Relato xxx del sabor del engaño en esta historia porno

El sábado por la tarde, aprovechando las vacaciones de invierno de los chicos habíamos ido a pasar la tarde al paseo de compras de la ciudad. El enano – mi pequeño hijo de 6 años – estaba enloquecido con El Hombre Araña, y como aun celaba a su pequeña hermana de apenas dos años, decidimos llevarlo al cine para que por unas horas se sintiera centro de atención.

Definitivamente Spiderman no sería una película para su entendimiento, pero poco importaba, sus enormes ojos azules casi no pestañaron y se mantuvo inmóvil toda la película, sentado al borde de la butaca.

Con Ceci, mi mujer, no dejábamos de codearnos y reírnos por el grado de atención que el enano ponía en la proyección, si quitarle el ojo a la pequeña Celeste, quien estaba molesta y parecía vivir una tortura.

Salimos del cine cerca de las ocho de la noche, la idea era pasear un poco para ver vidrieras por el complejo, pero Celeste estaba insoportable, además Ulises, el enano, pasado el capricho de la peli, empezó a molestar con la famosa cajita feliz del McDonald, mi esposa y yo nos miramos y decidimos suspender el tema de recorrer vidrieras e ir directamente al patio de comidas.

Pedimos una hamburguesa con esos juguetitos que realmente me sabían a robo, una pizza para nosotros y un par de gaseosas.

Como era previsible, me tocó echarle un ojo a Ulises, Ceci cargaba en sus faldas a Celeste quien ahora parecía entregada a los brazos de Morfeo.

Solo queríamos tener unos minutos de tranquilidad, pero el enano se cansó rápido de su nuevo y tonto juguete, dejó la hamburguesa apenas mordisqueada de lado y se transformó en un molesto e improvisado Spiderman, tirando su imaginaria tela araña a cuanta persona se cruzará en nuestro camino y como suele suceder en estos casos, solo empezó a corretear de un lado a otro.

Mi esposa, viendo lo que sucedía, no tardó en decirme amorosamente

– Amor, cuidá a ese demonio, que está molestando a la gente!

Era lógico, ella estaba con Celeste y no podía con todo

Me levanté y fui a buscarlo varias mesas más allá, el enano no se quedaba quieto, estaba casi al final del corredor, y fue cuando los vi

Natalia y Arturo estaban al fondo, en soledad, y fue inevitable un cruce entre los tres provocado por el cruel destino

Natalia tenía en sus brazos una beba preciosa, rosada e indefensa, arropada con tejidos muy finos, con sus ojitos cerrados estaba prendida casi en forma desesperada al pezón izquierdo, y no pude evitar mirar indiscretamente el enorme pecho desnudo semi oculto de la joven, recordando viejos tiempos, luego miré sus oscuros ojos negros, pero ella, en silencio y con un evidente dejo de vergüenza solo bajo la mirada.

Arturo se paró a mi lado al verme, nervioso, no esperaba este cruce, con una sonrisa más que forzada, no sabía qué hacer, que decir, intentó estirar su mano para saludarme, como amigos de la vida, pero creo que entendió mi mirada de perro rabioso, cuanta falsedad, cuanta hipocresía, el silencio del ambiente entre los tres se cortaba con un suspiro, no hubo palabras, solo tomé al enano por el brazo y lo llevé de regreso a nuestra mesa.

No le dije nada a mi esposa, pero ella intuyó que algo raro pasaba, mi silencio se lo decía, mi repentino cambio de humor se lo dejaba notar, solo terminamos de comer y le dije de volver a casa. Llegamos, Ceci tenía unas líneas de temperatura, así que terminó en la cama con mi mujer robando mí sitio, y a mí me tocó acomodarme con mi pequeño Spiderman de seis años.

Para mi suerte, Ulises después de hablar y contestarse solo terminó por dormirse entre mis brazos, la excitación lo había agotado y me quedé encerrado en mis pensamientos, con los ojos abiertos, viendo la absoluta oscuridad del cuarto.

