Relato erótico: Cosa de pañales

Hace algunos días estuve leyendo un relato erótico titulado “aventuras en pañales” y fue por tal motivo que me animé a escribir mi relato. Tengo 28 años y producto de un accidente seguido de un posible error médico debo usar desde hace años ya, pañales.

Como podrán imaginarse sobrellevar este problema de incontinencia no es fácil, y es que las personas que arrastramos este problema tenemos que refrenarnos a la hora del sexo, y hablo en plural porque estoy seguro que muchas personas llevan consigo el mismo problema sea por accidente, error médico o por edad avanzada.

Ahora, hay también quienes disfrutan de usar pañales, porque se les hace más cómodo o por una tendencia al infantilismo, y habrá también quienes obligados por el trabajo tendrán que usarlos, bueno por cualquiera sea el motivo lo cierto es que habemos un considerable número de personas que utilizamos pañales.

Pero yo hablo por los que nos sentimos cohibidos, de poder disfrutar del sexo, y considero que deberíamos poder hacerlo, disfrutar del sexo como cualquier otra persona y más que nada disfrutarlo entre quienes tenemos el problema de la incontinencia pues entre nosotros nos entendemos. Bueno ahora les voy a contar una historia que, jugando con la imaginación se me vino a la mente en este momento de excitación.

Yo había ido a dar como inquilino a la casa de una viuda, mujer de 74 años que vivía sola pues sus hijos ya habían hecho su vida, en el patio de atrás disponía de una habitación con baño, la cual me había rentado.

Para mí el lugar era adecuado pues me quedaba cerca del instituto en el que estudiaba y además la habitación contaba con baño propio, lo cual era apropiado por mi problema de incontinencia.

El caso es que ya instalado, con el transcurrir de los días noté que ella siempre andaba pasando cerca de una ventana de su baño que iba a dar a la ventana de mi baño cuando me estaba bañando, claro que de ambos baños los vidrios estaban pintados y no se podía ver más que las siluetas, pero me causaba cierta inquietud porque siempre que me estaba duchando, ella encendía la luz de su baño y entraba, a momentos me incomodaba, sobre todo cuando yo estaba en plena masturbación, pues me gustaba masturbarme en el baño.

Como sea, deje pasar eso, porque al final no me animaba a preguntarle porque entraba a su baño siempre que me estaba duchando, no lo hice por delicadeza, pues era una mujer de avanzada edad, sin embargo, una noche de aquellas sofocantes en que el calor no me dejaba dormir y daba vueltas en la cama.

Por alguna razón yo había dejado la puerta de mi baño abierta, y vi que se encendió la luz de su baño, seguramente tampoco podía dormir sofocada por el calor pensé, pero como era media noche y no había ruido alguno, pude escuchar un ruido que me era familiar, el de un pañal siendo abierto, entonces me di cuenta que ella, al igual que yo, usaba pañales, claro que en el caso de ella seguramente era por la edad que había adquirido incontinencia, no puedo negar que aquello me gustó, me imaginé a ella poniéndose su pañal y terminé masturbándome y dormí plácidamente esa noche a pesar del calor.

Con el pasar el tiempo fuimos entrando en confianza, por ejemplo, en las tardes, cuando yo llegaba del instituto la encontraba tomando una tacita de té en el patio y ella siempre me invitaba a que me sentara junto a ella, para compartir una tacita de té y platicar, otras veces me invitaba a ver una película en la sala de su casa o a jugar juegos de mesa que le gustaban mucho. Fue en una de esas que estábamos sentados en su sillón, estábamos decidiendo que juego de naipes jugar pues ella tenía la baraja en la mano, mientras decidíamos me dijo:

–He oído que ustedes los jóvenes juegan ahora por prendas ¿Cómo es eso?

Y yo le expliqué que jugar por prendas es más o menos como jugar por dinero, el que pierde una mano va sacándose una prenda y la pone en la mesa, así hasta quedarse sin prenda con la cual seguir jugando. Y ella un poco asombrada me preguntó:

–¿Hasta quedar desnudos?

–Sí, de hecho, el que queda desnudo pierde. Le dije.

