Relato de como unas palabras escritas y textos eróticos me hacen chorrear

Solo son mis fantasías, mi imaginación volando, lo que vivo al masturbarme en soledad, en secreto, pero solo quería compartirlo con personas que, como yo, gustan la buena lectura.

La parte real es que con apenas veintiséis años siento vivir cada día mi fracaso de pareja, donde veo que todo poco a poco se cae a pedazos.

Parece mentira que apenas un par de años atrás había creído encontrar en Flavio el hombre perfecto, el amor de mi vida, pero una cosa había sido la preciosa fantasía del noviazgo y otra muy diferente era luchar con la rutina de la convivencia.

Es que últimamente discutimos por cualquier cosa, por todo, por detalles, por pavadas, me resisto a aceptar que vivimos en un camino sin retorno, pero siento que el poco a poco se aleja más y más de mí.

Y todo repercute en la cama, desearía tener sexo todos los días, cada día, pero apenas si tenemos encuentros esporádicos, furtivos, una vez al mes, es más, tengo serias sospechas de que él tiene otra mujer, pero no me animo a indagar por miedo a confirmarlo.

Y nuestras vidas no tienen mucho en común, él se va a su trabajo muy temprano y vuelve muy tarde, es profesional laboral y honestamente nunca sé que es de su vida, por donde anda, o que está haciendo, por confiada, por eso seguramente no le sería difícil engañarme. Y no sé qué es lo que está mal entre nosotros, no es que no sea una chica atractiva, por el contrario, tengo cabellos largos, rostro atractivo y asumo que mi cuerpo no es problema, por el contrario, bien de busto, de cintura, y de cola, buenas proporciones para los ojos de un hombre, veo como me miran en la calle y entiendo en que punto está mi auto estima, tampoco la cama, soy dentro de todo muy complaciente y permisiva, trato de satisfacerlo como hombre y darle todos los gustos, tal vez demasiados, y en la intimidad soy bastante putita, pero claro, mi hombre debe saber sacar esa perra de mi interior.

Se que tengo un carácter un tanto complicado y suelo ser bipolar, pero también Flavio tiene un YO muy grande y es obsesivamente celoso y controlador, además, tenemos un gran desacuerdo, él quiere ser padre, sostiene que un bebé sería la solución a nuestros problemas, pero, por el contrario, mi opinión es que debemos arreglar nuestros problemas antes de pensar de traer un niño al mudo.

Y así divaga mi presente, día tras día, él se va tipo las seis de la mañana, un rato después yo me levanto, desayuno, riego mis plantas, a media mañana me pongo una de mis calzas, un top, alguna campera si está fresco y voy al gimnasio, rutinas de musculación con pesas, aerobic, fitness y vuelvo a casa, una ducha rápida, y un almuerzo light para engañar el estómago, luego me transformo en la señorita Yanina, mi vocación de docente y mis amados niños de cinco años, cuando se despegan del hogar, los primeros pasitos.

Regreso cuando ya cae el sol, de camino a casa paso por la granja, siempre hay que comprar algo, una nueva ducha, a preparar la cena. Cuando Flavio llega pasa, me da un beso y derecho a tomar su ducha mientras yo pongo la mesa, cenamos casi sin hablar, televisión de por medio, lavo las cosas, a veces el me ayuda, y luego a la cama, me quedo leyendo algún libro esperando a que el venga a mi lado, pero él se queda mirando cualquier cosa en la tv, en el comedor, esperando a que me venza el sueño para no sentirse en la obligación de hacerme el amor, y siempre le funciona, y así al día siguiente, y al próximo.

Los fines de semana son nuestros días de convivencia, pero honestamente siento que cada vez más vivimos en mundos separados, que no tenemos mucho en común, que nos transformamos en perfectos extraños, y noto que cuando le cuento sobre mis proyectos ni siquiera me presta atención, que, aunque asienta con la cabeza o me regale una mirada su mente está viajando por otro lugar, y haciendo mea culpa, seguramente no soy mejor, mucho hablar y poco escuchar…

Y todo ese calor de mujer acumulado y mi gusto por la lectura, parecieron combinarse para buscar nuevos caminos y encontrar en escritos eróticos una válvula de escape y una adicción imposible de manejar.

