Relato de una historia xxx de Martino y su prostituta personal

Ya había tomado tres cafés y había apagado en las tazas vacías unos ocho cigarros a medio fumar, soy una persona que le da demasiada importancia al tiempo y cada segundo vale oro, Martino llegó a la cita con cincuenta minutos de demora, y se excusó rápidamente tratando de justificarse en una vida complicada y atada a demasiados horarios.

Lo dejé pasar, pero pude notar que mi próximo entrevistado era un tipo irresponsable por así llamarlo, y deduje que lo que había sucedido conmigo no era una excepción, era su costumbre, cosa que confirmaría después de la charla y entender como su vida giraba en torno a su esposa, Jade, a quien el sin problemas, llamaba como su prostituta personal, noté que en sentido metafórico, Martino era a Jade lo que la luna era a la tierra, siempre atado a ella, siempre girado en torno a ella, siempre dependiendo de ella, y ella arrastrándolo a su voluntad.

Pedí un nuevo café, y uno para él, me acomodé en la silla y me apresté a escuchar.

Martino y su prostituta personal

Situaría el principio de mi historia cuando estaba llegando a los treinta y cuatro, el día en que Mariza, mi esposa, me pidió el divorcio. Eso supuso un cachetazo para mi, si bien nuestra relación de pareja no era perfecta, tampoco nos llevábamos como perro y gato. Ella siempre me decía que era un inmaduro, que me portaba tonto y que ella necesitaba a alguien que esté a su altura, y juro que me esforcé pero parece que para ella nunca fue suficiente.

También influyó que este divorcio fuera el segundo tropiezo en mi vida puesto que Alicia, mi primera esposa también me había abandonado años atrás, también por temas parecidos, repitiendo patrones.

Sin embargo mi separación de mi segunda esposa sería diferente, en este caso no sería solo dividir temas económicos, Mariza me había dado dos niñas entonces el conflicto tomó otras dimensiones.

Pasamos muchas discusiones en tribunales tratando de acordar visitas abogados mediante, la situación funcionó en los primeros tiempos, pero noté que ella poco a poco volvía a las niñas en mi contra, y descubriría a la que había compartido mi cama como la peor de mis enemigas.

La situación fue de mal en peor, ella era solvente, yo un inmaduro y usó sus influencias para pegarme donde más me dolía, mis hijas.
La situación fue poco a poco, paso a paso, pero yo sentí como en un abrir y cerrar de ojos me quedé sin ellas.

Las pequeñas solo empezaron a odiarme, las visitas pactadas dejaron de cumplirse, me transformó en un extraño y convenció a la justicia de que yo era una mala influencia para ellas, yo, su padre, y pronto me quedé con las manos vacías, y pos si algo faltara Marisa se fue de la ciudad, a vivir a otro sitio, a rearmar su familia con un tipo que estuviera a su altura.

Fue duro, en la soledad de mi vida solo hablaba con mis pensamientos, preguntándome una y otra vez que estaba haciendo mal, y jamas tenía respuestas.

Empecé a beber sin darme cuenta, como algo normal abría una cerveza tras otra y entré en una espiral depresiva y caí en picada.
El problema es que yo no me daba cuenta, para mi, todo estaba bien y seguía siendo el mismo tipo simpaticón de costumbre, pero Rogelio, un gran amigo, desde su perspectiva pudo ver lo que en verdad sucedía.

El fue como mi psicólogo improvisado, interminables charlas de café mediante nos quedábamos hasta pasada la medianoche en algún bodegón de la ciudad y entre tantas cosas que hablamos en algún punto el me sugirió que estaba necesitando una ‘amiga’, alguna mujer que quitara toda la locura, solo un buen rato, solo pasar el momento.

Rogelio era como decimos ‘un tipo de calle’, un solterón mujeriego que tenía una agenda de chicas disponibles.

Empezamos como un juego porque honestamente yo no quería saber nada con chicas pagas, él solo tomó su celular para que yo viera su colección personal.

No pude evitar fijar mi mirada en Jade, una rubia descomunal, muy sensual, muy puta, creo que fue amor a primera visa, solo no pude dejar de mirar esa foto artística, estaba parada con sus largas piernas estiradas, sobre ricas botas blancas de altísimos tacos, con medias del mismo color ajustando bien arriba en sus muslos, su trasero desnudo se veía perfecto en dimensiones, con su sexo completamente depilado, estaba curvada hacia adelante, como explicarlo, su cabeza estaba patas para arriba y sus largos cabellos llegaban el piso.

