Historia erótica de como descubrí a mi infiel esposa… Adios Stefany!

Me llamo Jorge, a continuación, leerán la curiosa historia de la forma en que perdí a Stefany, la que creí la mujer de mi vida, tal vez por inocente, tal vez por confiado, tal vez por tonto, tal vez por ciego, tal vez por enamorado, solo tal vez…

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PARTE 1

Hoy yo tengo cincuenta años, por lo que ella tiene cuarenta, le llevaba diez años, y a pesar de la diferencia de edad, nuestra sexualidad siempre había sido perfecta. En nuestra convivencia tuvimos tres niñas, que poco a poco hoy las veo hacerse mujercitas.

Yo fui siempre el de trabajar fuera en una típica familia patriarcal, soy especialista en redes, informática, software y hardware, y presto servicios a distintas empresas, ella por su parte, siempre fue la de cuidar a las peques y trabajaba desde casa, siguiendo la tradición de su madre, se dedicaba a la costura y en pequeño galpón, en el patio trasero, tenía varias máquinas de coser vetustas, un poco pasadas de moda, pero era una actividad que le gustaba hacer, le mantenía la cabeza fresca y conseguía unos pesos que buena falta nos hacía.

Cuando nos conocimos yo tenía veinticinco, ella apenas quince, era menor, fui el primer hombre en su vida, ella aún era virgen, pero a la tercera semana de conocidos ya le había robado esa virginidad.

Lo nuestro era un amor platónico, yo conocía a su familia, pero como era menor nos encontrábamos a escondidas para tener sexo, lo hacíamos casi todos los días y muchas veces me escapaba del empleo que en esos años tenía solo para cogerla, ella sabía que tenía poco tiempo, así que me esperaba lista, íbamos al grano, le encantaba coger.

Dos años después con el consentimiento de sus padres nos casábamos por civil y por iglesia em una hermosa parroquia de la ciudad, y un año después, con dieciocho recién cumplidos llegaba nuestra primera hija.

Stefany era la mayor de cuatro hermanas, y como la mayoría de los hijos primerizos cargaba con la responsabilidad de haber sido un poco madre y ejemplo para sus hermanas menores, además fue criada en el seno de una familia muy católica donde la infidelidad era un tema tabú como pocos.

Estábamos muy enamorados, o al menos eso creí, si yo lo estaba de ella, de eso no tengo dudas, nunca las tuve.

Todo empezó cuando pusieron la casa contigua a la nuestra a remodelar, era una vieja casona con poco mantenimiento y los nuevos vecinos que habían llegado al barrio quisieron darle un aire fresco y moderno. Y se hizo habitual que una plantilla de operarios estuviera haciendo ruido a diario, golpeando, cortando, amolando y todo trabajo referido a la construcción.

Mi mujer era quien me contaba todo lo que sucedía, ella estaba en casa todo el día y yo estaba siempre trabajando fuera, volvía al anochecer. Así, por labios de Stefany me enteré de la existencia del señor Daniel, un muchacho alto y fornido de tez trigueña, mucho más joven que yo, creí entender que tenía veintiséis años, el capataz de la obra, quien disfrutaba sus ratos libres para remar en kayak, algo que en esos momentos solo fue chisme del día.

Al tiempo, ella me dijo que lo había contratado para que hiciera una limpieza profunda del jardín, era cierto, el césped estaba descuidado, las rejas del frente necesitaban un poco de mantenimiento, lucían oxidadas y descoloridas, y las paredes linderas mostraban revoques caídos en varias partes. Así fue que me enteré de que habían cambiado números y se contactaban por WhatsApp, y también se me hizo costumbre que en su boca siempre hubiese un comentario sobre el ‘señor Daniel’.

‘Sabes, al señor Daniel se le murió una novia en un accidente y nunca ha podido olvidarla’

‘Pobre señor Daniel, me dice que esta triste, si hasta se nota en su mirada’

‘Mira lo que hizo el señor Daniel, también le pedí que hiciera esto otro’

Tal vez mi error fue no darles importancia a esas cosas en esos momentos, yo vivía muy abstraído con mis temas laborares.  El siguiente llamado de atención fue cuando Stefany me dijo como si nada que había resuelto remodelar la cocina, obviamente había contratado al señor Daniel, y bueno, solo la dejé hacer, estaba en esos momentos con problemas laborales, tenía ue presentar el desarrollo de un software y no lograba que funcionara a la perfección, y la fecha de presentación se me venía encima.