Arturo y yo teníamos una amistad de hermanos, compañeros de estudios en la facultad, éramos inseparables, nada podía partirnos, o casi nada…

Había conocido a Natalia en una fiesta de casamientos, yo era el primo del novio, ella amiga de la novia y sin imaginarlo, esa noche conocería a la mujer que me rompería el corazón

Me supo hermosa a mis ojos, morena de largos cabello, con una sonrisa tan tímida como sensual, me llené la vista con las formas de su cuerpo, pintadas a mano dentro de un llamativo vestido blanco muy audaz, con un escote terrible en su espalda dejándola completamente desnuda, demasiado adherido en su trasero, dejando lucir sus dotes naturales, para luego abrirse muy sexi hacia abajo, invitando a imaginar más de lo que mostraba. Recuerdo que tenía unos zapatos muy lindos, de altos tacos con plataformas transparentes.

Empezamos a salir como amigos, como novios, como amantes, había estado con algunas chicas, pero ninguna como ella, Natalia era única en mi mundo. Al conocerla, descubrí en ella mucho más que un cuerpo bonito, Nati era reservada, coqueta, inteligente, audaz y con un futuro lleno de ilusiones, parecíamos forjados el uno para el otro

Tal vez pequé de ingenuo, pero Arturo era mi confidente, mi amigo y estaba al tanto de toda mi relación con ella, él era mi fiel consejero y en alguna oportunidad salíamos a pasear juntos, a tomar unos tragos, se llevaban muy bien, era mi chica, era mi amigo. Nati le había presentado más de una vez alguna de sus amigas y todo parecía ir sobre rieles, incluso estábamos en planes de casamientos, para formalizar nuestra convivencia, solo que había otra historia…

Natalia era muy buena en la cama, tenía unas ricas tetas, sabía que le gustaba a un hombre, la chupaba muy bien, cogía muy bien y lo mejor que tenía, su voz ronca que te llevaba al abismo, solo tenía un par de negativas, no le gustaba tragar el semen, podía acabarle en la boca, pero ella luego lo escupía y tampoco había con ella sexo anal, eran sus reglas de juego y yo las respetaba, entendiendo que todo juego en la cama debe ser consensuado y compartido.

Pero algunas luces de alerta se encenderían en nuestra relación, Nati de repente se puso a la defensiva, introvertida, como si sola se arrinconara lejos de mi alcance, me evadía y trataba en lo posible no tener sexo, como si algo demasiado grande pesara sobre su conciencia.

Obviamente yo no sabía nada, y sus labios parecían sellados, por más que yo tratara de abrirlos sus secretos estaban bien guardados.

Y todo se desmadró una tarde, estábamos en casa y empecé a tocarla, por acá, por allá, ella me rechazó dulcemente varias veces pero al fin terminamos haciendo el amor, fue raro para mí, porque odiaba hacerlo a luz del día, pero en un momento de juegos eróticos ella quedó en cuatro patas frente a mí, y ese descuido de su parte me llevaría a ver su esfínter todo abierto, no era el culito virgen que yo le conocía y la situación me paralizó y de una tarde de sexo pasamos a una tarde de discusiones.

Fue el principio del fin de nuestro amor platónico, necesitaba que me explicara que estaba sucediendo, había visto muchas veces su culito diminuto, y este cráter que ahora tenía frente a mis ojos no era lo mismo.

Empecé a arrinconarla dialécticamente, a acusarla de puta, de traidora, sentí mi corazón rasgarse y mi hombría pisoteada, y ella solo se retorcía con palabras entrecortadas, inconexas.

Visto en retrospectiva, ella podría haber escapado del aprieto, tal vez decirme que ella misma lo había hecho, con sus dedos, con algún juguete, que lo estaba preparando para mí, una sorpresa, un regalo, no sé, cualquier tonta excusa, pero la verdad es que ella estaba tan enredada con sus propias mentiras y la realidad que escondía se le hacía tan presente que no podía articular nada que no fuera la verdad.

Es que ella en verdad me amaba, a su manera, pero sabía que me estaba matando en vida, sabía que no lo merecía y sabía que estaba en falta, las primaras lágrimas que desatarían una tempestad empezaban a rodar por su rostro, Nati sabía que no habría retorno, me conocía, no habría vuelta atrás.

