Relato xxx compartiendo pro primera vez a mi mujer Alma con otro hombre

No lo digo por la simple razón de que sea mi esposa, aquellos que vieron sus fotografías pueden dar fe que Alma es un camión.

Mi compañera de vida por treinta años, una mujer encantadora, de largos cabellos oscuros que por su edad tiñe frecuentemente para ocultar las canas, dueña de unas tetas sencillamente espectaculares, con sus pezones rodeados por unas enormes aureolas, y que hablar de su trasero, perfecto, dibujado a mano.

Ella ama el ejercicio, es instructora de crossfit, fitness, pilates, zumba y demás actividades como kinesiología y también nutrición, Mi esposa se la pasa en el gimnasio unas diez horas al día, por eso, aunque ya pasó los cincuenta se mantiene como las mejores, impecable.

Alma es sencillamente un placer a la vista, cuando viene, cuando va, y hace de la provocación su forma de vida, se sabe linda y le gusta jugar con eso. Su forma de vestir, sus calzas, sus prendas ajustadas, su busto marcado, y esos trajes de baño que usa en temporada, es de las que no consigue talla para su parte superior y de las que usa bikinis tan pequeños que su trasero parece desnudo, y hasta debe depilarse por completo para que los bellos púbicos no escapen por los laterales, o por arriba. Ella juega ese juego, sabe que la miran, y como la miran, una oveja que se pasea entre lobos hambrientos y solo se hace la desentendida, la inocente.

Honestamente es una mujer tan caliente que a veces me hace avergonzar, y sé que si fuera otra clase de mujer me hubiera hecho cornudo hace ya mucho tiempo

Pero Alma siempre había jugado hasta ahí, hasta hacer calentar a los hombres con solo su cuerpo, jugaba el juego de la seducción y provocación, pero nunca había pasado la raya, llegando a los treinta años de matrimonio solo habíamos sido el uno para el otro, sin secretos, sin puertas cerradas, puros, cristalinos.

Amo a mi mujer con todo el corazón, me había dado dos hijos maravillosos y matrimonio va sobre rieles.

Hace un tiempo cambié de empleo, nunca fui un hombre de permanecer atado a un trabajo por mucho tiempo y la posibilidad que se me presentaba era perfecta por donde la mirase, nuevos aires, nuevos desafíos, una paga inmejorable y un lugar casi jerárquico en una famosa compañía telefónica de origen español.

La única contra fue que tuvimos que trasladarnos a Capital Federal y esto supuso un nuevo comenzar para todos, mis hijos ya estaba grandes y se valían por si solos, ya tenían sus obligaciones, sus empleos y hasta sus novias en la vieja ciudad, convenimos en separarnos por algún tiempo, los doscientos kilómetros que nos separarían no parecían ser un obstáculo insalvable y vimos con buenos ojos que los pichones abrieran sus alas y abandonaran el nido, además, hoy en día una video llamada nos acercaba en un abrir y cerrar de ojos.

Así emprendimos nuestros días en soledad, mi mujer y yo, ella pronto retomó sus rutinas y empezamos a vivir una segunda luna de miel, a reencontrarnos como pareja, a explorar nuestra sexualidad de una manera diferente, Alma era ya toda una mujer, como un vino añejo, lo mejor estaba en su sabor, vivía la sexualidad con todas sus energías, despreocupada por un embarazo no deseado, habíamos dejado de lado las pastillas, los preservativos y los coitos interrumpidos, ella le tomó el gusto a que le llenara la conchita de leche y disfrutar ese momento como nunca lo había disfrutado.

Por mi parte, además de mi empleo y mis partidas de tenis, había empezado a hurgar en internet, sitios para adultos, como este, donde seguramente estarán leyendo mi historia, y crucé algunos chats donde invariablemente se terminaba siempre hablando de sexo y donde siempre el tema entre hombres parecía repetirse, ‘fotos de mujeres’, y una cosa llevaba a otra.
Alma y yo teníamos algunas fotos íntimas, me gustaba fotografiarla y en verdad era excitante hacerlo, y bueno, pasé alguna foto, y otra y otra.

Sabía lo que sucedería, más de uno pareció enloquecerse por sus tetas, por su concha, o por su culo, y las palabras que me decían los casuales compañeros de chat me agrandaban el ego, me hacían sentir que deseaban comer lo que yo siempre comía, y aclaro que las fotos que pasaba eran muy cuidadas, solo planos cortos, nada del entorno que pudieran delatarla y ni siquiera imaginar mostrar su rostro. Rechacé propuestas de llamadas, Skype, videos y otras cosas que en verdad no me interesaba realizar.