Deambulé por un sitio y por otro, hasta que de casualidad topé con una historia que me atrapó por completo, en cierta manera me vi reflejada en la vida de la protagonista, pero no era solo sexo, estaba muy bien escrito, la narración, la ambientación, el nexo narrativo, los personajes, sus sentimientos, las palabras justas para que sonara todo erótico y para nada pornográfico, en diez minutos que duró la lectura terminé inundada en mis jugos y tuve que tocarme para terminar esa historia.

Al día siguiente, ya más tranquila, reviví en mi mente lo que había leído y recordé que al pie del relato había una dirección de correo electrónico, tuve el impulso de contactar a la dueña de tan increíble vivencia.

No tardó en responderme, pero para mí absoluta sorpresa sus palabras decían que era solo una historia, y no solo eso, quien escribía era Pablo, un hombre.
Me costó un poco entender la situación, Pablo escribía para pasar su tiempo y me llamó la atención la manera en que siendo hombre pudiera meterse tan bien en el cuerpo de una mujer y escribir desde sus sentimientos.

Y cambiamos más correos, y me hice esclava de sus escritos, porque ese hombre podía escribir indistintamente como hombre o como mujer, y cada historia era única, diferente, irrepetible y solo no podía dejar de leerlo.

Y caí presa de sus redes, en mi vida se hizo más importante masturbarme con sus historias que el frío sexo que me daba Flavio.

No conozco a Pablo, más que por escritos, apenas sé que es un tipo mayor y que me doblega en edad, pero sin darme cuenta idealicé poco a poco a ese hombre y en mi mente, el escritor se comió a sus propios escritos, se coló en mis fantasías, suelo ponerme muy cómoda en estas situaciones de soledad, solo con ropa interior o a veces con algún pijama de entrecasa, no me hace falta estar sexi para nadie, mis fantasías pueden con todo, me recuesto sobre la cama, o algún sillón, o solo una silla, cualquier sitio es buen sitio para hacer mi propia historia, la que narro a continuación

Una mañana como todas, rutina de gimnasio, hace calor, la atmósfera esta densa y se presiente en el ambiente una cercana tormenta. Busco entre mis ropas, elijo una calza en tono mezcla de blancos y gises claros, también un top haciendo juego, me veo sexi, me presento frente al espejo, mis pechos generosos son llamativos y noto mis pezones marcados como dos botones bajo el sostén y la tela de licra, las piedras del pircing que adorna mi ombligo desnudo reflejan la luz del lugar, giro un poco y me sorprendo a mí misma, ‘guau! que culo que tengo’ digo en voz baja, me veo demasiado llamativa, y más en la forma provocativa en la que se marca la diminuta tanga que cubre mi intimidad.

Aclaro que esta imagen la había visto varias veces, con un conjunto de calza y top que alguna vez me había comprado, pero al verme muy puta jamás me había atrevido a usarlo, además, Flavio me había prohibido expresamente que saliera así a la calle y había sido motivo de una de nuestras tantas discusiones. Pero sin dudas, en mi imaginación, para verme puta esa eran las prendas adecuadas.

Y voy al gimnasio como cada día, realmente se hace difícil respirar y más que placer es una tortura hacer ejercicios, salgo un poco tarde, y camino de regreso a casa, estoy toda transpirada y me siento sucia, sudada, con olor a salvaje, el color del cielo llama mi atención, de pronto todo se oscurece y parece venirse la noche de repente, al punto que se encienden automáticamente las luces de la acera, el viento ha rotado al sur y siento un frescor en el rostro, miro al horizonte, infinitas centellas lo iluminan y el cuadro se hace terrorífico, estoy paralizada, solo observando como los desprevenidos transeúntes corren como perdidos en la nada tratando de buscar refugio antes que el cielo se abra en dos.