Discutimos a los gritos, ciertamente solo yo gritaba y le dije todas las cosas horribles que puedan imaginar, todas las palabras que pueden herir a una mujer, todas se las dije, todas, al final del día ella solo se encerró en el cuarto y yo dormí en la cocina, en uno de los sillones.

El día siguiente sería la calma después de un tsunami, solo silencio, nada, nada de nada, la muerte misma era nuestra compañera, Natalia fue a prepararse un desayuno, y yo, al tener acceso al dormitorio fui a armarme las valijas, cuando ella lo notó vino a mi encuentro, a rogarme, que había sido un error, que estaba arrepentida y no sé cuántas cosas más. Me dio pena que se arrodillara para implorarme y ver su rostro embebido en lágrimas, pero la decisión estaba tomada

Recuerdo que antes de partir le dije

Creo que merezco una explicación, cuando puedas hablar me llamas…

Cerré la puerta, aspiré profundo, miré al sol y sentí su calor en el rostro y solo partí hacia donde me llevara el destino.

Obviamente al primero que necesitaba contarle era a mi amigo Arturo, quien otro, lo llamé y hablé con el alma, le dije que había terminado con Natalia

Es una zorra, se anduvo revolcando con alguno, y el bastardo le rompió el culo, te juro hermano, si tuviera a ese maldito frente a frente no sé cómo reaccionaría.

Estaba tan cegado en ese momento que no pude notar que mi amigo estaba casi mudo al otro lado, era raro, él siempre tenía la repuesta correcta para todos mis problemas, pero ahora no, él no hablaba.

Dejé pasar el tiempo traté de que cerrara mi herida, busqué otras mujeres, Arturo me alentaba a eso, que la olvidara, que cerrara esa historia, pero los mensajes de súplica que cada tanto recibía por parte de Nati me hacían recordar que tenía una espina clavada, y me dolía, como dolía.

En unos meses también se complicó mi relación con Arturo, el dejó la facultad, consiguió un empleo y poco a poco esa relación de hermanos se fue resquebrajando, claro, yo no sabía el motivo, pero dejamos de vernos, poco a poco dejó de contestar mis mensajes, o si respondía era solo como falsa cortesía, me decía que estaba ocupado, que lo disculpara, que ya vendrían tiempos mejores y no sé cuántas sonseras más.

Empecé a buscar empleo, en un lado, en otro, me llamaron a alguna entrevista, a otra, conocí personas.

En uno de esos tantos sitios me entrevistó una rubia teñida con anteojos de aumento, entallada en un trajecito gris muy bonito, teñía los cabellos recogidos en una imagen muy formal y en un descuido al ir por unos papeles mis ojos se fueron a un culito respingón y a un discreto tatoo en su nuca, me resultó demasiado atractiva, se llamaba Cecilia.

Esa primera entrevista dio lugar a una segunda y a una tercera, jamás obtuve el empleo, pero si había ganado en poco tiempo el corazón de la mujer que se transformaría en mi esposa.

El tiempo había pasado, Arturo era pasado, Natalia era pasado, ya no tenía dolor, pero la cicatriz había quedado marcada para siempre.

Era feliz, el embarazo de Ceci nos había sorprendido, no lo buscamos, pero Ulises ya estaba en camino, planificamos un viaje a Bariloche en una improvisada luna de miel, no habría fiesta, ni civil, ni iglesia, no lo necesitábamos.

Eran cerca de las ocho de la noche cuando como cada día salí de mi empleo, en la esquina, entre la gente una morena abrigada por la inclemencia del crudo invierno parecía esperar el transporte público, lucía una gruesa campera negra, una bufanda amarilla y un gorro con pompón en el mismo color, unas enormes gafas oscuras escondían su rostro, una mujer como tantas, sin embargo, me llamó por mi nombre

Hola Roberto, te olvidaste de mí? me regalas cinco minutos? te invito a un café

Reconocí a Nati por el tono de su voz, me llenó la intriga, Natalia, la puta, la perra, la traidora…

Le mandé un mensaje a Ceci avisándole que llegaría más tarde, para que no se preocupara.