Y mi mujer lo sabía, y me preguntaba cada tanto que decían de ella, y cada tanto yo le mostraba algunos de los chats, ella solo se reía y decía que los hombres éramos todos iguales, unos pajeros sin remedio y seguramente tenía razón, incluso tenía guardados un par de audios de ella masturbándose, con gemidos muy sugerentes y no dudé en compartirlos.

En algún momento de mi vida, estaba con demasiadas ocupaciones y presiones laborales, trabajaba desde muy temprano hasta muy tarde y casi no tenía tiempo para nada. Por su parte, Alma me reclamaba, a pesar del gimnasio ella pasaba demasiado tiempo sola y en Capital Federal no tenía amistades.

No tenía tiempos para sus reclamos, mi cabeza estaba en otro lado y tuve la tonta idea de sugerirle que tomara el mando en mis cuentas en mis sitios para adultos, ella podría divertirse, aunque sea perdiendo el tiempo y yo ya había dejado todo eso de lado.

Alma no se vio muy interesada, como dije, para ella los hombres somos todos iguales, unos pajeros sin remedio, y en parte entendía su forma de ver las cosas, cuando alguien te envía en un chat una foto de su pene asumiendo que del otro lado hay una mujer sin siquiera presentarse, y peor aún, si fuera una mujer, sería una falta total de respeto, es no entender al mundo femenino y pensar que son todas putas, que se mueren por ver la foto de un pito, es verdad, habla mal de nosotros, no de ellas.

Le dejé mis credenciales a mi mujer y me desentendí del tema. Luego de unas semanas, la presión laboral había pasado y decidí revisar mis abandonados perfiles, y llegaron las sorpresas, mi hermosa Alma se había portado verdaderamente como una puta, a mis espaldas, potenciada por la privacidad que le daba el chat, repasé los historiales y se había dedicado realmente a portarse como una puta, regalando fotos a quien las quisiera tener y recibiendo obsequios, fotos y vídeos de vergas, algunos acabando, propuestas de encuentros , audios, fotomontajes, fotocorridas y toda situación puedan imaginar, figuradamente mis perfiles apestaban a semen, inclusos algunos me enviaron a mi mail personal fotos de su culo o de sus tetas con leche de quienes se habían masturbado sobre las mismas.

Yo nunca lo dije abiertamente, pero me molesté mucho con mi mujer, yo solo pretendía que se divirtiera un poco y sentí que sus fotos eran como esos calendarios de mujeres desnudas que cuelgan en los talleres mecánicos, me sentí cornudo por decirlo de alguna manera y cada vez que me conectaban tenía que soportar a todos hablando solamente de la puta de Alma. Ella expuso sus pensamientos, acaso que esperaba yo que sucediera en un chat porno? que los hombres la invitaran a tomar el té?, no sé, no pudimos acordar nuestras ideas, así que cambié todos mis accesos para darle un corte a la situación.

Si bien retomé el control, algunas cosas ya habían cambiado, ella había pasado el muro y tenía agendados algunos contactos nuevos en su celular, con los cuales cambiaba fotos y se escribía a menudo, ya no necesitaba de mis perfiles, yo no podía evitarlo.

Como dije, no teníamos secretos y yo era consciente de todo lo que estaba sucediendo.

Arturo (voy a preservar su nombre de usuario) era uno de los tantos con quien yo me escribía desde hacía tiempo, era casado, tenía hijos y también esposa, pero a decir verdad solo hablábamos de mi mujer, jamás de la suya, y realmente estaba enloquecido por la posibilidad de cogerse a Alma, algo que nunca sucedería pero el tipo tenía más fotos porno de mi mujer de las que yo mismo tenía, y decía una y otra vez que hablara con ella, que ella me contara, y que solo pensara en la posibilidad de salir a tomar algo.

relato trio esposaMe llamaba la atención cuando se lo mencionaba a mi mujer, ella parecía estar muy al día de toda la situación y me mostraba las fotos y los audios que él le mandaba, realmente parecía como que todo se iba armando lentamente.