Remodelar la cocina completa era un arduo trabajo, así que el señor Daniel y su cuadrilla iban a casa casi todos los días, haciendo jornadas completas, almorzando en el galpón de casa, mientras yo solo trabajaba fuera. No sé cuándo pasó, pero noté que ya Stefany ya no hablaba del ‘señor Daniel’, solo hablaba de ‘Daniel’, y muchas cosas empezaron a llamarme la atención, mi esposa empezaba a darme señales que hicieron sonar mis alarmas.

Después de unos meses de arduos trabajos la cocina quedó terminada y Daniel y su cuadrilla desaparecieron de casa, pero no de la vida de mi esposa, a pesar de eso, ellos seguían chateando a diario. Empecé a averiguar un poco, por internet, cuáles eran los comportamientos por observar para saber si tu mujer te era infiel, había varios tips, y para mi pesar, Stefany encuadraba en muchos de ellos.

Ella había cambiado muchos de sus comportamientos, noté que le daba mayor importancia a su manera de vestir, si bien nunca salía mal vestida, ahora parecía lucir todo el día sexi, con calzas, polleras cortas, remeras ajustadas, se maquillaba y se miraba al espejo seguido para acomodar sus cabellos, su ropa interior había cambiado, conjuntos con transparencia, incluso sus tangas fueron progresivamente habían perdido tamaño.

Sus programas de tv, yo también, incluso las niñas parecimos quedar en segundo plano, ella vivía pegada a su celular, chateando, riendo, y no se apartaba de el por nada en el mundo y lo más llamativo, se rasuraba la vagina por completo, nada de bellos, ella me dijo que así lucía más fresca y a la moda, pero conocía a Stefany, ella siempre había preferido su vulva al natural.

También cambió algunos horarios, salidas imprevistas con amigas imprevistas, ella era muy ‘de casa’ y de repente tenía una visa social que nunca había existido.

Sabía que mi matrimonio estaba en juego, traté de reconquistarla, sorprendiéndola con regalos, con flores, llevándola a cenar o a bailar como en las viejas épocas, pero era duro asimilar que estaba perdiendo la partida, pero si yo tenía las mejores cartas, incluso nuestra relación, y hasta las niñas eran un plus a mi favor, pero día a día mi esposa parecía desconectarse más y más de nuestras vidas.

Y hasta donde sabía ese bastardo seguía endulzándole los oídos, por lo que apenas podía espiar en su móvil en sus descuidos, eran simples saludos, aunque él le escribía a veces con doble sentido, no pasaba un solo día sin que chatearan y me sentí acorralado, tomé una decisión drástica, no me enorgullezco de lo que hice, pero no sabía qué hacer, cuando se estaba duchando, tomé su celular y le descargué una aplicación, lo cloné con el mío y así yo podría leer en mi móvil todo lo que ella hiciera con el suyo, esas cosas eran parte de mi trabajo, así que en adelante, podría estar al tanto cada palabra que cruzaran Daniel y mi mujer.

Me transformé en sus ojos en la oscuridad, en su espía nocturno, yo me levanto cada día a las cuatro de la mañana para comenzar mi trabajo, ese era el momento, mientras desayunaba solo y en silencio revisaba todos sus chats del día anterior, los cuales ella borraba sistemáticamente, sin imaginar que todo lo que hacía se copiaba a mi propio móvil gracias a la aplicación que yo le había instalado.

Comprobé que Daniel, tal cual lo había imaginado la acorralaba lentamente, como el cazador a la presa, y ella se dejaba acorralar

‘Quiero ver tu cosita, depilada como me gusta’

Ella respondía con un emoji sonrojada

Él nuevamente, la mandaba una foto de su pene erecto, a punto de estallar, no tengo porque negarlo, era llamativamente más grande que el mío, pero esos no eran detalles que le importaran a Stefany, aunque ya a esas alturas empezaba a dudar todo sobre la extraña que vivía a mi lado.

Las siguientes fotos eran de mi mujer, su vagina, su trasero, sus pechos, y aunque en ese momento la furia me invadía también y una erección contenida por mi pantalón me sorprendía por debajo de la mesa.

Una vez más traté de ponerla contra las cuerdas, le pedí que ya no se rasurara la vagina, que quería recordarla tal cual la había conocido, sabía que ella pondría excusas, y así lo hizo, una vez más perdía la partida.

