Relato porno de un encuentro de sexo a pelo con una prostituta

En este relato quiero compartirles una experiencia sexual que me ocurrió hace relativamente poco, acaso en el mes de noviembre último. La cuestión es que me encontraba yo en esos días de efervescencia hormonal o vaya a saber qué estado de calentura extrema que estando aun en la oficina donde trabajo comencé una búsqueda de prostitutas por la zona, de modo de poder follar prontamente y sin demoras al salir de allí.

El caso es que hay una prostituta llamada Romina que trabaja en un departamento a unas pocas cuadras de mi trabajo y, ciertamente, es una mujer exuberante como a mi me gusta y además cobra barato. Es decir que tanto por calentura como por billetera Romina era la indicada ese día.

Hasta aquí nada del otro mundo, se trata de una experiencia sexual paga, como tantas otras veces, el tramite es sencillo: se acuerda la cita, se paga, se folla y cada quien su camino. Ya había estado yo otras dos veces con anterioridad en lo de Romina y me resultó una buena prostituta. De unos 38 años, muy profesional, bien dedicada a su tarea y bonita mujer. Realmente muy recomendable para hombres casados como yo que solemos buscar este tipo de mujeres.

En efecto la conocí un día y volví a los dos días, algo que nunca antes me había pasado. Es que además de que me gustó como amante, lo recalco y no es por ser mezquino, pero sus honorarios están muy por debajo de cualquier otra prostituta similar. Así que la ecuación era mas que perfecta.

El hecho de reincidir tan rápidamente incluso llamó su atención y la segunda vez estuvo aun mejor y estuvimos mas tiempo. En la experiencia que les voy a contar ahora, la tercera vez con Romina, el comienzo no fue muy diferente.

Retomando lo que decía al comienzo, ese día necesitaba una descarga urgente y ya me deleitaba de pensar en el hermoso, redondo y grande culo de Romina ofreciéndose como una fruta de estación, apetitosamente comestible. Ya podía, aun ante el escritorio de mi oficina, anticipadamente sentir su perfume, saborear sus jugos vaginales y tomarla por detrás para penetrarla vigorosamente. Endiablado como me encontraba, envié los mensajes correspondientes y rápidamente la muy zorra respondió, y de inmediato arreglamos el encuentro.

No había pasado ni dos horas que ya me encontraba en la entrada del edificio donde trabaja Romina. Bajó a abrirme la puerta y mientras nos dirigimos al departamento charlamos animadamente. Ella llevaba puesto un tapado que al llegar al departamento se quitó, quedando en ropa interior, más precisamente un conjunto de lencería color negro.

Ya verla así es motivo de excitación: medias de nylon negras con ligas, tanga y sostén negro, su cabellera rubia contrastaba en la penumbra de la habitación. Efectué el pago del servicio y en breves minutos ya me encontraba desnudo, tumbado sobre la cama. Nos besamos apasionadamente mientras nos comenzamos a manosear nuestros genitales. Rapidamente ella bajó hasta mi verga y comenzó a mamarla enérgicamente.

Relato porno de un encuentro de sexo a pelo con una prostitutaA ella le encanta chupar la verga, lo hace con pasión y maestría. Con la boca bien enjugada estimula las zonas mas sensibles del pene y mientras masajea los testículos me mira y sonríe. La siguiente posición continuaba incluyendo el sexo oral que me estaba practicando pero con ella montada sobre mi. Su pesado trasero ubicado en mi cara es algo sublime. Al tiempo que sentía el placer de su lengua frotandose por mi glande, ya podía oler las inmediaciones de su depilado orificio anal.

Con una mano en cada enorme cachete comencé el trabajo de succionar y relamer su vulva y su culo. En eso estuvimos un largo rato, gozando de aquella magnifica posición para el mutuo placer oral. Como se puede ver hasta aquí nada muy diferente a cualquier otro encuentro.