Caminamos media cuadra hasta el bar más cercano, entramos, y fuimos a una de las mesas del fondo para pasar lo más desapercibidos posible, no era mi intención que, por esas putas cosas del destino, de alguna manera Ceci se enterase que había estado con otra en un bar, tener que dar explicaciones en medio de un embarazo, cuando todo mi mundo estaba perfecto, no, no me hubiera permitido que esta mujer me arruinara la vida por segunda vez.

El calor de la calefacción hizo que tuviéramos que desprendernos de nuestros abrigos, asumo que Nati se veía hermosa y recordé la primera vez que la había visto y como me habían seducido sus curvas, sus pechos llamativos que eran difícil de disimular por el nacimiento del escote de su camisa, su perfume, tan femenino, tan seductor, su voz ronca sin igual, tan única, tan particular, dejó de lado las gafas e hice un esfuerzo para que sus ojos negros no volvieran a hipnotizarme.

Cuanto tiempo ha pasado… parecen años…

Demasiado… que casualidad que estabas en la esquina, no?

Tal vez si, tal vez no, como has estado?

Bien… – dije secamente sin querer entrar en detalles, no quería que me llevara a un lugar de ‘ex pareja que se adoran’

Se todo de vos, aunque ya no nos escribamos…

Si?

Se que tenes novia, o esposa, es muy bonita, te felicito!

Gracias

Por cierto, te felicito doblemente! me contaron que vas a ser papá!

Veo que estás bien informada, pero no entiendo porque estamos acá hablando de mi

Era obvio que ella trataba de congraciarse conmigo, y era obvio que mis respuestas secas y cortantes sabían a dardos envenenados

Bien, pero entonces, porqué estamos acá? podemos ir al grano? – arremetí sin rodeos

Ella miró a la ventana, su rostro se desdibujó y la sonrisa que lo llenaba se congeló en un instante, empezó a refregarse las manos, una actitud típica que tenía, cuando una situación la incomodaba se le atragantaban las palabras y solo no podía soltarlas

La angustia de todos estos días me está matando, me carcome el alma, solo ya no puedo con esto…

Ya está Natalia, dejemos el pasado en el pasado

No, no puedo, necesito contarte, sabes, entiendo que me odies, que me veas como una puta, como lo peor, entiendo todo, pero de veras, yo no soy una mala mujer, solo las cosas se dieron, me enamoré de otro hombre, una no puede dominar lo que manda el corazón

Ella trató de tomar mis manos con sus manos, pero yo las retiré de su alcance, es que no entendía, que diablos hacía ahí sentado, con Natalia, porque ahora que la vida me sonreía y estaban todos los planetas alineados me entregaba a su suerte, a dejarme arrastrar a un tortuoso camino de espinas.

Natalia empezó a buscar la forma de contar la historia paralela que siempre quise saber, esa que me desvelaba, que me enloquecía, y era curioso, iba a escucharla justo ahora, ahora que la había olvidado y ya no me interesaba

Hace mucho que no hablas con tu amigo? Arturo

Arturo?, ja! ese loco mal nacido… no sé qué fue de su vida… de repente pareció esfumarse…

Y sabes que estoy por casarme cierto?

No lo sabía, como saberlo? no supe más nada de ti, y la verdad es que por más duro que te suene, para mi estabas muerta, pero, en fin, se supone que debería felicitarte, cierto?