Y con el correr de los días mi sorpresa fue en aumento, las primeras fotos promiscuas que le enviaba pasaron a ser fotos de puta pornográfica, incluso aparecían videos masturbándose, todo para él cómo él quería, cuando él quería. Poco a poco mi mujer cayo del pedestal donde en mi mente la tenía puesta como una mujer fiel.

Esas madrugadas en soledad viendo las fotos de mi mujer en el celular me desconcertaban sin remedio, recuerdo una mañana que en mi descuido tomé la cafetera con la mano sin notar que estaba hirviendo, sentí una profunda quemazón, pero saben que es lo que mas me dolía? el corazón…

Cada mañana partía a mi trabajo desconcertado, perdido en mis pensamientos, tenía demasiadas preguntas, tenía pocas respuestas, tratando de atar cabos sueltos. Stefany de repente había tomado la costumbre de chatearme al trabajo, preguntando donde estaba, o que estaba haciendo, cual era mi ruta para ese día o a qué hora llegaría a casa, evidentemente buscaba estar con el otro sin que yo la importunara.

relato esposa infielY yo me hacía el tonto, pero no lo era, recuerdo las palabras de una vecina, esas viejas chusmas que se meten en la vida de todos, una tardecita me preguntó ‘cuándo terminaríamos de arreglar nuestra vivienda, puesto que casi todas las mañanas el coche plateado del contratista estaba en la puerta de casa’, maldita vieja víbora, sus palabras no eran simple curiosidad.

Y una mañana volví a casa de improviso, el Chevrolet de Daniel estaba cerca de la entrada de casa, tragué saliva, apreté los puños y abrí la puerta con el mayor de los silencios, Stefany estaba en la cocina, y obviamente se mostró sorprendida ante mi inoportuna visita, sus ojos se abrieron inconscientemente, pero noté que Daniel a un lado, se ponía terriblemente nervioso e incómodo al verme, nada raro estaban haciendo, pero que hacía ahí ese hombre?

Soné casual con una tonta excusa, mi esposa con la culpa sobre sus hombros, sin que yo preguntara, tartamudeando me dijo que lo había llamado porque su plancha se había descompuesto, sonreí, le acaricié con amor sus cabellos, miré en derredor, no estaba la plancha a la vista, ni herramientas, ni nada que sustentara esa nueva mentira.

Tragué saliva, besé sus labios, imaginando que el había hecho lo mismo antes que yo llegara, estaban fríos como la muerte, quien era esa extraña?

Yo necesitaba asegurarme, necesitaba saber que sucedía a mis espaldas, solo no sabía cómo hacerlo y cada noche me quedaba en la cama, en la oscuridad de nuestro cuarto, con los ojos abiertos mirando la nada misma pensando y pensando, sintiendo a mi lado la respiración calma y despreocupada de la mujer que tanto amaba y que se me estaba escurriendo como arena entre los dedos, mis ideas daban vueltas en mi cabeza, una y otra vez hasta que el sueño me vencía, y a las cuatro de la mañana, solo era volver a empezar.

Tal vez debí enfrentarlos, mil veces lo pensé, a ella, e él, pero me aterraba el miedo a perderla, y si ella lo eligiera a el? No estaba preparado para eso, creo que nunca lo estaría.

Fue la inocencia de mi hija menor quien me dio una idea, como las mayores por la mañana iban al colegio y no volvían hasta las dos de la tarde, ella se quedaba sola en casa con Stefany.

La había llevado a la plaza, y solo bromeaba con ella, hasta que me dijo en su aun no pulido castellano ‘el tío Daniel me empuja más fete’, y eso dio pie a un improvisado interrogatorio. Me enteré por su boca que mamá lo llevaba ‘al tío Daniel’ al galpón a arreglar las máquinas, mientras la dejaban a ella mirando los dibujitos con su mamadera caliente, como no lo había imaginado, cuantas veces no me habían puesto los cuernos!!

Tenía que hacer algo más, sabía qué hacer y cómo hacerlo. Esperé a que mi mujer no estuviera en casa, fui al cuarto trasero, y cableé en forma bien oculta, tres cámaras donde nadie pudiera notarlas, me aseguré de que todo funcionara, tendría la señal en mi móvil, en vivo y directo, la trampa estaba tendida, solo era cuestión de tiempo para que cayeran las víctimas.

