Hola, tal vez mi relato erótico infiel con el amigo de mi marido tenga alguna falla de sintaxis. Pero hoy me he decidido a escribir lo que yo he llamado «Mis dos maridos». Paso a describirme someramente, rubia de ojos verdes, 171 cm de verdadera hembra, 90/61/93 mis medidas.
He sido hasta hace un tiempo modelo de pasarela, he hecho propaganda televisiva. No paso desapercibida por la calle, los hombres o bien se dan vuelta para mirar mi cola paradita, aún cuando voy con mi marido o me lanzan piropos bastante subidos de tono, los que los tomo con mucha naturalidad.
Como he dejado entrever soy casada con hijos. Me encanta el sexo, de soltera concurrí a muchas fiestitas organizadas por mi representante, donde concurrían empresarios del ramo textil y de confección y las modelos que pretendíamos desfilar las prendas. Todas terminaban en sexo y más sexo. Eramos penetradas por todos nuestros agujeros en doble o triple penetración. De allí es que conseguíamos los favores para desfilar sus prendas.
Era para esa época la oveja negra de la familia, me puse de novia, me casé. Mis padres suspiraron aliviados, en la creencia de que me había corregido, pero no, pese a tener marido continué en la concurrencia a esas bacanales.
Cuando quedé embarazada de mi primer hijo (supongo que de mi marido, no estoy segura ni lo quiero averiguar), por un tiempo continué la misma vida. Ya cuando nació Joaquín poco a poco fui dejando esa vida ajetreada y me fui encauzando como ama de casa. Cada tiempo y a solicitud de mi ex representante asistía a alguna reunión nocturna, obteniendo un lugar en próximo desfile, volviendo a casa con mis agujeritos escaldados y muy satisfecha sexualmente hablando.
Hoy prácticamente no me relaciono más con el ambiente y mi vida era normal, fuera de alguna travesura con algún macho, que esporadicamente tenía. Bien dice el dicho «la cabra para el monte tira y la puta tira para la cama». Pero ya no era norma habitual. Siempre me encantó tirarme unos tiritos fuera del matrimonio.
Relato xxx de como fui infiel con el amigo de mi marido
Ahora, luego de la introducción, me dedicaré a relatar lo que estoy viviendo. Un día, viernes, acepté de buena gana el invite de mi esposo, ya que la monotonía estaba haciendo estragos en nuestras vidas. Dejamos los chicos en casa de mis padres, nos dirijimos a casa y él me indica que su idea es que yo me vista y me pinte bien como «putita», ya que quiere que los demás hombres lo envidien de la hembra que lleva a su lado.
Me llamó un poco la atención, pero acepté el desafío. Me dijo que elegiría mi vestimenta. Una cola less hilo dental blanca, una blusa celeste casi transparente, que siempre usé con sostén, pero esta vez sin nada debajo. Mis pechos son bien parados, por lo cual mis pezones emergerían pecadoramente. Puse una pollera tubo, color negro, bien cortona, medias negras bucaneras y zapatos negros de 12 cm de taco aguja. Complementando una biyu con aros, como de argollas muy grandes (como dice mi esposo aros de escort o mejor dicho de prostituta de lujo). Uñas pintadas de verde (manos y pies), rouge bien llamativo, color bermellón. Digamos bien producida.
Fuimos al evento, a la salida me propuso tomar una bebida o café en una confitería muy conocida. A todo esto me solicitó me remangara desde la cintura la pollera, acortándola más, creo que apenas me inclinara un poquito, se me veían las nalgas. Me causaba gracia y halago como me miraban los hombres, mis tetas casi a la vista, mis muslos también. En algunos casos las mujeres que iban acompañadas terminaban retando a sus parejas, las cuales se le iban los ojos para conmigo.
Llegados al bar en cuestión, rápidamente advierto que paso a ser el centro de atención de todas las miradas, sentada se me acorta la pollera y no dudo en saber que se me veía la cola less. Después de mi vida agitada, que se me viera lo blanco de la bombachita no iba a hacer mella en mi.
Estábamos bebiendo una cerveza bien helada, cuando advierto que un buen macho avanza decididamente hacia nosotros, me siento incómoda, pero se acerca a mi marido y lo saluda efusivamente. Mi esposo me lo presenta como un viejo compañero de facultad que hacía años no le veía.
Me presenta a Eduardo como su pareja, este «amistosamente» me da dos besos, uno de ellos casi en mi boca. Mi marido le invita a sentarse y se desarrolla más o menos el siguiente dialogo.
- ¿Como esstás Edu después de tanto tiempo?
- En general bien, pero con un dolor de cabeza.
- Vamos hombre, si se te ve muy bien.