No, no tienes que decir nada que no sientas, comprendo – dijo ella encogiéndose de hombros y llevando nuevamente la mirada al amplio ventanal

El mozo interrumpió la charla, traía unos cafés y unas facturas que habíamos pedido, había que engañar al estómago. Cuando se retiró, ella prosiguió al tiempo que endulzaba y revolvía su espumoso café con leche

Roberto, nunca sospechaste de nadie, ya sabes, quien era mi amante, por así decirlo

No, que va, tiene sentido acaso? – hice una mueca con los labios para restarle importancia, además solo me interesaba denigrarla como mujer, como fuera, con gestos, con la mirada, con solo ignorarla

Sabes, generalmente estas cosas suceden con quien menos lo esperas, un hermano, un pariente, o… – hizo una pausa – un amigo del alma…

Un silencio se hizo entre nosotros, fue cuando me cayó la ficha, que tonto! que estúpido! Arturo! mi hermano! era obvio! era como un ciego que abría los ojos y veía la luz, todo se había hecho tan claro de repente

Arturo? – solo pregunté en un balbuceo

Ella asintió con la cabeza, sin decir palabra

Pero como? cuando? en que momento? si yo le contaba todo, Arturo? mi amigo? y vos? puta, con mi mejor amigo? nunca pude notarlo?

Yo disparaba preguntas sin esperar respuestas, desordenadas, como salían de mi cabeza, porque mis pensamientos estaban tan desordenados como mis palabras

Ella dio unos bocados a las facturas, como para hacer tiempo, como para que yo tragara el veneno del impacto y solo me tranquilizara, para luego proseguir

– Supongo que haces bien en llamarme puta, tal vez lo merezca, tal vez no, solo no sé, las cosas solo se dieron, yo no lo busqué, él no lo buscó…

Meneo la cabeza en forma negativa, como no encontrando las palabras para seguir adelante y volvió a la carga

Tu amigo era un joven atractivo, porque negarlo, carilindo, apuesto, de buen carácter, de buen vestir, no hace falta que lo diga, pero sabes que tenía un montón de chicas que suspiraban por él, y sabes que yo también siempre fui de atraer a los hombres, pero no se…

Una noche habíamos ido a bailar, con Romina, recuerdas? esa amiga mía que le habíamos presentado, era una noche más y si bien asumo que alguna vez habíamos cruzado alguna mirada cómplice solo había sido eso, porque ambos sabíamos que era un juego prohibido.

En algún momento de la noche te excusaste para ir al baño, y quedamos los tres solos, a pesar de estar con Romina, se las arregló para acercarse los suficiente y susurrarme al oído ‘Roberto debe estar loco para dejarte sola, su fueras mi chica no te dejaría nunca, sos demasiado bonita…’, lo miré y le regalé una sonrisa, nuestras miradas se cruzaron y sentí mi corazón desbocado bajo mi pecho, sabía que estaba mal, pero que quieres que te diga…

Yo solo escuchaba y apretaba mi puño derecho bajo la mesa, trataba de entender, de ponerme en sus zapatos, en los de mi amigo, entonces siguió

Dios sabe que no fue mi intención, ni la suya, pero siguieron sonrisas, miradas, charlas clandestinas, susurros, abrazos disimulados, roces involuntarios, deseos y situaciones que la conciencia no podría explicar.

La primera vez? esa noche que hizo una fiesta en su casa, recuerdas? yo tenía ese vestido blanco que tanto te gustaba porque me hacía ver un culo enorme, te acuerdas? con esos zapatos plateados de tacos altos que me había regalado mi madre, era la forma en la que me habías conocido

Recordé esa noche, como olvidarla, si ese vestido al piso apretado en sus nalgas, con la espalda descubierta la hacía ver grandiosa

Bailamos, bebimos, nos divertimos, pero las miradas cómplices volvieron a cruzarse como pocas veces, en algún momento de la noche Arturo subió las escaleras a la planta alta, asegurándose que yo lo viera, invitándome con la mirada, fui discreta, pasaron algunos minutos, vos estabas muy festivo, bastante tomado, bastante fumado, eras centro de atención por las payasadas que estaba haciendo, no me costó alejarme de tu lado, nadie lo notó, no lo notaste, pero subí yo también a la planta alta, adiviné donde estaba el dormitorio, él estaba sentado en una silla, esperándome, con su camisa bastante desabrochada dejando ver parte de su pecho, y ese pantalón negro que tan sexi le quedaba, me dijo que era la mujer más hermosa que había en la tierra, y que necesitaba unos segundos para llenarse la vista, solo improvisé como si fuese una modelo, pero ambos sabíamos que no teníamos mucho tiempo para que notaran nuestra ausencia, y la adrenalina nos estaba devorando, con premura el sacó su sexo de entre las ropas, estaba enorme, preciosa, solo me las arreglé para apartar el vestido y mi ropa interior, fui sobre él y me senté frente a frente, estaba tan mojada que casi no sentí como se incrustó hasta arrancarme un gemido de placer.