Se la marqué a mi amigo, ella, ella era la elegida, fue ver esa foto y no querer ver otra, era mi Eva en el paraíso.

Rogelio marcó una mueca en su boca, una sonrisa pícara, me dijo que Jade era muy buena en la cama y que por mis pesos ella haría lo que yo quisiera que hiciera.

Contacté a Jade por la web, chateamos un poco, fue rápido, le dije que viniera a mi casa, pero por su propia seguridad me dijo que solo en hoteles, no hacía visitas en lugares de desconocidos, tampoco tenía un privado propio, me explicó que tenía un niño pequeño y que mantenía su profesión por fuera de su familia. Arreglamos la tarifa, y quedamos en encontrarnos un par de días después. Es cómico, pero después de cortar el chat con ella me quedé viendo sus fotos como un tonto enamorado.

Era todo una locura en mi cabeza, Jade era una prostituta de nivel que solo estaría conmigo por dinero, pero yo viví los momentos previos como si fuera a cruzarme con la mujer de mi vida, me sentía agobiado por su belleza extrema, estaba perdido por ella.

Recuerdo que me bañé, me afeité, me perfumé como nunca, busqué mis mejores prendas y hasta compré un ramo de rosas, quería impactarla y que se llevara la mejor impresión de mi, sabía que mis dos fracasos matrimoniales me convertían en un hombre vulnerable ante las mujeres, tenía miedo al fracaso y solo trataba que todo fuera perfecto.

Ella me esperaba en una esquina según lo acordado, vestía normal, no necesitaba venderse como una cualquiera, recuerdo que su rostro permanecía oculto bajo un gran paraguas que la protegía de la copiosa lluvia que caía en ese momento y el agua pegando en el parabrisas de mi coche pusieron un halo de misterio en ese primer encuentro.

Se subió a mi derecha, su pantalón estaba mojado desde los muslos hacia abajo, y sus pies envueltos en doradas sandalias lucían completamente mojados. Me saludó con un beso en la mejilla y percibí su rica voz por primera vez mientras mi olfato se llenaba con un perfume dulzón.

Dirán que soy un tonto, pero en ese momento, en ese primer face to face supe que caería a sus pies, supe que me enamoraría de ella, una premonición, lo que sea, solo lo supe…

Tomé el ramo de rosas que reposaba en el asiento trasero y se lo obsequié, Jade se emocionó, noté que sus ojos tomaron ese brillo especial de lágrimas contenidas y como ella mismo me dijo ante la sorpresa, ‘nadie le regala flores a una puta’.

Honestamente también estuvo la parte gris del primer encuentro, en el ramo había dejado atado el sobre con los billetes pactados, billetes que ella contó uno por uno, la paga era por adelantado y su actitud fu un poco matar esa sorpresa inicial, pero comprendí a la perfección que ella estaba trabajando y que yo en ese momento era solo uno mas.

Fuimos entonces a un lindo hotel en las afueras de la ciudad, la lluvia torrencial y los incesantes relámpagos en el horizonte invitaban a una jornada íntima y todo se me hizo exquisito.

Y llegamos al cuarto, yo tenía una erección contenida desde el momento en que se había subido al coche, pese a lo cual, traté de ser caballero y le ofrecí si deseaba tomar algo, Jade, por su parte, se mostró agradecida, pero mientras empezaba a desnudarse me dijo que yo había pagado por una hora y que mejor aprovechara mi tiempo.

Entendí su respuesta, yo estaba con una puta, que mas podía esperar, sin embargo, seguramente por lo duro que habían sonado sus palabras, trató de corregir sus dichos, me explicó que yo le caía bien, y que no era por lo que yo había pagado, es que debía pasar a buscar a su niño por lo de su amiga, y estaba con los tiempos acotados.

Jade estaba completamente desnuda, recostada sobre la cama, yo me sentí paralizado por su belleza y solo me quedé contemplándola, la perfección de sus curvas, su rostro, sus ojos, sus cabellos, sus pechos, sus caderas, sus piernas, ella al ver que yo parecía no reaccionar largó una carcajada contenida y me preguntó su acaso yo no era el lobo y ella la indefensa caperucita.