Continuando con nuestras prácticas nos reubicamos y ahora ella se puso en cuatro patas ofreciendo todo su culo y su vulva ya muy dilatada para que hagamos un juego que ya habíamos hecho la vez anterior. A ella le justa jugar a frotar su vulva por el pene antes de ponerle el condón. Es un juego muy excitante y en la vez anterior lo realizó principalmente ella, haciéndome sentir una sensación increíble de placer previo al coito.

Pero en esta oportunidad el que se encargaba de frotar los genitales era yo. Pene en mano, sumamente erecto, se lo refregaba desde el clítoris hasta el culo. Sus pulposos labios vaginales se mojaban cada vez mas. Mi verga dejaba salir liquido preseminal a montones y su vagina hacía lo propio en cada deslizamiento que yo realizaba con la ayuda de mi mano.

Por momentos era una masturbación mutua, por momentos simulaba la penetración, ubicando la cabeza de mi verga justo a la altura de su vagina. Entonces pajeandome con fuerza, hacía vibrar toda su genitalidad mientras ella gemia de placer. El juego se extendió muchísimo mas en el tiempo que la vez anterior, donde había durado un par de minutos y luego de colocar el condón comenzó rápidamente el coito.

En esta ocasión, el juego seguía y seguía. Cada vez mas calientes ambos. A esta altura yo esperaba que ella me detenga para colocar la protección correspondiente y proseguir, pero eso nunca llegaba. Ella se mostraba cada vez mas excitada. Además nos decíamos todo tipo de guarradas, de esas que nos ponen muy muy cachondos.

La cuestión era que el juego seguía y mi pene por momentos prácticamente dejaba su jugo en la entrada misma de la vagina, a lo cual ella se ubicaba cada vez mas en dirección a que el pene ingrese. En esos momentos ya mi excitación era extrema. Veía como el glande ya prácticamente había ingresado entre sus labios, yo continuaba masturbándome mientras la cabecita ya estaba adentro.

Noté que ella ya no podía controlarse. Todo su profesionalismo como puta se estaba diluyendo en ese juego que nos mostraba como dos amantes excitados, llevados por sus impulsos. Nos olvidamos de todo. Subitamente se movió y me hizo acostarme boca arriba.

En ese momento pensé: “ahora sí, va a colocarme el condón”. Lejos de eso se subió arriba mio, ubicó su vagina sobre mi polla y simplemente se la introdujo toda. Entre besos me decía: “cojeme, cojeme”. Yo sin darle crédito a lo que estaba sucediendo no hice mas que cojerla como un desesperado.

Esa sensación única del coito a pelo, sin ningún tipo de odiosa barrera era la gloria. En ese momento no me importaban las enfermedades venéreas ni absolutamente nada mas que coger a esa mujer. No cambiamos de posición más. Solo era pasión. Besos bien húmedos de lengua y un coito como noviecitos adolescentes.

Aun siendo adultos y responsables, en ese momento solo nos conducía la calentura y el placer genital. En un momento ya era incontenible la eyaculación, pero veía que ella cabalgaba buscando su orgasmo por lo que me esforcé en contener la erección hasta sentirla acabar. Entre gemidos de placer sentí como se estremecía y le dije que iba a acabar.

Entonces ella se quitó y dejó mi pene al descubierto. Comencé a largar espesos chorros de leche caliente que daban en mi abdomen, mientras ella, tumbada a mi lado jugueteaba con sus dedos entre mis vellos pegajosos de semen.

Fue un polvo increíble, fuera de serie. Hermosa mujer Romina, me había dejado entrar en ella como mujer. Fue mas que una puta, se entregó por completo. Luego del acto me dijo: ”somos unos chanchos”. Entendíamos que lo que había pasado era algo extremo. Charlamos un rato sobre nuestra salud, asegurándonos que todo estaba bien. Tanto ella como yo somos sanos y además ella me explicó que ya no podía quedar embarazada por lo que todo estaba bajo control.

Han pasado ahora unos meses y no he vuelto a verla. Ahora recordando la experiencia me dan ganas de enviarle mensaje…


Imagen únicamente de carácter ilustrativo para este relato erótico…

 

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