Yo solo escuchaba con atención, Natalia hacía tan vívido ese encuentro que aun parecía estar disfrutándolo

Empecé a moverme con furia, haciendo rechinar las patas de la silla, Arturo se llenó sus manos con mis nalgas por debajo del vestido y nuestros labios se pegaron, para besarnos, para acallar nuestros gemidos contenidos, y para calmar tanto deseo contenido. Fueron apenas minutos, dos? tres? no sé, pero sé que fueron perfectos, eternos y cuando sentí que todos sus jugos llenaban mi sexo supe que no habría retorno.

Nos acomodamos las ropas, sentí como su semen caliente poco a poco mojaba mi tanga, y en esos momentos sentimos ese arrepentimiento de la traición, ese dolor que lastima en lo profundo de la conciencia, solo lo dejé y volví con premura a la fiesta, cuando te vi, tan alegre, tan contento, me sentí una mierda, la peor de las basuras, pero no podía deshacer lo que había hecho.

Ya solo escuchaba, en esos momentos solo quería escuchar la historia, me acariciaba la barbilla en forma inconsciente, mi café se enfriaba y apenas si había pasado un sorbo

Dos días después Arturo y yo nos encontraríamos a escondidas en un café, teníamos que hablar, y teníamos que hablar sobre su amigo, mi pareja, era todo tan mierda, porque nos deseábamos, por vos estabas en el medio, nos juramos que ya no habría nuevos encuentros, había sido un error y cargaríamos con nuestros actos por el resto de los días.

Pero el corazón te lleva por caminos insospechados, él era como una necesidad, era un veneno al que no podría resistirme, aunque supiera que me estaba matando

Entonces? – apuré, puesto que hacía tiempo que no abría la boca

Entonces que la vida es una mierda, no recuerdo el motivo, pero hubo un desencuentro entre ustedes, no se donde tenían que ir, pero vos fuiste a su casa a buscarlo, y el vino a casa a buscarte? te acuerdas?

Asentí con la cabeza, había sido una situación muy cómica y muy tonta

Cinco minutos después que te fuiste sonó el timbre, pensé que eras vos que te habías olvidado algo y jamás imaginé que al abrir la puerta Arturo estaría al otro lado, para él también fue una sorpresa que yo abriera la puerta, nos quedamos como tontos tartamudos, el intentó irse, pero yo lo atraje por un brazo, solo unos minutos

Ella volvió a menear la cabeza, como perturbada por lo que seguiría, exhaló con fuerza y siguió adelante

Roberto, me de mucha vergüenza… me porté como una puta, me arrodillé a sus pies, sin decir palabras solo busqué su verga y se la empecé a chupar, a chupar y a chupar, no me importaba nada, ni siquiera lo miré a los ojos, solo quería chupársela rico, envuelta en pasión, en el sabor de lo prohibido, solo sentía mi respiración agitada y notaba como mi sexo se mojaba, como mis pezones duros se afiebraban bajo el sostén y lo sentí venir, y lejos de todas mis convicciones solo no puede despegarme, solo no pude… me sorprendí a mí misma tragando sus jugos y comprendí que no era que no me gustaba, solo que nunca había encontrado al hombre apropiado, el amor verdadero, ni siquiera contigo pude hacerlo.

El me levantó y me dio un beso eterno, aún tenía su sabor a hombre en la boca y diablos, que decir…

Tragué saliva

Empezaríamos a vivir un camino sin retorno, el paraíso con él, el infierno contigo, por no mal entiendas, el infierno era para mí, engañarte, mentirte, revolcarme como puta con él y volver a tu lado, como la mejor mujer, como si nada pasada, siempre fuiste un buen hombre y no lo merecías, miles de veces dijimos que había sido la última vez, y miles de veces volvimos a caer.