Ella me miró medio asombrada por encima de sus lentes, pero terminó sonriéndose y sonrojándose un poco, especialmente al preguntarme:

–¿Y a vos te gusta jugar ese juego?

No supe que responderle, pero por salir del paso le respondí que sí, hubo un silencio en el que nos miramos fijamente, se puso un poco incómodo al principio porque esa mirada que me echaba encima me excitó y creo que ella lo había notado, quizá ella también se sentía excitada, no lo tuve claro hasta que, ella puso los naipes en la mesita de centro que teníamos en frente, volvió a mirarme fijamente por encima de sus lentes, y sin decirme nada se acercó y me besó, lo que me dejo anonadado, pero al final terminé respondiendo el beso pues se hizo largo…

Nuestras bocas iban y venían incansablemente, hasta que en uno de esos momentos me di cuenta que su mano había tocado mi miembro, y no estaba seguro de si había sentido mi pañal o no, no supe que hacer, pero seguimos besándonos y cómo yo ya sabía que ella también traía pañal, entonces quise entrar en confianza y me atreví a poner mi mano encima de su pañal, no sé si sintió mi mano o no, pero me dijo:

–Tú sabes que soy viuda y hace mucho que no tengo sexo, además soy una mujer adulta.

–Si, por supuesto. Le dije.

–¿Y cómo te sientes con eso al respecto? Me preguntó apoyando su mentón en una mano.

–No tengo ningún inconveniente con eso. Le dije.

Entonces me rodeó con sus brazos por el cuello y seguimos besándonos, no me aguanté más y quise tocar su pierna levantando un poco su vestido, ella me dejó hacerlo, acariciaba su muslo mientras nos besábamos la boca y bajábamos hasta los cuellos, mientras más subía mi mano por su muslo, más excitada la sentía, hasta que ella también empezó a tomarme de la cintura mientras nos besábamos y sus caricias llegaban hasta mi abdomen.

En una de esa sentí su mano bajando por mi vientre y no supe que hacer, para distraerla, subí su mano hacia mi espalda, pero poco a poco ella volvió a bajarla hasta mi cadera, quise volver a subir su mano más arriba, entonces me dijo:

–Qué pasa, vamos, sigamos, que yo también te dejaré tocarme. Eso sí, te prevengo que ya uso pañales. Y se quedó muda mirándome.

Fue en ese momento que me sentí en plena confianza e identificado con ella, y sin vacilar se lo solté.

–Es que yo también uso pañales. Le dije y terminé sintiéndome un poco apenado por la confesión, pero ella dijo algo que me hizo recobrar el aliento y la excitación.

–Bueno si tú no tienes problema con eso, yo tampoco lo tengo. Y volvió a besarme.

Nos envolvimos en caricias, no parábamos de besarnos, esta vez deje que su mano llegara más allá de mi vientre y tocara mi miembro encima de mi pañal, yo hice lo mismo, baje mi mano y empecé a tocarle la vagina encima de su pañal, ambos nos sentíamos muy excitados.

Beso tras beso y caricia tras caricia no parábamos, yo aparte de tocar su pubis con mi otra mano tocaba una de sus tetas, eso la mantenía muy excitada, hasta que me animé a ir subiéndole el vestido con la intención de sacárselo, cuando se lo subí hacia la cintura vi su ropa interior, por los bordes salía su pañal, traía un bonito calzón rosado abultado por el pañal.

relato sexo entre pañalesNo tardé mucho en terminar de quitarle por completo el vestido, sus senos eran pequeños, pero me gustaba como se veían en su sujetador blanco, luego ella empezó a desvestirme, me quito la camiseta, besó mi pecho y le gustaba acariciarlo, me besaba y pasaba su mano por el centro de mi pecho, bajaba a besarme el cuello y parte del pecho, yo también quería hacer eso.