PARTE 2

Al día siguiente tendría la primera prueba, los traidores cayeron rápido en la trampa, no hacía ni una hora que me había ido de casa cuando ellos entraron riéndose como tontos enamorados, refregándose uno contra otro, trastabillando, llevándose las cosas por delante, se besaron con pasión, dejé mi trabajo de lado y solo me concentré en las imágenes que me devolvía mi celular, Daniel se apoyó contra unas de las máquinas y manoseaba por todos lados a Stefany, ella solo lo besaba y le preguntaba ‘si la amaba’ y el respondía lo que ella quería escuchar, ‘si, te amo, sabes que te amo’, mi esposa desabrochó la camisa que cubría el torso de ese hombre y empezó a besárselo en forma muy provocativa, fue bajando lentamente hasta arrodillarse a sus pies, soltó el cinto que ajustaba el jean a su cintura y con poco esfuerzo le bajó el pantalón y el calzoncillo hasta las rodillas, su verga erguida quedo en primer plano, Stefany la tomó entre sus dedos y se acarició el rostro con ella, ‘que bonita es’ susurró dulcemente.

Ella empezó a chupársela, le acariciaba las bolas e intentaba meterla toda en su boca, la cámara tenía la suficiente nitidez como para dejarme notar la forma en que ella lo miraba mientras pasaba el glande por su lengua, las palabras de su amante que balbuceaba ‘así, así, me encanta como me la chupas’ y toda esa mierda de cosas que hacían a mis espaldas. Admito que tenía un toque erótico, pero a mí me sonaba a perverso, el advirtió ‘me vas a hacer acabar’, y Stefany solo siguió chupando a sus pies, sentí la excitación de ese hombre al borde de su orgasmo, cerró los ojos y se contrajo con vehemencia, y solo empezó a eyacular en la boca de mi mujer, hasta el final….

Luego Stefany se incorporó y se miraron fijamente, el con una sonrisa en su boca limpió la comisura de los labios de mi mujer ya que aún tenía restos de semen pegado, y ella le plantó terrible y profundo beso, de esos que quitan la respiración, cuando se separaron él dijo riendo ‘puta, que gusto a leche tenes, te la tomaste toda…’

Fue suficiente por esa mañana, solo apague el móvil, tenía náuseas y fui al baño a vomitar, todo estaba patas para arribas, esos labios que le chupaban la verga a él, esa boca que se llenaba con su semen, eran los mismos labios y la misma boca que cada noche me besaba, los mismos que me decían que me amaba, los mismos que me juraron fidelidad, no supe que hacer, como seguir adelante, como volvería a besarla, como sonarían sus ‘te amo’ sabiendo que otro la hacía feliz.

Solo dejé correr el agua del río, solo me hice a la idea que la tendría por las noches, pero él lo haría por el día, tal vez compartirla era mejor opción a perderla, tal vez…

Traté de convencerme a mí mismo que yo seguía en carrera, que podría recuperarla, pero noche a noche ella iba cambiando, se hacía distante, siempre tenía excusas, cada mañana cuando veía lo que hacía con su amante solo me llevaba al abismo, jamás imaginé que Stefany hiciera las cosas que estaba haciendo con Daniel, él la manejaba a su antojo, la cogía como y cuando quería, ella se había vuelto su perra, incluso se la daba por el culo y hacían dobles penetraciones con alguna verga de plástico que él le había obsequiado, todo era para él, él la encendía, lencería, juguetes, fotos, lo que imaginen, hasta le daba fuertes nalgadas que la hacían bramar como puta en celo.

Muchas veces habíamos jugado en nuestra intimidad a que ella era una puta, una puta que se revolcaba con todo tipo que se cruzara en nuestro camino, muchas veces habíamos fantaseado en complicidad que ella me metía los cuernos, y que le entregaba todo su cuerpo a algún desconocido, y ahora, cruelmente todo se hacía realidad, hasta sentí culpa por haber sido parte de esos juegos.