Respiro, mi aliento está helado a pesar del calor que amenaza con derretir todo.

Miro a un lado, estoy frente a un callejón sin salida, sombrío, donde suelen usar de hogar vagabundos sin techo, donde perros y gatos abandonados parecen hacerse amigos en su desgracia, el olor pestilente de contenedores con basura abandonados a su suerte me provoca náuseas, pero de repente lo diviso, ahí está él, en la penumbra, Pablo tiene los ojos fijos sobre mí, luce amenazante, como tratando de descifrarme, es curioso, es alto, un tanto corpulento, tiene un sombrero de ancha ala, un antifaz cubre sus ojos, y un grueso piloto impermeable en un gris que se camufla con el cielo me da una imagen que da miedo, llega casi hasta sus zapatos, y tiene las solapas levantadas, como tratando de ocultar su rostro.

Yo no conozco a Pablo, a mi escritor, pero sé que es el, sé que me está esperando, y a pesar de todo no me asusta, por el contrario, sé que está ahí solo para protegerme, mi ángel de la guarda, sus ojos verdes me queman a través del antifaz, no puedo notar mucho mas de ese misterio, pero me atrae como un imán, irresistible, el me protegerá contra la tormenta que parce desatarse sobre nosotros, solo camino hacia su lado, despreocupada, entregada.

Llegó a él, me abraza, me envuelve, me mira de una forma que solo logra derretirme, como un pan de manteca bajo el sol, no puedo mantenerle la mirada, siento su perfume, el poder de sus brazos, cierro mis ojos y busco en forma inconsciente llegar a sus labios con los míos, besa muy bien, caliente, fuerte, beso de macho, estoy perdida…

En mi fantasía, en ese momento abandono mi cuerpo, me sitúo fuera de la escena, a unos pasos, como espectadora, lo veo a él, me veo a mí, por cierto, que provocativa que luzco, ahora lo noto a la distancia, él abusa de mí, me recorre de punta a punta, estoy en su trampa, no puedo evitarlo.

Pablo no deja de besarme, trata de envolverme con su piloto, como protector, pero yo igual puedo ver, lleva sus manos por mi calza, acaricia mi culo, sé que le gusta, sé que tiene su verga dura refregándose contra mi bajo vientre.

Una de sus manos recorre por encima de la licra de la calza, las líneas de mi ropa interior, y lo siento provocarme, puedo ver como baja poco a poco, y también puedo sentirlo, llega a mi esfínter, y solo presiona con un dedo, más y más, se queda ahí, congelando el tiempo, besándome, por un lado, jugando por otro.

Y solo presiona profundo, y eso me calienta, siento que mi culito ambicioso quiere abrirse para él, trato de forzar empujando hacia su lado, me veo tan perra, pero el solo me mantiene al borde del abismo, la licra de la calza y mi propia tanga parecen querer meterse por la presión que el sigue haciendo, pero eso es imposible, y eso me enloquece.

Sus perversos besos saben a miel, a miel de pecado, me veo entregada y noto que la tela de la calza empieza a mojarse, justo ahí, donde está mi fuente de placer, y más y más, las pequeñas gotas pronto se transforman en un lago, que vergüenza, que calor, es humillante, perverso, erótico y pasional, todo en uno y todo se sale de control.

Me gira y apoya mi espalda contra la pared, me aferra de los hombros para inmovilizarme, me mira fijamente, me hipnotiza, me dice que soy su puta, y que él tiene el control sobre mí, me ordena que me toque, para él, por él.