Solo me abalancé sobre ella, mis besos buscaron comer sus labios, mis manos recorrieron sus valles, sus montañas, toda la geografía de cuerpo, metí mis dedos en su mar y probé el sabor de su sal, sus gemidos endulzaron mis oídos y no pude resistir lamer sus ricos pechos, bajé por su vientre y me perdí entre sus piernas.

Relato de una historia xxx de Martino y su prostituta personalMe dediqué a lamerle bien la conchita, toda depilada, jugosa en extremo, estaba exquisita, lampiña, apetecible, pasé por su esfínter extremadamente dilatado, hecho que me calentó muchísimo, volví a lamer su clítoris que estaba grande y duro como una perla, lo apreté dulcemente entre mis labios, le di placer, al tiempo acariciaba sus ricos pechos con mis manos, la perfección de sus curvaturas, jugando con sus ricos pezones entre mis dedos, mirando desde mi posición su rostro, ladeado, con sus ojos cerrados, perdiendo gemidos contenidos entre sus carnosos labios.

Jade se contrajo y pareció explotar en ese instante, nunca sabré si realmente le había arrancado un orgasmo o si fue solo un acting que acostumbraba hacer con cada hombre que pagaba por sus servicios.

En un abrir y cerrar de ojos habíamos cambiado de posición, ella era una gacela y sin darme tiempo a reaccionar ya se había prendido a mi verga, era perfecta, incluso no noté como en la primera chupada me había colocado un preservativo con su boca.

Solo lo succionó a la perfección, una y otra vez, chupando y chupando, profundo y profundo, como nadie lo había hecho antes, su lengua en mi glande sabía exquisita, intuí que no duraría mucho si la dejaba seguir todo terminaría, así que la arranqué de mi lado para empezar a cogerla.

Abrí sus piernas y fui sobre ella, se la metí por completo, deslizándome en su interior, tomando el control del juego, Jade se abría para mi y solo se dejaba coger, profundo, mas profundo y con sus movimientos acompañaba mis embestidas.

Sin dejar de cogerla recorrí una vez mas el paisaje de su cuerpo y en ese recorrido pasé por su culito, estaba lleno de sus flujos vaginales y mis dedos índice y mayor intentaron colarse ante una casi nula resistencia de su ano tan dilatado. Pero ella entonces paró el juego y me advirtió que desistiera de lo que intentaba hacer, sexo anal no estaba en lo charlado, ni en la tarifa pactada y de esa madera ella ponía un trozo de hielo en el calor que yo sentía por dentro.

Seguimos jugando, la puse en cuatro patas y mis ojos se centraron en sus enormes nalgas, perfectas, preciosas y otra vez mi vista se fue naturalmente a ese enorme cráter que se me hacia irresistible. Esta vez, y temiendo una nueva reacción negativa de su parte, le confesé que deseaba dársela por el culo, que no podía resistirme de seguir así.

Pensé que ella cedería, error, volvió a negarme su tesoro, y para terminar con mis pedidos me hizo sentar sobre la cama y ella hizo lo propio a mi lado, noté que Jade estaba molesta conmigo así que preferí no discutir, solo sacó el preservativo y empezó a masturbarme muy rico con una de sus manos, dejando mi glande desnudo, haciéndolo muy lentamente, retardando mi eyaculación. Con su mano libre acariciaba mi nuca y me daba unos profundos besos de lengua, muy eróticos, muy calientes.

Me sentí venir, y ella lo percibió, solo fue haciendo sus movimientos cada vez mas lentos, hasta casi ya no mover su mano, y solo escupí semen como una animal, que mierda, Jade era única…

Miramos el reloj, solo habían pasado cuarenta y cinco minutos, para mi fue una eternidad, ella miró la hora, me miró a mi, miró luego el piso luciendo largas marcas de leche, volvió a mirarme, se rió y notando que ella tenia toda mi atención, se arrodilló, se puso en cuatro patas, y como si fuera una gata sacó su lengua y fue pasando la punta por todas las líneas de mis jugos, una vez y otra vez, y otra, era tan sexi, y yo solo mirando lo que hacía.

