Relato porno lésbico de como fui infiel con otra mujer

Honestamente no estaba en mis planes ser infiel, tener una relación clandestina, y mucho menos la situación que se dió.

Muchas personas son infieles por naturaleza, lo llevan en su adn, pero algunas, como en mi caso, creo que somos víctimas de las circunstancias, solo sin pensar, solo estar en un momento del universo con la persona equivocada en el lugar equivocado, y esta es mi historia.

Sergio, mi marido sin dudas es un buen hombre, con las mejores intenciones y me apenaría mucho que el se enterara lo sucedido, cuando lo miro a los ojos me derrito de ternura y no puedo dejar de revivir los hechos que mis labios callan, y tampoco puedo evitar sentir los tambores de mi conciencia golpeando muy dentro mio.

Lo nuestro fue amor a primera vista, caminaba distraída mirando vidrieras en el paseo peatonal al tiempo que tomaba un refresco, el iba caminando apurado por un tema de negocios hablando por celular, descuidados, nos llevamos por delante y la bebida nos ensució a ambos, fue un momento tenso, nos pedimos disculpas mutuamente y de esa simple tontería hoy ya han pasado siete años.

En esos días, el ya era profesor de educación física y yo terminaba mis estudios secundarios. Con el correr del tiempo el siguió con su oficio y yo, después de probar algunos empleos, me afiancé como secretaria en un colegio privado, casualmente, uno de los tantos en el que mi esposo ejerce docencia.

Es cierto, disfrutamos de nuestros años de pareja, viajamos, compartimos cenas, proyectos, ambiciones, compramos nuestra casita y juntos la pintamos, también un modesto coche con el cual el me enseño a manejar y en todo esto, obviamente no podía faltar nuestra rica cuota de sexo.

Solo había un detalle para que todo fuera perfecto en nuestro amor, la llegada de un buscado primer hijo. Yo estoy pisando los treinta y por algún motivo que no lográbamos entender no lograba embarazarme, a pesar de intentarlo mañana, tarde y noche.

Pero empezó a ser frustrante para ambos cuando mes a mes cumplía religiosamente con mi ciclo menstrual.

Y ese detalle se hizo cuesta arriba, y la pendiente era cada vez mas empinada para subir.

Entre ambos solo reinaba el amor, pero también sentíamos dolor, y nos apoyábamos mutuamente pensando en un futuro de a tres, y estábamos en los pequeños detalles de pareja.

Llegaba mi cumpleaños número veintiocho y admito que Sergio era especial en esas ocasiones, no era el tipo previsible de regalos tradicionales, ciertamente el se empeñaba en sorprenderme.

Y ese día no sería la excepción, me entregó un sobre cerrado, con una sonrisa pintada en los labios, me abrazó tiernamente y me dijo

Felíz cumpleaños mi amor… te amo! espero te guste…

Abrí el sobre con típica curiosidad femenina, tenía un voucher al portador, una tarde de spa, entonces agregó

Pensé que te merecías una tarde para vos, para que te hagan todas esas cositas que le gustan a las mujeres

Realmente me había sorprendido, entonces agregó apretándome una de mis nalgas

Y quien te dice, seguramente por la noche yo sea recompensado

Así empezó todo, una semana después tendría un turno asignado para un importante centro de estética muy reconocido en mi ciudad.

Llegué con mas dudas que certezas, yo nunca había estado en un sitio así, por lo cual busqué asesorarme, el voucher cubría algunas cosas ricas, pero quería aprovechar la oportunidad que se presentaba, pedí algunos adicionales y entre tantas cosas noté que hacían depilación íntima, me reí porque siempre me retocaba yo misma con las maquinitas de afeitar de Sergio, si hasta ignoraba que esto podía hacerse.

Elegí una depilación brasileña, que básicamente consistía en retirar todos los bellos, por completo, y supuse que con eso, esa noche sorprendería a Sergio tal cual el había sugerido.

Y en esa tarde nuestros caminos se cruzarían por primera vez, en el momento de la depilación, de los masajes corporales, Andrea fue la chica que me tocó en suerte, visiblemente mas joven que yo, morena de cabellos a media espalda prolijamente trenzados, su rostro oval era muy bonito, del piel oscura, al menos mas oscura que la mía, de baja estatura, pequeños pechos, bastante culona por cierto. Usaba un guardapolvos de prender por delante, que llegaba a la línea de sus caderas y apenas se notaba una minifalda en tono turquesa por debajo, de unas piernas envidiables, bien formadas, que obviamente lucía con esa falda tan corta

Hola, soy Andrea, encantada, primera vez cierto?