Arturo nos había hecho varias invitaciones, y poco a poco empecé a ceder, a imaginar en una situación de a tres, acaso que tenía de malo, habíamos pasado los cincuenta años, estábamos solos y sería solo vivir la vida, no teníamos que rendir cuentas a nadie y transformé toda esa ira contenida en deseos, estaba seguro de nuestros sentimientos. Se lo insinué muchas veces a Alma, si ella misma lo había elegido entre muchos, pero ella era diferente, mucho ruido pocas nueces, como el dicho, la mujer fatal desaparecía cobardemente a la hora de apostar fuerte.

Las cosas estaban muy claras para mí, Arturo quería cogerla, yo quería que lo hiciera, pero el problema era convencer a mi esposa. Sabía también que Arturo le decía a Alma que quería romperle el culo, literal, y que yo estaba de acuerdo, pero Alma solo respondía con evasivas.

Arturo y yo nos veíamos en un laberinto sin salida, así que trazamos un plan, él tenía una casa de fin de semana, reservamos una mesa en un restaurante de nivel en las cercanías, y solo veríamos que sucedía, nada estaba garantizado, la llevaría engañada a mi esposa y llegado el momento ella decidiría.

Para esa cena que en principio sería íntima, de pareja, Alma se probó varias opciones, como siempre me pedía mi consejo, había un vestido blanco muy pegado al cuerpo que a mí me encantaba como le quedaba, no tenía escote, se cerraba pegado al cuello y se ataba por la nuca, pero una tela de esas que se pegan al cuerpo y te marcan todos los defectos y todas las virtudes, el tema es que ella no tenía defectos y le sobraban virtudes, sus tetas se dibujaban como dos melones, y su culo era para jugar en las grandes ligas, sabrán entender que el blanco pegado al cuerpo se suele notar transparente, y en efecto, la diminuta tanga se marcaba en forma muy grosera, ella no estaba convencida

Daniel… – me dijo mirándose al espejo – no se… es muy llamativo, no me veo muy vulgar?

Pero mi amor – dije en tono falso, puesto que no se veía vulgar, se veía puta – estás preciosa, me encanta como te queda.

Llegamos al sitio un tanto antes de lo previsto, si bien era un restaurante, se podía dejar notar que, por su ubicación, por su diseño, por al ambiente a media luz, era un sitio ‘de trampas’ donde suelen juntarse amantes que pretenden no ser descubiertos. Nos recibieron y nos acompañaron a la mesa reservada, solo que la recepcionista de la puerta al revisar la lista detenidamente dijo algo así como

Si, acá está la reserva – mirando las hojas que tenía en sus manos – mesa once, reserva para tres, me acompañan?

Alma notó el detalle, me miró confundida, había dicho mesa para tres, yo solo sonreí y seguimos a la recepcionista por el pasillo…

Nuestra reserva era una mesa redonda, sobre los ventanales de un rincón, con un gran sillón entero en semi círculo rodeándola, con el lógico detalle, tres platos, tres copas, tres juegos de cubiertos, y hasta ahí, mi esposa asumía que había una confusión.

Fui muy político para hacerme el desentendido y ganar preciosos minutos, la idea era que Arturo la sorprendiera, no quería solo contárselo.

Nuestro partener no tardaría en llegar, era nuestro primer roce cara a cara, nos saludamos con un apretón de manos y fue a robarle un beso en la mejilla a mi esposa.
Alma no entendía nada, me miraba a mí, lo miraba a él, Arturo dijo

Encantado Alma, sos más hermosa en persona, espero que pasemos una linda velada.

Mi esposa se mostraba confundida, notando que tantos juegos de chat empezaban a hacerse realidad, la habíamos flanqueado en el asiento semi circular, Arturo a su izquierda, yo a su derecha.
Pedimos la cena, y empezamos con el bombardeo dialéctico, era lo acordado Arturo, solo sería una cena de sexo, no hablaríamos de otra cosa, y entre los dos empezamos a hablar de mi esposa, se lo bonita que era, de tantos chats a escondidas, de cuanto él la deseaba y de cual afortunado era yo, todo esto solo mareaba a mi esposa que se sentía entre la espada y la pared, sus pechos se mostraban demasiado sugerentes por sobre la mesa, el tipo no dejaba de mirárselos y exclamó

Alma, que hermosas tetas que tenes, me muero por chupártelas todas

Ella se perdía poco a poco, su respiración se notaba acalorada y solo respondía tomando una copa de vino, y otra, les dije que me disculparan, que necesitaba pasar al baño, le di un beso en la boca a ella y le hice un guiño a él, solo quería dejarlo solo un rato, sabía que mi mujer estaba en un camino sin retorno y solo faltaba el empujón final.
Al regresar, ella me dijo