Muchas veces tuve las intenciones de ir a casa de improviso, a sorprenderlos mientras cogían, alguna vez invadido en furia pensé en matarlos a ambos y luego suicidarme, alguna vez, invadido en deseo pensé en solo cogerla delante de él, cogerla entre los dos, y hacerla todo lo puta que ella quisiera ser, pero solo fueron intenciones, nunca tuve las agallas suficientes…

Y si el sexo que tenía a mis espaldas me dolía, la conversación de una mañana fue peor aún, el no solo jugaba, estaba enamorándola, después de hacer el amor empezaron a discutir, mientras Daniel se cambiaba dijo

– Ya hablaste con tu esposo?

– No, aun no…

– Y cuando lo harás? Hasta cuando mantendrás esa farsa de matrimonio?

–  Daniel, trata de entender… están las chicas, no me la hagas difícil…

–  Dificil? Y que hay de mi? cogiéndote a escondidas, como un ladrón, yo te amo Stefi, quiero que formemos una familia, para que sigues con un hombre por el que ya no sientes nada?

Mi mujer se encogió de hombros resignada, suspiró y dijo mirando al suelo

  • Solo un poco más amor, solo te pido un poco más de tiempo… de todas maneras, creo que Jorge algo sospecha

Fue cuando supe que estaba irremediablemente perdido, Stefany se había enamorado de otro hombre, y no hay como luchar contra el corazón enamorado de una mujer, y honestamente yo no quería vivir una farsa, solo me quedaba una carta por jugar…

Esa mañana llovía torrencialmente, parecía el fin del mundo, pacientemente esperé parado bajo el aguacero a una prudente distancia de la puerta de casa, el Chevrolet plateado estaba ahí, como siempre lo estaba, solo esperé y esperé, hasta que lo vi salir, fue corriendo al auto, encendió las luces, el motor y partió. Era mi turno, fui, golpee la puerta como un extraño, esperé a que ella abriera, sus ojos denotaron la sorpresa al verme, que hacía su esposo, completamente mojado, parado ahí como un tonto, además ella imaginó que por un pelo su esposo y amante no se habían cruzado, pero claro, que iba ella a saber, que iba a saber de un hombre despechado…

  • Amor, que sorpresa… – balbuceo inconexa –

Le dije que me acompañara, necesitaba que me acompañara, ella no entendía, la lluvia, estaba la pequeña en casa, no era momento, pero me mantuve decidido en mi postura, solo me quedé bajo la lluvia, mientras ella fue por paraguas y pilotines.

Subimos a la peque en el asiento trasero y pasamos por casa de mis padres para dejarla un rato, luego Stefany y yo seguimos camino, ella no hablaba, era evidente que sospechaba que yo sabía todo, sospechaba que la tenía en un puño, yo solo conducía.

Llegamos a la iglesia donde nos habíamos casado años atrás, donde me había jurado fidelidad, le dije que me siguiera y lo hizo sin decir palabra. Ya adentro del enorme templo había un silencio sepulcral, ni la tormenta se sentía, solo ella, solo yo…

Fuimos hasta el sagrario, y ya un tanto más calmo enfrenté mi realidad

–  Que tenes con Daniel? – pregunté secamente

– Con Daniel? Nada, no hay nada… – contestó si poder mirarme a los ojos

– Crees que no me he dado cuenta, que te visita cada mañana cuando yo no estoy en casa?, que antes era el señor Daniel y que ahora es solo Daniel? Y que siempre tenes una excusa para que esté metido cada mañana en nuestro hogar?

– No amor, no tengo nada con él, te lo juro…

relato puta esposa infielAnte sus negativas, tomé mi celular y le mostré cada una de las fotos que ellos habían tomado, cada una, con lujo de detalle, y ni tuve intención de mostrarle los videos del galpón, ante Dios y la virgen no tenía objeto sentir los gemidos de puta de esa mujer infiel, ella callo un momento como sin saber que decir.

Solo pensó una tonta salida, y volvió a negarlo todo, asumió que, si se había tomado las fotos, pero que nunca se las había enviado, y dijo que era Daniel quien la atormentaba y le mandaba las fotos de su miembro pero que ella una y otra vez le decía que ya no la molestara!!!

La maldita tenía los ojos enjuagados en lágrimas, solo seguí jugando con ella, porque ella ni imaginaba todo lo que yo sabía, traté de acorralarla, que arrancarle las mentiras

  • Como que no se las mandaste? Si la foto del miembro de él aparece en medio de las tuyas!!!. No te parece raro?
  • Te lo juro…que quieres que te diga!!! de todas maneras ya no me vas a creer…

Me di por satisfecho, solo le dije que no tenía nada que perdonarle, solo le sugerí que se arrodillara y le pidiera perdón a Dios, porque no me había fallado a mí, le había fallado a quien le había prometido esa noche en el altar…

Stefany no dijo nada, pero el peso de su conciencia pudo más, era una carga demasiado emotiva que cargaba sobre los hombros, y ese peso la obligó a doblegarse, cayó de rodillas y lloró como una chiquilla.