Si, Romina, si, primera vez…

Estaba nerviosa, ella miró en su notebook lo que debía hacer y me dijo…

Una depilación brasileña y unos ricos masajes con aceites, bien querida, podes dejar tus prendas en aquel sector, tomá una toalla y acercate a la camilla mientras yo preparo las cosas

Fui a desnudarme a un lado, me sentía fatal de los nervios, hasta me había arrepentido, en que diablos pensaba, me daba demasiada pena lo que estaba sucediendo.

Volví timorata, ella notó la situación y me dijo…

Tranquila Romi, no pasa nada, soy muy profesional, vas a ver que manos tengo…

Me recosté para que ella hiciera su trabajo, cerré los ojos y traté de poner mi mente en blanco, ella buscó romper mis miedos y preguntó

Está bien la temperatura ambiente? pongo música tranqui para relajar? avisame si tengo las manos frías…

Poco a poco me hice a la idea, y ella fue depilando mi vagina, hablamos de cosas de mujeres, en verdad ella solo buscaba hablar para distraerme y romper el hielo, y en unos minutos habia terminado su trabajo, mi conchita estaba suavecita y delicada como la colita de un bebe y pensaba en el postre que Sergio se comería por la noche.

relato infiel con otra mujerAndrea pasó al siguiente punto, hora de masajes, tomó unos aceites y lociones y se impregnó las manos, empezó por mi cuello, lentamente, profundamente, ella me miraba para entender si todo iba bien, por las dudas me dijo

Cualquier cosa me avisas si?

Siguió entonces por mis brazos, lentamente, y llegó al nudo de mi toallón, nuevamente, con sumo cuidado y respeto dijo

Permiso…

Soltó el nudo y abrió el toallón hacia los lados, estaba completamente desnuda, a su merced, y llegaron mas lociones y mas aceites, bordeó mis pechos para pasar por mi vientre, por mis caderas, por mis piernas, pantorrillas, pies, era todo tan relajante como sexi, me dejaba llevar, es que ella pasaba sus manos demasiado cerca de todos mis puntos erógenos y noté como mis pezones se ponían duros y mi conchita empezaba a mojarse, y volvieron los nervios por temor a que ella lo notara…

Andrea solo lo disimulaba sin decir palabra, me hizo girar y nuevamente empezó por la espalda, bajó poco a poco y mis glúteos recibieron las caricias de sus manos, para seguir por mis piernas.

Mi cuerpo se llenó de placer, mi cabeza de fantasías, solo fantasías, estaba toda mojada, desnuda ante una desconocida que recorría cada centímetro de mi cuerpo y que había depilado mi mas preciado tesoro.

Cuando terminamos era una mujer nueva, fui por mis ropas, y al tiempo que ella se limpiaba sus manos, me alcanzó una tarjeta personal y me dijo por lo bajo…

Romi, si piensas volver, mira, acá está mi número personal, doy masajes en casa, donde puedo dedicarte mas tiempo y podemos hacer otras cosas, además obviamente te saldrá nada con lo que pagaste acá.

Nos despedimos, y esa noche, mientras Sergio me daba el mejor sexo oral en mi conchita toda depilada, por alguna extraña razón yo imaginaba que era Andrea quien lo hacía.

Pasaron algunos días, y entre cosas de pareja Sergio me había preguntado que tal la había pasado, y obviamente, su morbo masculino necesitaba detalles de mi depilación íntima. No tuve reparos en contar lo que debía contar, le mencioné parte de la historia con Andrea y aproveché a contarle que ella me podría atender particular, si es que yo decidía seguir con los masajes.

Mi esposo tenía tres defectos por donde yo siempre le entraba, la comida, el sexo y el bolsillo. Mi aventura con Andrea reunía dos de los tres requisitos, el sexo, puesto que se había enamorado de mi vagina depilada, y el bolsillo, con solo saber que las sesiones particulares serían mas baratas no tendría objeciones.

Así conseguí su acuerdo para un nuevo cruce con esa chica.

Me puse en contacto con ella y un mes mas tarde, un día sábado por la tarde, la visitaría en su domicilio.

Sergio es un hombre muy bueno, pero no es confiado, esa tarde insistió en llevarme personalmente, aunque lo negara, el solo quería conocer a Andrea, para asegurarse que en verdad no se tratara de ‘Andres’, el es un hombre obsesivamente celoso y no hubiera permitido que otro tocara a su mujercita.