Mi amor, Arturo tiene una casa de fin de semana en las cercanías, cerca del río, con una vista magnífica y nos invita a ir a conocerla

Pedimos la cuenta, no había tiempos para pedir un postre, en verdad mi mujer era el postre, salimos, cada uno a su coche, Arturo nos dijo que solo lo siguiéramos y ahí fuimos. En el corto trayecto Alma me dijo muy excitada que era un perverso, y que, si realmente estaba dispuesto, me dijo que tenía taquicardia, tomó mi mano y la puso en su pecho, aunque la intención era que le agarrara una de sus tetas que me parecieron más grandes que de costumbre.

Llegamos, no había tiempos de ver la casa, ni el río, ni la luna, solo necesitábamos una cama

En segundos estábamos en el dormitorio y había llegado la hora de la verdad, se habían terminado las fantasías, las charlas virtuales, las fotos, los audios, la fidelidad de tantos años, el matrimonio perfecto, todo, todo eso quedaría en el baúl de los recuerdos y ahora estábamos los tres de cara a un encuentro real, Arturo fue el que habló

Alma, siempre soñé este momento, desde el día que vi tu primera foto, siempre quise cogerte, sos perfecta, y Daniel amigo, sabes cuantas veces te hablé de ella y también que quería que lo hiciéramos los tres, esposa, esposo y yo, siempre me calentó la idea de dos hombres y una mujer.

El la tomó a Alma y la arrastró, la aferró por la cintura y la arrastró a su lado para meterle un enorme beso en la boca, ella intentó recular un poco, obviamente, yo había sido su único hombre, una mujer de cincuenta años viviendo cada día un día inmaculado, pero no tardó mucho en rendirse y romper ese bloqueo mental.

Otro tanto pasó por mi lado, lo que veía era real pero así y todo me costaba asimilarlo, me quedé a un lado, deseaba ver a mi esposa desde otra perspectiva, toda mi vida había ocupado el lugar que ocupaba ahora Arturo, y a distancia la vi más bonita que de costumbre, volví a enamorarme de su enorme trasero marcado muy sugerentemente por una imperceptible tanga bajo ese impoluto vestido blanco.
Las manos de Arturo se llenaban con sus glúteos, el nudo en la nuca ya no estaba y el vestido había caído a la cintura, el solo le comía las tetas en una forma muy obscena, perdido, aun sin creer el exagerado tamaño y la perfección de las mismas, mi esposa jadeaba y yo tenía una rica erección entre mis piernas.

El empezó a desnudarse, poco a poco las ropas fueron cayendo y mi esposa empezó a manosearle la verga, solo conservaba la tanga blanca, la vi arrodillarse, ella buscó mi mirada con la suya, como asegurándose de regalarme un buen plano y solo empezó a chupársela, muy rico, muy deseable, Arturo parecía perderse, le decía que era una puta y en verdad eso me gustaba, entonces me pidió que me uniera, era cómico, el parecía el esposo y yo el extraño. Me acerqué y fue cuando ella solo se repartía entre una verga y la otra, estaba muy cerca de nuestro partener, veía el placer en su rostro y eso me gustaba, sentía los chasquidos de mi amada, a un lado a otro.

Fuimos entonces a revolcarnos sobre el colchón, Arturo quería chuparle la concha y Alma quería que lo hiciera, me coloqué sobre su rostro y cada uno ser ocupó de lo suyo. Me gustaba ver el rostro de mi amada en esa situación, se suponía que ella debería estar chupándomela muy engolosinada, pero se hacía evidente que lo que recibía entre sus piernas era demasiado poderoso, como para quitarle la respiración.

En esos minutos, más que concentrarme en lo que sucedía, mi mente voló a recordar toda la previa hasta llegar a ese punto, como unos inocentes chat habían desembocado en un trío donde estaba entregando a mi mujer, y como ella, después de cincuenta años hacía un reset y puesta a cero de su sexualidad.

Sus enormes tetas me trajeron a la realidad, que ricas tetas, fui con mi verga al medio y empecé a moverme entre ellas, Alma gemía en placer y noté como llegaba a su primer orgasmo, lo vi en su rostro, sus gemidos de puta se lo dejaron saber a sus oídos, mi piel sintió sus espasmos como sismos imparables, solo ahora quería verga.