Cuando se calmó la tomé de la mano y solo la llevé a casa.

Pero ya en casa, mientras me duchaba con agua tibia para no pescarme una pulmonía, ella volvió con su estrategias de mentiras, me volvió a recalcar que no se había acostado con él, que no le gustaba, hasta me dijo en tono de reproche ‘resulta que ahora soy la más puta y no he hecho nada, como quieres que te lo diga?’, y la descarada me dijo enojada, en tono de reclamo ‘vos tenes la culpa, vos me enseñaste a ser así’, solo porque yo tenía la costumbre de llamarla a casa cada tanto y pedirle fotos desnudas y que me enviara videos de ella masturbándose, solo por eso, la culpa era mía…

Solo le dije cuanto la amaba, que era el amor de mi vida y que estaba dispuesto a luchar por ella

Esa noche dormimos en cuartos separados, y la siguiente, y también la tercera, yo me remordía por dentro pues entendía que ella era la equivocada y quien debía pedir perdón, pero Stefany parecía estar más allá de todo lo que sucedía, solo hubo una situación que me dio un poco de esperanza, en esos tres días, si bien nada mejoraba conmigo, al menos Daniel no estuvo presente, el cuarto de las máquinas de coser ya no me dieron sus videos porno y se habían terminado los chats pecaminosos entre ambos, pero claro, Stefany ahora sabía que yo la vigilaba y hubiera sido una jugada muy tonta de su parte seguir jugando.

Y como tonto enamorado, otra vez fui por ella, quería entender que había hecho mal, que tenía el que yo no tuviera, quería una segunda oportunidad, le pregunté si se había acostado con él, pero ella lo negó una y otra vez, como Judas había negado a Cristo, una, dos, tres veces.

Lo cómico de esa discusión en la intenté arrimar posiciones, es que mi mujer siempre tuvo la habilidad de transformar sus culpas en mis culpas, se suponía que hablaríamos de sus cruces con Daniel, sin embargo, su defensa fue un mejor ataque, empezó a decirme que la dejaba demasiado tiempo sola, y que ella cargaba con el cuidado de las niñas, y que yo me enfocaba demasiado en mi trabajo, y sin darme cuenta, estaba sentado en el banquillo de los acusados.

Ni hablar cuando me increpó por haberla espiado a escondidas, que eso no era de personas adultas, que era falta de confianza y no sé cuántas cosas más.

Yo solo guardé silencio y me mordía los labios para que el volcán que sentía por dentro no estallara, como flashes llegaban a mi mente todas esas fotos que ellos se habían intercambiado, y ni mencionar los videos pornográficos que la delataban como a una auténtica puta, si me hubiera bastado con hacerle escuchar sus propios gemidos, los gemidos que le arrancaba ese bastardo cada mañana, pero no dije nada…

Solo dejé que pasara el tiempo, un refrán dice que el tiempo cura las heridas, dejé que nuevos aires soplaran sobre nuestra relación, una segunda oportunidad.

Y las cosas parecieron encaminarse, cada mañana observaba el galpón por mi celular, y cada mañana nada pasaba, a veces solo ella iba a trabajar, pero ese cuarto parecía ya no tener vida, tampoco hubo rastros en su móvil, según sus propias palabras Daniel era solo un recuerdo, las veces que llegué fuera de horarios a casa tampoco apareció su Chevrolet gris, mi vecina chusma solo barría una y otra vez la vereda, y hasta para mi pequeña hija ese hombre era la nada misma en el pasado.

Pero a pesar de todos los esfuerzos, los engranajes ya no engranaban como antes, tal vez nunca lo harían, nuestras relaciones sexuales sonaban forzadas, ella había cambiado conmigo, no era una mujer enamorada, era una mujer acostumbrada y cada vez que yo la besaba, cada vez que la tocaba, cada vez que estaba dentro suyo el fantasma de Daniel me asaltaba y me apuñalaba por la espalda, una y otra vez, sin piedad.