Jade jugaba su juego, demoró los quince minutos restantes limpiando el piso con su lengua, con sus labios, contorneándose, sacando culo, una escena por demás enloquecedora, preciosa, perfecta y logró lo que buscaba, estaba nuevamente con una erección terrible, ciego como un toro, solo quería ensartarla, pero claro, ella me hizo ver que mi tiempo había terminado. Era una maldita perversa, solo jugaba para que yo volviera por ella, solo sembraba para poder cosechar y me sentí hechizado por esa mujer

En adelante, Jade se clavaría en mis neuronas como un puñal, cada noche pensaba en ella, cada noche me masturbaba pensando en ella y sentí la necesidad de volver a contar con sus servicios. Esta vez iría por todo, pagaría su precio y ese culo tan formidable sería mio, me daría el gusto de hacérselo por atrás, y me excitó sobre manera, sabía que no era el primero, ni sería el último, esa cola tenía precio para quien pudiera pagarla, y cuando pensaba cerrar mi historia con ella, comprendí que recién la estaba empezando.

Esa mujer se me hizo una adicción y fue como una droga, más tenía más quería, y me di cuenta que estaba loco, me estaba enamorando de esa prostituta.

En alguna charla de café, mi viejo amigo Rogelio me dijo que me veía mejor, contento, feliz, salió el tema de Jade, le conté que me volvía loco, que estaba viendo a la mujer detrás de la prostituta, y que pensaba invitarla a mi casa a comer, a pasear, que quería conocer a su niño, que las cosas estaban cambiando, y no se cuantas cosas mas, Rogelio me escuchaba sin creer lo que oía, me replicaba que era una locura, que Jade era una cualquiera y siempre lo sería, que incluso el también se la cogía, y sabía de muchos mas que la habían llevado a la cama, que pensara lo que dirían de nuestra relación, los conocidos, los amigos…

Honestamente jamás me importó lo que Rogelio o el mudo pudiera opinar, seguí adelante con mi relación, si es que podía llamarse relación, porque Jade siempre cobraba cada minuto que me daba, pero al fin aceptó venir a mi casa, y conocí a su hijo y las cosas solo se fueron acomodando, hasta que al final,decidios convivir bajo el mismo techo.

Tuvimos que pactar algunas cosas, ella seguiría haciendo lo que estaba haciendo, definitivamente a Jade le gustaba ser puta, y no podría cambiar eso en ella, si al fin y al cabo así la había conocido.

El pequeño Eugenio, su hijo, parece ser mi propio hijo, es cómico, cuando ella se va por ahí a trabajar, yo me quedo con el, soy el padre que nunca tuvo, lo llevo al colegio, lo aseo, lo mimo, le doy amor, ese amor que tenía reservado para mis hijas y que por esas cosas del destino ya no puedo darles.

Y una cosa mas, Jade es una excelente amante, por las noches ella me cuenta las locuras que hizo con los tipos de ocasión, como les chupó la verga, o como la cogieron, o como le hicieron el culo, me encanta escucharla, me pone a mil y terminamos revolcándonos entre las sábanas, lo mejor es que ya no me cobra por tener sexo, bueno, a veces si…

La entrevista había terminado, interrumpida por el ringtone furioso del celular de Martino, el habló escuetamente, en voz baja, de esa forma en que se intenta tener una conversación privada delante de un tercero.

Luego de cortar terminamos de atar algunos cabos sueltos que habían quedado en la historia, disipé algunas dudas para que la historia sea lo mas real posible y no escribir mi historia sobre su historia.

Minutos mas tarde, un coche pequeño en blanco perlado estacionó cerca del local, podíamos verlo por la ventana lateral, una rubia muy bonita se bajó luciendo un trajecito combinado con una pollera a la rodilla, muy femenino por cierto, la hacía ver muy atractiva resaltando sus curvas.
Abrió la puerta trasera y desde el interior saltó un pequeño demonio, un príncipe de unos siete u ocho años tan rubio como la mujer, con sus cabellos como alambres desparramados, inquieto y saltarín, Martino observaba al igual que yo la escena y se le volvió a dibujar una sonrisa en los labios.

Entraron al local y vinieron directamente a nuestro encuentro, el pequeño Eugenio abrazó efusivamente a la persona que terminaba de relatarme parte de su vida, él le devolvió el abrazo diciendo ‘como estás campeón’.

Luego me presentó a Jade, como el la llamaba, ‘su prostituta personal’, ella se disculpó por sonar descortés, en verdad tenía una cita programada y estaba llegando tarde.

Si te gustó la historia puedes escribirme con título HISTORIAS DE HOTEL a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico

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