Me veo a mí misma perdida, inconexa, incapaz de contradecirlo, a la distancia observo como meto una de mis manos para acariciar mis pechos por debajo de la ropa, mis pezones están duros, me los toco, me excita que el vea como lo hago, llevo la otra entre mis piernas, me sorprendo, estoy empapada, mis jugos son viscosos y calientes, mi clítoris está en llamas, le encanta y eso me lleva al abismo, saco esos dedos inquietos de mi intimidad y los llevo a mi boca, para que piense que busco llevarlo y arrastrarlo en mi juego de seducción, pero mi secreto es que ya no deseo tocarme, estoy por explotar y aun no quiero llegar a mi orgasmo, necesito ganar tiempo y enfriarme un poco, distraerme

Mi amante enmascarado aun me tiene por los hombros, entonces me arrodilla a sus pies, se lo que quiere y quiero hacerlo, pronto emerge una verga enorme entre sus ropas, me dice que quiere que se la chupe como las putas de sus relatos y solo hago eso, recuerdo sus narraciones, la forma en que el describe como esas chicas de turno se regodean pasando la lengua por esos glandes rosados, besando esos troncos perfectos, mirando sus ojos verdes, me tiene cautiva.

Me veo arrodillada, se cuánto me gusta y me parece sentir su sabor a hombre en mi boca, deseo que su semen caliente baje por mi garganta, poco a poco, lentamente.

Pero él tiene el control, y saciado su deseo aún tiene más para mí, a su manera, solo me hace parar nuevamente, me gira, y apoya ahora mis manos contra la pared, queda a mi espalda, no lo veo, solo me hace sacar culo, me veo provocativa, al fin baja mis calzas y mi ropa interior, miro a la distancia, escupe en su verga y viene por detrás, me arranca un gemido contenido, me la mete por el culo, puedo verlo, puedo sentirlo, me encanta.

Me le da duro por la cola, así me muestra su hombría, su poder, él es quien tiene la verga y yo me inclino sumisa ante su poder, me gustaría que Flavio, mi esposo, estuviera viendo lo que yo veo, como él me rompe el culo, y como yo me entrego a él.

Me dejó el deseo de acabarme en la boca, ahora lo espero por detrás, llevo una mano a mi clítoris, no puedo soportarlo más, pero el me lo impide, abusa de su fuerza y me la lleva nuevamente contra la pared, donde él la había puesto, diablos.

Le ruego que me coja, se lo suplico…

Pablo solo cambia de sitió y ahora sí, resbala por mi conchita, toda completa, hasta el fondo, se siente tan rica, me llena de placer, ahora si me acaricio con furia el clítoris, grito como una perra, me sonrojo observando, miro el entorno, por suerte la tormenta que aún no se desata alejó a extraños del lugar, mi imagen de puta cogida en un callejón es tan sexi como peligrosa, me gusta.
El solo sigue, su pija se siente hermosa, perfecta, está hecha a mi medida, muero de placer, lo siento venir, me siento venir, explotamos juntos, moviéndonos al compás, siento su sexo inflamarse y escupir semen en interminables ráfagas, muero a sus pies…

El saca la pija de mi conchita, giro mi rostro, busco sus labios con mis labios, lo beso, siento el semen caliente chorrear entre mis piernas, el sube mis prendas y me deja todo su amor en mi interior…

Con seguridad en ese momento mis fantasías se esfuman para volver a mi día a día, Pablo solo desaparece, como la imagen del callejón y una oscura tormenta que ya había quedado en la nada, solo me encuentro recostada en cualquier parte de la casa, con mis piernas abiertas y mis dedos inquietos jugando entre ellas, mis pezones están duros y mis mejillas aun afiebradas, en el cuarto ahora solo se siente el péndulo del reloj de pared y el silencio se contrapone a los recientes gemidos de mi precioso orgasmo.

Aun no puedo creer que mis pensamientos me lleven a hacer lo que hago, mis pechos desnudos, mi vagina dejando humedad por todos lados y mis huecos excitados y abiertos por mi placer descontrolado.

Y bien, en este presente de un matrimonio agobiado y que poco a poco camina al fracaso, mis momentos íntimos con mi escritor enmascarado suelen ser mi mayor escape.

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Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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