Ella nos atendió en la puerta de su domicilio, ya no estaba como en su trabajo, lucía un short de lycra amarillo fluo muy llamativo que exaltaba sus curvas y un top pequeño que aplanaba sus pechos quitándole proporciones a su silueta. Sin embargo ella era muy bonita y agradable a la vista, situación que por cierto no pasó desapercibida para mi marido, pero no me importó si con eso el se quedaba tranquilo.

Sergio siguió su camino y fue mi turno de masajes, Andrea se mostraba predispuesta y en minutos me hizo sentir cómoda, intenté pagarle por cortesía pero me dijo que hablaríamos de dinero después, me condujo a la sala de masajes, en el camino me dijo que me pusiera cómoda mientras ella preparaba las cosas, como la vez anterior me preguntó si la temperatura era correcta, y puso música relajante. A todo esto, me comentó que vivía sola, que se ganaba la vida con los masajes y que solo atendía a mujeres.

Al igual que en el spa, ella me indicó que me desnudara, tomara un toallón y fuera a la camilla mientras preparaba algunas lociones y aceites. En mi cabeza muchos pensamientos se agolpaban, la incomodidad de volver a sentir mi cuerpo desnudo ante otra mujer, pero también una cierta excitación potenciada por el hecho de que solo estábamos nosotras dos en ese cuarto, aisladas del mundo.

Me recosté, cerré los ojos y me dejé llevar, ella empezó nuevamente por los hombros, me dijo que estuviera relajada y dispuesta a experimentar cosas nuevas, su voz era muy pausada, muy dulce, muy tranquila.

Abrió el toallón y todo parecía repetirse a lo que ya había vivido, todo suave, lento, me metí tanto en clima que me dejé transportar.

Andrea jugaba sus cartas y noté que sus masajes se centraron en derredor de mis pechos, solo se que lo hacía tan pausado que no podía resistirlo, mis pezones se pusieron duros y empecé a morderme los labios, ella avanzó para ya solo sobarme las tetas, aceitadas, resbaladizas, era tan rico que no podía contenerme.

Ella bajó una de sus manos para refregar mi pubis, como si me estuviera masturbando, lentamente, con presión, muy cerca de mi clítoris pero sin llegar a el, nuevamente me mordí los labios con fuerza porque no podía evitar los gemidos que me brotaban desde el alma, mi respiración se hacía densa y sentía que mi vagina se inundaba en jugos, y que incluso me estaba chorreando sin poder evitarlo.

Ella seguía en sus juegos y ciertamente no podía distinguir el límite de los masajes con el erotismo, y con lo pornográfico, todo estaba confuso en mis sentimientos, era todo nuevo, inesperado, pero deliciosamente tentador.

Sus palabras me trajeron a la realidad

Romi… nos damos vuelta? boca abajo?

Giré en la camilla dejando mi rostro de lado, viendo hacia donde ella estaba, tomó una almohada y haciéndome levantar las caderas la pasó atravesada bajo ellas, mi cola pomposa quedo toda levantada y mi sexualidad expuesta, me susurró al oído…

Vamos bien?

Solo asentí con la cabeza, nuevamente empezó a untarme con aceites y poco a poco fue bajando, mas y mas, hasta mis nalgas, para quedarse ahí, tan rico, solo fue poco a poco cerrando el círculo para acercarse a mi culito, me hacía desear, inconscientemente empecé a levantar mis caderas para que ella llegara donde deseaba que llegara, Andrea captó mis deseos y sentí sus dedos aceitados acariciar mi esfinter, mas y mas sexi y conforme acariciaba con fuerza yo iba cediendo y ya no pude retener mis gemidos, era imposible, y cuando quise darme cuentas Andrea había colado dos las falanges de dos dedos por detrás y me acariciaba rítmicamente, y solo estábamos perdiendo la tranquilidad, era como un océano que empezaba a prepararse para una tormenta.

