Hace pocos días podríamos decir que perdí una cierta virginidad. Por primera vez me eyacularon dentro del culo. Paso a contar lo ocurrido.
Estando en uno de esos días de extrema calentura, aun en la oficina donde trabajo, entre tarea y tarea buscaba por internet alguna escort para pasar el rato al salir de mi jornada laboral.
En eso una idea morbosa vino a mi cabecita y decidí buscar en esa dirección. Si bien una veintena de veces tuve encuentros con transexuales, generalmente me había comportado de manera activa, sodomizando al otro, aunque chupando sus miembros y genitales. Siempre cunnilingus de por medio, terminaba por practicarle sexo oral pero nunca haciendo que me penetraran por completo.
Esta vez me calentó la idea de hacerme coger de un modo absolutamente pasivo por el travesti. Busqué y encontré una que ofrecía sus servicios a pocas cuadras de mi trabajo. Lo llamé y arreglamos el encuentro.
Con esos nervios que siempre conllevan los encuentros sexuales furtivos llegué hasta el edificio y llamé al departamento correspondiente. En un instante veo que se acerca y me abre la puerta una trans de unos 30 años, morocha, con un tono centroamericano, delgada y sin grandes atributos delanteros. Me recibió muy cordialmente, subimos hasta su departamento y una vez allí me invitó a ponerme cómodo.
Me facilitó una toalla y pasé a higienizarme. Al rato, ya desnudo, me acosté en la cama y esperé a que viniera conmigo. Se acercó y como es rutina en estas cuestiones me preguntó qué quería que hagamos. Inmediatamente le indiqué que quería chuparla mucho y que luego le pediría que me coja.
Con respecto a ofrecerle mi ano le señalé que debería tenerme paciencia ya que no está muy habituado a ser penetrado en una situación de coito.
Debo reconocer que mi ano se dilata generosamente muy bien pero no es lo mismo cuando juega uno solo que sincronizar con otra persona que está penetrando con su miembro. Comenzamos a besarnos.
Llevé rápidamente una de mis manos a su entrepierna buscando el esperado bulto. Ella tenía puesta una tanga diminuta color negro. Enseguida la corrí y cayó pesadamente el cargamento de carne.
Entonces me ubiqué de modo de poder comenzar a jugar con mi lengua en el oscuro prepucio. Con su mano retiró la piel hacia atrás dejando aflorar un grueso glande rosado.
Empecé a mamarlo con ganas mientras masajeaba sus huevos. Noté la erección aumentando dentro de mi boca y el sabor del líquido preseminal surgiendo lentamente. Con mi mano seguí hurgando hasta frotar el dedo índice en su culo, acariciándolo delicadamente.
Ella decía: “asi, chupa, asi papito, toda”. Con la otra mano tomé mi pene para iniciar una leve masturbación.
La felación duró varios minutos incluyendo reiteradas succiones de los testículos, saboreando sus jugos y sintiendo el suave olor de la entrepierna con la textura del vello rasurado. En ese juego oral me entretuve al tiempo que la trans buscaba mi ano con sus dedos encremados. Así comenzó la excitante tarea de la dilatación.
Primero fue un dedo, luego dos, tres…cuando el cuarto dedo lograba deslizarse en mi cavidad quito su miembro de mi boca, tomó un profiláctico y se lo puso suavemente.
Me puse en cuatro patas y sentí como la cabeza de su pene lentamente se abría paso en mi orificio. En los primeros instantes sentí un dolor intenso que me hizo tirar mi cuerpo para adelante.
Entonces la trans me tomó de la cintura, me tiró hacia atrás y clavó toda su verga en mi culo. Pude sentir toda esa pija adentro e incluso como rozaban sus huevos en los míos. La penetración era completa. Una vez conquistada, el bamboleo comenzó a acelerarse. Aunque el dolor persistía, se había atenuado, dejando paso a un placer indescriptible.
Un placer físico, puramente anal, y un placer morboso de pérdida de masculinidad humillante. El coito en esa posición fue sumamente placentero. Agache la parte superior de mi cuerpo dejando bien elevado el culo, relajándome. Estaba bien abierto siendo cogido por un travesti. La calentura era proverbial.
Mi pene fláccido goteaba líquido, podía sentirlo caer en mis piernas. En eso estábamos cuando la trans me dice: “date vuelta”. Quitó su pene de mi culo, volteé de posición quedando acostado boca arriba, con las piernas bien abiertas. Como la mejor puta, abrí con cada mano mis nalgas ofreciendo mi ano dilatado.
El travesti volvió a penetrarme. Esta vez podía ver su cara de placer. En posición de misionero se acercó y comenzamos a besarnos. “Sos mi putita” me decía mientras daba certeros golpes con su cuerpo metiendo y sacando su pija de mi culo. “Soy tu putita y quiero que me llenes la cola de leche” repetía yo entre besos de lengua. “¿Me vas a dar toda esa lechita calentita?” le preguntaba, provocando que su golpeteo sea cada vez más intenso.
A esta altura mi placer anal era tal que me sentía al borde del orgasmo. Mi próstata estaba siendo devastada por aquel grueso pene que si piedad buscaba la eyaculación. Nos seguimos diciendo cosas de ese estilo hasta que de repente la trans profirió un quejido enorme de placer. Detuvo su vaivén. Sentí los latidos de su pene derramando el esperma en mi recto.
Casi desplomándose comenzó a besarme apasionadamente. Durante ese beso húmedo sentía los espasmos tras su eyaculación. Una vez que desagotó todo su cargamento, se incorporó recuperando el aliento y se arrodilló al lado de mi cara.
Comencé a masturbarme con el pene semi erecto al tiempo que lamía la punta del sucio preservativo que ella me ofrecía. “Acá tenés toda la lechita” me dijo y se quitó el profiláctico.
Apoyó su pene nuevamente desnudo en mi boca. Logré succionar las últimas gotas que quedaban. Me hice la paja con mucha fuerza, lo miraba a la cara con su semen en mi lengua.
Tragué el preciado líquido y acabé profusamente con un gemido sordo. Lo demás fue anecdótico. Ahora no veo la hora de volver a vivir una experiencia así.
Imagen de caracter ilustrativo nada mas para este relato follando con un transexual…
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