Le quité el sujetador, sus pequeños pechos algo ya flácidos colgaron, se los toqué, acaricie con mis dos manos, sujeté sus pezones y terminé comiéndome a lametazos y chupadas ese par de pechos, lo que le provocó una gran excitación, luego quiso quitarme el pantalón, lo que me colocó en una situación algo complicada y medio nervioso terminé de quitármelos yo mismo, ella me miró los calzoncillos, vio que también mi pañal resaltaba por los bordes, no se contuvo y me tocó.

Pensé que solamente me tocaría por encima pero se atrevió a meter la mano adentro y tocó mi pene que para ese momento ya estaba muy excitado, obviamente me iba tocando y no podía evitar mojarle la mano, ella se dio cuenta de mi nerviosismo y me dijo:

–¿Y esto es lo que te preocupaba? Tranquilo que a mí me gusta, se sienten tus chorritos calientitos, y eso me excita más, yo también cuando me excito y me tocó siento mis chorritos.

Entonces quise ver y sentir aquello, procedí a abrirle el pañal por uno de sus costados, ella me dejó hacerlo sin ningún inconveniente, la destapé, vi que su vagina estaba empapada, como seguramente estaba mi pene.

Sus pelitos estaban mojoseados, pero tenía una linda vagina, era la primera vez que veía el pubis de una mujer madura, estaba ya canoso, tenía cierta flacidez su vientre, pero entre sus piernas estaba lo maravilloso, su pubis era delgadito, me cabía perfectamente en la mano, empecé a tocárselo, sus chorros se vinieron encima, eran calientitos.

Ella estaba perdida en su excitación por lo que aproveché de darle el máximo de placer, y le toqué entre los pliegues vaginales, los rocé entre mis dedos, sentía su humedad como brotaba junto a sus chorritos, su clítoris era casi imperceptible, estaba muy ocultito, pero esa vagina era lustrosa, mis dedos resbalaban perfectamente sobre ella, me animé a meterle un dedo y a pesar que le causó cierto dolorcito pronto su quejido se convirtió en puro placer y fue ella quien con una mano terminó de retener mi dedo en su interior.

En ese momento ya no importaba sus chorritos, el olor a pis, lo estábamos disfrutando, luego que liberó mi dedo, se puso a explorarme ella, fue maravilloso, me abrió todo el pañal, agarró mi pene y lo masajeó con su mano, por suerte y mis chorros no se expulsaban con fuerza que si no le mojaba la cara, pero eso de seguro no le molestaría, pues estaba tan llena de excitación que no dudó en agacharse para tomar mi pene con su boca y chuparme, chupaba maravillosamente bien, me hacía sentir en el cielo, se daba modos para expulsar mis chorros de la boca y seguir chupando.

Al final creo que mis chorros desaparecieron mientras los de ella corrían, me imagino que chuparme el pene y acariciarme los testículos la tenían muy excitada. Así acabó de chuparme y yo le terminé de abrir el pañal, cuando ya estábamos totalmente desnudos, me fui sobre ella la besé, ella me abrazaba, yo la tomé de las nalgas, me acomodé entre sus piernas, ella las abrió perfectamente, ambos nos mojamos mutuamente pero eso ya que importaba, quería penetrarla y ella quería que se lo haga, acomodé mi pene y se lo metí, sus chorros eran incontrolables, no tuve conciencia de los míos porque estaba tremendamente excitado, pero se lo metía y sacaba para desahogar su vagina, fue un momento glorioso.

Entre besos sus gemidos salían, ella me miró contenta, como agradecida, y yo también pues al fin había encontrado alguien con quien no me reprimía y encontramos el placer mutuamente, la incontinencia ya no era algo que nos frenaba.

De ahí en adelante disfrutamos mucho de nuestros cuerpos, de vivir juntos sin reprimirnos de nada, pasábamos las tardes juntos abrazados paseando por el jardín y las noches llenas de placer.

Ahora bien, mi propósito al contarles esta historia erótica ficticia es relacionarme con personas como yo, para de alguna manera poder disfrutar y darnos placer que bien lo merecemos.

Así que, si alguien con el mismo problema sin importar la edad, la condición, ni nada, quiere compartir algo conmigo, para que sea muy personal y en completa reserva, aquí dejo mi correo, por favor los curiosos abstenerse: tiago0002@yahoo.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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