Al poco tiempo, Stefany metió a nuestra niña más pequeña en un colegio de unas horas diarias para poder repartir las prendas que hacía a domicilio, y con comenzó a ausentarse de casa, jugada complicada, ella era dueña de sus tiempos, lo cierto es que estaba entrando buen dinero y bueno, tampoco era mi empleada para que hiciera lo que yo le ordenase, o no podía encadenarla para atarla a mi vida, no se puede construir una relación de pareja sobre la desconfianza y solo la dejé hacer.

Claro, ahora ya no podía controlarla, no podía poner cámaras donde fuera y con esa espina clavada, empezó el principio de mi fin.

Me di cuenta de que su amor por mí era fingido, no se puede jugar a estar enamorado cuando ya no se está, los cristales de la copa se habían roto y ya nada sería como antes, Daniel hubiera sido un buen contrincante de ajedrez, me estaba ganando la partida, me estaba humillando…

Lo que yo entendí como un nuevo empezar, a mis espaldas estaba siendo el final, tal vez yo lo sabía y jugaba a no saberlo, prefería vivir en una triste fantasía a enfrentar la dura realidad.

Y tal vez la última jugada cruel del destino llegó con el nuevo embarazo de Stefany, ella me comentó que llevaba dos meses de retraso, y en poco tiempo confirmamos que en su vientre estaba germinando una nueva semillita de amor, yo me puse contento, obviamente después de tres niñas siempre había soñado con el barón, y tal vez esta hermosa criatura en camino reacomodara como por arte de magia una historia que venía bastante torcida. Y yo tontamente empecé a hacer planes, futuros, a imaginar una vida nueva, a reescribir la historia, una nueva y verdadera familia.

Pero mientras pasaban los días y mi alegría iba en aumento, mi esposa, por el contrario, se mostraba más y más perturbada, encerrada en sí misma, en sus pensamientos, de cada palabra sacaba una discusión y yo sin entender sus razones, eché culpas a sus hormonas, a sus cambios por el embarazo y cada vez que intentaba tocarla ella solo sentía deseos de vomitar.

Una mañana de abril estábamos solos en casa, las niñas habían ido al colegio y yo me quedé un poco más de la hora solo para mimarla, aunque ella no quería que lo hiciera, me quedé igual, fui a ayudarla a la cocina, mientras ella lavaba los platos de la noche anterior yo me puse a su lado a secarlos, uno se resbaló y fue el piso rompiéndose en pedazos, una tonto accidente, pero ella empezó a recriminarme, era un juego de platos nuevo y ahora ese juego quedaría con una pieza faltante, y ese pequeño incidente desató una ola incontenible de discusiones que fueron subiendo de tono, ella, largando muchas cosas que tenía contenidas, y yo dejándole saber que ya no soportaba tanta injusta indiferencia de su parte, hasta que estalló con una fuerte confesión que arrancó de sus entrañas

  • Pero Jorge, no seas estúpido, no te das cuenta? El crío que llevo en el vientre no es hijo tuyo! estoy embarazada de Daniel! Amo a Daniel!

Stefany rompió en llanto y yo me quedé petrificado, como si la fría hoja de un cuchillo hubiera atravesado mi corazón en ese momento, llevándome al mismo infierno, como dije, Daniel habría sido un buen ajedrecista, y en esas palabras caía mi rey en el fin de la partida, ellos solo habían cambiado la estrategia, cada mañana mi esposa dejaba a la mas peque en el colegio y luego corría a los brazos de su amante, no hacía ningún reparto como yo creía, solo se reunían a coger como animales, y era Daniel quien por las tarde, terminaba el trabajo que en teoría hacía mi mujer.

Fue duro aceptarlo, creo que aun no lo acepto, nos divorciamos, ella no quería nada de lo nuestro, ni la casa, ni el coche, ni los ahorros, ni nada material, solo quería rehacer su vida junto a Daniel, y se fue con él, solo se llevó de común acuerdo a nuestra hija menor que aun necesitaba a diario a su madre, las dos mayores, al enterarse de todo, optaron por quedarse conmigo, ellas me dan una mano en el día a día y yo solo sigo adelante, en mi corazón no hay lugar para otra mujer, íntimamente aun sigo enamorado de Stefany.

FIN.

Si eres mayor de edad y te gustó esta historia, puedes escribirme con título ADIOS STEFANY a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

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