- Fisicamente no me puedo quejar, pero tu sabes que tengo una pequeña empresa de turismo. Te acuerdas de Carmen, aquella chica que compartía nuestro curso de Penal II, aquella de raros ojos verdes, que siempre iba al curso bien producida, de polleras cortas y escandalosos escotes. Bien su imagen era muy buena como presentación, por lo cual la contraté como empleada. Me resultó maravillosamente buena. Tal es así que me reemplazaba en todas mis actividades. Así era que partía con los contingentes en múltiples cruceros, ya sea por el Mediterráneo, Las Bahamas, Antillas y donde sea. Yo le entregaba cheques del viajero y ella a la vuelta me rendía. A veces sin comprobantes, ya que sabía donde parar a comer más barato sin pedir comprobantes. Realmente una chica así con su entereza, pocas. Hace un tiempo se puso de novia con un muchacho del interior, el viernes se casó, yo le salí de testigo en el civil y desde hace 15 días renunció para irse a vivir a Bahía Blanca. Me quedé sin mano derecha. ¿Conoces a nadie de confianza, que sea una mujer de unos 40 años, que sea bonita para la vidriera de la empresa y que sea de confianza?. No quiero ninguna tilinga, que únicamente le guste viajar y no tenga responsabilidad?
- Pues no, no tengo en mente en este momento nadie que pueda cubrir los requisitos.
- …Eduardo dirigiéndose a mi: Con perdón de su pareja ¿No se anima a probar?
Miré a mi marido, preguntándole con la mirada, ya que la propuesta era muy tentadora y comprendiendome, me dijo que por que no probaba, él estaba de acuerdo.
Quedamos que el lunes siguiente me presentaría en la oficina y Edu comenzaría a explicarme todos los menesteres. Brindamos por el acuerdo y nos invitó a cenar. Pusimos algunos reparos pero al fin llamé por teléfono a mi madre, para que mis hijos se quedaran a dormir en su casa.
Fuimos a buscar el auto de Edu en el garage y enfilamos hacia el norte, fuera de la ciudad. Edu conocedor nos llevó a una confitería bailable, con restaurante y piscina. Cenamos, regado con un buen vino, yo me sentía algo mareada. De tanto tiempo en la calle necesitaba pasar al sanitario. Al regresar a la mesa, estaba solo mi marido, Edu había ido a la barra para traer un cerveza,de primerísima marca, al saber por comentario de mi pareja, que me encanta lesa bebida.
Allá venía Edu con una bandeja conteniendo tres vasos servidos y la respectiva botella. Nos alcanzó un vaso a cada uno y el restante para él. El frescor de la bebida me relajó. Seguimos charlando de todo un poco, cuando Edu nos invitó a bailar. Mi marido no le tiene gran apego al baile, además estaba algo mareado por las bebidas ingeridas. Se negó, a lo que su amigo pidió permiso para bailar conmigo.
Salimos a la pista de baile, yo algo desinhibida. Me tomó en sus manos y rápidamente me apretó contra si. Yo no se por que me dejé «apretar». Sentía claramente su pene inhiesto entre mis piernas, apoyándome el pubis, mi calentura fue aumentando y sentía húmeda mi rajita.
En un momento de lucidez le pedí que fuéramos a la mesa donde estaba mi marido. Me acercó, me senté sobre las piernas de mi esposo. Edu partió hacia los sanitarios. Mi marido me puso la mano entre la piernas y encontró un mar de jugos. Me dijo anda al sanitario, sácate esa tanga que chorrea sécate la conchita y tramela, la pongo en el bolsillo que tengo una bolsita de nylon.
Lo hice y me quedé con todo oreándose.
Luego de un rato, Edu me invitó nuevamente a bailar. Estaba deseando volver a sentir su choto apoyado en mi pubis, estaba recaliente y sin frenos morales. Ya en la pista me volvió a abrazar, sus manos bajaron a mis nalgas, sin un reproche mio, subió una de sus manos que se filtraron por el escote de mi blusa, acariciándome los senos piel a piel.
Mi cachondez ya no tenía límites, me dejaría toquetear por todos lados. Mi desnudez debajo de la pollera corta me excitaba. En un momento tocaron música de perreo. Me fue llevando de la pista de baile, hacia el oscuro jardín, me pidió que le perreara, no me hice rogar y mis nalgas pasaron a frotarse contra su pubis, su poronga crecía a cada momento.
En un instante, siento que me alza un poco la pollera y siento su miembro entre mis nalgas, yo le seguía perreando, pero ya sintiendo su miembro viril frotándose directamente en mis asentaderas. Mi calentón no tenía parangón. En un momento me pide me incline algo más y allí sin aviso previo me penetra vaginalmente, mi gozo fue indescriptible.
Su entre y sale me volvía loca, casi al unísono llegamos al orgasmo. Su leche salía en cantidades de mi vagina, chorreando por mis piernas. Fui al baño a secarme con papel higiénico. Así fue como comencé a ser la amante del amigo de mi marido.
Continuará…
Ya puedes ver las siguientes partes de este relato erótico en los siguientes enlaces:
Parte 2: Relato infidelidad con amigo de mi esposo
Parte 3: Relato sexo en la oficina con mi amante
Relato erótico infiel con el amigo de mi marido enviado por Mónica B.
Imágenes solo de carácter ilustrativo…
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