Se que no lo vas a entender, pero merecías saberlo.

Sabes lo que sentía chuparle la pija y después besarte como si nada pasara? merezco arder en el infierno, lo sé…

Y llegó el momento en el que el cornudo se enteró…

En esos tiempos las cartas estaban echadas, estábamos enamorados, y solo no encontrábamos la forma de decírtelo, – ella se rio como con resignación – todavía no puedo entender que te dieras cuenta por lo que te diste cuenta, parecías estar ciego a tosas las señales que te dábamos

Arturo se había puesto muy posesivo, celoso y ya no toleraba que yo estuviera contigo, quería darle un corte a la situación.

Una tarde solo me agarró a la fuerza, él es de hacer esas cosas y eso me excita mucho, yo estaba con una falda corta, muy casual, el me miraba como el lobo a la caperucita roja, y yo me portaba con la inocencia fingida de la caperucita roja, solo lo provoqué al extremo. Vino donde estaba, me levantó la falda y mi culo quedó a su vista apenas protegido por una colaless de encaje, me dio una fuerte nalgada al punto de dejarme los dedos marcados y arrancarme un quejido contenido.

Con torpeza me bajó la tanga, tomó mi brazo derecho y lo forzó detrás de mi espalda, me apretó contra la pared, con mis pechos y mi rostro pegado a ella y mi espalda hacia su lado, escupió sus dedos y untó mi culo, noté sus intenciones y traté de advertirle, le dije que no, que por ahí no, pero era notorio que mi deseo contenido decía más que mis palabras, me dijo entonces en susurros al oído que me dejaría marcada para siempre, que solo él sería mi dueño, el dueño de mi mas preciado tesoro, sonaba tan tentador que como negarlo

Y le diste el culo… – la corté tratando de ser punzante

relato xxx un engañoSi, que quieres que te diga, mi más preciado tesoro, solo para el hombre indicado, dolor, placer, sumisión, entrega, me hizo gemir como perra, un perverso pecado imposible de confesar

Pero bueno, ya estaba, le recriminé, no estaba bien, seguro vos lo notarías, pero él con una sonrisa perversa me dijo que no, que todo estaba bien, pero yo sabía que mentía, y cuando vi como tenía el culito abierto me quise morir.

No lo notaste a la primera, tampoco a la segunda, pero Arturo se encargó de hacerlo una y otra vez, y dejármelo más y más abierto, era solo cuestión de tiempo

Ahora yo meneaba la cabeza de lado a lado, me sentí tan estúpido, haber estado ciego y darme cuanta apenas por un culo roto, miraba por la ventana, el odio me quemaba por dentro, ella volvió al presente entonces

Cuando supe que estabas enamorado nuevamente me alegré mucho y cuando me enteré de que ibas a ser papá supe que era el momento…

Saqué unos billetes y los dejé acomodados sobre la mesa para cubrir lo que habíamos consumido, era tarde, y mi esposa no merecía que siguiera perdiendo el tiempo, me arropé, la miré y le dije

No te juzgo, pero sos una pobre mujer, y Arturo, le mandas mis saludos, al final, él se quedó con lo peor de la historia…

Ella me tomó de la mano antes que partiera, sus ojos estaban llenos de lágrimas, apenas sentenció

Sabes, terminamos de perder nuestro segundo embarazo, supongo que lo merecemos…

Fue el fin de la historia, solo la dejé charlando con su conciencia.

Haberlos encontrado años después movió muchas cosas en mi interior, era imposible que no sucediera, tal vez ver esa beba en sus brazos marcara el final de un castigo, como fuera, mi spiderman se movió en la cama y me trajo al presente, mi amada esposa, mis preciosos hijos, solo así, pude conciliar el sueño.

FIN

Si te gustó esta historia puedes escribirme con título EL SABOR DEL ENGAÑO a dulces.placeres@live.com


Imagen únicamente de caracter ilustrativo para este relato erótico…

 

En vivo ahora

Deja un comentario

esposasymaridos