Relato de mis historias de sexo 1: Cogida en salón de clases

Comenzaba mi día pensando en lo aburrido que sería mi mañana en la escuela; clases aburridas, maestras tediosas, tareas y trabajos, para tener tan solo 18 años estaba cansado de toda esa mierda. Me vestí, me serví mi café, tomé mi mochila con una sola libreta y me marché a esperar mi autobús para la malita escuela.

En la parada me encontré a Laura, la más linda de las hijas de doña Rocío, la señora de la tienda, me acerqué a ella y la saludé sin que ella supiera mi objetivo, verle sus grandes caderas, que desde que ambos cumplimos 18 años nos miramos mucho y nos tiramos indirectas para pasar un momento juntos, pero no sé si es su madre protectora o mi mala suerte que esto no ha pasado.

  • Hola Laura – la salude mientras la miraba discretamente.
  • Hola, ¿cómo estás? – me respondió con su linda sonrisa.
  • Primera vez que te veo temprano floja.
  • ¿Qué te pasa bobo? – me dijo mientras me golpeaba y yo echaba a reír.

El camión llegaba y esperábamos a que los demás subieran primero, yo me paré detrás de ella para que fuera primero al autobús y así fue, subimos y el camión estaba a reventar, todos apretados, todos alumnos de mi escuela, algunas caras nuevas por el nuevo ciclo, pero la mayoría conocidos.

Al subir Laura me dejó un espació sobre la barra para detenernos, yo vacilaba con ella y sus respuestas entre golpes y risas eran sus lindos labios formando una bella sonrisa; después de unos minutos, comencé a sentir sus grandes caderas cerca de mi pantalón, ignoré por completo el hecho por pena, pero no podía dejar de pensar en sus nalgas que tenía tiempo antojándomelas y pensando en ellas, en tan solo unos segundos sentí como se recargó y empujó con sus nalgas mi pene que en esos momentos no tuvo más elección que pararse y empujar entre las nalgas de Laurita…

Ella me dio la espalda por completo y comenzó a hacer movimientos lentos pero muy ricos para mi pene, dónde movía su culo lado a lado y la cabeza de mi pene era la que más ganaba, yo lo empujaba más hacia adelante pidiéndome a mi mismo más pene para entregárselo, llegó el momento de bajar y ella se apartó un poco y me dijo en voz alta.

  • Ahorita que bajemos pasamos a comprar un desayuno.
  • Si, ahorita lo compramos en la entrada – contesté intentando disimular mi excitación.

Bajamos del camión y nos acercamos a una pequeña caseta de láminas dónde vendían comida para los alumnos de nuestra escuela, Laura compró un desayuno y entramos a la escuela, don José, el guardia de la puerta, ya nos conocía después de tres años estudiando ahí por lo que nos saludó y nos hizo espacio entre los alumnos de nuevo ciclo que van despistados y se quedan parados en la entrada como ganado.

Entramos a la escuela y todos los alumnos se quedan fuera esperando el timbre para entrar, es como disfrutar sus últimos momentos de libertad antes de entrar al infierno, durante el camino al salón, no dejaba de empujar mi pene con mis manos mientras veía el gran culo de Laura, que sabía que la miraba y saltaba más sus nalgas como mostrando el banquete; entramos al salón y solo se encontraban las mochilas de mis compañeros ya que como dije antes, se encontraban afuera del aula.

  • Laura… – le llamé mientras pensaba en lo que estaba a punto de decir.
  • ¿Qué pasa bobo? – me respondió sin mirarme.
  • Te tengo muchas ganas, lo del camión fue algo muy rico, me… encantan tus nalgas.
  • Que naco te escuchaste – aún sin mirarme.

Laura giro, me miro y me dijo.

  • Pero a mi también me encantó y le tengo muchas ganas a tu verga.

En ese momento se acercó a mi boca y nos besamos increíblemente, yo con lo excitado que ya venía bajé de inmediato mis manos a sus nalgas y me dijo – es verdad, tenemos poco tiempo – bajó sus manos y desabrochó el pantalón de vestir de la escuela, con su mano derecha sacó mi verga y comenzó a masajearla, se separó un poco y la vi un poco sorprendida hasta que dijo – santo dios, la tienes bien grandota, así para que empujes toda mi panocha -.

Siguió tocando la cabeza de mi pene con su pulgar y poco a poco escupía en su mano para mojar un poco más mi verga que se ponía cada vez más dura – ya no resisto más – me dijo mientras comenzaba a jadear de lo excitada que estaba -, se agacho y llevó mi pene a su boca, la sensación fue increíble, su lengua no era áspera, todo lo contrario, podía sentir como hacía mucha saliva y mi pene estaba todo mojado; yo sujetaba su cabeza y llevaba mi pelvis más adelante para meter más mi pene en su boca; metí una de mis manos a su camisa de vestir mal abrochada acariciando una de sus tetas que si bien no eran de las más grandes, estaban súper firmes y de lo excitado que estaba me parecían perfectas.

  • Te quiero ver el culo – agregué mientras me la chupaba.
  •  ¿Quieres ver mi culito? – me respondió.

Se puso de pie y bajó su pantalón y sus calzones muy rápido; no teníamos mucho tiempo, se dobló un poco dejando sus nalgas más cerca de mi pene y me pedía que se lo metiera, que no podía esperar más en sentir mi verga dura y caliente en su vagina completamente rasurada.

relato cogida en salon de clasesCon una mano me recargué en sus nalgas y la otra lleve mi pene a su vagina empujando lentamente con la pelvis, ella me apretaba el brazo y me decía que la cogiera que todos los días se imaginaba como le cogía el chochito; cuando entré en su vagina fue increíble ver como se estremeció, como sus cuerpo se puso duro y en unos segundos se relajó, sus piernas cargaban con todo el peso y lo excitado de este, mis manos temblaban de lo rico que sentía desde los huevos hasta la cabeza de mi pene.

Ella se empujaba adelante y atrás al igual que yo lo hacía, realmente la estaba cogiendo por fin, ella me pedía más y yo me excitaba más de escucharla disfrutar, comencé a preguntarle si le gustaba sentir mi pene y me respondió que era el pene más rico que se había cogido que le encantaba y que lo quería para ella siempre en su vagina, que no lo sacara que la hiciera mía, que la hiciera mi putita; esas palabras me volaban mi cabeza porque siempre había soñado en cogerla, en tener su bello culo para mí, fue tanto el placer que sentía que sería incapaz de controlar mi corrida y ya pensaba en dónde me iba a correr.

  • Laura, me voy a correr – le grite jadeando del placer.
  • Vente en mi boca, no la desperdicies.

Ella se giró, subió su pantalón y destapó sus tetas, abrió su boca y llevó mi pene a su boca, seguía sin creer que era verdad todo esto; le separé sus manos de mi pene y comencé a masturbarme para correrme en su boca, no resistí mucho y un chorro inmenso de leche salió directo a su boca, un poco se quedaba en sus labios y algún que otro chorro escurría en sus tetas…

Yo me estremecí y sin pensarlo dije su nombre mientras me corría; se trago mi corrida, se chupó lo pegado en sus labios y se limpió el resto, se sentó y como por arte de magia, comenzaron a entrar mis compañeros, todos bromeando y jugando de sus cosas, nadie le dio importancia a nuestra presencia; me senté detrás de ella, la miraba y sentía como mi fuerza se alejaba de mi cuerpo pero pensaba en lo rico de hace unos instantes.

Y antes de terminar todo ella agregó.

  • Nos vemos a la salida bobo.

Continuará…


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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