Ella hizo una pausa y fue por algunas cosas, yo permanecía excitada con los ojos cerrados y solo la dejaba hacer, sentí como introducía en mi ano un pequeño plug anal, de esos inexpulsables, para colar sus dedos en mi vagina, en forma jocosa susurró

Aca sobra lubricante…

Ella solo siguió, disfrutaba sus dedos acariciando el interior de mi vagina, yo estaba toda entregada a sus juegos y solo buscaba facilitar sus accesos, sentí el ruido característico de un vibrador y mi clítoris lo recibió de lleno, Andrea lo clavo como una estaca entre mi pubis y la almohada, el propio peso de mi cuerpo hizo que lo aprisionara y mi dulce botoncito de amor no tuvo escapatoria, apreté las sábanas de la camilla con mis dedos, es que solo no podía, mi culito con el plug, mi conchita con sus dedos, mi clítoris con el vibrador pegado, solo llegué al final…

Luego, ella dio por terminada la sesión, sacó el juguete de mi trasero y dejó las cosas de lado, en esos instantes nuevamente la vergüenza se apoderó de mi, todo era impensado, todo estaba mal, pero que rico que se sentía, mis ojos por casualidad pasaron por la entrepierna de Andrea, el short de lycra amarillo fluo estaba empapado con una gran marca en su sexo, tal vez ella también había tenido un orgasmo, se la veía muy excitada, presa de mi placer no había notado lo que sucedía con ella, de todas maneras no me animaría a preguntar.

Pagué el tiempo compartido, fueron apenas unos pesos como para justificar la visita, pero en verdad esto se trataba de otra cosa.

Antes de despedirnos Andrea me preguntó si todo estaba bien, si sus masajes habían cubierto mis expectativas y que mierda, como responder a eso…

Siguieron mis días, mi vida junto a mi esposo, el sexo que me daba Sergio era espectacular, pero paralelamente mis visitas a Andrea se habían vuelto rutinarias, y sus masajes hasta el orgasmo que decir, era otra cosa, diferente, pero por eso no menos rico.

Sin imaginarlo me iba metiendo poco a poco en un enredo, es que le estaba ocultando a mi amor una infidelidad, y ademas, con una mujer. Y cada vez se hacía mas difícil hablarlo con él, si no pude a la primera en el spa, menos a la segunda con un juego íntimo, y después de una docena de visitas a Andrea, que decir, como decirlo…

Y si las cosas se me hacían difíciles, luego de lo ocurrido hace unos días realmente veré complicado poder contarle a Sergio toda la verdad.

Fui a lo de Andrea, hacía un mes que no la visitaba y necesitaba de sus manos, pero las cosas no serían como de costumbre.

Al llegar ella no estaba sola, una veinteañera muy simpática estaba sentada a un lado de la habitación, se la veía joven, de cabellos rubios bien cortos a la nuca, corte que por cierto le quedaba muy bien para su carita redonda, tenía un guardapolvos celeste, de prender por delante, tal cual usaba Andrea en el spa el día que la había conocido, solo que por su escote se dibujaban dos pechos por demás exuberantes, adiviné una corta falda puesto que por su posición, no podía ver mucho mas.

Mi masajista personal nos presentó,

Zaira, te presento a Romina, o Romi, la chica de la que tanto te he hablado, Romi, ella es Zaira, está terminando sus estudios y pronto seremos colegas, necesita hacer algunas clases de práctica y en verdad solo se me ocurrió pensar en vos, espero no te incomode…

Yo presentía que había algo mas en todo esto y que Andrea jugaba a esconder sus cartas, y creo que ambas entendieron que no me engañaban, pero que yo por curiosidad me dejaría engañar, jugamos un juego de mentirosas.

Fuimos a otra habitación, el dormitorio de Andrea, honestamente no lo conocía, pero ver la cama de gran tamaño en el centro solo disipó las pocas dudas que me quedaban…

Hoy será una jornada especial – dijo ella – espero no te incomode.

No abrí la boca, solo me desnudé por completo, ya sin tapujos, sin vergüenza alguna, estaba decidida y creo que por primera vez tomaba el control de la situación, me sentía caliente y no molestó que esa extraña llamada Zaira estuviera en el cuarto.

Yo miraba fijamente a Andrea, pero de reojo noté que Zaira uno a uno soltaba los botones de su guardapolvo y para mi sorpresa estaba completamente desnuda, sus pechos eran ciertamente envidiables, enormes en exceso, con unas aureolas gigantescas rodeando unos pezones grotescos y puntiagudos, no voy a negar que sentí curiosidad por lamérselos todos, de cadera no venía tan bien, bastante escasa por debajo pero nadie es perfecta en esta vida. Reparé en mi masajista y le dije sin dudar

Andrea, sabes, nunca te he visto desnuda, creo que merezco eso…

Ella me regaló una sonrisa y poco a poco dejó caer sus ropas, estaba tan depilada como yo y noté pero me resultaba demasiado sexi, vinieron ambas sobre mi y esta vez sería ir directo a la acción, tomé mi rol pasivo y me dejé llevar, me hicieron poner en cuatro sobre la cama y me quedé receptiva, Andrea fue por debajo y empezó a lamerme la conchita, Zaira fue por arriba y abriendo mis nalgas se dedicó a lamerme el culito. Fue muy rico, en mi cabeza aun no podía creerlo, yo una mujer casada que ansiaba ser madre, revolcándose con dos chicas dejando que una le coma el culito y la otra la conchita, suspiré profundo.