La arrastré a mi lado, hice que me cabalgara, estaba duro como una piedra y su cueva inundada en jugos, tomé para sus nalgas con mis manos para deleitarme con ellas, sus enormes tetas se bamboleaban como campanas de iglesia, y sus pezones rozaban mi pecho, cada tanto las acomodaba en mi boca y mientras la cogía me llenaba con ellas, una, la otra, muy sexi.

Arturo había quedado al margen, pero no duraría mucho tiempo así, fue por detrás, entre mis piernas, buscando el culo de mi esposa, nunca lo había imaginado, pero la verga de nuestro compañero empezó a meterse lentamente por el otro agujero, lo sentí presionar sobre la mía, sabía lo que sucedería, muchas veces habíamos practicado dobles penetraciones con algún consolador y ella se ponía como loca, y ahora que tenía dentro dos pijas de carne, solo me preparé a disfrutar.

El empezó a darle duro por el culo, por mi posición se me dificultaban los movimientos, pero sentí sobre mi verga la otra entrando y saliendo, Alma cambió sus gemidos por gritos contenidos, sus dedos se tensaron sobre mi pecho, sentí como en forma inconsciente se clavaban sus uñas sobre el hasta hacerme doler, Arturo le decía

Me encanta Alma, me encanta cogerte, sos hermosa, siempre te dije que te haría el culo, que puta que sos!

Yo solo escuchaba el juego de palabras, de repente el salió y terminó masturbándose, sobre el culo de mi mujer, sobre sus piernas, pero también sentí que lo hacía sobre mí, sobre mis bolas, mientras me pedía que le abriera las nalgas para observarle todo el culo abierto. El se retiró a tomar un merecido descanso, yo volví entonces sobre el rostro de mi esposa, para que me lamiera, era muy loco, me chupaba la pija a mi mientras lamía la leche que Arturo me había dejado, no tardé mucho, elegí sus tetas, vi como el miraba a corta distancia y solo le llené de semen sus ricos pechos, jugando con mi glande en sus suaves pezones.

En unos minutos estábamos nuevamente en acción, mi mujer nos pedía pija, literal, y debíamos complacerla, esta vez tomé la iniciativa, el culo de Alma sería mío, volví a recostarme y ella por encima, solo que ahora ambos mirábamos al techo, se la metí por detrás y le abrí todas las piernas, ofreciéndole a Arturo sus tetas y su concha, pero él tenía otros planes.

Se acomodó nuevamente, solo que apoyó su pija en la mía, y empezó a forzar, quería colarle la suya también por el culo mi mujer, ambas al mismo tiempo, era demasiado, Alma no era tan puta, debí detenerlo, pero me daba mucho morbo, y para ser honestos mi esposa no parecía resistirse demasiado.

Como puedo narrar con palabras lo que sentí en ese momento? imposible, una mujer gozaba como puta con dos vergas entrando por su trasero, claro, el detalle era que esa mujer era mi mujer…

Después de un rato Alma se puso en cuatro y con sus manos abrió sus nalgas para nosotros, su esfínter estaba abierto como en las mejores tomas pornográficas, me sentí venir, apunté cerca y solo los chorros de semen fueron dentro, como un cráter abierto, y parte de mis jugos rodaron por sus ricos labios depilados, y segundos después el repitió el proceso, el culo de Alma terminó con una mezcla de leche de su esposo y de su amante, todo muy caliente, mientras ella se metía los dedos en sus concha jugando con el líquido blanco y pegajoso que la había llenado de placer.

Jugamos por un tiempo más, pero Arturo obviamente nos recordó que él tenía esposa, y que no debía levantar sospechas, una noche de trabajo era rutina habitual en su vida, pero ya estaba aclarando y debía volver a casa, nos despedimos, como buenos amigos, él se fue con la idea de repetir la aventura, pero Alma y yo ya sabíamos que no volveríamos a cruzarnos con él, ya estaba, nos habíamos dado el gusto.

Después de esa noche nuestra intimidad mejoró, nuestros encuentros en la cama se hicieron más salvajes, más calientes, pero no queremos tentar al demonio.

Yo retomé el control de todos mis perfiles, Alma ya no aparece, aunque me preguntan por ella, solo una espina clavada, puedo asegurar que ella se sigue escribiendo a escondidas con uno, o con varios, aunque lo niegue, y quien te dice, tal vez seas el próximo en cogerte a mi mujer.

Si te gustó la historia puedes escribirme con título ALMA, UNA MUJER SIN IGUAL a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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