y solo lamí una y otra vez, pasando entre sus bellos, probé un jugo que me resultó exquisito, no se si lo hice bien o mal, solo que mi hermana acompasó el movimiento con sus caderas, y empecé a sentir esos gemidos tan ricos que mas de una vez escuché en su cuarto, en esas noches de soledad. De pronto pareció tener espasmos y perder el control, comprendí que estaba teniendo un orgasmo…

Caro pareció caer rendida, pero solo bajó un poco y otro poco para cabalgarme, tomo mi verga entre sus dedos y solo se la metió toda dentro y empezó a moverse, que rico se sentía! mis manos se llenaron con sus preciosos glúteos y sentía sus pezones acariciar mi pecho, mientras nuestras bocas se fundían en eternos besos.

Ella pareció cansarse y tomé la iniciativa, la hice recostar boca abajo sobre le colchón, colita para arriba, era mi turno de cabalgarla, me acomodé sobre ella y volví a llenarle la conchita, me moví sintiendo como entraba toda una y otra vez, mi pecho pegado a su espalda, respirando agitado cera de su oído, su boca jadenado, casi murmurando en un pedido constante

Dale Benja… ahhh…. no pares…. ahhh… dale… ahhh… hasta el final… ahhhh…. quiero tu leche…

Y me sentí venir, y ella lo notó, solo gimió mas y mas… solo seguí hasta llegar a un orgasmo perfecto… su cueva quedó llena de mis jugos…

Solo nos quedamos abrazados, en silencio, desnudos, solo ella, solo yo…

Al día siguiente, al despertarme, estaba solo en la cama, desnudo, con los perfumes de mi hermana en la habitación. Me vestí con un dolor en la conciencia por haber tenido sexo con mi hermana, bajé las escaleras y ahi estaba ella, esperándome con un suculento desayuno, solo que algo no encajaba, Caro estaba con la corta remera con la que llegó al cuarto, donde se marcaban sus pechos desnudos y sus llamativos pezones, y solo una tanga casi inexistente que nada cubría, sus piernas desnudas, descalza, estaba hermosa, honestamente hermosa, me miró sonriente y dijo

-Supongo que ya no te incomodo cierto?

-Caro, esto está mal, lo sabes… por favor, lo de anoche fue un error y no volverá a repetirse, quiero que quede en claro! somos HERMANOS!!!

En verdad desayunamos y terminamos haciendo el amor sobre la mesa, y nuevamente llené su concha de leche…

Así siguieron nuestros días, Caro arregló las cosas con su novio, pero solo era una mascarada, nosotros nos la pasábamos teniendo sexo, mañana, tarde y noche, en cada lugar de la casa, en cada oportunidad, ella disfrutaba todas las posturas, en especial cuando yo de parado la alzaba en mis brazos y la cogía en el aire, eso la encendía particularmente. Hicimos todas las locuras que puedan imaginar, incluso le robé la virginidad de su culito.

Pero claro, las cosas no podían terminar bien, cuando ella con lágrimas en los ojos me confesó que estaba embarazada sentí que mi mundo se caía a pedazos, ya no éramos niños, ya éramos adultos, responsables, conscientes de lo que hacíamos, ella, quien siempre tenía todo bajo control esta vez estaba desencajada, fuera de si, y fui yo quien trazó el plan a futuro.

Hicimos un pacto, sería un secreto eterno, ella diría que Claudio, su novio, era quien la había dejado embarazada, algo que obviamente el negaría porque sabía que casi no tenían sexo y que siempre usaban preservativos.

Y así fue, Claudio se desentendió del tema y trató a Caro como una cualquiera, mi padre odió a ese chico por todo lo que sucedía y mi hermana y yo solo fuimos cómplices de nuestros pecados.

Pasaron algunos años, ella fue madre soltera, tiempo mas tarde conoció a un abogado y formó una linda familia, tuvieron dos hijos mas. Por mi lado también me casé, tengo una niña hermosa que es mi luz de cada mañana.

Las cosas se encaminaron, todo parece estar en orden, pero me parte el alma cuando Nahuel, mi hijo, que hoy tiene diez años me llama tío cuando en verdad debería llamarme papá, en esos casos, generalmente mi mirada se cruza con la de mi hermana Carolina, ambos somos cómplices de nuestros secretos eternos…

Si te gustó esta historia puedes escribirme con título SECRETOS ETERNOS a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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