Zaira entonces pasó a mi lado, entre sus manos tenía una estaca anal, me mostró sugestivamente dejándome adivinar que era para mi, solo que la noté muy grande para mi pequeño culito, pero no dije nada, nada de nada, solo la dejé hacer.

Ellas empezaron a lubricar y a tratar de meterlo, me relajé para facilitar la dilatación y poco a poco sentí como me llenaba por detrás.

Yo estaba en cuatro sobre la cama, Andrea vino por mi frente, ella solo se sentó apoyando su espalda en la pared de fondo, con sus piernas abiertas a ambos lados, en una pose tan sensual como provocativa, me dijo si vacilar dándome un primer plano de su conchita abierta

Quiero masturbarme mirando tu rostro de placer por la verga que te va hacer comer mi amiga.

A todo esto, Zaira se había colocado un arnés con una gran verga de juguete, sentí erizarse mi piel al verla y percibir todo ese juego que se estaba dando.

Ella solo se acomodó por detrás y la sentí venir, noté el gran tamaño e inevitablemente largué un gemido contenido, la estaca anal hacía su parte y era demasiado para mi, traté de escapar un poco hacia adelante, pero ella me tomó por la cintura y me retrajo con fuerza, muy animal, solo para que la tuviera toda dentro, hasta el fondo, y las dos cosas para mi, una en cada lado era mas que suficiente, solo gemía y gemía como una gata.

Andrea se masturbaba a centímetros donde yo estaba, si hasta sentía al aroma de sus jugos mientras con frenesí se acariciaba el clítoris, la miraba fijamente y ella me devolvía la mirada y era todo muy caliente.

Solo me acerqué un poco, para comenzar a lamerle las tetas, era mi primera vez y me gustó hacerlo, la sentía retorcerse y me sentí plena, las sensaciones de orgasmos eran increíbles y no podía con tanto, solo no podía…

Zaira por detrás era una máquina de cogerme y cogerme, no parecía parar y Andrea a mi frente estaba por llegar, dejé sus pechos y fui por sus labios, pegué mi boca a la suya y a apreté con fuerza, ella, fuera de control insuflaba aire en mi boca, regalándome un enorme orgasmo al borde del desmayo.

Me retiré a un lado por unos minutos, me habían dejado el juguete metido por detrás, y ellas empezaron a armarse la verga de juguete que había estado en mi conchita ahora estaba en la de Andrea, ella toda abierta de piernas recibía a Zaira quien cumplía el rol masculino, se mataban a besos y sus enormes tetas se bamboleaban intimidantes de lado a lado.

Andrea y Zaira de revolcaron como gatas en celo donde no faltó nada, pezones acariciándose entre si, sexo oral, vaginas rozándose, orgasmos interminables…

En esos segundos la calma llegó a mi cerebro, mientras ellas seguían en una juego sexual interminable y donde yo era solo observadora, me detuve a reflexionar en lo que estaba haciendo, al lugar donde estaba parada, de un simple obsequio de mi esposo por mi regalos de cumpleaños había llegado a una situación de lesbiana con mi masajista y una desconocida de la que no sabía nada y con quien terminaba de tener sexo sin ningún pudor.

Sergio era el hombre de mi vida, mi gran amor, precioso, perfecto, el era la parte racional de mi vida, donde yo era todo lo que se supone que debía ser, pero Andrea…

Andrea había despertado mi lado oculto, mi lado emocional, lo prohibido, el pecado de lo que está mal y solo puso en duda todas mis creencias, mis sentimientos, mi razón de ser…

Y llegó la frutilla para el postre, enterarme que estoy embarazada, cuando menos lo esperaba.

Mi objetivo a corto plazo es re-encauzar mi vida, olvidarme de mi masajista y volver a mi vida heterosexual, pensando en la futura madre que seré, solo ahora el desafío es lograrlo…

Si te gustó esta historia puedes escribirme con título ‘HACEMOS UNOS MASAJES?’ a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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