Relato sexo en la oficina con mi amante – Parte 3 de mis dos maridos

Esta es la tercera parte de mis relatos eróticos que te estoy contando, en este relato sexo en la oficina con mi amante. Puedes leer primero los otros relatos en esta misma página en los siguientes enlaces.


Si no has leído los anteriores relatos puedes hacerlo ahora:

Primera parte: Relato erótico infiel con el amigo de mi marido

Segunda parte: Relato infidelidad con amigo de mi esposo


Como iba relatando, me encontraba en la oficina de Edu, luego de haber compartido un café y masitas, con mi entre piernas mojada por mis jugos, deseando que Eduardo me poseyera nuevamente, no comprendía mis emociones.

Siempre sostuve que el sexo se goza mucho más con alguien que no sea tu marido. El sexo con tu cónyuge es una cosa dulce, con un tercero se transforma en desenfrenado. Todo el deseo, más el morbo de hacer del sexo un placer prohibido, aumenta la intensidad del mismo. Si no lo creen, pregúntenle a alguna amiguita casada tramposa y verás lo que te responde.

No llegaba a entender por que me calentaba tanto al estar con él. «La lujuria no es un pecado, es un placer«. Yo soy de la idea que para gozar seriamente, se debe dar el sexo por el sexo mismo. El deseo y el goce es una cosa y el amor con sexo es exquisito al principio, luego es una dulce rutina.

Un amigobio que tengo, siempre cuando vamos a tener sexo, me repite este eslogan «el sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír». Hay cantidad de versitos, como el Woodi Allen «el sexo no es sucio si está bien hecho». Fue un introito, para plasmar como pienso del sexo…

Relato sexo en la oficina con mi amante

Continúo con el relato, ya a esa altura del momento, quería sentir nuevamente dentro de mi esa poronga larga, dura y gorda, que tanto gusto sentí luego del perreo. Gozarla sin sobresaltos, la otra vez, cuando me cogió, también aumentaba la calentura el morbo de pensar que mi marido me buscara, ahora sería distinto, los dos solos, excepto que algún cliente se acercara a importunarnos.

Yo estaba decidida a que me fifara nuevamente. Me gustó, por que me convenía la idea, de la química entre dos personas, me satisfacía plenamente esa teoría y quería implementarla. Charlando del trabajo que debía asumir, se hicieron más de la una de la tarde. Al advertirlo, lamentó estar despistado en el horario, me invitó a que almorzáramos juntos.

Así salimos de la oficina, almorzamos juntos, él se complacía en alabanzas hacia mi cuerpo, yo cada vez más recaliente. Terminamos de comer, me retiró caballerosamente la silla, pero no se privó discretamente, de acariciarme el culo sobre la calza. Ello me produjo un sobresalto y creo que terminé de mojarme, cosa que Edu lo advirtió inmediatamente.

Me dijo, estás hermosamente mojada, vamos rápido a la oficina, que yo tampoco aguanto más. Dejó el dinero de la consumisión sobre la mesa del restaurante después de hacerle seña al mozo que dejaba la plata. Rápido nos dirigimos a la oficina. Ya en ella me comenzó a besar por todo mi cuerpo, me quité el mini vestido, quedando en soutién, (me duró puesto lo que un suspiro) y la calza rosa.

Su mano se undía en mi entrepierna, le pedí que no la rasgara, tenía que volver a casa vestida. Le aflojé el cinturón, bajé la cremallera del pantalón, le bajé el mismo junto con el boxer y tuve en mis manos aquel pene que me desvelaba. Me arrodillé sobre la moqueta, abrí bien grande mi boca y se la engullí de un sólo trago.

¡Que placer sentir esa verga en mi paladar!. Le chupé el tronco, los testículos y fundamentalmente su hermoso, maravilloso glande. Estuve así un buen rato, el me pidió que dejara de mamarlo, pues estaba casi a punto de eyacular. No quería en ese instante hacerlo dentro de mi boca, aunque yo estaba decidida a tragar todo.

relato sexo en la oficina con mi amanteMe quité la calza y mi cola less, él se desnudo, me hizo apoyar con mis senos sobre el escritorio, por lo cual todo mi sexo quedaba a su alcance. Y oh Dios, de un solo empujón de su cadera me penetró vaginalmente hasta lo que yo supongo, por lo lubricada que estaba, más allá de media verga. Otro sacudón más y sentí sus testículos golpear en mi. Me había ensartado todo adentro.

Me sentí en la gloria, me llegaba tan adentro, que tengo que remontarme en memoria hasta mi época de soltera para recordar que alguna pija me llegara hasta el útero. De allí con movimientos pubianos, me la llevaba a que solamente su hermosa cabeza quedara dentro de mí y luego hasta el fondo.

Como dije ut supra, soy multiorgásmica, por lo que estaba tan frenética de sexo, que los orgasmos se me iban sucediendo. No estaba en ese momento dispuesta para contarlos, pero si se que fueron muchos, casi diría que demasiados. Los mismos me demolieron. Advertí que la química también había hecho mella en él, ya que en ese rato de la tarde orgasmió en mi tres veces, la última en mi boca, lechita tibia que tragué con demasiado gusto.

Satisfechos, me llevó hasta el garage donde estacionaba el auto y me dejó en la puerta de casa. Subí a mi departamento super contenta y más que satisfecha. Rápidamente entré al baño para bañarme, no me quise lavar la boca, quería mantener el gustito a sexo. Lavé la calza, me vestí y me quede esperando a mi marido que llegara trayendo a mis hijos.

Llegaron, los saludé, parecía mentira que yo estuviera temiendo el tener sabor a semen en mi boca.

Mi esposo me preguntó como me había ido, le respondí que había recapacitado y acepté trabajar (y coger) con mi amante Edu. Que tantas satisfacciones me había dado y me daría en el futuro.

Continuará…


Relato sexo en la oficina con mi amante enviado por Monica B.
Imagen solo de caracter ilustrativo para este relato erótico.

 

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